Capítulo 7-P: Hija del Dragón

Es el amanecer de la Cuarta Edad. Y en la Tierra Media reina la paz... Pero aún quedan muchas cuentas pendientes. Incluyendo una de los Días Antiguos...
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Capítulo 7-P: Hija del Dragón

Mensaje por Rittmann »

Año 16 de la Cuarta Edad, finales de verano

A un día de viaje de Eldanar


Jugador de esta trama: Jacob Curapiés (Lílien)


La noche era despejada, con la luna en cuarto creciente. El calor del día dejaba paso a una noche templada, la última al aire libre del grupo. El buen humor entre los guardias de Aldárion era evidente, pues el regreso a casa a aquellas alturas lo daban ya por hecho. Pero pese a ello, ella seguía en la distancia. Aquello en que se había convertido la había alejado de todos, incluso de Aldárion. El señor de Eldanar no le negaba la palabra, ni dejó en momento alguno de ser respetuoso con ella, y sin embargo de pronto se convirtió en una persona diferente a la que había ido con ellos a Carn Dûm. Sólo Pallando y Nestador, y Thandruiel y Merevin, seguían tratándola como siempre.

Pero no sólo los demás habían cambiado su trato con ella. Lílien permanecía en silencio, se alejaba ella misma de los demás, y se sentía fuera de lugar. ¿Quién era ella? ¿Por qué ella? Las preguntas iban y venían a una velocidad de vértigo, pero ninguna respuesta las acompañaba. Allí, bajo las estrellas de aquella noche despejada, Lílien al fin se decidió. Lo habría hecho antes, pero los demás tenían razón: Angmar era una ratonera de la que era mejor salir. Desde Eldanar, no tendría problemas.

Pallando : Estáis afligida, joven Lílien - dijo la voz del anciano que se acercaba a ella en la noche.

Lílien : Soy peligrosa para vosotros, Pallando. Nunca quise arrastrar a nadie a un peligro mortal. No, nunca quise esto, cuando emprendí este viaje.

Pallando se sentó sobre una roca y dejó reposar su vara de mago sobre su hombro.

Pallando : No siempre lo que sucede en la vida es de nuestro agrado, Lílien. Hay ocasiones en que todo puede torcerse, e ir mal. Pero no por ello debemos cometer el error de caer en la desesperación.

Lílien miró con rostro impenetrable al viejo mago, tratando de descifrar sus palabras.

Pallando : Hace mucho tiempo, Alatar y yo éramos amigos inseparables. Los Magos Azules, nos llamaban. Y sólo teníamos un propósito, el de ayudar a los hombres a liberarse de todo mal. Pero al hacerlo, nosotros nos convertimos en su mal. Vimos sus defectos, y llegó un momento en que nos creímos ser los únicos capaces de dirigirlos. Nos convertimos en sus reyes, reyes de los hombres. Poco a poco, perdimos nuestro rumbo y olvidamos quiénes éramos. Me alegro de haber recuperado mi razón, aunque lamento profundamente muchas cosas que sucedieron por mi falta de visión. Hice daño a mucha gente, Lílien, y jamás podré compensarlo.

Pallando alzó la cabeza para mirar las estrellas, y suspiró. Sus ojos estaban tristes.

Pallando : Ve con cuidado, hija mía. El camino que has elegido es peligroso, pero en él el mayor peligro es perderte tú misma. Olvidar quién eres hoy.

Lílien se sobresaltó, y tuvo que reprimir una mirada de sorpresa dirigida al anciano. ¿Cómo...?

Pallando : ¿Te vas por aquello en que te has convertido, Lílien? ¿Tan fuerte era la bestia?

Lílien : Sí... - dijo tras unos momentos de incómodo silencio.

Pallando : Pero esa bestia seguías siendo tú, Lílien. Salvaste a Merevin en aquella forma. No fue otra persona, o un monstruo. Fue Lílien. No olvides esto, nunca.

Lílien : Cuida de Merevin y de Thandruiel, ¿de acuerdo? Y despídeme de Aldárion, de Zack y de Nestador.

Pallando : Cuenta con ello. Buena suerte.

Y Lílien tomó su montura, y azorándola en silencio se alejó del campamento rumbo a un futuro incierto.

Imagen Turno "libre" de interludio, para marcar la ruta a seguir de Lílien. Qué hará, cómo viajará... Describe los primeros días de viaje líbremente. El interludio no será muy largo, pero sí muy libre.
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jacob_curapies el Lunes, 12 de Noviembre del 2006 a las 19:36

Mensaje por Rittmann »

La melena castaña la cayó por sobre los hombros, grasienta y sucia. Con aquella maldita lluvia estaba calada hasta los huesos y ni las gruesas ropas de los elfos ni las piles de los lossoth podían aislar sus huesos de la gélida temperatura del alba. Ya caían apenas unas gotas y el cielo comenzaba a despejarse. Se mesó el pelo lo mejor que pudo y se quitó la capucha. Después de todo tenía que tratar de no llamar la atención. Las palabras de Pallando aún resonaban en su mente.

?Desde aquí no hay paso seguro por entre las montañas, todo lleno de orcos. Ve al sur por las Landas de Etten en el nacimiento del Fontegrís. Es una tierra agreste, pero un buen caballo te llevará a paso considerable. Los elfos guardan ese camino más al sur, custodian el paso alto de las montañas nubladas. Ese será el mejor camino. Cabalga rápido. Sin descanso hasta que abandones estas tierras. Una mujer sola es vulnerable, procura no parecer desvalida pero no muestres tu verdadera naturaleza de forma gratuita. No te traerá más que problemas. Nunca llames la atención. ?- dijo el mago señalando un mapa. Lílien no confiaba demasiado en él, quizá nunca llegase a hacerlo, por eso escudriñaba su rostro tratando de obtener más información de la que salía por su boca. De cualquier forma él era la única ayuda que tendría en mucho tiempo, no podía permitirse descuidarla.- ?Al otro lado te espera el Bosque Negro, es peligroso, si decides cruzarlo busca a los beórnidas en la Carroca, ellos te pueden ayudar .?

De eso hacía ya dos semanas. Por la dormitaba acurrucada en cualquier rincón o entresijo de los páramos, y por el día cabalgaba tan rápido como le permitía el caballo tratando de huir de las miradas indiscretas. Todo su cuerpo estaba ya dolorido. Los páramos eran rocosos y pese a que el corcel que había tomado de Aldarion trotaba con suavidad los golpes y vaivenes eran inevitables. El caballo piafaba de dolor a cada paso. Necesitaban descansar. Desmontó con los primero rayos del alba. La aldea estaba entre los árboles a varias millas pero las columnas de humo blanquecino de las chimeneas eran inconfundibles. Continuó a pié unos metros.
El terreno se aclaró. Entraron en un pastizal verde y el caballo relinchó de gusto al pisar tierra firme. El sonido de un arrollo llamó la atención de la Lossoth. Dejó al caballo pastando y se acercó al arroyo para lavarse un poco la cara. Lílien se quitó la capa, el abrigo y el chaleco de cuero. Se justó la camisa y se agachó al río. El agua estaba fresca y clara, pero era tan cristalina como helada. Mientras se lavaba se escuchó un crujido. El caballo pareció asustarse mientras pastaba. Lílien se volvió pero no vio nada raro. Cuando se agachó de nuevo sintió un acero frío en el cuello. Su mano agarró la empuñadura de la daga instintivamente.

-Yo que tu no haría eso, mujer.- dijo un voz tras ella. La mano de la joven soltó la empuñadura

Una mano temblorosa se posó en su hombro, más débil que firme. Aprovechando el momento, de improvisto, Lílien rodó sobre si misma liberándose de la mano y de la punta de acero al tiempo que desenvainaba su daga centelleante y la esgrimía contra su enemigo provocándole una herida en el brazo que el hizo soltar su cuchillo. El enemigo, que resultó no ser más que un joven de la edad de Lílien con la cara tiznada, se tiró al suelo lloriqueando y retorciéndose de dolor.

