Hechicería y Acero

En una época violenta, sólo se puede sobrevivir si tu espada carece de
escrúpulos y no te importa el color de la sangre que derramas; siempre
es roja. Emociones, aventuras, acción y brujería en cada instante de
vuestras vidas.

Director: Guli.
Jugadores: Iasbel, Ragman, Capiosca, Lordarzzun, Drakkon, Thorontil, Soyla, Raelana y Belakor
Jugadores Reserva: No se admiten.
Plazas libres: Si
Periodicidad de los turnos: 1-2 semanales.

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Lord Arzzun
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Re: Hechicería y Acero

Mensaje por Lord Arzzun »

Whosoran

Abrazo a Maclo con fuerza, huelo su pelo y acaricio su espalda. El corazón me da un vuelco al oir su triste vocecilla...
Maclo, maclo.. a mi también me habria gustado....pero no te preocupes ,que en cuanto te quitemos la maldición, te voy a pegar un polvo de esos que se ponen los ojos en blanco -digo susurrando, con complicidad, para continuar hablando en un tono más alto. No estés triste, nena-Acaricio su rostro-Ya verás como todo sale bien
Intento no parecer preocupado..pero lo estoy y mucho. Justo al límite de la necropolis me detengo,con las armas preparadas
Haced caso a Takala, no entreis...pero los que tengais arco, permaneced atentos y apuntando..no sabemos a quien o a que nos enfrentamos...
Respiro algo aliviado, aunque no demasiado, cuando veo a Takala y a Maclo detenerse a unos diez metros. Si algo las ataca quizás todavía tendría tiempo de correr y golpear.
La tragedia se masca en el ambiente..y lo de la prohibición de entrar armas..suena como si todos los muertos del lugar fuesen a salir de las tumbas para atacarnos si nos mostrábamos amenazadores..

Alzo la voz para que me oigan todos..
Hay muertos aquí..quizás alguno todavía tenga ganas de marcha..ja ja! -Una mezcla de confianza y humor socarrón es lo mejor para subirla moral a los soldados..No os preocupeis por eso, chicos.. los muertos son esos inútiles que ya se dejaron matar en otra ocasión!
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Drakkon
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Re: Hechicería y Acero

Mensaje por Drakkon »

Bazag

Cuando Sablen dice ?¿Qué cojones hace ahora??, está expresando los pensamientos exactos de Bazag. -¿Qué cojones está haciendo?-. No sabe nada de brujería, lo poco que ha oído contar aquí y allá. Takala ha contado aún menos. No sabía que podía esperar, pero sin duda era algo distinto de esto. ¿Cómo preveer que una mujer va a desnudarse en mitad del desierto helado?. Además, por sus gestos parece estar rezando, quizás sea algún modo de llamar a los muertos.

Todo el viaje ha sido raro desde el principio. Primero la persecución por medio munda de la joven Maclo, encontrando falsas pistas a cada paso. Luego la larga travesía por estas gélidas tierras hasta encontrar la cabaña donde esperaba Whosoran junto con las mujeres. Desde entonces todo ha sido cada vez más extraño. Sin embargo era algo con lo que podía lidiar. Moverse por la nieve, arrastrarse en una gruta, pelear con bestias de estas tierras, viajar sin conocer el rumbo. Todo eso puede hacerlo, tan solo necesitaba mantenerse en marcha. Ante ese tipo de situaciones sabe reaccionar, no son tan distintas. Un buen mercenario debe estar preparado para todo, especialmente para la supervivencia.

Ahora la situación ha cambiado, Takala les ha pedido que esperen allí, sin acercarse, poniendo especial cuidado en dejar lejos las armas. Aguardar acontecimientos no es su estilo, ni siquiera sabe si es capaz de hacerlo, pero lo duda.
Observa la escena. Si acercan ahora podría fallar algo, condenando a Maclo a convertirse en una loba hasta el fin de los días. Además, debe confesar que las dudas de Sablen tienen fundamento. Allí delante, frente a esa tumba, podría estar ocurriendo cualquier cosa. Quizás sería buena idea acercarse para poder cumplir con su misión, proteger a Maclo, pero en el fondo sigue confiando en Takala. Solo espera no equivocarse, arriesgar la propia vida por un lanzamiento de moneda es normal para Bazag, jugarse la de otros no.

Escucha a Whosoran. No lleva un arco encima, pero prepara un cuchillo en cada mano, puede lanzarlos a esa distancia. Sin embargo no le hace sentirse más útil. En cualquier momento puede ocurrir algo, lo que sea, y detestaría limitarse a mirar. Solo hay un motivo por el que no se ha acercado ya, la advertencia sobre las armas. Desde el punto de vista de Sablen, debe ser una petición normal. Si Takala quiere jugársela le conviene que ninguno de ellos tenga las armas a mano. A pesar de su creciente paranoia, el veterano muestra un razonamiento completamente lógico. A pesar de todo, Bazag tiene más en cuenta el suyo propio. Ninguno de los allí presentes sabe nada sobre muertos. Si realmente van a manifestarse podrían entrar en cólera al ver armas. La ignorancia se hace muy dura cuando la única opción es esperar.

A parte de los cuchillos, clava las armas en el suelo, conservando solo uno en cada mano. Si los necesita podrá usarlos. Si algo les ataca mientras esperan, no tiene más que estirar la mano para coger las espadas. No se le ocurre nada mejor para estar alerta ante cualquier problema.
Además, la paciencia no es la mejor virtud de Bazag, por eso ha dejado las armas en el suelo. Si ve el más mínimo problema irá hasta allí, desarmado, y hará lo que pueda. No le hace ninguna gracia dejar a las dos mujeres solas, vulnerables. No se trata solo de proteger a Maclo para cumplir con su misión, tampoco quiere que le ocurra nada a Takala. Eso último le dice algo de si mismo, sigue fiándose de la bruja. Vuelve a esperar, una vez más, no estar equivocado con ella.
Comienza a dar pequeños saltitos, en el sitio, para no perder el calor en el cuerpo, ni entumecerse. Si hace falta actuar, hará falta hacerlo con presteza, y este frío no les ayuda nada.

