[P4] Dragonlance: Dravinaar

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Iridal
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[P4] Dragonlance: Dravinaar

Mensaje por Iridal »

Dravinaar era una nación humana que desapareció cuando la montaña de fuego arrasó el imperio de Istar, durante el Cataclismo. Se encontraba ubicada al sur de Istar, al suroeste de Midrath, al norte de Balif, y al este de Silvanesti. La tierra de Dravinaar era principalmente un desierto baldío. Sus características geográficas más relevantes son el Yunque del Sol, también conocido como Lágrimas de Mishakal, situado alrededor de la ciudad de Qim Sudri, y el Mar de las Arenas Cambiantes, que es el desierto que se extiende de este a oeste a través de Dravinaar.


HISTORIA

Los orígenes de Qim Sudri y la Torre


Situado en el corazón de un laberinto de cañones llamado, de diversas maneras, el Yunque del Sol y las Lágrimas de Mishakal, Qim Sudri fue un lugar cuyos orígenes se pierden en la antigüedad. Toda la ciudad fue construida de un hueco de la meseta, sus edificios, patios y calles tallados en piedra arenisca. Sus ciudadanos fueron las más fuertes tribus del desierto, jinetes que habitaban en el Mar de las Arenas Cambiantes. Duras personas, que fueron gobernados por déspotas, y propensos a la guerra. Como la mayoría de las culturas tribales, temían y desconfiaban de la magia arcana, ya que preferían confiar en los clérigos oscuros y neutrales para la consecución de poder.

Los Túnicas Negras erigieron la Torre de Losarcum en una sola noche. Los habitantes del desierto les atacaron, pero el jefe de los Túnicas Negras, Grell, había traído consigo muchos magos para defender a los constructores y el ataque fue repelido. El conjuro de alzamiento fue lanzado, y a la mañana siguiente una impresionante aguja de obsidiana se elevaba sobre la ciudad de Quim Sudri. En vez de repeler a los magos, los habitantes del desierto respetaron semejante muestra de poder proporcionando un respiro a los magos.

Los siguientes mil años fueron tumultuosos. Cada una de las sucesivas dinastías de los tiranos Sudrin subió al poder prometiendo destruir la Torre, y hubo por lo menos 50 intentos de hacerlo. La mayoría de estos intentos terminó rápidamente, impedidos por el bosque de protección, pero por lo menos en ocho ocasiones los magos tuvieron que salir de la Torre para defenderla por sí mismos y garantizar que los Sudrin fueran expulsados de nuevo.

En otras ocasiones, los mismos gobernantes Sudrin pidieron la colaboración de los magos de la Torre para ayudarles a conquistar o repeler a sus enemigos, que los magos siempre prestaron. Esta relación de amor-odio continuó a lo largo de toda la historia de la Torre.

Esto causó consternación en el Cónclave, por supuesto. En ese momento, las otras Torres estaban en paz con su entorno y constituían un foco político y cultural importante en las vidas de las ciudades donde estaban ubicadas. A su juicio, los conflictos bélicos entre los Túnicas Negras y los Sudrin estaban minando la reputación de la Alta Hechicería. Las Órdenes Blanca y Roja pidieron a ambas partes que dejaran de lado sus diferencias, y al mismo tiempo las tres Órdenes trabajaron juntas para mejorar las defensas de la Torre contra el siguiente asalto. La más exitosa de estas creaciones fueron los Guardianes, un pequeño ejército de nueve estatuas de malaquita, que vendría a la vida y lucharía frente a los atacantes.

El mago que logró finalmente una tregua con los Sudrin fue una Túnica Negra. Moranda de Crowford era una joven y ambiciosa maga, que trató de convertirse en la Señora de la Torre. Estaba muy orientada hacia las complejidades de la política, prefiriéndola a los métodos muchas veces menos sutiles de su Orden. La maga hizo una alianza secreta con un Sudrin igualmente despiadado, un guerrero llamado Ubar. En el transcurso de una década, Moranda utilizó su magia para apoyar a Ubar en su ascenso en las filas del ejército de Qim Sudri, al tiempo que ella se recluía en la Torre, a fin de no llamar la atención sobre sí misma, hasta que finalmente le ayudó a ganar el duelo de sangre contra el tirano reinante, Halizan, usando hechicería.

