Un nuevo comienzo
Moderador: guli
Re: Tribulaciones de un khitano en Hyboria
9
Decidieron que Zhang y Aniuska corriesen el riesgo de presentarse como atribulados comerciante y, tal vez amante o guardia de su séquito más bien, perseguidos por despiadados asaltantes, cosa no inusual en todas esas latitudes. Con algunos jirones de ropa rotos, manchada su ropa de barro y ligeras gotas de agua simulando sudor, el oriental y la amazona aparecieron corriendo y sofocados frente a unos sorprendidos hombres que pronto la mitad de ellos desenvainaron sus armas. Zhang cayó y rodó por el suelo, y, como excelente actor, clamó y gritó pidiendo socorro y ayuda pues no lejos de allí un grupo de bandidos robaban y mataban a sus hombres y esclavos. Aniuska interpretó decentemente su papel, no dejando de gritar y chillar como una histérica, con acongojada expresión de miedo impresa en su hermoso rostro. El elegante hombre enseguida se aprestó a consolar a la mujer, tratando de calmarla con un abrazo comprensivo no dejando de lado las ondulantes forma de Aniuska. Se tragaron el cuento y aunque la distancia era corta, cuatro de ellos montaron a caballo y desaparecieron en la espesura, donde los escondidos mercenarios dieron cuenta de ellos: Nio derribó a uno de un hachazo, Gael tumbó a otro y le atravesó el pecho con la espada, mientras Elentor y Vlaka se deshacían de los otros dos.
Junto al arroyo, uno de los hombres escuchó algo, agudizando el oido, y se pusieron en guardia. En tromba entraron tres de los bandidos, a la vez que Vlaka descargaba dos flechas contra uno de los arqueros, y Aniuska le robaba el cuchillo a uno de los centinelas y le cortaba el cuello acto seguido; luego, Elentor le lanzó su espada todavía en la vaina. Aniuska quedó así enfrentada al amo de los carruajes, que, con ojos como platos y visiblemente pálido, alzó su espada de puño enjoyado para batirse con ella. Gael le cortó el antebrazo a otro de los guardianes y lo remató de un golpe en el cráneo. Los dos sirvientes se aprestaron a coger sus aceros y con más miedo que valor en el cuerpo se lanzaron a por Gael uno y el otro hacia Zhang, el más indefenso en apariencia. El último de los guardias le plantó cara a Nio, al que esquivó y le hizo un tajo en el brazo izquierdo. En el follaje, Vlaka preparaba un nuevo tiro. Elentor, al ver huir a toda prisa al par de doncellas que gemían y rogaban a Mitra que las protegieran de estos asesinos, se fue tras ellas como un tigre tras de su presa.
<<<<<<<
Decidieron que Zhang y Aniuska corriesen el riesgo de presentarse como atribulados comerciante y, tal vez amante o guardia de su séquito más bien, perseguidos por despiadados asaltantes, cosa no inusual en todas esas latitudes. Con algunos jirones de ropa rotos, manchada su ropa de barro y ligeras gotas de agua simulando sudor, el oriental y la amazona aparecieron corriendo y sofocados frente a unos sorprendidos hombres que pronto la mitad de ellos desenvainaron sus armas. Zhang cayó y rodó por el suelo, y, como excelente actor, clamó y gritó pidiendo socorro y ayuda pues no lejos de allí un grupo de bandidos robaban y mataban a sus hombres y esclavos. Aniuska interpretó decentemente su papel, no dejando de gritar y chillar como una histérica, con acongojada expresión de miedo impresa en su hermoso rostro. El elegante hombre enseguida se aprestó a consolar a la mujer, tratando de calmarla con un abrazo comprensivo no dejando de lado las ondulantes forma de Aniuska. Se tragaron el cuento y aunque la distancia era corta, cuatro de ellos montaron a caballo y desaparecieron en la espesura, donde los escondidos mercenarios dieron cuenta de ellos: Nio derribó a uno de un hachazo, Gael tumbó a otro y le atravesó el pecho con la espada, mientras Elentor y Vlaka se deshacían de los otros dos.
Junto al arroyo, uno de los hombres escuchó algo, agudizando el oido, y se pusieron en guardia. En tromba entraron tres de los bandidos, a la vez que Vlaka descargaba dos flechas contra uno de los arqueros, y Aniuska le robaba el cuchillo a uno de los centinelas y le cortaba el cuello acto seguido; luego, Elentor le lanzó su espada todavía en la vaina. Aniuska quedó así enfrentada al amo de los carruajes, que, con ojos como platos y visiblemente pálido, alzó su espada de puño enjoyado para batirse con ella. Gael le cortó el antebrazo a otro de los guardianes y lo remató de un golpe en el cráneo. Los dos sirvientes se aprestaron a coger sus aceros y con más miedo que valor en el cuerpo se lanzaron a por Gael uno y el otro hacia Zhang, el más indefenso en apariencia. El último de los guardias le plantó cara a Nio, al que esquivó y le hizo un tajo en el brazo izquierdo. En el follaje, Vlaka preparaba un nuevo tiro. Elentor, al ver huir a toda prisa al par de doncellas que gemían y rogaban a Mitra que las protegieran de estos asesinos, se fue tras ellas como un tigre tras de su presa.
<<<<<<<
Re: Tribulaciones de un khitano en Hyboria
ZHANG XEI
A pesar de mis palabras, estas fueron desatendidas y me tocó, como siempre bailar con la más fea?por decirlo de alguna forma. Mientras rompía todavía más mi, ya de por sí maltrecho ropaje, no pude evitar mirar de soslayo a la mujer, la cual rompió parte de su blusón dejando a la vista una considerable porción de su cuerpo. El deseo se despertó en mí. Odiaba a aquella mujer con toda mi alma, pero ello no impedía que viese en ella la hermosura salvaje de su cuerpo? Todo se preparó raudamente. En cuestión de escasos segundos estaban todos los demás escondidos en la espesura, mientras que Aniuska y yo nos terminábamos de preparar. Miré con aire crítico a la mujer, mientras me ensuciaba con polvo la ropa? Mojé uno de mis dedos en una de las bolsas de agua y me acerqué a la mujer. A pesar de su mirada recelosa y de notar que su cuerpo se ponía tenso como dispuesto a lanzarse hacia mi, evité mostrar miedo ni titubeos?Como si no me hubiese dado cuenta, continué mi avance hasta ponerme a su lado y mojarle los ojos?con un poco de colorante negro?
- Así parecerá más realista?Una ?dama? que no llora ante situaciones de peligro?no es una dama. ? Dije volviéndola a mirar a la vez que asentía y sonreía para mis adentros?Seguro que aquella puta no había llorado en su vida? - Que comience la función¡¡ - Añadí haciendo una señal a los demás para que se prepararan?.
Dicho esto salí corriendo de forma errática mirando sin cesar a mis espaldas como si esperase ver aparecer al mismísimo diablo del bosque en mi persecución, mientras emitía un chillido estridente y pedía auxilio, mostrando una cara de terror y pánico. A mi lado y de la misma guisa, corría de forma torpe y trastabillando continuamente Aniuska. Tropecé con una raíz por despistarme nuevamente mirándole aquellas partes de su cuerpo que caprichosamente se mostraban en la carrera. Caí estrepitosamente al suelo, pero aquello ayudó a dar credibilidad a la historia y nadie se percató de mi mirada hacia las curvas de la mujer antes de caer. Levantándome de forma apresurada, continué corriendo, simulando una falsa cojera en la pierna como consecuencia del golpe, el cual, la verdad sea dicha de paso?me había dolido realmente.
Llegamos al claro donde estaba el pequeño convoy, con los hombres preparados ante un posible ataque. Al llegar me lancé al suelo a los pies del que parecía ser el señor?. Me miraban con cierto resquemor, pero mis lloriqueos y la ansiedad que parecía transmitir, así como la intervención de Aniuska abrazándose al señor de la caravana, decantaron rápidamente la balanza a nuestro favor. Una maniobra hábil la de aquella mujer?al final iba a resultar que además de ser una gran guerrera, tenía ciertas nociones de sutileza?. Los ojos de aquel seboso, o disimularon ni un ápice su mirada sucia hacia el cuerpo de la mujer, mientras la atraía hacia si, manoseando en el proceso todo lo que podía?Sentí algo parecido a los?.celos? Pero si aquella ramera era más esquiva que un hurón¡¡ No obstante su cuerpo era adorable y su mirada, ahora suplicante y medio llorosa, era la viva imagen de la desesperación y la pena?.
- Señor¡¡¡ Ayuda por favor¡¡ ? Hemos sido asaltados por una banda de ladrones¡¡ ?Oh¡¡ Por todos los dioses¡¡¡ Esos bastardos han atacado por sorpresa, han aniquilado a los guardias y seguro que ahora están tomando a todas mis concubinas y mis esclavas?Son perros salvajes que solo quieren matar por matar¡¡¡ ?.Hemos escapado por los pelos pero nos seguían varios de ellos¡¡¡ Por favor señor¡¡ Parecéis ser una persona noble e inteligente?por favor¡¡¡ Enviad a algunos hombres antes de que destrocen todo y se lleven a todas las mujeres para aprovecharse de ellas ? ? Gimoteé mientras miraba anhelante al dueño de la caravana.