Vuelve a escuchar el vozarrón de Whosoran. ?Entonces sugieres que, si aparece algún muerto con ganas de guerra, volvamos a matarlo- Sonríe mientras mira hacia delante ?Seguro que eso no lo ha hecho nadie antes de nosotros. Suena interesante- Si sale de esta entero, tendrá que buscar un desafío realmente colosal para superarlo. En cierto modo está colmando sus expectativas, su adicción al riesgo? aunque por primera vez en muchísimo tiempo, espera que no haya problemas. Por su parte tan solo puede estar en alerta, dispuesto a entrar en acción al más mínimo indicio de peligro.
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Thorontir
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Re: Hechicería y Acero

Mensaje por Thorontir »

Acherus

Acherus se mantenia al margen, con el rostro apuntando al suelo. Nada de aquello le gustaba, pero dejar a Takala y a Maclo adelantarse no era tan malo. El premio prometia ser importante, pero desde luego lo primero era salir de aquello con vida. Si se mantenian a la expectativa quizás pudiesen reaccionar ante lo que fuese a suceder allí. En cualquier caso, si todo se torcia, siempre podía intentar salvar el pellejo y huir hacia un lugar nuevo. Tampoco era tan complicado...

Lo realmente complicado, con total seguridad, sería reaccionar si de verdad tenían que enfrentarse a muertos vivientes. Cuando el turanio intentó hacerse el gallito, Acherus se limitó a sonreir, mirando brevemente a los otros tres. Y cuando Bazag acaba de hablar, le mira un buen rato, sonriendo aun más, como si conociese un chiste que no pudiese compartir, uno realmente bueno.

" Quizá lo interprete como que tu si lo has hecho antes. De eso se trata, de infundir valor en el corazón de aquella chusma. Si se envalentonan resistirán más, y si resisten más tendrás más ocasiones de huir."

El valor es importante, pero no tanto. No sirve de nada, especialmente, si te conduce a la muerte. Ahora la sonrisa de Acherus se torna en carcajada, se acerca hacia Sablen, y le palmea el hombro.

-Si, Bazag tiene razón. Es de lo más interesante. Y lo más interesante todavía: Maclo estará bien en breve, y podremos llevarla sana y salva de vuelta a la casa de su padre..

_______
--> Acherus respetará la petición de Takala. Tendrá, eso sí, las armas prestas: es evidente que los dioses no son tan bondadosos: algo ha de suceder, inevitablemente. Cuando suceda, Acherus procurará estar preparado...
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guli
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Re: Hechicería y Acero

Mensaje por guli »

24


Los cuatro hombres permanecían en las márgenes del lugar sagrado, recelosos, inquietos y asustados, las armas prestas a ser usadas, agudizando la vista, el olfato; todos los sentidos alertas. Escudriñaban más allá del velo de copos de nieve que lentamente no cesaban de voltear en el aire hasta descansar en el blanco suelo. Entretanto, Takala continuaba con su oración que poco a poco se transformó en cántico, una melodía suave, cadenciosa; invitaba a calmar los ánimos, a dejarse llevar. Maclo la miraba, sin comprender, volvía la vista a vosotros, regresaba a ella; en su cara la expresión del más profundo temor.

Hacía frío. Cada vez más. El sol se retiraba medio oculto por la nevada, hundiéndose en el lejano horizonte donde el océano sin fin comenzaba. Los cuatro guerreros bromearon, se dieron ánimos. En su interior cada uno pensaba distinto: en el reto que presentaba esta situación extraña; en salvar el pellejo; en Maclo; en matar a la bruja; en su cuerpo. En conseguir desprender a la chica de su maldición. Sablen desenvainó, el sonido de la hoja de la espada al deslizarse al exterior rompió un instante la magia del momento. Le siguieron las armas de los demás. Pero ninguno entró. El grandullón se contuvo lo mismo que sus compañeros.

Takala estuvo así al menos quince agobiantes minutos. Al fin su canción descendió en volumen, se difuminó mezclada con el susurro de la nieve. Enmudeció la mujer y quedó con la frente apoyada en la piedra un par de minutos. Su piel comenzaba a adquirir una lividez preocupante.

De pronto se arqueó, lanzando un grito que desgarró el silencio y que hizo a Maclo brincar a un lado. Su cuerpo entero se sacudió, se convulsionó, cayó de espaldas, estremeciéndose, meneando la cabeza con frenesí, chillando palabras incomprensibles. Sus dedos, sus uñas, arañaron la nieve. Por último, exhaló un largo suspiró, arqueada su espalda, su cabeza hacia atrás, una mueca de dolor y sufrimiento en sus hermosos rasgos. Quedó después laxa, inerte, tendida en la helada y mullida alfombra. Maclo no supo qué hacer. La miraba, la agitó por los hombros, le gritaba. La mujer no reaccionaba. Trató de moverla, de estirar de ella, se giró a vosotros:

- ¡Ayudadme!¡Ayudadme, por Mitra! ¡No se qué hacer, no se qué pasa! ¡Whosoran, Sablen, ayudadme!

Rompió a llorar, ofuscada, desesperada, se dejó caer de rodillas junto al cuerpo de Takala.
No somos los jugadores. Somos el juego
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Drakkon
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Re: Hechicería y Acero

Mensaje por Drakkon »

Bazag

Bazag está más tenso a cada instante. Comienza a creer que ni siquiera a él le gusta jugar con determinadas cosas. Hasta ahora no lo había pensado, tal vez porque a pesar de haber visto la muerte de su compañero de viaje, no acababa de asumir todo el misticismo que envuelve este viaje desde el principio.
¿Ver morir a un hombre?, lo ha hecho demasiadas veces, incluso cuando es de forma tan desagradable ya no le impresiona, no más allá del primer momento de sorpresa.
¿Ser atacados por seres medio hombre medio bestia? El mundo es muy grande, queda mucho por conocer. Tal vez en otros lugares haya hombres, o animales, más extraños aún.
Con el resto de dificultades no se ha puesto demasiado nervioso. Cuando ocurre algo busca la forma de seguir adelante. Ha sido así desde hace años, muchos años. No se paraba a pensar en lo raro que podía resultar esconderse justo en la montaña que va a derrumbarse. Son simples casualidades, se decía, como cuando apuestas todo a la cara de la moneda y sale la cruz.

Contemplando a una mujer rezando desnuda, con una chiquilla asustada a su lado, empieza a tener cierta sensación extraña. Este no es un momento más del viaje, es el momento en el que la situación solo puede cambiar a peor. Si Takala tiene éxito van a encontrarse frente a un fantasma dispuesto a vender información. ¿Qué precio puede tener un muerto?, ni dinero ni joyas, solo puede exigir algo realmente malo para ellos, sea lo que sea. Por el contrario, si la mujer no tiene éxito, Maclo está condenada a convertirse en una loba. Es injusto, y también ha visto la injusticia una vez tras otra, es un mercenario, sabe lo cruel que puede ser el mundo. Sin embargo Maclo era una chiquilla que no había hecho daño a nadie, según le dicen. Si alguien maldijese a cualquiera de ellos cuatro, cada uno debe reunir al menos una docena de motivos para justificarlo, la muchacha solo se ha visto envuelta en una pesadilla.
Tal vez por eso no puede calmarse del todo, porque sabe que, sin importar el resultado, las cosas van a empeorar.