-Ahhhh, mi brazo?- gritaba mientras se revolcaba por la hierba.

Lílien se enderezó sin dejar de controlar al extraño, siempre con los ojos muy abiertos.

-¿Quién eres? ¿Qué querías? ¿Estás solo?- preguntó frenética mientras comprobaba que no hubiese nadie más. Había cometido una imprudencia al despistarse y estuvo a punto de pagarlo caro. No quería tener más problemas. Pero el muchacho seguía gimiendo de dolor y no la hacía caso. De un puntapié lo giró para que la mirase.

-¡Eh! ¿Qué haces? ¿Es que no ves que me has cortado?- gritó chillando.
Lílien estuvo tentada a darle otro puntapié pero se contuvo ante los gestos de dolor del muchacho. En cambio agarró su cuchillo y lo lanzó lejos, luego envainó su daga. Luego se agacho junto a él y le tomó el brazo férreamente para comprobar la herida. Tal y como temía no era más que un rasguño.

-¡¡Maldita sea!! Ese cuchillo me lo regaló mi padre. ¡No me toques!- siguió gritando.

-No es más que una raja superficial. Tú te lo buscaste. Que pretendías, ¿robarme?- preguntó fría y dura como un témpano. El muchacho no se amilanó.- con una venda limpia se te curará en pocos días.- concluyó.

Después, mientras el muchacho recobraba la compostura y corría a buscar su cuchillo, se colocó la ropa que se había quitado. Agarró el caballo y continuó su camino hacia el pueblo haciéndole caso omiso. Pero cuando se dio cuenta el chico la seguía a varios pasos de distancia.

-¿Qué haces?- le preguntó sin parar.

-¿Quién eres?- preguntó el joven como respuesta.- te he visto llegar en el caballo. Vienes del norte y debes llevar mucho tiempo de viaje.

Lílien siguió ignorando al muchacho.

- Por eso te acercas al pueblo. Porque estás cansada y ese caballo agotado. ¿No es así?- insistió.
Lílien volvió a no hacerle caso. El muchacho hizo una pausa silenciosa mientras caminaba tras Lílien y su caballo.

-No encontrarás alojamiento en la aldea. Nadie confía en nadie en el Bosque de los Trolls. Hay orcos vagando por las colinas y los enormes trolls de las cavernas siempre están al acecho? hay?

-¿Bandidos en los caminos?- lo interrumpió Lílien mirándolo con elocuencia. El muchacho se sonrojó y se rascó la cabeza.

-Pocas veces hay extranjeros en estos parajes. Mi padre me enseñó que hay que aprovechar esas pocas veces.- el muchacho hizo otra pausa, como si pensara.- Yo podría darte alojamiento durante un par de días. Mi madre es ciega, pero es una excelente cocinera.- dijo.

Lílien se paró de inmediato ante lo que estaba escuchando.

- ¿Acabas de intentar robarme y ahora me ofreces tu casa para descansar? ? preguntó exaltada.

El, muchacho sonrió y asintió con la cabeza. Para Lílien aquella sincera sonrisa fue suficiente. No dijo nada, sólo le sonrió y desdés entonces aceptó contestar a sus preguntas.

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Nota al master : Turno de interludio cortito, más que nada porque no me da tiempo a más. Al menos contiene las líneas básicas de la ruta a seguir por Lílien. Una cosa Ritt, necesitaría unas nociones básicas sobre donde ha dicho Pallando que está Womaw, en un mapa o por escrito es igual. Mas que nada para orientarme hacia donde hay que ir.

Perdón por el retraso.
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Rittmann el Domingo, 18 de Noviembre del 2006 a las 00:58

Mensaje por Rittmann »

El estofado de la cena no era gran cosa, pero dado que era la primera comida hecha en una cocina de verdad desde que Lílien abandonase las comodidades de Eldanar, supo a gloria. La lossoth tenía algo de dinero encima, legado de sus días entre loskeltakukka y de sus negocios de comercio con la gente del sur. Gente como Merevin y su padre. Con unas pocas monedas de bronce, pagaría sobradamente a su curioso asaltante y a su madre.

La aldea apenas merecía ese nombre. En total, arrecerada tras una colina y rodeada de una pequeña empalizada, una docena de casas de piedra y madera se amontonaban bajo la protección ofrecida por un peñasco de roca en el corazón de un valle en el bosque. Había algunos campos y huertos dentro de la propia empalizada, y una craneo de troll seco y brillante al sol colgaba de una pica frente a la puerta. Era una advertencia a los habitantes más peligrosos de aquel lugar: el bosque de los trolls. El simple nombre era suficiente para provocar escalofríos en Lílien.

Esa noche, tumbada en un colchón de lana en una pequeña habitación, guardó con el puñal asido. Esperó lo indecible, esperando que el muchacho o incluso la arisca madre la asaltasen, pero cuando por la mañana despertó, sólo había el olor del desayuno subiendo hasta su habitación. Antes de bajar, en silencio, Lílien se desperezó y se examinó. Olía mal, el olor agrio de quien no se ha lavado desde hace tiempo. En el yermo del norte, entre su gente, nunca había sido un problema, pues el frío era muy diferente al fresco - no podía pensar en él de otro modo - con el que vivían en aquellas latitudes. No era que la gente de aquel pueblo tuviese un olor mucho más agradable que el suyo, tampoco, pero desde luego no era algo a lo que estuviese acostumbrada.

Tras verificar el estado de algunos de los moratones y rascadas que llevaba marcados en la piel por el ajetreo de los últimos días, Lílien sacó el mapa y lo examinó con cuidado. Merevin le había enseñado los rudimentos del leer en su camino desde Niebla Eterna, primero dibujando los símbolos que representaban las letras sobre la nieve, y más adelante sobre la arena. Gracias a eso, no le costó mucho esfuerzo encontrar el pequeño manchurrón que representaba el bosque de los trolls, pues estaba marcado con ese mismo nombre. Estaba a la altura de un cercano refugio élfico, marcado como Imladris, quizás a dos días de viaje desde donde se encontraba. Desde allí, había un paso a través de las montañas, hacia el este. El paso del sur, en cambio, estaba al menos a un mes más de viaje, en dirección a una tierra llamada Rohan.

Miró el mapa. Al este. Siempre hacia el este. Más allá del mar de Rhûn, donde acababa el mapa, Lílien sólo podía ver la marca de Pallando.

"A Womaw, un año de viaje"

Imagen Si el noroeste de la Tierra Media equivale a Europa, y Úmbar sería el equivalente a Túnez/Cartago, Womaw es China. Marco Polo tardó a pie unos dos años de viaje en caravana. En tu modo, es al menos uno más. No es ninguna broma.

Imagen El turno es breve, y todo lo que sea interacción con las gentes del pueblo te lo dejo a ti. Me interesa en esencia determinar tu ruta a partir del bosque de los trolls, en su siguiente etapa: ¿Rívendel, o el vado del Isen? Narra tu viaje hasta el lugar que elijas.
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jacob_curapies el Miercoles, 26 de Diciembre del 2006 a las 16:03

Mensaje por Rittmann »

El sol apareció sobre las montañas iluminando el mundo del oeste con sus cálidos rayos. Lílien levantó la cabeza instintivamente cuando sintió el calor repentino y sonrió. Otra noche acababa, debía ponerse en marcha de nuevo. Las gotas que el rocío había depositado en la hierba calaban las botas de cuero, pero no sus pies, cómodamente acolchados dentro de ellas. Agradeció mentalmente el regalo de Luideine, la madre del muchacho que había intentado robarla. Durante los días que Lílien había pasado con ellos había ayudado en la matanza de los gorrinos y la forma de pagarla había sido aquella. La joven lossoth supo desde el momento en que vio las nuevas botas, que había realizado una buena adquisición. Inesperadamente un conejo salió pitando de algún lugar junto a sus pies, tan rápido que a Lílien no la dio tiempo a soltar la flecha con precisión y ésta se clavó en el suelo. Con un chasquido de lengua que denotaba su rabia se acercó a recoger la flecha y volvió por donde había venido.