Con un gesto de la cabeza, 4 guardias salieron disparados hacia la espesura en sus caballos mientras los demás se quedaban a la expectativa. Pasaron unos escasos minutos de tensa espera mientras yo intentaba recomponer mi imagen hablando con los criados, pidiendo algo de agua para asearme? Escuché un golpe sordo y un gruñido allí por donde habían marchado los guardias?.Maldita sea¡¡ Es que aquellos inútiles no eran capaces de hacer algo en silencio¡¡ Los guardias restantes se pusieron en guardia?Ellos también lo habían escuchado¡¡ Y eso no era bueno? Escuché un silbido casi imperceptible y un golpe sordo al clavarse un par de saetas
Al instante mis queridos compañeros salieron de la espesura del bosque lanzando toda una cacofonía de gritos, berridos y gruñidos, mientras que el tal Vlaka se quedaba agazapado entre los árboles, lanzando flechas? Solo esperaba que no fallara¡¡ Todo se volvió surrealista y en cuestión de unos instantes, reinaba el caos en el pequeño campamento. Los gritos de los heridos y el estrépito del chocar de las armas, lo llenó todo y para colmo uno de aquellos criados estúpido, se creyó que yo estaba a favor de aquella masacre, por lo que se encaró contra mi con el miedo reflejado en la cara, pero con la clara resolución de matarme?. Me vi obligado a retroceder ante el asedio continuo de aquel torpe e improvisado espadachín. A pesar de no ser nada diestro sus continuos mandobles me obligaban a esquivar continuamente los envites? Finalmente me vi obligado a tomar medidas o aquello acabaría mal? Busqué una parte del claro con suficiente espacio para ir reculando hacia atrás sin excesivo peligro? y de esa forma comenzar a recular lentamente mientras mis manos se movían de forma rítmica y armoniosa, mientras que mis ojos miraban a los de mi contrincante sin cesar?
Esperaba ponerlo bajo control en pocos instantes?Una mente torpe era fácil de someter, pero una mente torpe y asustada era todavía más fácil. En caso de conseguirlo, me pondré a la defensiva y si veo que alguno de mis compañeros o yo mismo corro peligro, haré interceder a mi nuevo muñeco. En caso de que no sea necesaria su intervención, haré que se suicide dejándose caer sobre la espada. Y en caso de que no sea posible su sometimiento? no dudaré en correr entre los carros, poniendo tierra de por medio, mientras llamo a Gael o a alguien para que me eche una mano?
Saludos
A pesar de mis palabras, estas fueron desatendidas y me tocó, como siempre bailar con la más fea?por decirlo de alguna forma. Mientras rompía todavía más mi, ya de por sí maltrecho ropaje, no pude evitar mirar de soslayo a la mujer, la cual rompió parte de su blusón dejando a la vista una considerable porción de su cuerpo. El deseo se despertó en mí. Odiaba a aquella mujer con toda mi alma, pero ello no impedía que viese en ella la hermosura salvaje de su cuerpo? Todo se preparó raudamente. En cuestión de escasos segundos estaban todos los demás escondidos en la espesura, mientras que Aniuska y yo nos terminábamos de preparar. Miré con aire crítico a la mujer, mientras me ensuciaba con polvo la ropa? Mojé uno de mis dedos en una de las bolsas de agua y me acerqué a la mujer. A pesar de su mirada recelosa y de notar que su cuerpo se ponía tenso como dispuesto a lanzarse hacia mi, evité mostrar miedo ni titubeos?Como si no me hubiese dado cuenta, continué mi avance hasta ponerme a su lado y mojarle los ojos?con un poco de colorante negro?
- Así parecerá más realista?Una ?dama? que no llora ante situaciones de peligro?no es una dama. ? Dije volviéndola a mirar a la vez que asentía y sonreía para mis adentros?Seguro que aquella puta no había llorado en su vida? - Que comience la función¡¡ - Añadí haciendo una señal a los demás para que se prepararan?.
Dicho esto salí corriendo de forma errática mirando sin cesar a mis espaldas como si esperase ver aparecer al mismísimo diablo del bosque en mi persecución, mientras emitía un chillido estridente y pedía auxilio, mostrando una cara de terror y pánico. A mi lado y de la misma guisa, corría de forma torpe y trastabillando continuamente Aniuska. Tropecé con una raíz por despistarme nuevamente mirándole aquellas partes de su cuerpo que caprichosamente se mostraban en la carrera. Caí estrepitosamente al suelo, pero aquello ayudó a dar credibilidad a la historia y nadie se percató de mi mirada hacia las curvas de la mujer antes de caer. Levantándome de forma apresurada, continué corriendo, simulando una falsa cojera en la pierna como consecuencia del golpe, el cual, la verdad sea dicha de paso?me había dolido realmente.
Llegamos al claro donde estaba el pequeño convoy, con los hombres preparados ante un posible ataque. Al llegar me lancé al suelo a los pies del que parecía ser el señor?. Me miraban con cierto resquemor, pero mis lloriqueos y la ansiedad que parecía transmitir, así como la intervención de Aniuska abrazándose al señor de la caravana, decantaron rápidamente la balanza a nuestro favor. Una maniobra hábil la de aquella mujer?al final iba a resultar que además de ser una gran guerrera, tenía ciertas nociones de sutileza?. Los ojos de aquel seboso, o disimularon ni un ápice su mirada sucia hacia el cuerpo de la mujer, mientras la atraía hacia si, manoseando en el proceso todo lo que podía?Sentí algo parecido a los?.celos? Pero si aquella ramera era más esquiva que un hurón¡¡ No obstante su cuerpo era adorable y su mirada, ahora suplicante y medio llorosa, era la viva imagen de la desesperación y la pena?.
- Señor¡¡¡ Ayuda por favor¡¡ ? Hemos sido asaltados por una banda de ladrones¡¡ ?Oh¡¡ Por todos los dioses¡¡¡ Esos bastardos han atacado por sorpresa, han aniquilado a los guardias y seguro que ahora están tomando a todas mis concubinas y mis esclavas?Son perros salvajes que solo quieren matar por matar¡¡¡ ?.Hemos escapado por los pelos pero nos seguían varios de ellos¡¡¡ Por favor señor¡¡ Parecéis ser una persona noble e inteligente?por favor¡¡¡ Enviad a algunos hombres antes de que destrocen todo y se lleven a todas las mujeres para aprovecharse de ellas ? ? Gimoteé mientras miraba anhelante al dueño de la caravana.
Con un gesto de la cabeza, 4 guardias salieron disparados hacia la espesura en sus caballos mientras los demás se quedaban a la expectativa. Pasaron unos escasos minutos de tensa espera mientras yo intentaba recomponer mi imagen hablando con los criados, pidiendo algo de agua para asearme? Escuché un golpe sordo y un gruñido allí por donde habían marchado los guardias?.Maldita sea¡¡ Es que aquellos inútiles no eran capaces de hacer algo en silencio¡¡ Los guardias restantes se pusieron en guardia?Ellos también lo habían escuchado¡¡ Y eso no era bueno? Escuché un silbido casi imperceptible y un golpe sordo al clavarse un par de saetas
Al instante mis queridos compañeros salieron de la espesura del bosque lanzando toda una cacofonía de gritos, berridos y gruñidos, mientras que el tal Vlaka se quedaba agazapado entre los árboles, lanzando flechas? Solo esperaba que no fallara¡¡ Todo se volvió surrealista y en cuestión de unos instantes, reinaba el caos en el pequeño campamento. Los gritos de los heridos y el estrépito del chocar de las armas, lo llenó todo y para colmo uno de aquellos criados estúpido, se creyó que yo estaba a favor de aquella masacre, por lo que se encaró contra mi con el miedo reflejado en la cara, pero con la clara resolución de matarme?. Me vi obligado a retroceder ante el asedio continuo de aquel torpe e improvisado espadachín. A pesar de no ser nada diestro sus continuos mandobles me obligaban a esquivar continuamente los envites? Finalmente me vi obligado a tomar medidas o aquello acabaría mal? Busqué una parte del claro con suficiente espacio para ir reculando hacia atrás sin excesivo peligro? y de esa forma comenzar a recular lentamente mientras mis manos se movían de forma rítmica y armoniosa, mientras que mis ojos miraban a los de mi contrincante sin cesar?
Esperaba ponerlo bajo control en pocos instantes?Una mente torpe era fácil de someter, pero una mente torpe y asustada era todavía más fácil. En caso de conseguirlo, me pondré a la defensiva y si veo que alguno de mis compañeros o yo mismo corro peligro, haré interceder a mi nuevo muñeco. En caso de que no sea necesaria su intervención, haré que se suicide dejándose caer sobre la espada. Y en caso de que no sea posible su sometimiento? no dudaré en correr entre los carros, poniendo tierra de por medio, mientras llamo a Gael o a alguien para que me eche una mano?
Saludos
Un nuevo Comienzo
Aniuska
Un camino de sangre y muerte. Argos, Zingara, Ophir. Corinthia, Zamora. Asesinatos, robos, compaginados con escoltas o asaltos a caravanas. La banda de Aniuska recorrió ese sendero que lleva y avanza irremisiblemente de la destrucción exterior a la interior. Monstruos fueron y eran monstruos. La banda de Aniuska; porque ella acabó tomando las riendas, planeando los golpes, quedándose con la mitad del botín. Derrochando vidas y oro. Amando y asesinando hombres igual que consumía el mejor de los vinos. Gael les abandonó. No quiso seguir esa senda trazada por la espada, la ira y el fuego.
Durante un año se dedicaron al pillaje en todas sus vertientes. Casi siempre con éxito. Perseguidos por los soldados, por cazarrecompensas, devolvían cada golpe multiplicado por diez. Pero la buena suerte tarde o temprano termina, la fortuna comenzó a mirar a otra parte. Espoleados por su sed de nuevas riquezas víctimas y perseguidos por la furia de quienes los perseguían, pusieron tierra por medio, desapareciendo una temporada.