Ubar se convirtió en gobernante de Qim Sudri y declaró una nueva alianza con los Túnicas Negras. Moranda le ayudó a eliminar a todo aquél que le desafío, y dos años más tarde ella culminó su propia ambición, al convertirse en la Señora de la Torre. Posteriormente sería nombrada también jefa del Conclave, cargo que ostentaría durante dos décadas.

Ubar, por el contrario, fue derrocado después de sólo una docena de años, pero para entonces el trabajo de Moranda había dado sus frutos. Los Túnicas Negras se habían convertido en indispensables para los gobernantes de Qim Sudri.


El ascenso del Khanato de Dravinaar

El pacto entre Moranda y Ubar trajo grandes cambios al Mar de Arenas Cambiantes. El pueblo de Qim Sudri había sido durante mucho tiempo el más rico de los habitantes del desierto. Ahora, con la ayuda de los Túnicas Negras, también fueron los más fuertes. Inmediatamente los jinetes Sudrin se embarcaron en una serie de constantes guerras tribales para conquistar en primer lugar a rivales cercanos, y luego pasar a otros más lejanos. En 20 años, todo el Yunque del Sol les pertenecía, y desde este crisol de guerra se creó un nuevo orden: el Khanato de Dravinaar.

Durante el siguiente siglo Dravinaar siguió expandiéndose, hasta abarcar la totalidad del desierto. Respetaron las ciudades que capitularon sin luchar, mientras que aquellas que optaron por hacerlo fueron quemadas y saqueadas. Pronto Dravinaar fue uno de los más poderosos reinos en la zona oriental de Ansalon, gracias, en gran parte, a la mágica ayuda de los Túnicas Negras. Estos disfrutaban de un lugar de poder igual al de los Túnicas Blancas en Istar, y los Rojas en Ergoth. La Torre de Qim Sudri había satisfecho su promesa y superado las expectativas con que fuera creada un milenio antes, pues era un punto de referencia en Dravinaar. El Señor de la Torre era el segundo en importancia en el país (sólo por detrás del propio Khan)

Los ojos de los reinos vecinos se volvieron hacia Dravinaar, viéndolo como una gran fuerza en el continente. Solamnia estaba preparando un ejército para presentar oposición a los jinetes del desierto cuando la Reina de la Oscuridad regresó al mundo y estalló la Tercera Guerra de los Dragones.


La decadencia y caída del Khanato de Dravinaar

La Tercera Guerra de los Dragones debería haber sido la oportunidad de Dravinaar para conquistar todo el este, pero no fue así, debido principalmente a la Alta Hechicería. A comienzos de la guerra, el Cónclave ordenó a todos los magos de las Órdenes que debían retirarse de las pequeñas disputas territoriales y la política y ayudar en la defensa del mundo contra Takhisis. Esto condujo, en última instancia, a la creación de los Orbes de los Dragones. Pero también originó una fisura permanente entre la Torre y los habitantes de Qim Sudri y el khanato draviniano en general. Desconociendo las nuevas prioridades de los magos, el Khan de aquel entonces, Janduk, aprovechó la oportunidad creada por la guerra en el oeste para hacer su propia guerra contra el único rival de Dravinaar en la zona oriental: Istar.

Janduk reunió una vasta horda de jinetes, pero cuando llegó a la Torre para pedir la ayuda a los magos, el Señor rehusó cortésmente aunque sin ofrecer explicaciones ulteriores. Janduk reiteró su solicitud tres veces, pero una y otra vez los magos le dijeron que no. En la última reunión, enfurecido, Janduk desenvainó su arma y atravesó al Maestro de la Torre, un archimago llamado Alasto. Según las costumbres de los Túnicas Negras, Janduk debería haber sido abatido en aquel mismo lugar, pero los magos le dejaron escapar. En el transcurso de la próxima semana, sin embargo, tanto las esposas de Janduk como sus siete hijos murieron en accidentes sospechosos. Janduk tomó su horda e intentó atacar la Torre, pero la arboleda impidió el paso del ejército. Después de intentar atravesar el bosque durante siete días y sus correspondientes noches, desistió, dejando su sable, aun manchado con la sangre de Alasto, clavado en uno de los árboles del bosque.