En la profundidad del bosque el sol era menos evidente, pero su calor se dejaba sentir de la misma forma. Junto a la lossoth pasaron algunos insectos zumbantes perezosos ante la idea de ponerse a recolectar néctar. Caminó unos minutos como si estuviese despistada y al cabo de un rato por fin encontró el árbol. La cuerda pendía de él emulando a una enredadera y así tenía que ser para que pasase lo mas inadvertida posible. La asió con fuerza y tiró de si misma para subir al árbol trepando. El caballo y el pony que estaban atados a un árbol muy cercano rezongaron. Sabían que dentro de poco se reanudaría la marcha. A unos cinco metros del suelo la plataforma plegable del muchacho era un escondite perfecto para dos viajeros. La idea de subirse a ella nunca le pareció apropiada Lílien, pero una vez la hubo probado, y tras el incidente con los trolls, resultó ser una buena opción.

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Mientras estaba en la casa del muchacho, éste la apremió a que le contase cosas de su vida, de modo que Lílien no pudo esquivar contar parte de su pasado más reciente y de su futuro inmediato. Le dijo que era una mestiza lossoth que había visto morir a su madre y que había decidido salir en busca de su padre hacia el este. Lo que la había llevado al tema de la ruta. Lílien ya casi tenía claro que iría a visitar a los elfos de Imladris y de allí por el paso de montaña hasta la Carroca. Sin embargo aquello alertó al muchacho y a su madre. Para ellos sobrepasar los límites del bosque e intentar penetrar en los dominios de los elfos y el vado significaba una muerte segura: bien por acción directa de los elfos, según afirmaban, bien por perderse al llegar al vado.

? Los elfos son siniestros y malvados. Han creado barreras impenetrables de niebla y un laberinto de rocas y montañas que impide a nadie entrar en el valle prohibido de Rivendel si ellos no quieren. Sólo sus amigos pueden pasar y ya quedan muy pocos. He escuchado historias de buenos hombres que han sido asesinados por encontrar el camino secreto que flanquea el río y lleva hasta el valle. También ha habido gente que cuenta que ha sido capaz de burlar su vigilancia y ha penetrado hasta la misma casa del medioelfo sin ser descubierto. Dicen que viven en casas que nacen del suelo y están cubiertas de las ramas plateadas de los árboles, y por la noche, las ventanas se iluminan como si en la casa brillaran un millón de estrellas. Muy siniestro si, no te recomiendo que intentes llegar? no conozco a nadie cuerdo que lo haya logrado y haya vuelto para contarlo. En mi opinión el paso del sur seguro que es más factible, aunque no lo conozco .?- había dicho Luideine con su habitual cara de desaprobación al enterarse de la ruta que quería seguir Lílien. Aquellas palabras la habían sonado más a palabrería de pueblerinos y cuentos de viejas que a hechos reales, sin embargo alguna verdad debían encerrar de modo que Lílien decidió tenerlas siempre presentes.

Poco después Lílien supo algo inevitable: El paso de montaña no era apto para un caballo y ni siquiera sabía orientarse en el bosque para salir de él. La solución la comediaron entre los tres. El muchacho acompañaría a Lílien hasta una jornada después de salir del bosque, guiándola, y luego ella le dejaba su caballo a él por un módico precio. De todos modos tendría que abandonarlo en las montañas, y aunque sabía que el caballo valía más de lo que la iban a pagar por él pensó que mejor era eso que nada. De modo que el muchacho se preparó también para partir. Cargó un pony con la plataforma plegable y las cuerdas y con algo de comida y equipo. Lílien no supo qué era aquello con aspecto de persiana enroscado en el lomo del pony hasta que el muchacho los desenrolló la primera noche que pasaron en medio del bosque, y cuando el muchacho trató de explicárselo con su habitual jovialidad, Lílien se mostró escéptica.

?Es un método casi infalible para huir de los trolls. La mayor parte de la gente que muere en este bosque lo hace a manos de ellos, aunque cada vez haya menos son igual de peligrosos y poco astutos. - el muchacho desenrolló la plataforma mientras buscaba una árbol adecuado en el que colgarla.-Buscamos un árbol alto y fuerte que pueda soportar nuestro peso, enganchamos las cuerdas así y lo subimos todo .- dijo al tiempo que Lílien y él tiraban de un par de cuerdas que subían el conjunto.-En la plataforma dormimos nosotros y dejamos al caballo y al pony abajo, atados un poco lejos. De esta forma si durante la noche alguno de eso trolls se topa con nuestro campamento, sólo verá a dos animales inocentemente atados y no se le pasará por la cabeza buscar a sus dueños en las copas de los árboles . ? Había concluido sonriendo.-Como mucho perderemos el transporte, pero seguiremos vivos ?.- Lílien recordó entonces el amenazador aspecto del troll con el que se había topado el grupo en las ruinas de Carn dûm. Si había alguna forma de evitar toparse con otro, debía usarla, por increíble que le pareciera.

Con aquél escepticismo trepó por primera vez por la cuerda y se metió entre las mantas, medio suspendida en la plataforma. El muchacho manifestó su intención de no hacer guardias ni nada parecido, a Lílien le pareció algo absurdo pero también sabía que no podría pasar la noche en vela, de modo que trató de dormitar con sueño ligero para enterarse de todo lo que pasase, si es que ocurría algo. Con el soniquete de un búho lejano y el ulular de una suave brisa los párpados de Lílien fueron vencidos y entro en un sueño reparador.

Despertó con el crujido de una rama que se la antojó no muy lejana. Asustada, trató de moverse lentamente hasta el borde de la plataforma. Ésta se balanceó un poco, de modo que Lílien intentó asomarse sin moverse más. El muchacho dormía tranquilamente ajeno a lo que sucedía. Otra rama crujió. Sudores fríos recorrieron la espalda de la lossoth que trató de localizar sus armas en la plataforma con la vista. Una voz, como un susurro grave se escuchó bajo la plataforma. La luz mortecina de la luna apenas iluminaba el suelo. No pudo saber quién o que había hablado, pero el caballo y el pony se asustaron bastante. Comenzaron a relinchar de puro terror. Lílien intuyó una figura entre las sombras, se inclinó hasta poder verla mejor y enseguida supo que se trataba de un troll, aunque de menor talla que el que había visto en el norte. El sudor se hizo más frío y las tripas estuvieron a punto de salírsele de la boca. Apenas pudo contener la tentación de agarrar su arco y disparar, pero una mano la asió el antebrazo. El muchacho se había despertado y le hacía una seña para que mantuviese el silencio y no se moviese. Lílien contuvo el aliento mientras veía a otra figura algo más grande deslizarse entre las ramas de los árboles con aparente soltura para su talla. Un ruido sordo irrumpió en la noche. De repente los relinchos se acallaron con un quejido y un lamento. Las voces se escucharon entonces claramente bajo la plataforma.

- ¡Pedazo de animal! ¿Por qué has hecho eso?- dijo el troll mas pequeño.

- Estaban armando un escándalo.- respondió el otro.

- ¿Y crees que esa es razón para lanzarles un pedrusco? Seguro que ya nos han escuchado llegar. Podrías haberte acercado y haberles dado un silencioso golpe con la mano, pero no.- dijo el primero.- Bruto, zoquete Teo. Debí haberte dejado en la cueva. En fin mira a ver por ahí, no deben de andar muy lejos.- concluyó el pequeño.

- Pero Jon? esta bien. Quizá tengas razón.- dijo rascándose la cabeza y buscando bajo la plataforma.- siempre tienes razón.