En ese período sobre Aniuska cayó la melancolía, la tristeza, algo que era peor incluso que su estado efervescente anterior. Sin embargo, comenzó a moderarse, su corazón se apaciguó, se encaminaba a otra fase de su carácter y personalidad. Ni ella ni sus compañeros se arriesgaron tanto, cesaron en sus depravados asaltos. Quizás influyó mucho en ello que cada vez se veían más expuestos a las autoridades y era del todo necesario un cambio. Formaron parte de la guardia de un señor de la guerra, así sus tropelías se tiñeron de falsa legalidad. Arrasaron poblados, capos de cultivos, incendiaron fortalezas y aldeas. Cazaron ladrones, bandidos, ahora eran ellos los que acosaban a los fuera de la ley.
Funcionaba.
Penetraron en las tierras de Turán, rica nación, madre adoptiva de todos aquellos que vendiesen su espada al monarca turanio. Mercenarios al servicio del gobierno, defendiendo sus fronteras, ampliándolas, guardándose gran parte del botín, el resto para el rey. Honrados asesinos a su servicio. Pero esto no acababa de gustar a Aniuska, para ella representaba una parada más, un trecho que recorrer en su dilatada vida criminal. Por su parte, Elentor estaba contento, engordaba, disfrutaba de la vida, el vino, las mujeres, de la seguridad de la misma. Vlaka se sentía confuso, tampoco iba con él esta clase de existencia, no estaba para nada convencido de que no viniesen en su busca mercenarios pagados por otros países. Permanecía constantemente alerta. En cuanto a Nio, allá donde estuviesen sus amigos, y en particular su amiga Aniuska, le parecía bien. Sonreía, repartía mamporros y bebía cerveza lo mismo que un pozo sin fondo.
Un camino de sangre y muerte. Argos, Zingara, Ophir. Corinthia, Zamora. Asesinatos, robos, compaginados con escoltas o asaltos a caravanas. La banda de Aniuska recorrió ese sendero que lleva y avanza irremisiblemente de la destrucción exterior a la interior. Monstruos fueron y eran monstruos. La banda de Aniuska; porque ella acabó tomando las riendas, planeando los golpes, quedándose con la mitad del botín. Derrochando vidas y oro. Amando y asesinando hombres igual que consumía el mejor de los vinos. Gael les abandonó. No quiso seguir esa senda trazada por la espada, la ira y el fuego.
Durante un año se dedicaron al pillaje en todas sus vertientes. Casi siempre con éxito. Perseguidos por los soldados, por cazarrecompensas, devolvían cada golpe multiplicado por diez. Pero la buena suerte tarde o temprano termina, la fortuna comenzó a mirar a otra parte. Espoleados por su sed de nuevas riquezas víctimas y perseguidos por la furia de quienes los perseguían, pusieron tierra por medio, desapareciendo una temporada.
En ese período sobre Aniuska cayó la melancolía, la tristeza, algo que era peor incluso que su estado efervescente anterior. Sin embargo, comenzó a moderarse, su corazón se apaciguó, se encaminaba a otra fase de su carácter y personalidad. Ni ella ni sus compañeros se arriesgaron tanto, cesaron en sus depravados asaltos. Quizás influyó mucho en ello que cada vez se veían más expuestos a las autoridades y era del todo necesario un cambio. Formaron parte de la guardia de un señor de la guerra, así sus tropelías se tiñeron de falsa legalidad. Arrasaron poblados, capos de cultivos, incendiaron fortalezas y aldeas. Cazaron ladrones, bandidos, ahora eran ellos los que acosaban a los fuera de la ley.
Funcionaba.
Penetraron en las tierras de Turán, rica nación, madre adoptiva de todos aquellos que vendiesen su espada al monarca turanio. Mercenarios al servicio del gobierno, defendiendo sus fronteras, ampliándolas, guardándose gran parte del botín, el resto para el rey. Honrados asesinos a su servicio. Pero esto no acababa de gustar a Aniuska, para ella representaba una parada más, un trecho que recorrer en su dilatada vida criminal. Por su parte, Elentor estaba contento, engordaba, disfrutaba de la vida, el vino, las mujeres, de la seguridad de la misma. Vlaka se sentía confuso, tampoco iba con él esta clase de existencia, no estaba para nada convencido de que no viniesen en su busca mercenarios pagados por otros países. Permanecía constantemente alerta. En cuanto a Nio, allá donde estuviesen sus amigos, y en particular su amiga Aniuska, le parecía bien. Sonreía, repartía mamporros y bebía cerveza lo mismo que un pozo sin fondo.
No somos los jugadores. Somos el juego
Lo difícil de la idea es tener voluntad de llevarla a cabo http://nacionrolera.org/viewtopic.php?f=55&t=11241
Crónicas- http://www.nacionrolera.org/viewforum.php?f=316
http://mundosparalelos-1.blogspot.com/
Lo difícil de la idea es tener voluntad de llevarla a cabo http://nacionrolera.org/viewtopic.php?f=55&t=11241
Crónicas- http://www.nacionrolera.org/viewforum.php?f=316
http://mundosparalelos-1.blogspot.com/
- Soyla
- Mensajes: 54
- Registrado: 24 May 2008, 15:18
- Ubicación: Aqui, cerquita. A la vuelta de la esquina...
Re: Un nuevo comienzo
Aniuska.
La brillante idea de escabullirnos como robados y no ladrones en una carabana ya fue aceptado, ya nos estabamos aprestando para esa farsa. Hice algunos troces más a la ropa, deje de ver un poco de carne y algunas miradas ya las sentia detrás de la nuca. Sobretodo aquel oriental. Aún no habia descifrado su mente (y con el paso del tiempo me temia que seria cada vez más dificil), sus ojos estaba seguro denotaban desprecio o rabia, pero existian momentos en los que la lascivia se aporderaba de él y sus ojos lo delataban perfectamente. Incluso podia decir que en ocasiones me temia.
Rojas a girones por aquí, ropas a girones por allá un poco de pintura en la cara. Y ya estaba! Era la doncella más inocente y dulce de todo aquel lúgar. Gritos y llantos para simular un gran dolor, por segundos la incredulidad con un poco de afliccion de hicieron presente en los rostros de los guardias e incluso del que imagino era el jefe.
Y ningún hombre en sus cabales, podria dejar que una pobre mujer desamparada y toda llorosa pase sin más, sin que este lo atienda. Resumiendolo todo, ese día conseguimos un gran motín. Y a partir de aquel día también, comencé a dar las ordenes en nuestra improvisada banda de ladrones. Elentor estaba tan ocupado con como despilfarrar el motín que conseguiamos de camino. No fue dificil usurpar su lúgar.
Pero ese progreso, todo ese dinero mal ganado, me perseguia en las noche, y he notado que de un tiempo a aquí inclusive me siguen de día. Tenemos a mercenarios, a guardias, policias que nos siguen, ya no es posible andar por las calles sin sentir que alguno nos esta soplando el cuello.
Y del estado de euforia y descontrolado temperamento, empece a caer en un pozo profundo de confusiones, comence a sentirme inclusive despreciable a mi misma. No comprendia como era posible que llegase hasta ese punto, sentia que nada se habia hecho, que aunque dinero no faltaba, podia facilmente conseguir buena parte de lo que quisiese, quizas ya no con la misma libertad que antes, pero si lo queria, podria conseguirlo. Sin embargo, todo estaba oscuro en mi ser, y era una oscuridad que me estaba consumiendo poco a poco.
A causa de las muchas persecusiones que teniamos encima,el montón de gente que tenia alguna cosa que cobrarnos, nos pusimos a disposicion de un hombre que nos pasaba de ladrones a ladrones redimidos, con la seria intención de saldar deudas pasadas, procuraba acallar mis demonios. Vlaka confuso y Nio siempre a mi lado. Era lo único que me quedada. Asi en lo posible queria seguir teniendolos cerca.
La brillante idea de escabullirnos como robados y no ladrones en una carabana ya fue aceptado, ya nos estabamos aprestando para esa farsa. Hice algunos troces más a la ropa, deje de ver un poco de carne y algunas miradas ya las sentia detrás de la nuca. Sobretodo aquel oriental. Aún no habia descifrado su mente (y con el paso del tiempo me temia que seria cada vez más dificil), sus ojos estaba seguro denotaban desprecio o rabia, pero existian momentos en los que la lascivia se aporderaba de él y sus ojos lo delataban perfectamente. Incluso podia decir que en ocasiones me temia.
Rojas a girones por aquí, ropas a girones por allá un poco de pintura en la cara. Y ya estaba! Era la doncella más inocente y dulce de todo aquel lúgar. Gritos y llantos para simular un gran dolor, por segundos la incredulidad con un poco de afliccion de hicieron presente en los rostros de los guardias e incluso del que imagino era el jefe.
Y ningún hombre en sus cabales, podria dejar que una pobre mujer desamparada y toda llorosa pase sin más, sin que este lo atienda. Resumiendolo todo, ese día conseguimos un gran motín. Y a partir de aquel día también, comencé a dar las ordenes en nuestra improvisada banda de ladrones. Elentor estaba tan ocupado con como despilfarrar el motín que conseguiamos de camino. No fue dificil usurpar su lúgar.
Pero ese progreso, todo ese dinero mal ganado, me perseguia en las noche, y he notado que de un tiempo a aquí inclusive me siguen de día. Tenemos a mercenarios, a guardias, policias que nos siguen, ya no es posible andar por las calles sin sentir que alguno nos esta soplando el cuello.