Los quince minutos transcurren entre bromas. De algún modo, los cuatro consiguen calmar los comprensibles nervios. Es curioso, se llevan mejor cuando la situación es más tensa. Normalmente otros grupos de mercenarios son los mejores amigos del mundo tras una batalla, o mientras viajan de un lado a otro. Cuando desenvainan se convierten en un auténtico caos. Gritándose los unos a los otros, teniendo bonitos detalles para las familias del resto. Recriminándose, culpándose?
A ellos les pasa justo al revés. Cuando deberían albergar más dudas, se muestran más serenos. Lo demostraron en la cueva, o contra los hombres bestia. Entonces tomaron rápido las decisiones. Sin embargo en cada momento de paz se esfuerzan por incordiarse los unos a los otros. Si lo contase en cualquier ciudad, no le creerían.

Finalmente ocurre algo, pero no lo que Bazag esperaba. Contempla preocupado la reacción de Takala. Sí, preocupado, no le importa admitir para si mismo que la mujer, incluso si es bruja, le preocupa, aún cuando los demás sospechasen de ella.
Un grito así no se finge, desgarra la garganta con solo intentar imitarlo. Es auténtico dolor. No cree que sea una treta ni nada parecido. Luego el silencio, corto pero desesperanzador. Solo Maclo lo rompe, asustada. No ha salido corriendo, ignora si paralizada por el miedo, pero la ve coger por los hombros a Takala, intentar hacerla reaccionar.

Él comprueba haber dejado todas las armas en el suelo. ?Tú tampoco sabes lo que hacer- Desde luego no es un curandero. Todo lo que sabe del cuerpo consiste en dañarlo para librarse de los adversarios. Aún así, tal vez pueda ayudar. ?Si las cosas se ponen feas, espero que alguien me cubra- Es una especie de broma, pero ni se molesta en sonreír, no hay tiempo.
Respira hondo, se arma de valor, pues los muertos son demasiado riesgo incluso para él, y corre en dirección de las dos mujeres. Al llegar mira a Maclo ?Recoge su ropa e intenta cubrirla. Si la dejamos desnuda se helará- Él comprueba si aún respira, o si tiene pulso. Le dará un par de bofetadas, no muy fuertes, mientras repite su nombre, para ver si reacciona.
No sabe nada de magia o pactos con fantasmas, pero sabe que el frío extremo es muy difícil de soportar. Tendrán que calentarla. No cree que importe mucho sacarla de aquí, después de todo, sin ella tampoco van a poder hablar con espíritu alguno. Por tanto habrá que moverla y buscar un lugar donde puedan hacer algo similar a una hoguera, aunque en estas circunstancias resultará difícil.
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Re: Hechicería y Acero

Mensaje por Thorontir »

Acherus

¿Como lo había llamado aquel hombre, aquel sureño afeminado que se empeñaba en que hombres hechos y derechos usasen plumas en lugar de espadas? Tenía un nombre curioso cuanto menos... Tenía algo que ver con mecanismos... ¡Eso era!

Aquel momento era el fulcro sobre el que los dioses les moverian definitivamente. Era la llave que les abriria un destino u otro. Y era, sobretodo, lo que daría muerte a los que habían sobrevivido por suerte hasta ahora. Probablemente a Bazag, que ya se adelantaba.

"Los muertos quieren vida, eso es lo que quieren. Quieren sentir de nuevo, quieren irradiar calor, quieren tocar cuerpos vivos y vivir de nuevo. ¿Que otra cosa podrían querer? Takala... Quizá ya no sea ella misma. Quizá parte del trato consista en ceder su cuerpo, quien sabe por cuanto tiempo, a ese muerto."

Acherus había oido historias de posesiones, muchas veces. De muchos tipos, además, pero recordaba perfectamente una que incluia sacerdotisas negras invocando a demonios para que poseyesen sus cuerpos, allá en las junglas más alejadas de la civilización, las junglas demasiado cercanas a Estigia... No, no se acercaría a Takala, pues en aquel momento le parecía la mayor fuente potencial de peligro, más aun que Whosoran.

- No te preocupes compañero, te cubriremos la espalda.

Sabe que posiblemente sonará forzado, quizá incluso suene a lo que es: una declaración sencilla; esperaremos a ver que sucede, nada más.

____
OFF: ==> Acherus estará a la expectativa. Como digo en el turno, piensa que Takala podría haber "negociado" su posesión, quizá vendiendoles a todos. En cualquier caso, cuando Bazag se acerque saldrán de dudas. Si se produce una agresión, al menos serán todavía 3, y podrán prepararse para el contraataque...
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Lord Arzzun
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Re: Hechicería y Acero

Mensaje por Lord Arzzun »

Whosoran

La tensión era inaguantable.
Entre espasmos y cánticos, Takala se movía a unos pocos metros..pero la distancia que parecía separarlas de nosotros era mayor. Sin duda se trataba de autosugestión, de miedos e imágenes proyectados en nuestra mente por las hábiles palabras de Takala..pero tenía la sensación de que, de un momento a otro, algo muy muy malo, muy chungo nos iba a hacer una visita.

Entonces Takala se derrumbó. Dudé un momento...quizás el desmayarse era parte del ritual o visión..quizás estaba ahora del lado de los muertos, hablando con ellos de algún modo..
Entonces Bazag se adelantó.. reaccionó para ayudar a Takala. Era un error, sin duda..pero, por otra parte, también era lo correcto. Yo no lo habría hecho.. todavía tengo el sentido de la supervivencia muy desarrollado.

Esa zorra de Takala debería habernos explicado qué es lo que debería haber pasado...darnos algo de información, contarnos qué se suponía que teniamos que hacer..

Bazag! -digo dirigiendome al negro - quédate ahí con Takala, abrígala si quieres..pero no la saques del cementerio..no todavía. Quizás ésto sea parte del ritual.. Aguanta ahí, te estamos cubriendo! ..luego miro a Maclo..intentando tranquilizarla. Maclo! No ha pasado nada..todavía..pero debes estar preparada para correr hacia aquí, tan rápido como puedas, en el momento en que te digamos.
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guli
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Re: Hechicería y Acero

Mensaje por guli »

25


El intenso frío mordía con saña los huesos de los aventureros. Ráfagas de viento levantaron y arrastraron la nieve, los copos níveos engordaban y golpeaban los rostros hirsutos de los mercenarios, cegándoles a intervalos. Soplaba el aire desde el norte, en violentas sacudidas. Empeoraba el tiempo, la noche se cernía sobre ellos con rapidez. Takala continuaba tendida en el suelo helado.

