Valar Morghulis: Todos los hombres mueren

Una vieja maldición acecha a un grupo de viajeros sin relación aparente entre sí. Y empieza una frenética búsqueda por Poniente de la verdad...
Director: Rittmann
Jugadores: Arioch, Eileen, Morag, Mavros

Moderador: Rittmann

Responder
Avatar de Usuario
Rittmann
Mensajes: 2427
Registrado: 15 Abr 2007, 17:40
Ubicación: Batallando por la galaxia
Contactar:

Valar Morghulis: Todos los hombres mueren

Mensaje por Rittmann »

La lluvia se colaba entre los pliegues de la capa del mendigo empeorando así su reuma crónico. Caminar le resultaba visiblemente doloroso, y la artritis le hacía cojear. Sólo el sonido de su tos hacía adivinar que estaba enfermo, y su piel curtida a la intemperie decía que llevaba muchos años vividos y mucho visto. Y sus ojos vidriosos miraban desde debajo de su capucha al caballero que se había detenido a su lado con miedo. Miedo de lo que aquel jinete montado en aquel palafrén de piel oscura moteada por manchas blancas y negras y ataviado en una coraza de color carmesí pudiese hacerle.

El caballo piafó suavemente mientras el caballero se alzaba la visera y miraba a través de la cortina de lluvia al mendigo que ahora estaba quieto, mirando al caballero con temor en los ojos. Una de las manos del caballero rodeó la empuñadura de la espada que llevaba al cinto con aire amenazador.

Caballero : Busco a Hagen. ¿Eres él?

El mendigo se giró bruscamente y empezó a correr, pero nada podía hacer ante el poderío del corcel del caballero, que enseguida le había cerrado el paso y escapatoria a los callejones a los que pretendía huir. La capucha de su raída y ya medio podrida capa se le retiró de la cabeza, dejando bajo la lluvia su desastrada melena gris plateada por las canas y la edad, y la mueca de miedo de ver al caballero desenvainando su espada para asestar un golpe mortal se tornó muy real y visible.

La luz lo envolvió todo, y el ruido fue tan atronador que dejó sordo al anciano. Para cuando su vista empezó a regresar minutos después, del caballero sólo quedaba un amasijo de hierro chamuscado sobre el lomo del caballo muerto. La espada se había quebrado con el relámpago, y la muerte del caballero y su caballo habían sido instantaneas.

En el suelo, calado hasta los huesos y con el olor de sus heces por el miedo pasado que empezaba a subir por el interior de su capa, el anciano mendigo gimoteaba incontroladamente y lloraba, mientras balbuceaba...

Mendigo : No... No... Otra vez no...
_________________
Zu jeder Zeit, an jedem Ort,
ist das Tun der Menschen das gleiche...

Visita www.rolhistorico.org - La web para jugar la Historia

Ultima edición por Rittmann el Lun Ago 28, 2006 11:00 pm, editado 1 vez
Zu jeder Zeit, an jedem Ort,
ist das Tun der Menschen das gleiche...
Avatar de Usuario
Rittmann
Mensajes: 2427
Registrado: 15 Abr 2007, 17:40
Ubicación: Batallando por la galaxia
Contactar:

Rittmann el Viernes, 25 de Agosto del 2005 a las 21:03

Mensaje por Rittmann »

La rueca se detuvo cuando Arianne puso su mano sobre la rueda, deteniéndola. Miró a su celadora y suspiró con cara de aburrimiento.

Shana : No pares la rueca, que aún no has terminado de hilar esa madeja de hilo - la increpó, mientras seguía bordando con precisión el dibujo del mantel.

Arianne : ¡Pero si esto no sirve para nada! - dijo con hastío la chica, y entonces la pataleta se le escapó -. ¿Para qué tengo que tejer, o bordar, o hilar, si mi padre tiene oro para que cualquiera le haga vestidos más lujosos y refinados de los que yo pueda hacer?

Shana dejó el hilo y la aguja quietos en sus dedos, y alzó la severa mirada hacia Arianne. Acto seguido, se levantó dejando el mantel, el hilo y la aguja sobre una mesa cercana, y tras eso se acercó a Arianne y le propinó un sonoro cachete que le dejó los dedos marcados en su blanca mejilla.