Y del estado de euforia y descontrolado temperamento, empece a caer en un pozo profundo de confusiones, comence a sentirme inclusive despreciable a mi misma. No comprendia como era posible que llegase hasta ese punto, sentia que nada se habia hecho, que aunque dinero no faltaba, podia facilmente conseguir buena parte de lo que quisiese, quizas ya no con la misma libertad que antes, pero si lo queria, podria conseguirlo. Sin embargo, todo estaba oscuro en mi ser, y era una oscuridad que me estaba consumiendo poco a poco.
A causa de las muchas persecusiones que teniamos encima,el montón de gente que tenia alguna cosa que cobrarnos, nos pusimos a disposicion de un hombre que nos pasaba de ladrones a ladrones redimidos, con la seria intención de saldar deudas pasadas, procuraba acallar mis demonios. Vlaka confuso y Nio siempre a mi lado. Era lo único que me quedada. Asi en lo posible queria seguir teniendolos cerca.
Re: Un nuevo comienzo
Ribera sur del río Nezvaya
La campaña duró dos meses. Tu grupo, ahora mercenarios al servicio del gobernador en nombre del rey de Turán, dio caza y abatió a un par de bandas de merodeadores de las fronteras, con la ayuda de una patrulla del ejército regular del país. Una semana después de recibir la paga, y reventarla, dilapidarla cada uno en lo que sus depravados instintos y deseos le pedían, os pusisteis en marcha, en esta ocasión para limpiar las estepas que atravesaba tranquilo el Nezvaya, de bandidos y saqueadores.
Los hombres te temían y, aunque alguno calentó tu cama, ninguno estaba a la altura de tus expectativas. Un estado de apatía cayó sobre ti, del que solo te redimía el combate, la sangre, las cabezas cortadas por las que obtenías una buena recompensa. Pero necesitabas algo más, ¿el qué? No encontrabas la respuesta en el rostro cuyo reflejo te devolvían las calmadas aguas del río. Ni tampoco en la afilada hoja de tu espada teñida de sangre.
Una mujer como tú necesita vivir. A su manera. Ninguno de los que te rodeaban te comprendía. Daba igual. El sargento Leremak te llamó a su tienda:
- En dos días cruzaremos el río en una zona con barcazas dispuestas para ello. Iremos tras esa maldita banda de Akam-Lar. No dejaremos ni uno con vida. Las órdenes son claras, matarlos a todos. Y, si localizamos su madriguera, pasar a cuchillo a toda esa escoria, sus mujeres, sus niños. Así aprenderán. Vosotros os adelantaréis.
El capitán Leremak era un tipo amargado de la vida, grande como un toro, barbudo, poco dado a la limpieza personal. Cruel, sanguinario, astuto.
Poco después del amanecer, tú y los tuyos partieron en avanzadilla, con cinco soldados más. Atravesaríais el río y exploraríais el margen opuesto. Se hizo de noche, se montó el pequeño campamento, a la mañana siguiente seguramente daríais con el paso del río. Decían que esos grupos de bandidos eran muy peligrosos y se conocían todas las artimañas posibles. Elentor estaba nervioso, no era el de antes. Mandó a Nio en busca de leña. Luego apareció en tu tienda, borracho; ebrio de vino y de deseo:
- Toma, bebe ?alzó una botella- .¿No crees que va siendo hora de que tú y yo compartamos algo más que la sangre de nuestras víctimas? Si te abres de piernas para otros, ¿por qué no para mí? Por fin me he decidido, Aniuska. Ven.
La campaña duró dos meses. Tu grupo, ahora mercenarios al servicio del gobernador en nombre del rey de Turán, dio caza y abatió a un par de bandas de merodeadores de las fronteras, con la ayuda de una patrulla del ejército regular del país. Una semana después de recibir la paga, y reventarla, dilapidarla cada uno en lo que sus depravados instintos y deseos le pedían, os pusisteis en marcha, en esta ocasión para limpiar las estepas que atravesaba tranquilo el Nezvaya, de bandidos y saqueadores.
Los hombres te temían y, aunque alguno calentó tu cama, ninguno estaba a la altura de tus expectativas. Un estado de apatía cayó sobre ti, del que solo te redimía el combate, la sangre, las cabezas cortadas por las que obtenías una buena recompensa. Pero necesitabas algo más, ¿el qué? No encontrabas la respuesta en el rostro cuyo reflejo te devolvían las calmadas aguas del río. Ni tampoco en la afilada hoja de tu espada teñida de sangre.
Una mujer como tú necesita vivir. A su manera. Ninguno de los que te rodeaban te comprendía. Daba igual. El sargento Leremak te llamó a su tienda:
- En dos días cruzaremos el río en una zona con barcazas dispuestas para ello. Iremos tras esa maldita banda de Akam-Lar. No dejaremos ni uno con vida. Las órdenes son claras, matarlos a todos. Y, si localizamos su madriguera, pasar a cuchillo a toda esa escoria, sus mujeres, sus niños. Así aprenderán. Vosotros os adelantaréis.
El capitán Leremak era un tipo amargado de la vida, grande como un toro, barbudo, poco dado a la limpieza personal. Cruel, sanguinario, astuto.
Poco después del amanecer, tú y los tuyos partieron en avanzadilla, con cinco soldados más. Atravesaríais el río y exploraríais el margen opuesto. Se hizo de noche, se montó el pequeño campamento, a la mañana siguiente seguramente daríais con el paso del río. Decían que esos grupos de bandidos eran muy peligrosos y se conocían todas las artimañas posibles. Elentor estaba nervioso, no era el de antes. Mandó a Nio en busca de leña. Luego apareció en tu tienda, borracho; ebrio de vino y de deseo:
- Toma, bebe ?alzó una botella- .¿No crees que va siendo hora de que tú y yo compartamos algo más que la sangre de nuestras víctimas? Si te abres de piernas para otros, ¿por qué no para mí? Por fin me he decidido, Aniuska. Ven.
No somos los jugadores. Somos el juego
Lo difícil de la idea es tener voluntad de llevarla a cabo http://nacionrolera.org/viewtopic.php?f=55&t=11241
Crónicas- http://www.nacionrolera.org/viewforum.php?f=316
http://mundosparalelos-1.blogspot.com/
Lo difícil de la idea es tener voluntad de llevarla a cabo http://nacionrolera.org/viewtopic.php?f=55&t=11241
Crónicas- http://www.nacionrolera.org/viewforum.php?f=316
http://mundosparalelos-1.blogspot.com/
- Soyla
- Mensajes: 54
- Registrado: 24 May 2008, 15:18
- Ubicación: Aqui, cerquita. A la vuelta de la esquina...
Re: Un nuevo comienzo
NUEVO COMIENZO.
2
? el sonido melodioso de un campo abierto, verde ininterrumpidamente hasta algunas manchitas de colores silvestres, humedecido levemente por el rocío matinal, el sonido de la hierba al paso lento y despreocupado; la brisa sacudiendo dificultosamente las ropas, el sentir de sus cabellos acariciando su rostro. Armonía.
La seguridad de encontrarse sola, la claridad reemplazando a la eterna oscuridad que constantemente se apoderaba de su espíritu. El paso despreocupado de varios eventos en su mente, sin la menor preocupación de alcanzarlos cuando sentía que se le escapaba de las manos, apurarlos cuando sentía que ya no tenía control, que la consumiría, retenerlos cuando el momento era tan bueno e intenso. Tiempo.
Armonía y tiempo. En aquellos días Aniuska sentía que eso era todo lo que necesitaba. Encontrar un equilibrio o a ese paso se volvería loca, matando sin ningún motivo (ahora, el robo ya no era un motivo), queriendo corregir a quienes anteriormente había robado o los tenía como ?colegas?. Pero! Trabajo era trabajo! Estaba cansada de su sumisión demoniaca, de dejarse hundida en el pozo.
En aquel día recibió las nuevas órdenes de Leremak, de todo aquel lugar, solo a él le debía explicaciones. Aquel hombre no le inspiraba ninguna confianza, sentía que tenían un acuerdo tácito: su relación acabaría cuando el uno ya no fuese necesario para el otro. En estos momentos, Leremak era necesario, le estaba dando cierta seguridad, estando a su servicio gozaba de cierta inmunidad para andar por aquellos lugares. Aunque estaba segura que éste la tenia siempre vigilada.
Si tan solo el idiota de Elentor se mantuviera como los viejos tiempos, astuto como una serpiente, quizás podrían organizarse de nuevo. Pero Elentor ya no era el mismo.
La misión era ir tras una banda al otro lado del rio, para ello Leremak quería que Aniuska y un grupo de hombres se adelantaran, habría que destruir a la banda aquella sin ninguna compasión. Avanzaron, pero la noche los encontró de camino, así que el grupo se detuvo en un buen lugar, el campamento se armo para esperar que amaneciera y continuar la marcha.
Afuera, los hombres comenzaban a beber, jugar u organizar alguna que otra orgia si es que alguna victima caía en sus manos. Cada vez que sus apetitos se lo pedían, Aniuska sin problema podía disponer de algún hombre que quisiera saciarla, no faltaron los buenos amantes como así también los malos. Buenos o malos, jamás era suficiente.
En algunas ocasiones Aniuska compartía aquellas pequeñas fiestas con los hombres, más aquella noche se había alejado, los escuchaba desde su tienda. Dispuesta a descansar, con ropas más ligeras que las habituales, Aniuska se disponía a esperar el día, cuando aparece Elentor, para variar bebido nuevamente aparece en su carpa, eufórico y lujurioso.
Toma, bebe ?alzó una botella- .¿No crees que va siendo hora de que tú y yo compartamos algo más que la sangre de nuestras víctimas? Si te abres de piernas para otros, ¿por qué no para mí? Por fin me he decidido, Aniuska. Ven.