Bazag corrió. Protegido por sus compañeros, decían ellos. Un mal chiste. El shemita se la jugaba de nuevo; ladrón y jugador, no podía negarse a seguir sus instintos. La abofeteó sin resultado alguno. Maclo la cubrió con el gran manto de piel de oso. Ambos la envolvieron en él, Bazag aguardó conforme a las indicaciones de Whosoran. El corazón le latía apresuradamente, un tambor encerrado en su pecho. El ladrón observaba la palidez de la muerte en la expresión serena de Takala. No parecía poseída ni que les hubiera preparado una trampa. Pero a saber qué sucedía en su cabeza, en su cuerpo. Nadie podía conocer qué ocurrió tras ese cántico. Miró la tumba, igual a las otras, con runas incomprensible talladas en ella.

Nada se movía ni escuchaba aparte del rugido leve de la ventisca.

Más allá, los otros tres hombres esperaban. Ninguno soltaba su arma, atentos, impacientes. Acherus seguro de lo que exigiría ese ?muerto?, convencido de que Bazag no saldría vivo del cementerio. De que era probable que Takala ya no fuese ella. Un estremecimiento le recorrió la espalda. ¿Se sentía preparado para el reto? Puede que en breve lo supiese. Tal vez en un momento se enfrentaría con algo que venía de la ultratumba. A su lado, el corpulento turanio sudaba y maldecía. Su punto de vista era otro, distinto al de Acherus o Bazag; quizás aquello fuese parte del ritual, ¿por qué no? ¿qué sabían ellos de hechicerías y ceremonias semejantes? Recordaba a la Señora de las Taigas, la infame bruja que lo capturó, pero poco pudo obtener de ella en su breve cautiverio.

Bazag esperó unos minutos. Por fin se decidió a llevarse de allí a la mujer. La tomó en brazos y junto a la joven Maclo, aterida de frío, se encaminó hacia sus camaradas. A cada paso temía que detrás de él una sombra se cerniese y lo envolviera en su oscuridad. Llegó al invisible borde y todos juntos se afanaron por abrir un hueco en la pared de un pequeño talud a una veintena de metros del cementerio. Bazag abrazó a Takala, le transmitió su calor, un poco de su vida entretanto los demás encendieron un fuego. Sin embargo la mujer no reaccionaba.

-¿Qué diablos ha podido suceder? No lo entiendo, ¿qué puede haber ahí sino huesos? El alma se la lleva Mitra o desciende al Arallu ?señaló Sablen.

- No sabes de lo que hablas. Ya has visto lo que pasó. No entendemos de estas cosas. Yo no entiendo nada. Yo me quiero morir. Todo es inútil. Inútil ?respondió, desesperada, la maldecida Maclo. Miró con ojos encendidos a Whosoran-. Márchate de aquí, todos, todos.

Lloraba, un torrente de lágrimas desbordado por la desesperanza, el agotamiento físico y psíquico. Se refugió en los brazos del turanio, pero luego, de improviso, se separó, lo miró y, antes de echar a correr, dijo en voz alta:

-¡Es por mi culpa, mi culpa! ¡Acabaré con todo esto!



Imagen

(nevando, claro)

Se lanzó a la carrera bajo la espesa nevada, el ulular del viento, y los últimos rayos de un color dorado apagado que en minutos darían paso a la oscuridad de la noche glaciar, junto a un cementerio sagrado donde reposaba alguien que podía ofrecerles la solución o no a su búsqueda, a cambio, tal vez, de sus vidas. Al lado de una mujer inconsciente, fuente de sus anhelos y final de su destino. Rodeados de sombras donde acechaba algo sin duda peor que las tinieblas.

-¡Maclo, Maclo, vuelve, chiquilla! ?la llamó Sablen, que se quedó mirando sin comprender-.


En ese preciso instante, quizás un poco antes, Takala abrió los ojos. Su azul intenso quiso iluminar la improvisada y diminuta cueva. Fijó su mirada en la de Bazag, habló con un hilo de voz:

-Quiere un alma y...No pude?no pude?

Entornó los ojos, extenuada. Respiraba con cierta dificultada, ligeramente agitada.

No muy lejos, una forma negra como la hiel chasqueó sus mandíbulas. No podíais saberlo ni escuchar tal cosa. Sin embargo, el instinto os reveló que fuese lo que fuese aquello que se movía más allá, aquello que perseguían los hombres-simios, os buscaba esta noche.


OFF

Disculpad el retraso.

Saludos!
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Drakkon
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Re: Hechicería y Acero

Mensaje por Drakkon »

Bazag

Espera, y la espera se le hace eterna. Whosoran tiene razón, no saben nada del ritual. Todo esto podría ser una parte más. Primero rezas y luego te desmayas, ¿por qué no?, ¿a caso tiene la más mínima idea de magia?
Nota la tensión crecer a cada segundo. Es distinto a los momentos previos de un combate, donde también existe esa incertidumbre de ignorar lo que pueda ocurrir en unos instantes. Normalmente disfruta de esos instantes, cuando no sabe si va a vivir o morir. Ahora no, está aborreciendo cada segundo, que le parece eterno.
Se supone que debe esperar, si, ¿pero cuanto?, porque el cuerpo tiene unos límites, y si no le dan calor al de Takala, haya obtenido sus respuestas o no, va a morir.

Al final acaba levantándola tras mirar a Maclo ?vámonos-. Encontrar un lugar para cobijarse del frío suena más bien a chiste barato, pero consiguen un escondrijo donde al menos el viento no les da de lleno. Abraza a Takala mientras los demás encienden un fuego. Si la mujer ha muerto se quedan sin otro camino a seguir, porque ellos jamás encontrarán un modo de ayudar a Maclo. Además, a Bazag no le gustaría que ella muera. Los demás pueden ser más desconfiados, pero lo cierto es que ha intentado ayudarles sin pedir nada, ha hecho todo este viaje con ellos. Si su recompensa va a ser morir inútilmente?

Poco más pueden hacer, esperar de nuevo. Un signo de vida, una reacción. Debería ir pensando cuales son los siguientes pasos, aunque es incapaz de concentrarse. Jamás ha sido demasiado planificador, deben cruzar cada puente cuando lleguen a él. Ahora lo más importante es mantenerse vivos al menos unas horas más.
A falta de una solución mejor, recurre al único método que se le ocurre, abrazar a Takala para transmitirle calor. En el desierto lo hacían las noches especialmente frías, aunque no llegaban a los extremos de este lugar. Quizás se lo esté imaginando, pero diría que da pequeños resultados, al menos está recuperando algo de color.