Se escucharon mas ruidos de ramas romperse y las fuertes pisoteadas de los trolls por el bosque mientras Lílien y el muchacho contenían la respiración para no hacer ruido ni moverse. Los trolls habían empezado a bufar y maldecir entre dientes? parecían no encontrar lo que estaban buscando. Lílien miró al muchacho y éste la guiñó un ojo cómplice. Abajo los trolls seguían trasteando.

- ¿Los has encontrado? Apesta a humanos, pero no los veo por ningún lado.- preguntó Jon

- Lo siento, pero creo que no hay nadie por aquí.- respondió Teo.

- Ya veo? ¡¡¡Maldita sea!!! Yo ya tenía ganas de comer carne dulce. Estoy harto de carne dura y agria. Llevo toda la semana con carne de caballo y fétido trasgo. ¡Harto!- gritó Jon ya sin temor a que los descubriesen.

- El trasgo que nos comimos hace un rato estaba bueno?. ¿Jon?- respondió Teo con tono cansino.

- Dime Teo.-

- ¿Podemos volver a casa ya? Estoy muy cansado.- Se sucedieron unos segundos de silencio.

- Supongo que si, volvamos antes de que amanezca.-

- ¿Jon? -

- Dime Teo.-

- ¿No nos llevamos el caballo y el pony? ?

- Yo no pienso cargar con ninguno de ellos, si los quieres llévalos tu.- Dijo Jon airado.

- ¿Sabes? Prefiero no hacerlo. No tengo hambre.- respondió Teo.

Jon ya se había alejado a grandes zancadas de la zona, de modo que el gigantón de Teo se lanzó a la carrera tras él olvidándose de los caballos y de sus dueños. Pronto sus pasos se perdieron en la lejanía del bosque y sólo el viento agitaba las ramas. Lílien y el muchacho pudieron respirar entonces con tranquilidad. El muchacho bajó a ver cómo estaban el caballo y el pony. Descubrió que ambos estaban inconscientes, pero que sólo parecían tener un fuerte golpe en la cabeza y el cuello. Al menos no estaban muertos ni se los habían llevado.

Desde entonces a Lílien le había parecido una gran idea lo de la plataforma, una idea increíblemente útil.

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Allí, sobre la plataforma, el muchacho continuaba apaciblemente dormido. Sin embargo con el bamboleo que la lossoth había provocado para subirse a ella se estaba despertando. Miró a Lílien y sonrió, siempre lo hacía.

- Hoy es nuestra última jornada juntos según creo.- dijo alegremente.

- Si, aunque me temo que no he podido cazar ningún conejo esta mañana.- respondió ella volviendo a hacer ese chasquido con la lengua.

-No importa.- dijo él- tenemos las galletas que nos dio mi madre.

Lílien asintió fascinada. Desde que había conocido a aquél muchacho lo había llamado simplemente así: ?muchacho?, jamás le había preguntado su nombre y a él no parecía importarle demasiado. Siempre había sido amable con ella, hasta cuando intentó robarla. Recogió sus enseres de la plataforma mientras pensaba que le estaba cogiendo cariño. Siempre tenía la carcajada en la boca, pasase lo que pasase. Lo echaría de menos cuando se despidiesen aquella tarde.

Cuando ambos hubieron terminado de empacar las cosas se descolgaron por la cuerda y desarmaron la plataforma. El muchacho resultó ser un excelente trepador, de modo que cuando una de las correas que servían para izar la plataforma se enganchó en unas ramas, trepó por el tronco como lo haría una alimaña. El pony y el caballo estaban nerviosos por partir, y aunque se quejaron cuando les pusieron los macutos encima los soportaron con meridiana sobriedad, después de todo estaban entrenados para aquello. El muchacho examinó primero la herida en el cuello del pony, era fea y tras dos días no había cicatrizado por completo, pero parecía no ser demasiado problemática. El caballo apenas tenía ya un rasguño donde le había impactado la roca lanzada por el troll. Antes de partir comieron algunas de las deliciosas galletas de Luideine, eran sabrosas y aportaban una energía renovadora por la mañana. Tras comer algo y desperezarse por completo por fin se pusieron en marcha.

Por la mañana cabalgaron a paso lento por entre los árboles del bosque, no había sendero y el caballo y el pony corrían peligro de romperse las patas en un descuido. Lo hacían hacia el sur, el objetivo era el de encontrar el Camino del Este que venía desde las lejanas tierras del oeste hasta perderse tras el vado del Sonora. Por él podrían cabalgar con rapidez, y aunque se mostrasen a miradas indiscretas, llegarían al vado al atardecer. El plan era abandonar el camino una vez pasado el vado y desviarse hacia el norte y el paso de montaña para evitar las astutas miradas de los elfos. A medio día, y cuando por fin hubieron abandonado las lindes del bosque, unas oscuras nubes se arremolinaron en el cielo amenazando lluvia y oscureciendo el paisaje. Poco después el camino apareció ante ellos, desierto. Al este parecía dirigirse al corazón mismo de las Montañas Nubladas. Al oeste desaparecía entre las ondulaciones del terreno. El trote se hizo entonces más ligero, y pese al peso que llevaban el caballo y el pony, pudieron redoblar la marcha.

Algo después de medio día el terreno onduló suavemente primero y luego más abruptamente. El camino seguía desierto, no había rastro de viajante alguno. Las nubes terminaron de volverse plomizas y oscuras y la leve brisa que los había acompañado desapareció. Justo antes de que arreciase la lluvia Lílien tuvo tiempo de escuchar el sonido del agua fluir. Habían llegado al Sonora. Enseguida empezó a llover. Lílien sintió que el pony del muchacho reducía la marcha hasta pararse y ella hizo lo propio.

- Hemos llegado. No iré más lejos.- dijo el muchacho con la cara seria por primera vez.

Lílien comprendió que aquella era su despedida. Bajo la creciente lluvia desmontó con agilidad y cogió el macuto que había preparado por la mañana. Llevaba lo imprescindible: mantas, ropa de repuesto y abrigo, algo de comida, las armas? Se colocó la capucha. El muchacho había desmontado también. Lílien se acercó a ellos con el caballo por las riendas y se las entregó al él.

- Te echaré de menos... muchacho- dijo abrazándolo.

Él acompañó el abrazo, aunque seguía sin sonreír. Permanecieron así unos segundos, luego Lílien acarició el hocico del pony que también parecía triste.

- Si, a ti también te echaré de menos, pequeño.- dijo hasta que el pony relinchó gustoso.

El muchacho había bajado la cabeza y la había escondido tras la capucha. Lílien lo miró unos segundos y acto seguido se fue caminando por el camino en dirección al vado. Sin embargo, cuando se había alejado unos pasos el muchacho llamó su atención.

- Déjame ir contigo.- dijo simplemente.

Lílien aguardó unos segundos para responder. Pero cuando lo hizo, su cara no era amistosa. Volvió a ser la Lílien que reclamaba una explicación tras el intento de robo. La misma que no había dejado de sostener la espada en alto.

- No.- respondió con frialdad. ? mi camino se extiende muy lejos, más allá del otro lado de las montañas y hasta los confines del mundo conocido. No puedes venir. No debes.-

El muchacho agachó de nuevo la cabeza, pero no se derrumbó. Su expresión siguió inmutable. La lluvia arreciaba cada vez más.

- Pero haré lo que tú me digas, juro no ser un estorbo.- insistió esperanzado.

Lílien sintió una punzada en el alma al verlo suplicante. Se acercó a él y le puso una mano fraternal en el hombro. Sin embargo su rostro seguía mostrando un semblante sombrío y amenazador. No pensaba permitir que aquél inocente muchacho la acompañase por mucho que a él le hiciese ilusión. No le permitiría lo que les negó a Merevin y los otros.

- Los peligros que me acechan en el camino son tan variados como numerosos y horribles. Créeme, si alguna vez los vieses, los trolls del bosque te parecerían nada en comparación. Y eso no es lo peor. No me conoces, no sabes nada de mí, de quien soy, ni de lo que soy capaz, así que te recomiendo que cojas el caballo y el pony y vuelvas por donde hemos venido.- le soltó fríamente.