--Elentor, que acaso el alcohol te ha llenado de valentía?.
Aniuska hablaba suave al recién llegado, recordando que otros tiempos, definitivamente aquel hombre despertaba en ella pasiones pecaminosas más que cualquier otro.
Sentada como estaba, se puso de pie, tomando en mano la botella que le ofrecía Elentor, bebió de la manera más pronunciada posible, y giro enredador de Elentor con una mano sobre su hombro, ahora susurrando más descaradamente:
--Elentor, yo me pregunto su tú realmente sabes tratar a una mujer así; tan bien como tratas a una espada. ¿Eres igual de efectivo con ellas? Su voz se oía ya en nada más en la oreja de Elentor, mientras sus manos ya recorrían su espalda.
--Es posible que sepas tratar mejor a una botella o una espada, de lo que tratas a una mujer?. No a una mujer cualquiera soldado?, sino a mi? su lengua recorría el pabellón de su oreja?
Aniuska jugaba con fuego, pero esa noche tenía ganas de saciar sus más oscuros deseos de carne y sangre?
2
? el sonido melodioso de un campo abierto, verde ininterrumpidamente hasta algunas manchitas de colores silvestres, humedecido levemente por el rocío matinal, el sonido de la hierba al paso lento y despreocupado; la brisa sacudiendo dificultosamente las ropas, el sentir de sus cabellos acariciando su rostro. Armonía.
La seguridad de encontrarse sola, la claridad reemplazando a la eterna oscuridad que constantemente se apoderaba de su espíritu. El paso despreocupado de varios eventos en su mente, sin la menor preocupación de alcanzarlos cuando sentía que se le escapaba de las manos, apurarlos cuando sentía que ya no tenía control, que la consumiría, retenerlos cuando el momento era tan bueno e intenso. Tiempo.
Armonía y tiempo. En aquellos días Aniuska sentía que eso era todo lo que necesitaba. Encontrar un equilibrio o a ese paso se volvería loca, matando sin ningún motivo (ahora, el robo ya no era un motivo), queriendo corregir a quienes anteriormente había robado o los tenía como ?colegas?. Pero! Trabajo era trabajo! Estaba cansada de su sumisión demoniaca, de dejarse hundida en el pozo.
En aquel día recibió las nuevas órdenes de Leremak, de todo aquel lugar, solo a él le debía explicaciones. Aquel hombre no le inspiraba ninguna confianza, sentía que tenían un acuerdo tácito: su relación acabaría cuando el uno ya no fuese necesario para el otro. En estos momentos, Leremak era necesario, le estaba dando cierta seguridad, estando a su servicio gozaba de cierta inmunidad para andar por aquellos lugares. Aunque estaba segura que éste la tenia siempre vigilada.
Si tan solo el idiota de Elentor se mantuviera como los viejos tiempos, astuto como una serpiente, quizás podrían organizarse de nuevo. Pero Elentor ya no era el mismo.
La misión era ir tras una banda al otro lado del rio, para ello Leremak quería que Aniuska y un grupo de hombres se adelantaran, habría que destruir a la banda aquella sin ninguna compasión. Avanzaron, pero la noche los encontró de camino, así que el grupo se detuvo en un buen lugar, el campamento se armo para esperar que amaneciera y continuar la marcha.
Afuera, los hombres comenzaban a beber, jugar u organizar alguna que otra orgia si es que alguna victima caía en sus manos. Cada vez que sus apetitos se lo pedían, Aniuska sin problema podía disponer de algún hombre que quisiera saciarla, no faltaron los buenos amantes como así también los malos. Buenos o malos, jamás era suficiente.
En algunas ocasiones Aniuska compartía aquellas pequeñas fiestas con los hombres, más aquella noche se había alejado, los escuchaba desde su tienda. Dispuesta a descansar, con ropas más ligeras que las habituales, Aniuska se disponía a esperar el día, cuando aparece Elentor, para variar bebido nuevamente aparece en su carpa, eufórico y lujurioso.
Toma, bebe ?alzó una botella- .¿No crees que va siendo hora de que tú y yo compartamos algo más que la sangre de nuestras víctimas? Si te abres de piernas para otros, ¿por qué no para mí? Por fin me he decidido, Aniuska. Ven.
--Elentor, que acaso el alcohol te ha llenado de valentía?.
Aniuska hablaba suave al recién llegado, recordando que otros tiempos, definitivamente aquel hombre despertaba en ella pasiones pecaminosas más que cualquier otro.
Sentada como estaba, se puso de pie, tomando en mano la botella que le ofrecía Elentor, bebió de la manera más pronunciada posible, y giro enredador de Elentor con una mano sobre su hombro, ahora susurrando más descaradamente:
--Elentor, yo me pregunto su tú realmente sabes tratar a una mujer así; tan bien como tratas a una espada. ¿Eres igual de efectivo con ellas? Su voz se oía ya en nada más en la oreja de Elentor, mientras sus manos ya recorrían su espalda.
--Es posible que sepas tratar mejor a una botella o una espada, de lo que tratas a una mujer?. No a una mujer cualquiera soldado?, sino a mi? su lengua recorría el pabellón de su oreja?
Aniuska jugaba con fuego, pero esa noche tenía ganas de saciar sus más oscuros deseos de carne y sangre?
Re: Un nuevo comienzo
Anexo
Elentor se había decidido. Quizá tarde. Quizás no. No era aquel criminal sin escrúpulos de antaño, no obstante conservaba un ápice de su encanto. ¿Lo deseaba todavía Aniuska? ¿O ya solo quería jugar con él? ¿O ya estaba harta de él y de su descarada transformación, de su declive?
Elentor la apartó un poco. Bebió de la botella, desbordando el excelente vino corinthio en su pecho. La miró, centelleando el deseo en sus pupilas brillantes. El vestido leve de Aniuska mostraba más de su cuerpo que ocultaba. La tomó por la cintura y pegó sus labios a los de ella. Estaba borracho, no fue como la mujer pensó. Pero con todo, la mercenaria deseaba sangre y carne.
- Te demostraré lo bien que se tratar a una hembra como tú. Te dejaré saciada, Aniuska. No imaginas cuanto he deseado este momento. Siempre lo he temido y deseado.
Rasgó tu túnica, dejando que colgase de tus hombros. Escanció el rojo vino en tu cuello y senos. Besó, lamió y bebió, desesperado, hambriento de ti.
- Mañana mataremos de nuevo. Te traeré las cabezas de esos bandidos. Lo que desee. Pero debes jurarme que no serás de ningún otro a partir de ahora.
Elentor también jugaba con fuego sin reparar en ello.
Elentor se había decidido. Quizá tarde. Quizás no. No era aquel criminal sin escrúpulos de antaño, no obstante conservaba un ápice de su encanto. ¿Lo deseaba todavía Aniuska? ¿O ya solo quería jugar con él? ¿O ya estaba harta de él y de su descarada transformación, de su declive?
Elentor la apartó un poco. Bebió de la botella, desbordando el excelente vino corinthio en su pecho. La miró, centelleando el deseo en sus pupilas brillantes. El vestido leve de Aniuska mostraba más de su cuerpo que ocultaba. La tomó por la cintura y pegó sus labios a los de ella. Estaba borracho, no fue como la mujer pensó. Pero con todo, la mercenaria deseaba sangre y carne.
- Te demostraré lo bien que se tratar a una hembra como tú. Te dejaré saciada, Aniuska. No imaginas cuanto he deseado este momento. Siempre lo he temido y deseado.
Rasgó tu túnica, dejando que colgase de tus hombros. Escanció el rojo vino en tu cuello y senos. Besó, lamió y bebió, desesperado, hambriento de ti.
- Mañana mataremos de nuevo. Te traeré las cabezas de esos bandidos. Lo que desee. Pero debes jurarme que no serás de ningún otro a partir de ahora.
Elentor también jugaba con fuego sin reparar en ello.
- Soyla
- Mensajes: 54
- Registrado: 24 May 2008, 15:18
- Ubicación: Aqui, cerquita. A la vuelta de la esquina...
Re: Un nuevo comienzo
Anexo
? a beber de tus labios los más impuros deseos, desbordarme de lujuria y lascivia. Apoderarme de tu mente, dominar tu cuerpo, entregarlo al placentero pecado carnal de recorrer tu cuerpo desnudo y poseerlo?
Hacia tanto tiempo que Aniuska deseaba a aquel hombre, lo recordó en segundos desde la primera vez que lo vio en aquel lejano lugar. Había deseado ser recorrida por sus enormes manos rudimentarias, las imaginaba poderosas, ásperas; hasta quería sentirse débil, ser dominada.
Lejos estaba de sus ojos aquel hombre que ella había conocido, aunque lo deseaba, esa no era la manera, Elentor estaba borracho soñando posiblemente que tenía entre sus brazos a algunas de las prostitutas baratas de los bares de mala muerte donde acostumbraba ir, saciando sus más básicos instintos.
La mente de Aniuska se oponía tenazmente a dejarse llevar por el deseo de ser poseída por Elentor, más su cuerpo ya comenzaba a dejarse llevar por el placer. Vio desbordarse en los ojos de Elentor el placer, sintió como su fuego podría consumirlo a él y que ya a ella la estaban alcanzando.
El tacto suave, tibio y poderoso de los labios de Elentor ya la estaban desorientando, correspondió al beso y pequeñas corrientes eléctricas recorrían su nuca para dejarse morir más abajo, olvido la sensatez sentada en un tempano y se entrego a las llamas de ese hombre.