Maclo explota, debe haber aguantado cuanto era capaz de aguantar. Otra persona se quedaría callada. Otros están arriesgando la vida por ella, y ella está acostumbrada a estar protegida, a estar bien atendida. La reacción habitual en la nobleza suele ser aceptar el sacrificio como quien oye llover. La muchacha sin embargo no aguanta más porque sabe el riesgo en el que está poniendo a los demás. Un buen corazón enfrentándose a esta clase de problemas. No es justo, pero la vida no suele serlo. Ella es incapaz de entender que está tratando con mercenarios, que si no estuviesen arriesgando sus vidas aquí lo estarían haciendo en otro lugar, por un precio mejor o peor.
Saberlo no le hace sentir mejor ni a él. Admite, al menos para si mismo, que también se ha asustado más de la cuenta cuando Takala ha caído, y seguirá intranquilo hasta verla reaccionar. Él puede aguantarlo, ha vivido rodeado de muerte durante mucho tiempo. La chica por el contrario ya es incapaz de seguir mostrando entereza.
Comienza a correr. Debería salir detrás y traerla, aunque sea a rastras. Lo hará si los demás no reaccionan, pero esperara hasta el último momento porque es importante seguir transmitiendo calor a Takala. En cualquier caso, es mucho más rápido que Maclo, mientras no se transforme, podrá alcanzarla con facilidad.

Tanto si tiene que traerla de vuelta él como si lo consiguen otros, porque no va a dejarla ir sin más, hablará con ella. Las palabras serán duras, pero tiene que hacerlo. ?Escúchame, Maclo- Intenta sonar firme, pero no duro. No se trata de reprenderla por su actitud. Es una buena chica. ?Tú no tienes la culpa de esto, la tiene esa bruja. No nos has obligado a venir a ninguno de nosotros, somos libres de dar la vuelta, de decir que no te encontramos, pero estamos aquí. Para llegar, durante el camino, perdimos a varios hombres, antes de encontrarte. Sabes por lo que hemos pasado después. Yo, sin embargo, soy incapaz de imaginar por lo que has pasado tú, pero si sé algo únicamente con escucharte, y con mirarte a los ojos. Detestas que la gente esté sufriendo por intentar ayudarte. Lo entiendo, salir corriendo parece fácil, pero no lo es. Ahora quiero que seas tú quien entienda algo. Cada uno tiene sus motivos para escoger este tipo de vida, pero lo importante es que estamos aquí, que ha sido duro para todos. Si ahora te alejas, si te rindes, todo habrá sido inútil. El sufrimiento que crees haber causado será para nada. Takala ha arriesgado su vida por ti, los demás también lo hemos hecho. Si te vas, tal vez dejaríamos de arriesgarla, pero ¿qué sentido tendría por lo que ya hemos pasado? Te lo repito, nada de esto es culpa tuya, pero si eres incapaz de verlo así, al menos piensa que nosotros necesitamos creer que podemos ayudarte, necesitamos creer que tanto esfuerzo, dolor, y sufrimiento, ha sido por algo. Tienes que ser fuerte, aguantar, un poco más.-

Takala ya ha reaccionado. Los muertos quieren un alma. Era previsible, ¿qué otra cosa pueden querer?. ?¿Y cómo se la cobrarían?, ¿es necesario querer darla?- Puede parecer una pregunta fría, pero Bazag no deja de ser un mercenario. En esta tierra hay enemigos, seguidores de la bruja. A sus ojos son buenos candidatos, si sirve cualquiera. De todos modos le preguntará todo cuanto le hayan dicho, pero al final añadirá ?Has hecho lo que has podido, ahora descansa- sonríe ?Te hará falta-

Como luchador está acostumbrado a tener cuidado con cuanto lo rodea. A prestar atención a sonidos, imágenes lejanas, olores? y por supuesto al instinto. En este momento algo le dice que les acechan. Si piensa en las últimas jornadas, debe ser la criatura de la que ?hablaban? esos salvajes. La situación da que pensar. ?Si alguien más tiene la sensación de estar siendo acechado, tal vez este sí os parezca un buen momento para prepararnos- Si es una bestia tal vez tenga miedo al fuego, lo duda, pero merece la pena probar. Es conveniente repartir hogueras, en caso de poder encenderlas, alrededor del improvisado campamento. Como poco les permitirán ver durante la noche. La siguiente parte del plan sería distribuirse de forma que todos estén a una distancia razonable de los demás, por si hace falta ayudar, y cubran todos los flancos posibles, incluso los impensables. Por otro lado, comprueba si es posible excavar en este suelo. Quiere hacer una trampa. Un agujero, se cubre con un trozo de tela y se le echa nieve encima. Luego atraen a la bestia, por tanto conviene un buen agujero. Prefiere atraparla viva porque, si lo piensa, esa bestia podría ser una víctima anterior de la misma maldición que Maclo. Podrían aprender algo al apresarla con vida. En cualquier caso, no sabe lo que harán los demás, confía en que aporten más y mejores ideas, pero él va a prepararse para una noche movida. Hasta entonces, hasta que llegue el momento, seguirá al lado de Takala, aún no ha recuperado demasiadas fuerzas.
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Thorontir
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Re: Hechicería y Acero

Mensaje por Thorontir »

Acherus

Acherus buscaba en derredor, sin saber muy bie que esperaba ver. Apenas prestaba atención a las palabras de sus compañeros, sobretodo despues de escuchar a Takala. Sus palabras, aunque enigmaticas, confirmaban sus pensamientos y temores, según entendía. Y algo más: el muerto había rechazado a Takala. Eso le atemorizó un poco más. ¿Buscaria un cuerpo más apto ese muerto? Quizá se quedase el alma y utilizase e cuerpo de la víctima, en ese caso el ideal sería el de uno de los guerreros. O lo que era peor aun, quizá no quisiese un alma maldita. En ese caso las posibilidades se reducia aun más: Sólo Sablen, Bazag y él, excluyendo a Whosoran, que sería la elección ideal para Acherus, en caso de que bastase cualquier guerrero. O quizá no: si debian enfrentarse despues al cuerpo poseido, sería mejor entregar al más débil. Además, posiblemente Bazag se negase a sacrificar a nadie, si llegaban a eso. Probablemente se ofrecería a sí mismo, el muy estúpido.

Seguía buscando, nervioso, pero no pudo evitar meterse con Bazag.
-Si es ahora cuando vas a prepararte, deberías haber muerto ya. Pero debes de tener mucha suerte, supongo. En cualquier caso, si somos atacados ahora quizá obtengamos un alma que entregar. De n ser así, quizá Takala deba enseñar a otra persona como ofrecerse, para ver si es suficiente... suponiendo que alguien esté dispuesto a ese sacrificio...