El muchacho dudó y una sombra de miedo pasó por su rostro. Luego pareció recuperarse y no se movió en unos segundos durante los cuales le mantuvo la mirada a Lílien. Ella no tuvo elección.

- Haz lo que te he dicho. ¡Ahora!- dijo desenvainando su daga.

El muchacho abrió los ojos de par en par al ver el filo de Lílien de nuevo a un palmo de su garganta. Al parecer había olvidado que ella había aparecido cinco días antes y apenas la conocía. Tras otros angustiosos segundos de silencio, él se dio la vuelta, se subió al caballo de un salto, miró una última vez hacia Lílien y finalmente se marchó al trote en dirección este. La joven lossoth supo que lo que acaba de hacer no estaba bien, sin embargo en su fuero interno comprendía que había hecho lo correcto. Pidió perdón mentalmente y se dirigió al vado por el camino.

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La lluvia había dejado de caer con fuerza cuando la niebla se apoderó del valle. Tras vadear el río por el camino se había alejado hacia el norte en busca de una zona rocosa y abrupta para llegar al paso de montaña, pero dejar de lado el refugio de los elfos. Desde allí, Lílien aún podía escuchar los ecos del Sonora lejos al sur. Había trepado por una pared rocosa coronada de árboles macilentos sin apenas hojas, y del otro lado una verde pradera salpicada de árboles también muertos la había llevado a la niebla. Sin embargo había algo extraño allí. El terreno rocoso y desigual había dado lugar a una especie de bosque de altos árboles con hojas verdes y doradas. Aquellos no estaban secos y desnudos, pese a todo el sotobosque era del color del sol, tapizado de materia vegetal parda y gris.

Casi no se había dado cuenta, sin embargo, en su interior, Lílien había apreciado muy levemente cómo todo había cambiado al penetrar en el área de influencia del medioelfo de la casa de Rivendel. El bosque era muy cambiante, pese a todo entre la niebla unos árboles eran iguales a otros. Pronto Lílien pensó que estaba perdida, y que aquél bosque no era sino una treta de los elfos. Cuando trató de volver sobre sus pasos y salir de él lo supo de veras. Estaba perdida en un mar de niebla, hojas y árboles. Y allí estaba ella, acechando entre los troncos de los ancianos árboles en medio de un mundo blanco y opaco, tratando de no ser descubierta; cuando la luz comenzó a ser sólo mortecina. El silencio antinatural y sepulcral que cubría todo el bosque, hacía que cada paso, cada respiración le pareciesen señales de reclamo. ?Estoy aquí. Venid a cogerme.?, decían. Se encontraba tras un vetusto árbol repleto de nudos gigantes en el tronco agrietado, tratando en vano de encontrar un lugar en la que acurrucarse para pasar la noche y esperar a que se disipase la niebla, cuando la pareció oír un leve quejido a algunos metros. Instintivamente colocó una flecha en la cuerda del arco y lo sostuvo frente a sí, temblando. Dio algunos pasos hacia el lugar de donde había venido el sonido con el corazón en un puño y de forma improvista un conejo saltó corriendo de entre las hojas del suelo. Casi del susto Lílien soltó la flecha y ésta le impactó en el cuerpo de inmediato, haciéndolo rodar varios metros más allá. Los nervios de Lílien dejaron de estar a flor de piel, y se tranquilizó con un suspiro. <<Al menos esta vez no fallé >>, se dijo. Cuando dio unos pasos para ir a por el conejo sintió un extraño escozor tras la oreja.

- Me temo que no está permitido matar conejos en este lugar, mi señora.- se escuchó.- aunque el mero hecho de pisar este suelo sin permiso también está penado por los señores del valle.

La voz era musical, y aunque contenía un diálogo amenazador, a Lílien le pareció sencillamente deliciosa. Era sobrenatural y extrañamente sonora. Le recordó a la primera vez que había escuchado y visto a Nestador. Enseguida la lossoth comprendió que había sido descubierta. La punta de una flecha que había estado pegada a su oído derecho dejó de hacer presión.

- Puedes volverte, pero suelta el arco. - dijo la voz, que aunque seguía siendo musical ya había perdido gran parte de su poder hipnotizante.

Lílien hizo lo propio y se giró lentamente. Frente a ella había ahora unos diez elfos de orejas puntiagudas. Todos tenían capuchas grises y los cabellos rubios o plateados les caían a los lados de la cara. Las capas eran de colores similares de modo que se camuflaban entre los árboles y las hojas. Todos llevaban un arco en las manos sosteniendo una flecha con la cuerda tensa y en los hermosos cintos dorados vainas para dagas y espadas. No había posibilidad alguna de escapar. <<Quizá estos elfos no sean como la madre del muchacho dijo que son ?>>, pensó mientras trataba de articular palabra.

- Lo? lo siento. No pretendía entrar aquí, pero me he perdido.- dijo sinceramente.

El elfo que la había puesto la flecha en la oreja sonrió y una chispa extraña centelleó en sus profundos ojos.

- Creo que ambos sabemos? que eso no es cierto.- dijo muy seguro de si mismo.- ahora vas a acompañarnos, pero tendremos que cubrirte para que no puedas ver el camino.

Unas férreas manos la agarraron de los hombros al tiempo que todo se volvía negro. Lílien trató de forcejear unos segundos, pero todo fue en vano pues también la ataron las manos, de modo que al final decidió colaborar. La silenciosa comitiva de los elfos caminó llevando a la lossoth con ellos durante mucho tiempo, o al menos a ella le pareció mucho. Durante el trayecto Lílien sintió como el entorno era silencioso. Sólo las alimañas y las bestias emitían sonido alguno. Y el rumor del agua siempre estaba ahí. Era cambiante, unas veces más intenso, y otras mas débil. Los que no producían ruido alguno eran sus captores. Tan silenciosos que por momentos llegó a pensar que caminaba sola. Sólo cuando sentía un tirón de las cuerdas, cuando una mano se posaba en su hombro para guiarla en una zona rocosa o una leve voz le indicaba alguna dificultad; recordaba que era presa de los elfos.

Lílien no pudo calcular le tiempo que llevaban caminando, pero para cuando hubieron llegado a su destino se le antojo muy largo. Se escuchón un canto como de un pájaro y luego el crepitar de unas llamas cálidas cercanas.

- Hemos llegado.- dijo una voz casi en susurros.

Le quitaron la capucha a la lossoth que quedó inmediatamente cegada por la luz de una gran hoguera. Cuando recuperó algo de vista pudo ver cómo se encontraba en el centro de un campamento de elfos. Había varias tiendas de lona verde y amarilla bajo dos grandes árboles. Al fondo una gran roca hacía las veces de pared y en el centro ardía la hoguera con leña seca. Entorno a ella habría unos veinte elfos comiendo alegremente. Muchos sonreían o simplemente charlaban entre ellos.

- Siéntate a cenar con nosotros. Tienes algunas dudas que resolvernos.- dijo el elfo con naturalidad.

- ¿Ofrecéis honores de invitados a vuestros presos?- se sorprendió la lossoth.

- Aún no eres una presa, eso lo decidirán los caballeros Elrohir y Elladan. Señores de Imladris.- respondió con naturalidad.- ahora toma asiento.

Lílien sentó junto él al calor de la hoguera mientras otros elfos servían la cena en platos de madera. Durante el tiempo que duró la hoguera los elfos se afanaban en pasárselo bien y disfrutar, sin embargo Lílien se vio asediada por las preguntas de aquél elfo, que se presentó como Gil-Aelin. De preguntas insustanciales sobre la razón de que estuviese en el bosque de los elfos, se pasó a cosas más trascendentales como el origen de la lossoth y su historia más reciente. Mientras Lílien trataba de contar la misma mentira que le había dicho al muchacho y a su madre, Gil-Aelin la escuchaba mirándola directamente a la cara, bebiéndose sus palabras sin hacer gesto alguno. Sólo los cambiantes brillos de sus ojos le indicaban a Lílien las partes de la historia que el elfo se creía y las que no, o al menos eso pensaba ella.