Te demostraré lo bien que se tratar a una hembra como tú. Te dejaré saciada, Aniuska. No imaginas cuanto he deseado este momento. Siempre lo he temido y deseado.
En ese punto, Aniuska deseaba desesperadamente a aquel hombre, había probado sus labios, la calidez de ellos, el tacto delicioso que sentía la absorbía. Entregada a sus poderosas manos, sus temores iníciales ya los había olvidado. Rasgo sus ropas y se sintió vulnerable, vertió en su pecho, el vino carmesí, el tacto tibio la recorrió, en cada paso despertaban más sentidos en ella.
Antes de terminar de saciarlos, los labios de su amante recorrían en besos su rostro, bajando lentamente a su cuello, queriendo encontrar el camino trazado por el vino, el cuerpo de Aniuska se arqueaba al placer, era el momento más vulnerable todos sus sentidos respondían a una sola acción, estaban entregados a los labios de Elentor.
Los besos se hacían fríos al toque inicial, para convertirse en más tibios en su paso, el camino del vino descendían por la ladera de sus dos colinas, Aniuska estaba entregada, solo alcanzaba a sostenerse de los brazos de Elentor y ha suspirar.
Aquel hombre la besaba, recorriendo cada pedazo de aquella pequeña porción de su cuerpo, a sus besos seguían sus lamidas, llegaron a sus senos y su piel se erizo, puntos exactos en su cuerpo, ella las sentía estallar, deseaba parar sus besos, pero al mismo tiempo se arqueaba más, dejando total libertad para que Elentor la recorriese.
Como exigiendo más a su amante, Aniuska recupero el aliento por segundos, para ahora ella misma volver a beber de sus labios, mientras sus manos recorrían el torso de Elentor, quería sentir el tacto de su cuerpo desnudo?
Mañana mataremos de nuevo. Te traeré las cabezas de esos bandidos. Lo que desee. Pero debes jurarme que no serás de ningún otro a partir de ahora.
No había ni iniciado a gestar al placer, cuando Elentor ya la estaba condicionando.
En la endemoniada cabeza de aquella mujer, pasar del placer a las condiciones no estaba en sus planes, quería llegar a la cúspide de sus instintos, pero al parecer Elentor no tenía esa misma idea.
- Condiciones Elentor?... Tus besos vienen a comprar condiciones?...
Aniuska se separó bruscamente de Elentor, intento recoger su túnica, y sus ojos ya transmitían nuevamente la frialdad.
- No necesito que traigas la cabeza de nadie para mí, puedo ir por ellos. Si lo que buscas es una mujer sumisa y exclusiva para ti, te has equivocado.
Su voz ya no sonaba seductora, ni estaba diciendo a sus oídos estas palabras. Por dentro Aniuska se derrumbaba, se sentía desconfiada como quién casi cae a una trampa. Como un animal inseguro, ya pasaba a violentarse.
Sera mejor que te vayas, o aquí mismo rodará la cabeza de alguno, Elentor. Ve a embriagarte en cualquier bar y a violar alguna prostituta.
De espaldas a Elentor, aquella fiera que sonaba tan segura de sus caprichos estaba rogando ser domada, que ya estaba cansada de tener que cuidarse sola, pero como las fieras, solo hacía falta ganar su confianza.
Re: Un nuevo comienzo
1
Elentor rompió la magia del momento con aquellas palabras dirigidas a una mujer que era del todo imposible dominar. A pesar de que precisamente ella, en su fuero interno, buscaba, anhelaba, encontrarse con un hombre más fuerte que ella, que la protegiese. Deseaba poder cobijarse en el pecho de un auténtico hombre, dejarse mecer en sus poderosos brazos; un hombre que la amase, que la guiase.
No parecía que Elentor fuese el elegido. No era el hombre que ella quería, aunque Aniuska se había obligado así misma a creer lo contrario. Elentor la defraudaba, una vez más. Antes porque nunca se atrevió a dar el paso, ahora porque ya no era el temido guerrero de antaño. Le dio la espalda, le soltó una orden tras otra. Y Elentor de nuevo no se dio cuenta de lo que en realidad la mercenaria le estaba pidiendo, que deseaba compartir esa noche con él. Tan solo habría bastado rectificar a tiempo, cosa que su compañero no supo hacer. Estaba borracho y lo demostró con creces. No supo encajar los comentarios de la chica.
- Maldita zorra. Claro que tengo condiciones. Si estás conmigo eres solo para mí. No te comparto con nadie, una hembra como tú no se comparte. Y no te pienses que vas a dejarme así? Ah, no, te equivocas. Te he dicho que serás mía, y solo para mí, te guste o no. Estoy cansado de tus tonterías, hastiado de ellas. Te deseo, no sabes como, zorra. Pero si te veo con otros, te mato, a ti y a ellos.
Bebió un trago.
-Vamos, date la vuelta, Aniuska ?ordenó con ira y pesadez en su boca-. ¿Qué te crees que eres? Aquí la única puta que veo eres tú. Ven.
Elentor se acercó y puso su mano en tu hombro desnudo. Lo besó de nuevo y se dejó embriagar por tu olor. Besó tu espalda, pero no hubo reacción por tu parte, sus hirientes frases querían humillarte. Elentor se cayó de espaldas, y se quedó sentado en el suelo, el vino desparramado por el suelo. Reía como un idiota. Se puso en pie, a duras penas.
- ¿De forma que te haces la estrecha? ¿Y que va a rodar la cabeza de alguno? Jajajaja. Lo veremos, no pienses que eres tan buena espadachina. Eres una asesina, de acuerdo, y te sabes muchas tretas, pero no me ganas con la espada.
De pronto extrajo el cuchillo de su cinto, te amenazó con él:
-¿Es esto lo que quieres, Aniuska? ¿Un hombre que te posea con violencia? ¿Eso es, verdad, perra? Un hombre que te domine, por supuesto. Jajaja. Te gustaría un puñal en el cuello y otro en bajo tu vientre, eh?. Sí, eso es lo que desean tus ojos.
Elentor no apartaba la mirada de los tersos y duros pechos de la mujer, medio desnuda, erguida a un par de metros de él.
<<<<<<<<<
Elentor rompió la magia del momento con aquellas palabras dirigidas a una mujer que era del todo imposible dominar. A pesar de que precisamente ella, en su fuero interno, buscaba, anhelaba, encontrarse con un hombre más fuerte que ella, que la protegiese. Deseaba poder cobijarse en el pecho de un auténtico hombre, dejarse mecer en sus poderosos brazos; un hombre que la amase, que la guiase.
No parecía que Elentor fuese el elegido. No era el hombre que ella quería, aunque Aniuska se había obligado así misma a creer lo contrario. Elentor la defraudaba, una vez más. Antes porque nunca se atrevió a dar el paso, ahora porque ya no era el temido guerrero de antaño. Le dio la espalda, le soltó una orden tras otra. Y Elentor de nuevo no se dio cuenta de lo que en realidad la mercenaria le estaba pidiendo, que deseaba compartir esa noche con él. Tan solo habría bastado rectificar a tiempo, cosa que su compañero no supo hacer. Estaba borracho y lo demostró con creces. No supo encajar los comentarios de la chica.
- Maldita zorra. Claro que tengo condiciones. Si estás conmigo eres solo para mí. No te comparto con nadie, una hembra como tú no se comparte. Y no te pienses que vas a dejarme así? Ah, no, te equivocas. Te he dicho que serás mía, y solo para mí, te guste o no. Estoy cansado de tus tonterías, hastiado de ellas. Te deseo, no sabes como, zorra. Pero si te veo con otros, te mato, a ti y a ellos.
Bebió un trago.
-Vamos, date la vuelta, Aniuska ?ordenó con ira y pesadez en su boca-. ¿Qué te crees que eres? Aquí la única puta que veo eres tú. Ven.
Elentor se acercó y puso su mano en tu hombro desnudo. Lo besó de nuevo y se dejó embriagar por tu olor. Besó tu espalda, pero no hubo reacción por tu parte, sus hirientes frases querían humillarte. Elentor se cayó de espaldas, y se quedó sentado en el suelo, el vino desparramado por el suelo. Reía como un idiota. Se puso en pie, a duras penas.
- ¿De forma que te haces la estrecha? ¿Y que va a rodar la cabeza de alguno? Jajajaja. Lo veremos, no pienses que eres tan buena espadachina. Eres una asesina, de acuerdo, y te sabes muchas tretas, pero no me ganas con la espada.
De pronto extrajo el cuchillo de su cinto, te amenazó con él:
-¿Es esto lo que quieres, Aniuska? ¿Un hombre que te posea con violencia? ¿Eso es, verdad, perra? Un hombre que te domine, por supuesto. Jajaja. Te gustaría un puñal en el cuello y otro en bajo tu vientre, eh?. Sí, eso es lo que desean tus ojos.
Elentor no apartaba la mirada de los tersos y duros pechos de la mujer, medio desnuda, erguida a un par de metros de él.
<<<<<<<<<
No somos los jugadores. Somos el juego
Lo difícil de la idea es tener voluntad de llevarla a cabo http://nacionrolera.org/viewtopic.php?f=55&t=11241
Crónicas- http://www.nacionrolera.org/viewforum.php?f=316
http://mundosparalelos-1.blogspot.com/
Lo difícil de la idea es tener voluntad de llevarla a cabo http://nacionrolera.org/viewtopic.php?f=55&t=11241
Crónicas- http://www.nacionrolera.org/viewforum.php?f=316
http://mundosparalelos-1.blogspot.com/
- Soyla
- Mensajes: 54
- Registrado: 24 May 2008, 15:18
- Ubicación: Aqui, cerquita. A la vuelta de la esquina...