Dejó flotar sus últimas palabras, sin saber muy bien a quien mirar. Sablen, por amor a la chica, podría ofrecerse. Eso no le convenia. Bazag, tampoco, y era aun más probable que se ofreciera. Pero el turanio... siendo como era la mejor elección para Acherus, sabía que no podría influirle.

_____
==> Off: Lo dicho, Acherus abogará por intentar el ritual de Takala con otra persona. Obviamente ni se ofrecerá ni consentirá en ser designado como *esa* persona. Si hay discusión, abogará por que sea Whosoran, argumentando que es "el más poderoso fisicamente, y el único que se ha enfrentado a la bruja y ha escapado indemne". Si Sablen o Bazag son designados, bueno, rezará por ellos... ...si alguna vez vuelve a la seguridad de una gran ciudad :D
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Lord Arzzun
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Re: Hechicería y Acero

Mensaje por Lord Arzzun »

Whosoran

Finalmente, Bazag trae a Takala, arrastrándola fuera del cementerio. Quizás la bruja ya no despertaría más, a pesar del calor de Bazag..a pesar de haberla sacado de allí.
Un sentimiento de incertidumbre, de no saber cómo y a dónde seguir, empezó a perturbarme..haciendome sentir torpe y vulnerable al mismo tiempo. Tan torpe que no supe anticiparme a Maclo y a la tremenda desesperación que debía sentir.. Ella no quería que nadie muriese por ella.. .pero eso era algo que no debía elegir.
Sablen, Bazag!-grito- no dejeis que se vaya!
Quería a la chiquilla..pero no iba a correr tras de ella. Era complicado tratar sentimientos tan puros, tan desgarradores.. y sinceramente, no era lo mío. Lo mío era matar, pelear y hacer que otros pelearan.. ya perdí la oportunidad, hace mucho tiempo, de convertirme en una persona diferente.
Cuando volviese Maclo, pondria mi mano en su mejilla y le diría, con gesto serio..
Te dije que te devolvería el favor..y no eres quien para evitar que lo haga. Todos conocemos los riesgos y todos estamos aquí. Debería sentirte dichosa por tenernos..y no tener que ahogar tus penas sóla, aullando a la luna.

Luego me volvería hacia Takala..un rato despues de que abriese los ojos..dándole tiempo para poner su mente en funcionamiento de nuevo.
Me arrodillo a su lado y guío su cabeza con mi mano, para hacer que me mire a la cara..
Qué es exáctamente lo que no pudiste hacer? Qué es todo eso de que quiere un alma? Explícate mujer-miro a Bazag, que parece escrutar los bosques cercanos, buscando algo-..quizás no tengamos mucho tiempo...
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Drakkon
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Re: Hechicería y Acero

Mensaje por Drakkon »

Bazag

Le sorprende la reacción de Whorosan. Debería ser él quien salga corriendo para alcanzar a Maclo. Puede llegar a entenderlo. Uno puede aprender a luchar, pasar toda la vida matando, evitando que te maten. Muchos dirían que acabas perdiendo toda emoción, todo sentimiento, que cuando llega un momento importante no eres capaz de enfrentarlo, que tan solo sirves con un arma en las manos. Se equivocarían, es algo distinto. Puedes aprender a luchar, a esquivar golpes, encajarlos. Puedes yacer con cientos de mujeres a lo largo de los años. Tratar con una por la que realmente sientes algo, cuando nadie te ha enseñado como actuar en estas situaciones, es distinto. Ellos son luchadores, mercenarios. Algunos temas, sencillos para otros, les son completamente ajenos. -La detendré, pero ella preferiría que fueses tú-*

Ignora a Acherus, han viajado el tiempo necesario para saber que en los momentos de calma su compañero siempre busca el enfrentamiento verbal. No puede culparle, conoció a un tipo que se hacía cortes en el antebrazo en situaciones tensas. Además, hace falta más que eso para provocarle. Podría recordarle que sugirió esperar a la supuesta bestia en otro lugar, para tener la ventaja de su lado. Daría igual, ya está hecho. Por su parte se preparará, aunque tenga que hacerlo solo. No necesita ayuda para intentar distribuir el fuego mejor. Para cavar no cree que le de tiempo, así que descansará, al lado de Takala. Si no puedes estar completamente preparado para el combate, es mejor estar fresco. ?Como si no estar fresco fuese posible en este lugar- Sonríe para sí mismo.

Comprueba que todas las armas estén en buenas condiciones. Será mejor dejarlas desenvainadas, evitará problemas para luego.
Puede que todo esto solo sea alucinaciones suyas. Su instinto se ha disparado, pero los demás no se muestran especialmente nerviosos. Sería irónico que precisamente él, Bazag, el rey de la temeridad, el as de la improvisación, fuese quien acaba siendo un paranoico. Ser precavido por una vez no le hará daño.

También esperará las respuestas de Takala, si decide darlas, pero parece muy cansada. Si no quiere responder a las preguntas de sus compañeros, o a las suyas propias, lo entenderá. La mujer se ha ganado un descanso.

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*El diálogo que expuse en el post anterior, en teoría era cuando alguien trajese a Maclo de vuelta, o cuando Bazag la alcanzaba. La verdad es que dí por hecho que Bazag sería más rápido que Maclo, al menos en su forma humana, y no le costaría llegar hasta ella. De todos modos, si interpretas que habló con la muchacha antes de que esta salga corriendo, me vale igual, pero Bazag luego intentaría alcanzarla igualmente y llevarla de vuelta. Si quiere decidir que se marcha, que lo haga con la cabeza más fría xD.
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guli
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Re: Hechicería y Acero

Mensaje por guli »

26


Maclo escapó. De sí misma, de los mercenarios, de su destino. Arrastrada por su miedo y angustia. La desesperación como única guía. Corrió, se sumergió en la nevada, tragada por la ventisca y la nieve que caía sin parar. Y entonces se demostró la clase de hombre qué era cada uno de los presentes. Sablen, el hercúleo aquilonio, dudó. El guerrero no temía a nada, nunca desfalleció en el campo de batalla, era el primero en entrar en combate. Sin embargo aquí, acosado por el frío, por sus demonios, por el miedo al más allá, a lo desconocido, no reaccionó. Whosoran, hielo en su mirada y en su pétreo corazón, acostumbrado a mandar, tan solo miró y dio órdenes; no era el jefe, pero lo llevaba en la sangre. ¿Qué sentía en realidad por Maclo? Tal vez, tal vez, sería preferible acabar con todo esto ya. La locura iba demasiado lejos. O puede que sencillamente no estaba preparado para afrontar esos sentimientos una vez más. ¿Y Acherus? El caballero no se inmutó; vio a la joven adentrarse en aquel mundo níveo de desolación infinita y no movió un músculo. Su bolsa de oro se alejaba, quizá él ya estaba cansado de todo este sinsentido. Quedaba Bazag, el ladrón shemita, que no necesitó escuchar a Whosoran para tomar una decisión. Preguntó a Takala, Acherus habló con él, sin embargo cualquier respuesta quedó en el aire, pues Bazag abandonó el precario refugio en pos de Maclo.