Shana : Eres una dama. Una Lannister. Incluso aunque seas una de las hijas menores de tu casa, es tu obligación como dama el aprender ciertas cosas en esta vida, muchacha, y tu padre quiere que me asegure de ello. Que tu padre esté con su señor y que tu señora madre muriera no me lo ponen fácil, pero recuerda tu deber, muchacha.

Los ojos de Arianne se llenaron de odio hacia su celadora, y como una leona herida siguió con esos ojos ardientes los pasos de Shana mientras regresaba a su silla retomando su mantel y su bordado. No derramó ni una lágrima, y en lugar de eso trató de levantarse.

Shana : ¿Dónde vas? - dijo seca y severa al verla levantarse.

Arianne : A lavarme la cara.

Shana : Ni hablar. Hasta que no acabes de hilar ese hilo, no te vas a mover de esa silla. Vamos.

Shana hizo además de volver a dejar el mantel sobre la mesa, y la amenaza de un nuevo cachete fue suficiente para que Arianne volviera a coger su rueca y a hilar. Mientras hilaba, el odio y la rabia de su mirada se clavó como un puñal sobre Shana, que volvió a su bordado indiferente a la hostilidad de la muchacha.

Horas más tarde, el maestre de la torre tapaba con una sábana el cuerpo inerte de Shana, atragantada durante la cena con un hueso del pollo. Lo que no vio el maestre fue que en su armario de hierbas alguien había sacado una pequeña cantidad de su estranguladora especial, y que con fino disimulo había sazonado el ave con aquel sutil veneno.

"Eres una dama. Una Lannister. Incluso aunque seas una de las hijas menores de tu casa, es tu obligación como dama el aprender ciertas cosas en esta vida, muchacha, y tu padre quiere que me asegure de ello."

Aquellas habían sido las palabras de Shana aquella tarde. Y Arianne había decidido tomarlas muy en serio, muy a pesar de su celadora...
_________________
Zu jeder Zeit, an jedem Ort,
ist das Tun der Menschen das gleiche...

Visita www.rolhistorico.org - La web para jugar la Historia
Zu jeder Zeit, an jedem Ort,
ist das Tun der Menschen das gleiche...
Avatar de Usuario
Rittmann
Mensajes: 2427
Registrado: 15 Abr 2007, 17:40
Ubicación: Batallando por la galaxia
Contactar:

Rittmann el Viernes, 25 de Agosto del 2005 a las 21:19

Mensaje por Rittmann »

Las espadas chocaron con fuerza, y los dos hombres se aferraron a éstas con tanta fuerza que el rechinar del metal contra el metal se hizo estridente. El más alto tenía un golpe en la cabeza que le hacía caer sangre por la mitad derecha de la cara, pero su rostro con aquello sólo iba más acorde a la fiereza que lanzaba contra su rival. Éste, más menudo y nervudo, tenía los ojos aguileños fijos en su mortal enemigo, y apretaba los dientes con fuerza mientras sus brazos se tensaban para frenar el filo de las espadas, cada vez más cerca de su garganta.

Con un movimiento de pies, el espadachín menudo se dejó caer hacia abajo, y aquello hizo que la fuerza de su enemigo de repente no hallase resistencia, dándose de bruces contra el suelo embarrado. El movimiento del hombre menudo, sin embargo, fue extraño, y resbaló en el suelo con el agua de lluvia y el barro, cayendo estrepitosamente al suelo sobre su costillar, de espaldas.

Bajo la intensa lluvia, ambos hombres estaban ahora en el suelo, con el aliento entrecortado, en una macabra pausa mortal en su lucha a muerte. No importaban los motivos, ni los sentimientos, ni nada de lo que hubiese llevado a aquello. Sólo importaba que ahora los dos luchaban, y que uno moriría pronto. Conscientes de aquello, un instinto parecido al de supervivencia pero más racional y evolucionado tomó el control de los dos combatientes aturdidos, obligándolos a rodar en sentidos opuestos y embarrándose aún más las ropas que minutos antes habían lucido orgullosas sus estandartes familiares.

Los dos hombres se alzaron, cruzaron miradas vacuas por el dolor en sus huesos, y cargaron el uno contra el otro. El menudo vio cómo su espada se hundía en el corazón de su enemigo medio segundo antes que la espada de éste le partiese el craneo en dos. Ambos hombres cayeros sobre sus rodillas y allí quedaron, inertes bajo la lluvia, con su sangre mezclándose con el barro y el agua, sin llegar a caer al suelo manteniendo un delicado y siniestro equilibrio de muerte.
_________________
Zu jeder Zeit, an jedem Ort,
ist das Tun der Menschen das gleiche...