Re: Un nuevo comienzo
3
En segundos aquella habitación se convirtió en una jaula de animales salvajes, Aniuska dejo de lado su improvisado romanticismo, el deseo ya no se reflejaba en sus ojos; ahora toda lo que abundaba era rabia e ira.
Elentor, caía una vez más en lo profundo de la idiotez, no era un hombre aquel despilfarro de carne y hueso, era menos que un animal en celo. La mujer ya no escuchaba el significado de las palabras que este le decía, sino más bien el sonido de su voz: amenazador, prepotente.
Maldita zorra. Claro que tengo condiciones. Si estás conmigo eres solo para mí. No te comparto con nadie, una hembra como tú no se comparte. Y no te pienses que vas a dejarme así? Ah, no, te equivocas. Te he dicho que serás mía, y solo para mí, te guste o no. Estoy cansado de tus tonterías, hastiado de ellas. Te deseo, no sabes como, zorra. Pero si te veo con otros, te mato, a ti y a ellos.
Seguía bebiendo, y vociferándola como un loco. Mientras Aniuska procuraba calmar su ya incendiado temperamento. Podría matar a aquel hombre sobrio, ya no era el de antes, ni que decir si se encontraba ebrio. Tanto como para no darse cuenta de lo que estaba haciendo. Casi casi quería justificarlo. Sentia una lucha en su interior por querer cambiar aquella realidad presenta quizás convertirlo en otro, en un alto guerrero de coraza refulgente, no en la basura que estaba hecho.
-Vamos, date la vuelta, Aniuska ?ordenó con ira y pesadez en su boca-. ¿Qué te crees que eres? Aquí la única puta que veo eres tú. Ven.
Elentor! Cállate! Y vete ahora. Ahora que por los viejos tiempos aún no te doy muerte.
Lejos de escucharla, Elentor hacia todo lo opuesto. Se acerco, la beso y aspiro en su cuello. La debilidad se aprodaraba de nuevo de Aniuska, por segundos quería el poder de la magia para cambiar la situación presente y dejarla asi como a ella le hubiese gustado. Se alejo Elentor, pero solo por un sorbo más de vino, cayo al suelo riendo como un tonto.
- ¿De forma que te haces la estrecha? ¿Y que va a rodar la cabeza de alguno? Jajajaja. Lo veremos, no pienses que eres tan buena espadachina. Eres una asesina, de acuerdo, y te sabes muchas tretas, pero no me ganas con la espada.
Con esas palabras, Aniuska giro con violencia, fijándose directamente a los ojos de Elentor.
-No quieres hacerlo Elentor, vete ahora y mañana que te pase la borrachera lo olvidaremos, no sigas abusando de tu suerte, ni presiones a mi paciencia.
-¿Es esto lo que quieres, Aniuska? ¿Un hombre que te posea con violencia? ¿Eso es, verdad, perra? Un hombre que te domine, por supuesto. Jajaja. Te gustaría un puñal en el cuello y otro en bajo tu vientre, eh?. Sí, eso es lo que desean tus ojos.
Lejos de escucharla, el hombre se ponía más violento. Y aquello ultimo que había dicho, sono en los oídos de la mujer como una declaración de guerra.
Se acerco al hombre rápidamente y le dio una patada en la rodilla, esperaba que cayera al suelo, luego le daría unos golpes al rostro, no tenia intención de matar a Elentor, pero viendo que este solo se ponía más violento y no quería escuchar razones, esperaba poder lastimarlo sin matarlo y despojarlo de su arma.
La noche parecía que tendría más sangre que carne?.
En segundos aquella habitación se convirtió en una jaula de animales salvajes, Aniuska dejo de lado su improvisado romanticismo, el deseo ya no se reflejaba en sus ojos; ahora toda lo que abundaba era rabia e ira.
Elentor, caía una vez más en lo profundo de la idiotez, no era un hombre aquel despilfarro de carne y hueso, era menos que un animal en celo. La mujer ya no escuchaba el significado de las palabras que este le decía, sino más bien el sonido de su voz: amenazador, prepotente.
Maldita zorra. Claro que tengo condiciones. Si estás conmigo eres solo para mí. No te comparto con nadie, una hembra como tú no se comparte. Y no te pienses que vas a dejarme así? Ah, no, te equivocas. Te he dicho que serás mía, y solo para mí, te guste o no. Estoy cansado de tus tonterías, hastiado de ellas. Te deseo, no sabes como, zorra. Pero si te veo con otros, te mato, a ti y a ellos.
Seguía bebiendo, y vociferándola como un loco. Mientras Aniuska procuraba calmar su ya incendiado temperamento. Podría matar a aquel hombre sobrio, ya no era el de antes, ni que decir si se encontraba ebrio. Tanto como para no darse cuenta de lo que estaba haciendo. Casi casi quería justificarlo. Sentia una lucha en su interior por querer cambiar aquella realidad presenta quizás convertirlo en otro, en un alto guerrero de coraza refulgente, no en la basura que estaba hecho.
-Vamos, date la vuelta, Aniuska ?ordenó con ira y pesadez en su boca-. ¿Qué te crees que eres? Aquí la única puta que veo eres tú. Ven.
Elentor! Cállate! Y vete ahora. Ahora que por los viejos tiempos aún no te doy muerte.
Lejos de escucharla, Elentor hacia todo lo opuesto. Se acerco, la beso y aspiro en su cuello. La debilidad se aprodaraba de nuevo de Aniuska, por segundos quería el poder de la magia para cambiar la situación presente y dejarla asi como a ella le hubiese gustado. Se alejo Elentor, pero solo por un sorbo más de vino, cayo al suelo riendo como un tonto.
- ¿De forma que te haces la estrecha? ¿Y que va a rodar la cabeza de alguno? Jajajaja. Lo veremos, no pienses que eres tan buena espadachina. Eres una asesina, de acuerdo, y te sabes muchas tretas, pero no me ganas con la espada.
Con esas palabras, Aniuska giro con violencia, fijándose directamente a los ojos de Elentor.
-No quieres hacerlo Elentor, vete ahora y mañana que te pase la borrachera lo olvidaremos, no sigas abusando de tu suerte, ni presiones a mi paciencia.
-¿Es esto lo que quieres, Aniuska? ¿Un hombre que te posea con violencia? ¿Eso es, verdad, perra? Un hombre que te domine, por supuesto. Jajaja. Te gustaría un puñal en el cuello y otro en bajo tu vientre, eh?. Sí, eso es lo que desean tus ojos.
Lejos de escucharla, el hombre se ponía más violento. Y aquello ultimo que había dicho, sono en los oídos de la mujer como una declaración de guerra.
Se acerco al hombre rápidamente y le dio una patada en la rodilla, esperaba que cayera al suelo, luego le daría unos golpes al rostro, no tenia intención de matar a Elentor, pero viendo que este solo se ponía más violento y no quería escuchar razones, esperaba poder lastimarlo sin matarlo y despojarlo de su arma.
La noche parecía que tendría más sangre que carne?.
Re: Un nuevo comienzo
2
Leire
Era una mañana desapacible, fría, con el cielo cubierto de cirros grises, alargados, estáticos, pues no corría ni una pizca de aire. Tampoco se decidían las nubes a descargar el agua contenida en sus vientres oscuros. La bruma que se arremolinaba en jirones alrededor de las patas de los caballos, no se disipó ni siquiera a mediodía. Leire se arrebujó en su capa y miró al frente.
Ella y la cincuentena de soldados habían llegado al campamento a orillas del río Nezvaya. Otro medio centenar de hombres los esperaban para batir las desoladas estepas y colinas circundantes al otro lado del río con el fin de capturar y dar muerte a los bandidos y asesinos de las estepas. El grupo de avanzada había partido esa mañana, y el comandante Leremak, un soldado grande como un toro, de amplia y negra barba, desgreñado, os puso al corriente en pocas y cortantes palabras. Os reuniríais con esos exploradores cuanto antes para comprobar el terreno in situ. En cuanto llegara otro regimiento que esperaban el grueso de la partida se pondría e marcha. De forma que casi sin descanso, junto con media docena de soldados escogidos al mando del sargento Campios te pusiste en marcha de nuevo tras las huellas de esa avanzadilla que se dirigía al norte, hacia el punto donde se cruzaba el río en barcaza.
Un día después, tan desabrido como el anterior, Leire y lo suyos llegaron al pequeño campamento montado en un claro del bosquecillo, unos pocos hombres junto al fuego, o montando guardia. Leire se fijó en una mujer alta y fuerte, plantada un poco más adelantada que el resto, flanqueada por dos hombres, uno de ellos un gigante de músculos que quitaban el hipo y el otro un tipo más bajo que la mujer pero de aspecto siniestro, como la misma guerrera que la miraba con agudos ojos.
Aniuska
Aniuska observaba a los recién llegados, los refuerzos que les mencionaron días atrás.
Seis soldados especialistas en esas tierras, un sargento entrado en años, bajo y rechoncho, no obstante de cuerpo macizo, y una joven, la supuesta maga que os ayudaría, según te contaron. No te gustaba la cosa. Odiabas la hechicería. Nio y Vlaka estaban con Aniuska, no así Elentor, el cual permanecía en su tienda, recuperándose de la borrachera de la noche anterior. Tuvo suerte Elentor, pues el primer golpe de Aniuska lo desestabilizó y cayó cuan largo era sobre las cálidas alfombras que cubrían el suelo de la estancia de Aniuska. Trató de ponerse en pie, sin conseguirlo pues su compañera le atizó un puñetazo tras otro en la boca que quiso humillarla, en la cara, en la nariz; la sangre y dos dientes salpicaran las paredes de recia tela de la tienda de campaña. Aniuska entonces llamó a Nio y este cargó con su jefe, sacándolo de allí. Una pena, meditaba Aniuska. Ese hombre ya no recuperaría el liderazgo de la banda ni el respeto que los demás le habían tenido. Lo sucedido, si era capaz de recordarlo tras semejante borrachera, haría de Elentor un hombre peligroso. Aniuska debería cuidarse las espaldas y, tal vez, adelantarse a él. La anterior noche la mercenaria le perdonó la vida a Elentor; no debería producirse una segunda vez.
