Ya había jugado una primera partida de Pequeños detectives de monstruos con mis peques y los de un amigo. El resultado había sido un éxito parcial, así que no pensaba que mis dos peques estuviesen demasiado ansiosos por volver a jugar. A uno le había encantado, al otro no tanto, aunque se habían divertido de lo lindo.
Pero hete ahí que, de repente, mis dos goblincillos me comenzaron a pedir otra partida durante las navidades. La verdad es que nunca conseguía sacar tiempo para prepararla y la cosa se iba postponiendo. Hasta que un sábado por la mañana, me exigieron la partida. ¡Querían machacar monstruos de plastilina, y querían hacerlo ya!
No quedaba más remedio que coger al minotauro por los cuernos y preparar una aventurilla medio improvisada. Iba a ser una partida para peques, ¡así que tampoco se necesitaba un argumento de película! Aunque claro, son un público exigente. ¿Cómo se me podría ocurrir algo? Hace años se me daba bien eso de improvisar, pero tengo que admitir que la falta de práctica ha hecho mucha mella, incluso para algo tan simple como una partida de monstruitos.
Así que, para que se me pudiesen ocurrir ideas, pensé que lo mejor era tenerles un buen rato ocupados. ¿Y qué mejor forma que ayudando a preparar la partida?
- Venga, vamos a jugar esta tarde, pero tenemos que prepararla entre todos, así que me tenéis que ayudar: Tenemos que elegir los monstruos, hacerlos en plastilina, construir una casa con el Lego…
Y nos pusimos manos a la obra.
Como en la partida anterior, decidí que lo mejor era escoger un abanico más limitado de monstruos de los que ofrece el manual, ya que aún no saben leer y no podrían tenerlo como referencia. Sólo habría cuatro monstruos sospechosos.
El primero lo íbamos a crear nosotros. Mi idea era usar el Monster Kit para diseñar el cuerpo, hacerlo luego en plastilina y elegir qué le gustaba y qué le enfadaba, pero ellos querían que el primer monstruo fuese la más famosa estrella del fondo del mar, ¡Patricio! Iba a ser el monstruo invitado, y eligieron que le gustaba la oscuridad y le daban miedo las telas de araña.
Después, eché mano del manual para elegir tres monstruos más, y comenzamos a hojearlo para buscar a los sospechosos. Fuimos leyendo los primeros, viendo dibujos, describiendo sus cualidades monstruosas… y escogieron al monstruo de las ventanas, al monstruo de los reflejos y al monstruo del ático y del sótano.
Con los monstruos elegidos, ya tenía la materia prima para preparar la partida. Sólo tenía que ver qué cosas les gustaban y enfadaban para crear pistas, tanto falsas como verdaderas, e intentar ver alguna cosa que tuviesen en común varios monstruos. Cogí una libreta negra que tengo de hace muchos años, llenas de apuntes de cosas frikis y, según íbamos preparando las cosas y se me ocurrían ideas, las iba apuntando: Que a Patricio le gusta la oscuridad, pues una habitación con la bombilla rota; que al monstruo de la ventana le gusta hacer marcas en los cristales, pues un baño con mucho vaho…
La siguiente tarea era construirlos en plastilina, ya que así podían aplastar a los monstruos según los descartasen. Bueno, yo los hacía y ellos se entretenían haciendo otras formas. Pero su tarea era la más difícil, dar el visto bueno a mis creaciones. Que luego ellos tenían que destrozarlas, ¡no podían conformarse cualquier cosa! Y mientras, seguía tomando apuntes.
Después, nos tocaba dibujar a los sospechosos en papel, añadiendo iconitos para recordarles las pistas. Tengo que admitir que, con la lectura previa de los monstruos, se aprendieron sus “gusta” y “no gusta” bastante bien. Pero es que en la primera partida les encantó eso de romper las fichas de los monstruos descartados. Yo iba dibujando los monstruos, y ellos iban haciendo sus propios dibujitos. Y mientras, seguía tomando apuntes.
La última fase era la construcción de la escenografía. Cogimos el Lego y comenzamos a construir la casa. Según poníamos las piezas, íbamos eligiendo: “¿Aquí que queréis que vaya?” “Una habitación”, “¿Y aquí el baño?” “Sí, sí”. Y mientras, seguía tomando apuntes.
Lo bueno de que no sepan leer es que puedo tomar apuntes delante de sus narices sin que intenten birlarme la libreta y leerla.
Y entre elegir monstruos, hacerlos en plastilina, dibujarlos en papel y construir casas (alternando con tareas de la casa), pasamos parte de la mañana y mediodía, y así había tenido tiempo de darle al rumrum con la cabeza y tener una partida preparada. No una maravilla, pero una partida al fin y al cabo. Para cuando por fin nos pusimos a jugar, ya los había tenido entretenidos un buen rato.
La partida en sí no fue muy larga, ni media hora, pero todo lo que nos llevó construirla mereció la pena. Les tuve que ir guiando para darles ideas y sugerencias, esta vez se echó en falta a un niño más mayor con más perspicacia, pero la partida acabó muy bien. Incluso hicimos más tiradas de dados que en la anterior, y no les resultaron nada forzadas, menos aún con sus dados luminosos de Tiger.
Y, esta vez, sí que cogieron su primera medalla y la pusimos en el cabecero de la cama.
Está claro que lo que más les gusta es lo de aplastar los monstruos descartados y romper las fichas de resumen, pero también estuvieron entretenidos recorriendo la casa de Marujita y descubriendo pistas. Mientras, tengo pendiente prepararles alguna partida en plan gymkana…
Criador de goblins con poco tiempo libre para tirar dados, este madrileño viejuno le roba horas al sueño para poder dedicarle algo de tiempo al frikismo.
Comenzó sus andanzas roleras a finales del 93, dibujando infinidad de “mazmorras avanzadas”, pero ahora intenta cambiar los puntos de experiencia por aspectos.
Lleva lo de ser director de juego en la sangre y le mola. En sus primeros años dirigió mucho (mucho mucho) más que jugó, en la universidad pudo repartir las tareas a partes iguales. Ahora se conforma con contar con una mano las partidas que puede jugar al año.
Ha ideado tantos sistemas de juego que si los publicase provocaría una burbuja en el mercado del rol. Afortunadamente eran tan malos que siempre los ha dejado en el olvido.
Tiene unas cuantas magic perdidas en algún cajón y muchas minis del caos y tau reclamando su derecho a ser pintadas.