La fuerte nevada le salió al paso. Ráfagas de aire arrastraban los gruesos copos de nieve, y levantaban nubes blancas del suelo. Acuchillaban su rostro curtido, le impedían ver con claridad, y las huellas de Maclo se borraban pronto. Corrió un tramo, fustigados sus oídos por el silbido del viento, sus ojos lacerados por la nieve. Se detuvo un instante, comprobó que Maclo había caído en una ocasión, así se lo mostraba el rastro que se desvanecía de ella. Una mano se posó en su hombro, al girarse se topó con Sablen, el gigantón se había decidido al final a ayudarle. Siguieron juntos y al poco lograron ver una figura borrosa apenas a diez metros delante de ellos; sin duda se trataba de la muchacha que corría como un gamo. Sablen achicó los ojos:

-¡Mitra! Va desnuda. ¡¡Maclo, MACLOOOOOOOOOO!!

La mujer no se detuvo, no podía oírlos con aquel estruendo creado por los elementos. Desnuda. Eso revelaba mucho acerca de sus intenciones. Corrieron de nuevo, seguros de poder alcanzarla, la silueta se perdió oculta por la nieve, sus huellas se desdibujaban. De pronto, perdieron pie y cayeron en una hondonada, rodando por la pendiente de un talud de nieve, varios metros. Al ponerse en pie, no tenían idea de hacia donde se dirigió la chica. Avanzaron unos pasos, llamándola, gritando a voz en cuello. Trotaron. De súbito dos sombras surgieron al frente, a unos seis metros, corriendo hacia ellos. Sorprendidos unos y otros, la pareja también se detuvo. Dos enormes hombres-simios de aquellos, encorvados, corpulentos, los observaban, enarbolando sus toscas mazas, inquietos, perplejos, sin decidirse a atacar. Sablen desenvainó su espadón. De pronto, uno de los hombres de las nieves alzó el brazo y señaló hacia detrás de Bazag y Sablen. Repitió varias veces una palabra que a Bazag le sonaba?sí, era la misma que escuchó cuando Takala trató de entenderse con ellos. El hombre gruñía, señalaba más allá, e insistía en ese nombre; el otro parecía impaciente, golpeaba una y otra vez el suelo con su maza, gruñendo igualmente.

?

En la diminuta oquedad transcurría el tiempo, ambos mercenarios, Whosoran y Acherus, nerviosos, intranquilos. Acherus le daba vueltas a la frase de Takala, seguro ya de que tenía razón en su idea original; su mente maquinaba alguna solución para el problema, sin que le salpicase a él. Whosoran intentaba discernir alguna cosa en la tormenta de nieve, y para su desespero, los dos compañeros no regresaban. Takala le miró con desgana, una ojeras pronunciadas se marcaban en sus bonitos ojos. Contempló un instante a los dos guerreros, y no pudo disimular la punta de despreció que bailaba en sus punzantes pupilas. Bajó los párpados, y, poco a poco, desgranó su historia: *

-Es el padre de mi madre. Lo mataron los de su propia aldea. Enterraron aquí su cuerpo, en este cementerio embrujado. Ninguna alma sale de él sino se cumplen las reglas. Me hablaba a veces en sueños, cuando yo era más joven.

Abrió los ojos, cansados, pero de una mirada intensa que casi hacía daño mirarla directamente. Prosiguió:

- Pensé que su amor hacia mí le haría ayudarme. Me dejé engañar, a sabiendas de que su alma torturada solo desea salir de su encierro. No os dije nada, segura de que en tal caso no lo harías. Además, pensaba ofrecerle la mía, y eso hice, ¿qué más me daba? Yo estoy maldita y puedo salvar a Maclo. Pero no la acepta, supongo que por eso mismo. Me hizo mucho daño, mucho. Es un?no es él, ya. Lo sabía, claro que yo lo sabía. Pero creí que quizás?Oh, dioses ?miró a Acherus-. Un alma entra, otra sale. Ese es el cambio.

Calló. Abrió mucho más los ojos. Los dos mercenarios lo notaron también. Algo se acercaba. La espada de Acherus siseó en su vaina, el acero del turanio la acompañó. Tensos, alertas, igual que felinos prestos al ataque. Takala se encogió en su rincón. Estaba asustada, asustada de verdad. Nada causó antes tal emoción, ni la primera tormenta, o la cueva, o la lucha con los hombre simios. Ahora sí.

- Está ahí. El demonio o la fiera ?susurró con voz apagada-.

Por solo un segundo, Acherus no fue decapitado. Acherus vio la garra, una centella en la nieve y pudo esquivarla. Su espada replicó pero solo hendió la nieve que caía. Whosoran a su vez lanzó un golpe circular dirigido a una sombra. Erró. No obstante en ese momento podía alegrarse: era hora de pelear y matar. O de morir. La nevada se intensificó más si cabe. La figura siniestra tomó forma, allí, medio cubierta de nieve, unos instantes. Takala no pudo reprimir un grito, luego se mordió los labios. Una mujer dura, rebasada también por las circunstancias. Después desapareció aquello. No, no se había ido. Se agazapaba a escasos metros.

Preparada para devorarlos.


algo así...

http://www.aumania.it/fa/brom/072.jpg




OFF

Efectivamente, habéis dado por seguro que Bazag alcanzaría a Maclo. Desde luego, él sería más rápido, pero tened presente que ella echa a correr, no habéis podido cogerla, y además, nadie reacciona de una forma rápida?Yo también pensé que Bazag la alcanzaría, sin embargo la nevisca está siendo un elemento muy poderoso en contra. Dejaremos el diálogo para más tarde, si la encuentra? Lo mismo digo para lo que le dice Whosoran Lo lamento, Drakkon, ha sido una buena exposición bien narrada. Bueno, tampoco influirá demasiado si queremos pensar que trata de convencerla antes, solo que no lo logra?

Las cosas se están torciendo?esto no tiene buena pinta XD.