Visita www.rolhistorico.org - La web para jugar la Historia
Zu jeder Zeit, an jedem Ort,
ist das Tun der Menschen das gleiche...
Avatar de Usuario
Rittmann
Mensajes: 2427
Registrado: 15 Abr 2007, 17:40
Ubicación: Batallando por la galaxia
Contactar:

Rittmann el Viernes, 25 de Agosto del 2005 a las 21:38

Mensaje por Rittmann »

Mientras los barcos del puerto se agitaban con violencia, los marinos del galeote se esforzaban por dar los últimos golpes de remo para meter el barco en su sitio. La tempestad los había cogido, afortunadamente, cerca de la boca del puerto, y por ello el capitán había preferido dar la orden de media vuelta para atracar allí antes que las cosas se torcieran de veras en alta mar. Al fin y al cabo, los relámpagos y los truenos eran de gran violencia, y no era cuestión de arriesgar el barco con Lannisport tan cerca. Podrían salir de puerto a la mañana siguiente, cuando el viento hubiera arreciado y la violenta tormenta sólo fuera un recuerdo más en las aventuras y desventuras en el mar del viejo capitán.

Y es que laEstrella de Lys estaba muy lejos de casa, demasiado como para arriesgarse a meterse en una tempestad tan violenta y tan cercana a las malhumoradas islas del hierro. Aquellos eran mares traicioneros, y lo rápido que se había formado la tempestad sobre ellos era una prueba más de que los dioses del kraken tenían fuerza en Lannisport. Baarbo, veterano de todos los mares del mundo, había oido historias de la crueldad de aquel mar, y ciertamente desandar las escasas diez millas recorridas desde el puerto le pareció una de las mejores decisiones que había tomado en su vida.

Los marinos lanzaron al atracadero del puerto las cuerdas para amarrar laEstrella de Lys , y se apresuraron al fin a recoger la vela principal. Baarbo se había arriesgado a rasgarla cuando decidió no recogerla, pero prefirió recorrer aquellas diez millas a toda velocidad que no depender de sus remos, más lento en aquellas ráfagas de viento y mar tan embravecido. Ver que las telas myrianas habían aguantado una vez más le hizo sonreir pensando en todo el oro que le habían costado.

"Aquello sí fue una inversión..." - pensó para sus adentros el capitán.

Harto de mojarse, decidió acercarse hacia la pasarela que estaban extendiendo los marinos en la borda del barco. Se aseguró de llevar suficiente plata en la bolsa para ir a ver a Kamyla y pasar lo que quedaba de noche perdido en las humedades de alguna de sus preciosidades y no en la humedad de aquella nefasta tempestad.

Tanto se le endureció el miembro sólo de recordar sus buenas noches en aquellas cálidas camas de satén, que no reaccionó al grito del marinero al que se le había escapado el cabo de la vela mayor. Como un péndulo gigante, el pasacuerdas de madera osciló por el aire a través de la lluvia y acertó de lleno en el barrigón de Baarbo, que salió despedido por la borda como una pelota rechoncha y grotesca con un grito parecido al de un cerdo cuando atraviesan su corazón al sacrificarlo.

No fue entre las sábanas de las chicas de Kamyla donde Baarbo pasó lo que quedaba de noche, sino agonizando en un sucio y lleno de pulgas lecho de una de las posadas de mala muerte del puerto, donde nadie pudo hacer nada por él. Sus costillas habían perforado varios de sus órganos internos, y tardó seis largas horas de agonía en morir.

Fue en esa cama, entre sus propios gritos de agonía y con el sabor de la propia sangre en la boca cuando aquella magnífica idea de regresar a puerto para evitar la tempestad dejó de parecerle tan magnífica al veterano capitán.
_________________
Zu jeder Zeit, an jedem Ort,
ist das Tun der Menschen das gleiche...

Visita www.rolhistorico.org - La web para jugar la Historia
Zu jeder Zeit, an jedem Ort,
ist das Tun der Menschen das gleiche...
Responder

Volver a “Valar Morghulis - Todos los hombres mueren [Juego de Tronos d20]”