Esto puso fin a la alianza entre Dravinaar y de la Torre, y los estudiosos marcan este suceso como el principio del fin para ambos. La horda draviniana partió a la conquista del norte de todos modos, y casi logró la destrucción de Istar, incluso sin la ayuda de los magos, pues los Túnicas Blancas también tenían prohibido desviar sus esfuerzos de la confrontación con Takhisis para participar en la política istariana. Los jinetes de Janduk lograron entrar en la misma capital istariana y arrasaron la mitad de la ciudad antes de que la marea de la batalla cambiara, gracias a la intervención de la iglesia istariana.

Los clérigos de Paladine utilizaron sus facultades divinas para conducir a los jinetes en primer lugar fuera de la ciudad, luego de su imperio. Los dravinianos, que adoraban a los dioses del mal, no tenían nada para contrarrestar esto pues la atención de Takhisis se hallaba centrada en aquel momento totalmente en la guerra al Oeste. Janduk fue muerto al caerse de su caballo y romperse el cuello mientras huía de las represalias istarianas, y sus hordas fueron dispersadas y huyeron de regreso al desierto.

Lo que siguió fue un período de rápido declive de Dravinaar. En los treinta años que siguieron a la Tercera guerra de los Dragones, Dravinaar perdió su dominio en otras tierras. Una serie de guerras civiles lanzaron a Qim Sudri a un caos similar al que experimentó antes de la unificación por Ubar. En el momento en que los ejércitos de Istar llegaron a conquistar la región, 150 años más tarde, los dravinianos no tenían fuerzas para presentar verdadera oposición. El último Khan, Mamrit el Pálido, fue muerto por su propia mano cuando el ejército istariano se acercó a su ciudad.


Losarcum: la Torre silenciosa

La conquista del khanato por Istar rompió Dravinaar, tanto figurada como literalmente. Quedó dividido en dos, y se convirtió en una de las provincias más pobres del imperio istariano. Sus antiguos templos consagrados a los dioses de la oscuridad fueron derribados para construir nuevas iglesias a los dioses de la Luz. El palacio del Khan se convirtió en el hogar de un enviado del patriarca de la ciudad santa para gobernar. Incluso el nombre de Qim Sudri fue cambiado a Losarcum. Cansados de la guerra y la derrota, los dravinianos se convirtieron en súbditos istarianos y en el plazo de dos generaciones las oscuras costumbres y dioses de sus antepasados fueron olvidados. Sólo permaneció un recordatorio: la Torre.

Los Túnicas Negras y los otros magos que habitaban en la Torre sabían que estaban en peligro, porque ya habían visto cómo los anteriormente reverenciados Túnicas Blancas de Istar iban cayendo en un progresivo ostracismo. Sabiendo que las cosas podrían ir muy mal para ellos, se recluyeron en la Torre y lanzaron hechizos para que pareciera desocupada. A partir de entonces ninguna luz brilló en sus ventanas; ningún sonido se filtró más allá del bosque. Cuando el patriarca exigió a los magos que abandonaran Losarcum no recibió ninguna respuesta en absoluto, sólo el silbido del viento a través del bosque. A todos los ojos, la Torre parecía vacía y los magos habían desaparecido.

La iglesia istariana también había aprendido de sus experiencias con la Torre de Istar, y conocía que sus ejércitos no podían penetrar en el bosque. El patriarca dispuso una guardia constante alrededor de la torre, pero poco más pudo hacer. Mientras los magos permanecieran en su interior la Torre no era una amenaza.