* Recordad que esta información no lo escuchan Bazag ni Sablen.
No somos los jugadores. Somos el juego
Lo difícil de la idea es tener voluntad de llevarla a cabo http://nacionrolera.org/viewtopic.php?f=55&t=11241
Crónicas- http://www.nacionrolera.org/viewforum.php?f=316
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Thorontir
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Re: Hechicería y Acero

Mensaje por Thorontir »

Acherus

En ocasiones, Acherus odia tener razón. En los últimos dias, casi siempre que la ha tenido, lo ha lamentado. Y parece poco probable que eso vaya a cambiar.

"Pero si he de morir, mejor hacerlo luchando, con acero en las manos y amenazas en la boca. Morir de frío, de cansancio, eso si que no podría soportarlo..."

-Turanio, es ahora o nunca. Si lo jodemos bien, quizá tengamos una pequeña reunión familiar, Takala y su abuelo. En cualquier caso es matar o morir, así que espero que sepas luchar al menos tanto como hablar. -Sabía que otro tanto podía aplicarse a él mismo, pero aquella puya a Whosoran era un modo como cualquier otro de obligarse a sí mismo a reaccionar. Tendrian que intentarlo: esa criatura los seguiría si intentaban huir, eso era seguro. Tanto como que acabarian con la espalda partida por una de esas enormes garras. Ah, cuanto daría Acherus por estar a lomos de un caballo, con una lanza de fresno, flexible y mortal, apuntanto hacía la bestia... Y sin embargo, un hombre rara vez escoge sus circunstancias, cuando llega el momento decisivo.

Extrañamente, Acherus recuerda al ofireano que lo inició en su segunda vida. Luchar o morir, esa había sido la elección que tuvo que realizar. Esa era la elección que un hombre debía realizar, cada instante de su vida. Esa es la decisión que ha de tomar ahora, aunque está tomada hace tiempo. Luchará mientras pueda, y cuando esto acabe, escupirá a la muerte a los ojos. La muy perra no merece más.

-Takala, si puedes ayudar de algún modo, hazlo, maldita sea. Y si no puedes, corre. - Correr tampoco servirá a Takala, pues si Whosoran y él caen, los demás también lo harán, pero al menos tendrán un estorbo menos. Además, si la cosa sale bien, y sobreviven a esto, sin testigos podrá encargarse de Whosoran, suponiendo que también sobreviva.

Acherus afianza los pies en el suelo, flexiona las rodillas esperando el ataque, y sonrie.
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Re: Hechicería y Acero

Mensaje por Drakkon »

Bazag

Corre, y lo hace solo. Comprende que muchos no supieran reaccionar al ver a Maclo alejarse, les pilló por sorpresa, ¿pero después tampoco? Lo entiende de Acherus, vino aquí por dinero, pero no de Sablen ni de Whorosan. Uno ha protegido a la chica desde hace años, el otro dice estar enamorado de ella. ¿Entonces cómo pueden dejarla ir? Chasquea la lengua, a él debería darle igual, pero allí está corriendo entre la nieve, en soledad. También habría preferido quedarse atrás, pero no se lo planteo. Supone que no todos los mercenarios son iguales. Él ha luchado por dinero, muchas veces. Ha robado, incluso ha matado. No piensa mucho en ello, en lo que dejó por el camino, pero sabe que en el fondo sigue siendo él mismo. Tal vez aún no ha visto lo suficiente como para dejar de ser un hombre, una persona. Tal vez los demás olvidaron que al vender sus habilidades de combate no estaban vendiendo también sus almas, aún deberían tenerlas allí dentro.

De pronto una mano se apoya en su hombro. Sablen también está allí. Ha conseguido superar sus miedos, sus demonios, e ir tras la muchacha. Bazag asiente, es lo más parecido a una respuesta que puede darle en este momento. Diez metros son demasiados en plena ventisca. Había pensado que Maclo correría mucho menos, juzgó mal su desesperación*. Realmente quiere dejar todo atrás. Tenían que haberla agarrado mientras estaban a tiempo. Ella no tiene la culpa de haber sido maldita, pero es demasiado buena para comprenderlo.

Va desnuda, eso puede significar dos cosas. O está aceptando que va a convertirse en loba para siempre, o tiene pensado intentar repetir el ritual ella sola. No conoce el ritual, sabe que no lo conoce. Tan solo quiere dejar solo atrás. Eso lo complica todo porque es imposible preveer donde va a ir. Para alcanzarla debe correr como ella, poniendo todo el espíritu en cada paso. Es más rápido, está mejor entrenado, pero el mismo entrenamiento juega en su contra. Conservar fuerzas, dar zancadas medidas, protegerse mejor de la ventisca. La chica olvida todo eso, ni siquiera debe notar el frío. Más vale imitarla o jamás podrá moverse de forma bastante veloz.

Ruedan por una ladera. Se pregunta si Maclo también lo habrá hecho porque de lo contrario acaban de perderle la pista. Bazag se levanta furioso, gritando. Una mala idea, tiene por costumbre ser más discreto, pero ahora quiere que le encuentren. ?Piensa. La has seguido en línea recta, ella también debe haber caído por aquí. De lo contrario la habrá bordeado- Es importante recordarlo, corría de forma impulsiva, no pensando en la mejor ruta.

Mientras piensa ve dos siluetas. Esos hombres les han seguido hasta aquí, solo pueden haberlo hecho buscando pelea. Ya tiene la espada en las manos cuando reconoce cierta palabra, si se le pueda llamar así. Hablan de la bestia. Se gira rápidamente hacia donde señalan. ?Creo que hemos venido por allí- Con la caída no está seguro. Eso significa que la bestia, si existe, irá pronto al campamento** -Sablen, vuelve atrás a avisarles. Yo encontraré a Maclo y volveré con ella- Mira a los hombres simio. No puede perder mucho tiempo con ellos, ya lleva demasiada desventaja.

Si la joven ha caído por aquí, debe correr? en la dirección más sencilla, donde encuentre menos resistencia. Debe concentrarse en ella. Correrá a la máxima velocidad posible, gritando a cada paso. Pocas precauciones, hoy no puede permitírselas.
Si avanza una distancia prudencial sin encontrar ningún rastro? recurrirá al azar. Todo o nada. Lanzará uno de sus cuchillos dando vueltas al aire, hacia donde caiga la punta irá.
No puede buscarla indefinidamente, claro, pero tardará un buen rato antes de darse por vencido.

-------------------------------------------------------------
*Hombre, lo de no haberla alcanzado? si las cosas siempre saliesen bien en las partidas de rol, no habría emoción xD. Si la alcanza ya le soltará el mismo royo.
**Bazag sobrentiende que aún no ha llegado. Bajo su punto de vista, la bestia debe ser algún animal muy grande, y es más lógico que ataque de noche (Es lo que pensé al leer mi parte del turno, y no estaría bien si cambio de idea solo porque sé que no es así.)
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