-? por eso te pido que me sueltes... buscaba el paso de montaña, entrar en el bosque sólo ha sido un error? no puedo perder tiempo con tus Señores.- concluyó Lílien.

Gil-Aelin la estaba observando con curiosidad. Los demás elfos cantaban y bailaban ya entorno a las cenizas de la hoguera. Habían sacado arpas y bandurrias y los trovadores ponían a punto sus magníficas voces. Entorno a ellos se había desatado la fiesta, pero entre ellos la tensión era creciente. Tras unos segundos de silencio, Gil-Aelin se levantó.

- En estos tiempos extraños que corren no se distingue amigo de enemigo. El paso de montaña está cerrado. Mañana verás a Elrohir y Elladan, ellos decidirán.- concluyó lapidario haciendo ademán de marcharse.

Lílien se enfureció inesperadamente, agarró al elfo por la manga y lo retuvo con fuerza. Estaba enfadada, impotente ante la decisión que él había tomado. No tenía porqué respetarlo, ella era? era una hija del dragón?podía huir simplemente... sólo tenía que demostrar su poder... demostrarle a aquél estúpido lo que era ella. Gil-Aelin se giró airado y vio en Lílien algo diferente a la joven lossoth que habían capturado en el bosque. Su aura había crecido y oscurecido, y la inocencia que había detectado en ella era ahora sólo una reminiscencia del pasado. Sin embargo no se amedrentó. Mientras los demás elfos cantaban y bailaban al son de la música junto a la hoguera se libró una batalla de voluntades que podría haber acabado con muchos hombres. Llegado el momento el poder del elfo subyugó la furia de Lílien y controló la bestia que ansiaba salir y destruirlo todo. Sólo una sombra fantasmagórica cruzó por la cara de la lossoth, y Gil-Aelin la vio y quedó aterrado, pero no dijo nada. Ahora volvían a ser el elfo y la lossoth. Gil-Aelin ordenó que llevasen a Lílien a una tienda y que la atasen allí sin dejar de vigilarla.

- ¡¡¡¡Maldito seas!!! ¡¡¡Maldito!!!- gritaba Lílien mientras se la llevaban del centro del campamento.

---------------

Despertó con un golpe en el hombro. Un elfo de pelo plateado estaba frente a ella. Era de noche, faltaban algunas horas para el amanecer.

- Mi señora... Gil-Aelin quiere que se reúna con él.- dijo.

Dos elfos más estaban junto a él con las espadas desenvainadas. <<Ya no se fía de mí >>, pensó Lílien. La guiaron con las manos atadas a través del campamento, rodearon unas rocas y descendieron por un sendero tortuoso casi hasta la orilla misma del río que en aquél lugar hacía una cascada pequeña. El ruido del agua no era muy alto, pero suficiente para esconder una conversación. Allí estaba Gil-Aelin.

- Dejadnos.- les dijo a los otros.

- ¿Qué es lo que quieres?- preguntó Lílien cuando los otros se hubieron marchado.

- Antes, cuando me agarraste del brazo pude verte tal y como eres. No como dices ser.- repicó sopesando sus propias palabras.

- ¿Y bien?-

Esta vez el elfo se giró para mirar a la lossoth.

- Eres un monstruo. Al principio no me di cuenta, pero ahora ya se?y no? no pienso dejar que penetres en el Ultimo Refugio. Lo destruirías.- añadió apretando los dientes.

- ¿Y que piensas hacer?- insistió Lílien.

- Debería matarte. Eso es lo que decidí anoche, pero hoy? he tenido una premonición.- se produjo un silencio incómodo.- algo me dice que el destino te tiene reservado un lugar lejos de aquí, un papel importante. Ayer envié un emisario adelantándole las noticias a mis señor es? Cuando sepan lo que eres... querrán acabar contigo. Así que hoy estoy en un aprieto: No quiero contradecir a los dioses, pero tampoco desobedecer a Elrohir y Elladan.- dijo.

Lílien desvió la vista un segundo y en el suelo vio algo extraño. ¿Eran sus cosas? No dijo nada.

- Entonces déjame marchar al paso de montaña y olvida lo que ha sucedido aquí.- inquirió Lílien.

El elfo sopesó las posibilidades. Al parecer, sea lo que fuese ya lo tenía decidido.

- No confío en ti, mujer. Pero te liberaré si me das tu palabra de que jamás volverás a este lugar sin permiso o con él... bajo pena de muerte.- respondió fríamente.

Ahora fue Lílien la que dejo pasar unos segundos en silencio. ¿Podría confiar en la palabra de él? Algo en su interior la decía que si, pero otra parte se negaba. Recordó la advertencia de Pallando, sobre que los elfos eran traicioneros y que Rivendel era peligroso para ella. Al final se decidió.

- Tienes mi palabra, elfo.- dijo sencillamente.

- El caso es que hace un rato?- dijo Gil-Aelin haciendo una seña a la espalda de Lílien.- cazamos otro conejo en el bosque? un conejo que te iba siguiendo los pasos.

Lílien vio entonces llegar a un prisionero con una bolsa de tela negra en la cabeza igual a la que había llevado ella. Lo reconoció de inmediato.

- Asegura que sólo venía tras los pasos de una tal Lílien.- dijo el elfo con una nueva chispa en los ojos.- ¿lo conoces de algo?

El muchacho trataba de forcejear con el elfo que lo sujetaba. Se retorcía y gritaba desesperado. Lílien suspiró. Sabía que si decía que no los elfos le harían daño o lo matarían. Por entrar en sus dominios.

- Si, viene conmigo.- dijo al final.- me acompaña en el viaje.

- Excelente, entonces compartirá tu mismo destino y se le condena a lo mismo que a ti. Lindolerian os guiará con la cabeza tapada hasta el paso de montaña y os liberará una vez allí.- concluyó haciendo una seña con la cabeza al elfo que retenía al muchacho.- que tengáis suerte. ? dijo antes de marcharse por el sendero que llevaba al campamento.

Pronto se pusieron en marcha. Lindolerian y otros elfos los guiaron como lo había hecho hacía unas horas, pero esta vez montaña arriba, hacia el paso. Enseguida Lílien sintió como del silencio pasaban al aullar del viento. Sintió un escalofrío y un frío repentino. Salían de la protección de los elfos del valle.

- Adiós y suerte.- dijo una voz ya lejana.

Lílien y el muchacho se quitaron los capuchones negros. Estaban en algo parecido a un sendero rocoso, las montañas se alzaban por todos lados imponentes y amenazadoras. Lílien chasqueó la lengua.

- Al final te saliste con la tuya.- le dijo al muchacho.

Y él no dijo nada. Sólo sonrió.

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Nota para el master : Bueno terminé al final. Espero que sea de tu agrado Ritt, en lo sucesivo trataré de postear mas frecuentemente.

Un saludo!!!!
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Rittmann el Domingo, 30 de Diciembre del 2006 a las 17:55

Mensaje por Rittmann »

El día moría ya, y mirando hacia las alturas de las montañas que se alzaban ante ellos, Lílien juzgó que sería una mala idea que la noche los atrapase en aquellas alturas.

Muchacho : Oí historias de este paso. Dicen que hay gigantes de las montañas, y que se divierten lanzando grandes peñascos a los viajeros que se aventuran por estos caminos.

Gigantes... Aquello sí parecían habladurías de viejas. Y sin embargo, las montañas se alzaban majestuosas y amenazadoras ante la lossoth.

Lílien : Haremos noche aquí, en el linde del bosque. En cuanto el alba asome, empezaremos a subir hacia lo alto de las montañas. Cuantas más horas de día tengamos a nuestro favor, más fácil será el camino.

