Agaché la cabeza. Poco podía decir frente a aquella respuesta. ¿Qué podía hacer? ¿Realmente merecía la pena tanta molestia? ¿Qué podía hacer un extranjero infiel frente a aquella gente? Quizás me hubiera compensado más buscar a otro pero sentía que, al menos, aquel hombre necesitaba una explicación. Al menos tener una conversación con su hija.
- Sinceramente, no sé como podría resolver esta situación. Lo único que puedo hacer es averiguar que ha pasado con sus cartas y conseguir noticias de su hija e intentar un contacto entre ambos. ¿Sabe dónde reside desde que se unió a la Inquisición? Por cierto ¿Cómo se llama?
Me levanté y me despedí de Julián.
A la salida, conté a mis compañeros la situación. Había pensado visitar, más tarde o mañana por la mañana al párroco Don Francisco y contarle la situación y ver si podría utilizarle como medio para contactar con la hija de Julián o averiguar algo.
Tras salir de allí iré a buscar un taller de paños.