Así permanecieron las cosas durante los siguientes 700 años, incluso a través de la Guerra de los Tres Tronos, cuando tres hombres se disputaron el trono de Istar. Durante esta guerra uno de los contendientes, Ardosean, dispuso su corte en Losarcum. Los Túnicas Negras de la Torre vieron esto como una oportunidad inmejorable, y planearon utilizar su magia para dominar la mente de Ardosean y convertirle en su títere. No obstante, el Señor de la Torre, Caradoc de Caergoth, se negó. "Este hombre nunca llegará a ganar esta guerra," dijo, "y nosotros podríamos quedar vulnerables ante nuestros enemigos más peligrosos" Tal y como ocurrió todo, sin embargo, Ardosean consiguió el trono y los Túnicas Negras castigaron a Caradoc por su error atormentándolo durante siete largos años en los subterráneos de la Torre. Los magos pasaron a denominarle desde entonces Caradoc el Loco, y dicen que sus gritos aun pueden ser oídos en lo que queda de la zona donde se erigía la Torre.


La caída de la Torre y el fin de la ciudad

La situación permaneció invariable en Losarcum hasta el final de la Tercera Era, cuando Beldinas Pilofiro derrocó a Kurnos el Usurpador y se convirtió en el Príncipe de los Sacerdotes de Istar. Kurnos había utilizado magia negra durante su reinado, por lo que cuando Beldinas declaró obsoleta la doctrina del equilibrio entre el Bien y del Mal e inició su cruzada contra la oscuridad, los Túnicas Negras se encontraron entre sus principales objetivos.

No pasó mucho tiempo antes de que Beldinas llegara a Losarcum en uno de sus viajes por todo el imperio. Apelando a Paladine, levantó los hechizos de encubrimiento que los magos habían erigido sobre su Torre, revelando que estaba ocupada. Así que Beldinas envió al Cónclave la orden de que los Túnicas Negras debían abandonar la Torre de Losarcum de una vez por todas. El Cónclave se negó de plano. Finalmente, el emisario de los magos en la corte de Istar, Marwort el Ilustre, ideó un acuerdo que apartaría a los Túnicas Negras del poder en Losarcum. Marwort propuso que un Túnica Roja tomase el cargo de Señor de la Torre de Losarcum, en tanto que, para contentar a unos Túnicas Negras casi en rebelión, un mago de la Orden de Nuitari tomaría el mando de la Torre de Daltigoth (¿a espaldas de Beldinas?)

Este acuerdo no satisfizo a ninguna de las partes, pero evitó una confrontación potencialmente sangrienta. Sólo proporcionó un respiro, sin embargo. Quince años más tarde, cuando la traición de Andras condujo a la guerra abierta entre los clérigos y los magos, Losarcum se convirtió en uno de los principales objetivos del Príncipe de los Sacerdotes. El ejército de Cathan MarSevrin, Gran Mariscal de los Caballeros del Martillo Divino, sitió la Torre. Éste iba a ser el primero de una serie de ataques coordinados, utilizando magia recién encontrada para atravesar las arboledas. Antes de que las fuerzas de Cathan pudieran actuar, no obstante, el duque Serl de Ergoth atacó la Torre de Daltigoth, obligando a sus ocupantes a destruirla. Aquello debería haber terminado la guerra, pero Beldinas, atenazado entre el orgullo y el miedo, ordenó que el ataque contra Losarcum siguiera adelante según lo previsto.

Los magos, bajo el liderazgo del Túnica Roja Khadar, destruyeron la Torre. La explosión resultante fue el fin de todo Losarcum. La ciudad se derrumbó, enterrada bajo toneladas de piedra arenisca; nadie sobrevivió.

La Torre, y Losarcum, habían desaparecido para siempre.


Fuente: Towers of High Sorcery, Divine Hammer (Vol II the Kingpriest Trilogy)
Última edición por Iridal el 31 Oct 2007, 17:06, editado 1 vez en total.
Toda la gloria de la mortalidad se refleja en el vuelo de un dragón, cuya belleza está hecha de la fuerza terrible, el delirio absoluto y la gloria de la razón
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