Esa noche no hubo plataformas. Lílien no sabía dónde estaban el caballo y el poney, pero parecía que el muchacho los había dejado atrás. Avivando el fuego para pasar la noche, Lílien miró al muchacho con rostro severo.

Lílien : ¿Por qué me has seguido, muchacho?

Él se quedó en silencio. Debía tener casi la edad de Lílien, no más de quince o dieciséis, pero aún se comportaba como un niño. Bueno, ella se habría comportado de un modo similar apenas un año antes, pero un año antes aún era unakeltakukka más, y no había vivido la batalla de la bahía de chorros ni descubierto su oscuro destino.

Muchacho : Hay algo en ti, luminoso, diferente. Tú no eres como la gente que he conocido. No quiero acabar asaltando caminos en los aledaños de la aldea, quiero ver mundo. Contigo, siento que puedo ser más de lo que soy.

Lílien : Mi destino es oscuro, muchacho. Sería mejor que regresaras a casa, pues acompañarme puede suponer tu muerte en un día no muy lejano.

Pero el muchacho se limitó a sonreir socarronamente mientras pinchaba un trozo de panceta seca en su cuchillo y la ponía al fuego.

Muchacho : Mejor morir viendo mundo, que comido por un troll del bosque. Además, ya me despedí de mi madre, y ella aún tiene a mi hermana pequeña para ayudarla.

Lílien suspiró. El muchacho no era muy listo, pero sí tenía una respuesta - acertada o no - para todo.

Lílien : Dime, muchacho. ¿Cómo te llamas?

Muchacho : Estarch - se limitó a decir, pero Lílien pudo ver alivio en aquella palabra.

Pues para Estarch, el tener un nombre ahora para Lílien, le hacía sentir que ella le aceptaba a su lado. Y entonces, los ojos de Estarch se nublaron y el muchacho cayó suavemente dormido sobre sus rodillas, junto al fuego.

Lílien tardó unos momentos en darse cuenta que algo estaba completamente fuera de lugar, y unos más en darse cuenta que el viento de la montaña traía una extraña música, un delicado canto que parecía esquivarla a ella, pero que había hecho presa completa del chico. Se levantó, buscando instintivamente su arma.

Voz femenina : No soy tu enemiga - dijo una voz traída por el viento -.

Lílien : ¿Quién eres? - preguntó Lílien con el pulso acelerándose, con la Bestia agitándose en su pecho, empezando a despertar ante aquella amenaza imprevista.

De entre los árboles y la niebla, ella surgió, luminosa como sólo una de los Primeros Nacidos puede ser. Pero aquella cualidad luminosa era diferente a la de Gil-Aelin y su gente. Lílien ya la había visto antes, en tres ocasiones: cuando Gloranaël se arrojase contra el temible dragón Gris que le arrebatara a Zanae, cuando conoció a Nestador, y cuando conoció a Kalluin. Su mano se detuvo, y su garganta se estremeció.

Dama elfa : El chico estará bien - dijo con suavidad, deslizándose etérea por el pequeño campamento y deteniéndose a su lado para asegurarse que estaba dormido -. Tendrá dulces sueños, y cuando despierte estará tan fresco y despierto, como jamás lo estuvo.

Lílien : Muy considerado, por tu parte - dijo socarrona Lílien, que aunque no buscaba ya sus armas, instintivamente se puso a la defensiva.

Dama elfa : Eres Lílien, la hija del dragón que viaja en busca de su hermana Zanae, ¿no es así?

Las palabras no pudieron ser más chocantes. ¿Quién demonios era aquella bruja elfa? ¿Acaso había leido su mente?

Dama elfa : Conociste a mi esposo hace no mucho tiempo. Kalluin, el elfo manco que acompañaba a los hóbbits en su búsqueda de los Pozos de Morgoth. Puedo ver a través suyo, pues un lazo más fuerte que cualquier otro nos une. Y sin embargo, perdí su rastro poco después de vuestra separación.

Lílien entrecerró los ojos.

Lílien : ¿Quién eres?

Dama elfa : Soy Mistë, de la casa de Ingwë. Estaba en la casa de Elrond cuando llegaron noticias de tu llegada al bosque. Enseguida, el corazón me dijo que eras tú, y aunque Gil-Aelin no entienda qué eres, yo sí lo sé.

Lílien : ¿Y qué soy? - preguntó encolerizándose, sintiéndose amenazada, Lílien.

Pues ni ella misma lo sabía.

Mistë : Eres una hija del dragón, nacida de la hechicería de Morgoth el Enemigo Oscuro para dominar a las criaturas bajo su yugo. Eres de la misma sangre que Ancalagon el Gris, aquel que secuestró a tu hermana. Tu gente ha estado apresada durante más de dos edades bajo tierra, bajo una barrera creada por el hermano de Kalluin, Etherion. Y por algún motivo, tanto tú como tus hermanos habéis salido de la barrera en esta nueva edad.

Lílien se acurrucó contra un árbol, aún cuando la pose de Mistë no era en absoluto de amenaza.

Mistë : Shhh... - susurró ella levantando una mano, y de pronto la Bestia interior se sosegó, y el miedo irracional que invadía el alma de Lílien se apaciguó -. Puedo oirla, Lílien. Es el aliento de Morgoth en ti, tu esencia maligna, oscura. Te controlará un día, si no aprendes a dominarla. Si sigues este viaje sola, te matará un día. Destruirá tu mente, tu humanidad, tu inocencia. Puedo sentirlo.

Imagen Bien, turno de revelaciones, y quizás de cambios de rumbo o ideas. Quién sabe. Mi idea es que me pases por privado una batería de preguntas que quieras hacer, aunque Mistë te preguntará a su vez cosas si le preguntas a ella. Pásamelo por privado, y te las respondo para que puedas confeccionar el turno.

Imagen Dos detalles: Beren = Kalluin; Lúthien = Mistë. Hice este reajuste de personajes para cuadrar mejor las cosas. En el pdf del capítulo 5, el de vuestro encuentro, esto ya está editado.

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jacob_curapies el Jueves, 7 de Febrero del 2007 a las 12:22

Mensaje por Rittmann »

Lílien : Si has venido para llevarme a la casa de los elfos... me temo que estás equivocada. ? dijo desafiante.

La elfa sonrió. Lílien supo que ella podía ver su cara, sus gestos, pero también más dentro.

Mistë : No joven, no vengo a eso. Sólo quería verte. Hablar contigo.- repicó la elfa con voz cantarina pero seria.

Lílien : Pues aquí me tienes.- respondió bruscamente.- si te place puedes acompañarnos a mi y a mi amigo en nuestra escasa cena. Pero no te garantizo lo que has venido a buscar.

Mistë hizo un gesto de asentimiento y se sentó cerca de la hoguera, donde el muchacho dormía aún.

La brisa que bajaba de las montañas azotaba arriba y aullaba con voz de lobo entre las rocas del camino, pero bajo el parapeto de piedras tras el que se encontraban hasta el muchacho podía dormir abrigado junto a la hoguera. Lílien se había quedado callada unos segundos después de comprobar cómo Mistë logró hacer desaparecer momentáneamente a la bestia sólo con un gesto. Sin embargo no confiaba más en ella por muchos trucos de magia que le mostrase. La había permitido sentarse con ellos y cenar de su comida, pero mantenía la alerta por si tenía que echar mano de la espada. Algo en su interior la decía que no, pero Lílien siempre fue muy testaruda.
El bocado de panceta seca estaba demasiado caliente cuando Lílien intentó comerlo y se quemó el labio, Mistë se quedó mirándola.

Lílien : ¿Qué? ? preguntó.

Mistë : ?llevamos así un buen rato. Te he ofrecido mi conocimiento, mi saber y no me has preguntado nada.

Lílien se limpió la grasa de la boca como pudo.

Lílien : Dices que compartes un vínculo con tu marido, Kalluin. Es cierto que me crucé con él y sus compañeros hace algún tiempo. Una gente muy peculiar. Hasta había mediohombres como en los cuentos de cuna. Tu marido nos contó cosas de nuestro origen, de la barrera de Etherion? te seré sincera, no le guardo especial cariño, pues habló de los Hijos del Dragón con dureza. Pero si compartes su experiencia sabrás decirme cómo están mis hermanos Feahelka y Erane que lo acompañaron desde entonces.- preguntó conciliadora aunque sin mostrar ningún tipo de aprecio por la elfa.

Mistë : Me temo que no puedo ayudarte. Perdí el contacto con Kalluin hace ya algunos meses, poco después que te encontrara. Por eso me dirijo al norte? De tus hermanos se lo mismo que tu.- dijo la elfa chascando la lengua.- pensé que en este aspecto pudieras ayudarme?

Lílien : ?parece que no.- Lílien se quedó con la mirada fija en las llamitas de la hoguera. Bamboleándose de un lado a otro, mecidas por el viento. No quería sentirse a así, quería ser dueña de sus actos.- En cierto modo compartimos una carga. Tú vas al norte a buscar a tu marido. Yo me dirijo al este. Voy en busca de mi hermana. Al menos a Kalluin no lo secuestró un dragón volador? la última vez que lo vi caminaba por si mismo.- dijo socarrona mientras trinchaba otro trozo de carne y se lo pasaba a la elfa. Mistë rechazó la pieza con el brillo del fuego en los ojos.

Mistë: Pero no por ello corre menos peligro.- dijo.- Vas al este pero no sabes nada de las tierras a las que te diriges. Womaw se halla en el lejano este, más allá del mar de Rhûn y de las largas estepas de los jinetes nómadas. Se tardan casi dos años en llegar, a menos que uno avance a toda prisa. En ese caso, al menos se sigue necesitando un año de penurias. La mejor ruta... Hay desiertos y estepas vacías en el camino, altas montañas, y regiones que en invierno se hielan y secan por completo. Es un camino muy duro, que hace mucho que no he hecho, pero que tampoco tiene rutas abiertas.

?Y una vez allí, no será mejor. Ancalagorn es el secuaz del emperador Womawi Alatar. Que es el gobernante del antiguo reino oriental de Womaw, y tras ser consejero de su emperador durante varias generaciones, hace algunos años dio un golpe de estado y se hizo con el poder. Había convertido al poder imperial en su marioneta, antes de eso, y dado que es inmortal asumió el título de Emperador Eterno?-

Lílien sopesó las palabras con cuidado. Pallando ya la había advertido sobre Alatar y sobre el camino que tendría que recorrer para llegar a Ancalagorn. Aquello no hacía más que confirmar que su destino no sería precisamente un camino de rosas. ?Emperador eterno?. Sólo con pensarlo la hacía temblar. Desde que partió en busca de Zanae nunca se había planteado que tendría que vérselas con alguien además del dragón,pero cada vez esa idea parecía más improbable. La perspectiva de enfrentarse a un hombre que se hacía llamar emperador eterno no se la antojaba nada halagüeña? No quería reconocerlo. Pero cada vez estaba más segura de que necesitaría a la Bestia para hacerle frente a su enemigo, y eso al asustaba demasiado? Mistë pareció captar sus dudas.

Mistë : La Bestia está en ti porque es parte de ti. Veo su incipiente mal creciendo. Ya ha despertado, cuando Kalluin te vio aún no lo había hecho. Fëahelka tiene a otros para ayudarle, para apoyarle, al igual que Erane, pero tú te has quedado sola. La soledad te llevará al pesar, al dolor, y eso sólo hará que crezca, puedo verlo.

Lílien : ¿Y si aprendiese a controlarlo?- inquirió.

Mistë : Eres una hija del dragón, tarde o temprano asumirás esa forma. Desconozco por completo cómo funciona, así que no sé cómo ayudarte a controlarla. Pero si lo deseas, podemos aprender juntas.

El ofrecimiento de la elfa fue inesperado e impactante. Lílien aguardó unos segundos, reflexiva. El apoyo de alguien con el poder de Mistë era algo tentador. Con su sabiduría podría hacer el viaje más rápido y llevadero, pero sobre todo la ayudaría a controlar a la Bestia? si consiguiese convencerla para que la acompañase?

Lílien : ¿Aprender juntas? ¿Es lo que quieres de mi, elfa? ¿Por eso has salido a mi encuentro?- preguntó muy seria.

Mistë : Yo me dirijo al norte para saber de Kalluin. Tú, al este para buscar a tu hermana.- dijo simplemente

Lílien se levantó entonces. De nuevo volvía a ser la joven fiera que había demostrado que podía llegar a ser. Un brillo refulgía en sus pupilas.

Lílien : Quieres saber más de mí, de nosotros los hijos del dragón, sino no hubieses venido a mi. Quieres ayudarme? Entonces ven conmigo. Comparte mi búsqueda. Ayúdame a encontrar a mi hermana y salvarla de las garras del dragón. Odio a Ancalagorn más que a nada en este mundo, pero también a Alatar por darle poder... Acabaremos con el dragón y si es necesario también con el Imperio Eterno y su emperador.

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Nota al master : Post cortito, ramplero y malote, pero post. Los sineto trataré de hacerlo mejor la proxima vez. Al final te dejo la decisión de Mistë para ti.

En lo sucesivo podré postear tan a menudo como sea necesario. Gracias por la paciencia.

Un saludo!
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Re: Capítulo 7-P: Hija del Dragón

Mensaje por Rittmann »

Mistë sonrió triste, un rostro de contradicción que dejó algo descolocada a Lílien. ¿Sonreía de satisfacción? ¿Estaba triste? Alguien le había dicho en cierta ocasión que los elfos nunca dicen ni sí ni no, y en aquel momento vio reflejado en el rostro de la dama aquella expresión en su estado más puro.

Mistë: Vayamos, pues. Nos espera un largo camino.

Lílien: ¿Por qué te entristeces?

Mistë: Kalluin sabe cuidarse solo. Sólo me entristece el saber que tardaré mucho más de lo que creí antes de llegar a Imladris en volver a verle.

Así que era eso. Satisfecha por haber sido aceptada por Lílien a su lado, y triste por no poder ver al ser amado. Lílien se quedó unos momentos envuelta en la oscuridad de aquella noche sin saber qué responder a la dama elfa.

Mistë: Descansad esta noche. Debo ir a ver a Elladhan y despedirme de mis compañeros de viaje. No tardaré, al amanecer estaré con vosotros preparada para partir al Este. ¿Me esperaréis?

La parte rebelde de Lílien quería negarse, decir que no, pero sencillamente no podía decirle que no a la única que podía ayudarla en una expedición tan a ciegas como aquella. Ya había girado la espalda a sus compañeros por orgullo, por piedad, o quién sabía por qué, pero aquella mujer elfa tenía la capacidad de apaciguar lo que nadie podía calmar: su Bestia interior. Y asintió. Mistë desapareció entre los árboles del valle tal y como había llegado, y Lílien se limitó a descansar, sintiendo como si una carga pesada que la había carcomido por dentro desapareciera poco a poco.

Cuando abrió los ojos, Mistë ya estaba de nuevo a su lado. Estarch la miraba fascinado desde dentro de su saco de dormir, como embobado por una visión que no pertenecía a aquel mundo. Y en cierto modo, si la historia de Kalluin había sido cierta, realmente ni él ni su esposa se podía decir que pertenecieran a aquel mundo, y quizás aquello los hacía más misteriosos y maravillosos. Pero Lílien tampoco. Eran dos mujeres que no pertenecían a aquel tiempo ni mundo, y las dos compartirían un extraño destino en los confines de la Tierra Media.

[u]Continúa en el Capítulo 8-H: Los Confines Del Mundo
Última edición por Rittmann el 20 May 2007, 03:06, editado 1 vez en total.
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