- ¿Quién es esa? ?preguntó el astuto Vlaka, que no sabía nada del asunto.
Se refería a la joven menuda, encapuchada, que montaba un negro corcel, la única mujer del nuevo pelotón del ejército. Permanecía junto a dos hombres a caballo, que os saludaron con la cabeza. Desmontaron y junto con Aniuska y Vlaka, se dirigieron a la tienda de este último. Elentor fue ignorado, una prueba más de su caída en desgracia a los infiernos.
Aniuska y Leire
En el interior de la tienda de Vlaka dormitaba una chica semidesnuda entre las mantas. Vlaka había insistido en llevarse consigo a su puta privada, una tal Amasea, mujer para todo, pequeña, delgada, de grandes pezones negros como le gustaban a Vlaka y ojos oscuros. Vlaka le pegó una patada y la muchacha salió envuelta en sus mantas, todavía adormilada. El sargento Campios se la quedó mirando:
-Vaya, amigo, no os priváis aquí de nada. ¿Tienes otra como esta para mí? Jajajaja! Bien, vayamos al grano. Según el mapa esta tarde deberíamos llegar al paso de las barcazas. Cruzamos y asomamos las narices hasta que lleguen los demás. Ah, una buena noticia: por cada cabeza de esos tipos se ha subido el premio a cien monedas. La caza promete ser provechosa.
- Eso suena bien. Muy bien. Pero no te fíes de esa escoria. Saben manejar el arco y el cuchillo. Por no mencionar el sable ?señaló Vlaka-.
-Sí, es verdad. Pero nosotros somos mejores, no es así? ?replicó Campios.
-Hum. Ya ?Vlaka miró con sus ojos de zorro a Leire- ¿ Y tú?
- Es nuestra?digamos que perversa bruja personal. Tiene malas pulgas, ¿no es así, Leire? ?sonrió Campios.
OFF
Turno para que converséis y empecéis a conoceros. Cualquier cosa que no quede clara, consultadla
Un saludo!
Leire
Era una mañana desapacible, fría, con el cielo cubierto de cirros grises, alargados, estáticos, pues no corría ni una pizca de aire. Tampoco se decidían las nubes a descargar el agua contenida en sus vientres oscuros. La bruma que se arremolinaba en jirones alrededor de las patas de los caballos, no se disipó ni siquiera a mediodía. Leire se arrebujó en su capa y miró al frente.
Ella y la cincuentena de soldados habían llegado al campamento a orillas del río Nezvaya. Otro medio centenar de hombres los esperaban para batir las desoladas estepas y colinas circundantes al otro lado del río con el fin de capturar y dar muerte a los bandidos y asesinos de las estepas. El grupo de avanzada había partido esa mañana, y el comandante Leremak, un soldado grande como un toro, de amplia y negra barba, desgreñado, os puso al corriente en pocas y cortantes palabras. Os reuniríais con esos exploradores cuanto antes para comprobar el terreno in situ. En cuanto llegara otro regimiento que esperaban el grueso de la partida se pondría e marcha. De forma que casi sin descanso, junto con media docena de soldados escogidos al mando del sargento Campios te pusiste en marcha de nuevo tras las huellas de esa avanzadilla que se dirigía al norte, hacia el punto donde se cruzaba el río en barcaza.
Un día después, tan desabrido como el anterior, Leire y lo suyos llegaron al pequeño campamento montado en un claro del bosquecillo, unos pocos hombres junto al fuego, o montando guardia. Leire se fijó en una mujer alta y fuerte, plantada un poco más adelantada que el resto, flanqueada por dos hombres, uno de ellos un gigante de músculos que quitaban el hipo y el otro un tipo más bajo que la mujer pero de aspecto siniestro, como la misma guerrera que la miraba con agudos ojos.
Aniuska
Aniuska observaba a los recién llegados, los refuerzos que les mencionaron días atrás.
Seis soldados especialistas en esas tierras, un sargento entrado en años, bajo y rechoncho, no obstante de cuerpo macizo, y una joven, la supuesta maga que os ayudaría, según te contaron. No te gustaba la cosa. Odiabas la hechicería. Nio y Vlaka estaban con Aniuska, no así Elentor, el cual permanecía en su tienda, recuperándose de la borrachera de la noche anterior. Tuvo suerte Elentor, pues el primer golpe de Aniuska lo desestabilizó y cayó cuan largo era sobre las cálidas alfombras que cubrían el suelo de la estancia de Aniuska. Trató de ponerse en pie, sin conseguirlo pues su compañera le atizó un puñetazo tras otro en la boca que quiso humillarla, en la cara, en la nariz; la sangre y dos dientes salpicaran las paredes de recia tela de la tienda de campaña. Aniuska entonces llamó a Nio y este cargó con su jefe, sacándolo de allí. Una pena, meditaba Aniuska. Ese hombre ya no recuperaría el liderazgo de la banda ni el respeto que los demás le habían tenido. Lo sucedido, si era capaz de recordarlo tras semejante borrachera, haría de Elentor un hombre peligroso. Aniuska debería cuidarse las espaldas y, tal vez, adelantarse a él. La anterior noche la mercenaria le perdonó la vida a Elentor; no debería producirse una segunda vez.
- ¿Quién es esa? ?preguntó el astuto Vlaka, que no sabía nada del asunto.
Se refería a la joven menuda, encapuchada, que montaba un negro corcel, la única mujer del nuevo pelotón del ejército. Permanecía junto a dos hombres a caballo, que os saludaron con la cabeza. Desmontaron y junto con Aniuska y Vlaka, se dirigieron a la tienda de este último. Elentor fue ignorado, una prueba más de su caída en desgracia a los infiernos.
Aniuska y Leire
En el interior de la tienda de Vlaka dormitaba una chica semidesnuda entre las mantas. Vlaka había insistido en llevarse consigo a su puta privada, una tal Amasea, mujer para todo, pequeña, delgada, de grandes pezones negros como le gustaban a Vlaka y ojos oscuros. Vlaka le pegó una patada y la muchacha salió envuelta en sus mantas, todavía adormilada. El sargento Campios se la quedó mirando:
-Vaya, amigo, no os priváis aquí de nada. ¿Tienes otra como esta para mí? Jajajaja! Bien, vayamos al grano. Según el mapa esta tarde deberíamos llegar al paso de las barcazas. Cruzamos y asomamos las narices hasta que lleguen los demás. Ah, una buena noticia: por cada cabeza de esos tipos se ha subido el premio a cien monedas. La caza promete ser provechosa.
- Eso suena bien. Muy bien. Pero no te fíes de esa escoria. Saben manejar el arco y el cuchillo. Por no mencionar el sable ?señaló Vlaka-.
-Sí, es verdad. Pero nosotros somos mejores, no es así? ?replicó Campios.
-Hum. Ya ?Vlaka miró con sus ojos de zorro a Leire- ¿ Y tú?
- Es nuestra?digamos que perversa bruja personal. Tiene malas pulgas, ¿no es así, Leire? ?sonrió Campios.
OFF
Turno para que converséis y empecéis a conoceros. Cualquier cosa que no quede clara, consultadla
Un saludo!
Re: Un nuevo comienzo
Leire
El día había amanecido como su estado de ánimo. Aquello de patrullar no era una diversión para ella, combatir y matar era otra cosa pero la espera, la vida del soldado raso no era lo suyo. Sin ningún amante, ni lujos, ni placeres, ni nada, la vida se le hacía monótona. Estudiaba un poco pero apenas tenía concentración ni ganas. No había tenido mucha más opción y estaba allí libremente pero eso no quitaba que se pudiera quejar, ni mucho menos.
Al final llegamos, por fin, al campamento; no era un lujo pero le parecía más cómodo y un sitio desde donde podían empezar a hacer algo más interesante, hacer para lo que le habían contratado. Entramos en el campamento y mis ojos se clavaron en una mujer, guerrera sin duda. Sería alguien interesante de conocer aunque no preguntaría por ella, por ahora. Seguramente la conocería luego.
Fuimos a la tienda de lo que supuse era el jefe de aquel lugar y la mujer también vino. No me extrañaba. Las mujeres en los ejércitos no abundan asi que debería de ser alguien importante y capaz, a quien merecía la pena conocer.
Entramos en la tienda donde había una mujer semidesnuda, Campios hablçó y yo observé a la mujer. No parecía una guerrera, era atractiva pero nada más. Caras bonitas había cientos, bonitas y con algo interesante ya era otra cosa.
Hablaron un poco, parecía que los enemigos serían duros y eso esperaba, los asuntos fáciles no me gustaba. Me nombraron y hablé, por supuesto.
Si por malas pulgas te refieres a arrancar el corazón del pecho a algún desgraciado supongo que así es - sonreí - y me alegra ver que no soy la única mujer aquí, aunque sólo una parezca que sepa hacer algo más que calentar a un hombre. ¿Con quíen tengoi el place de trabajar?
El día había amanecido como su estado de ánimo. Aquello de patrullar no era una diversión para ella, combatir y matar era otra cosa pero la espera, la vida del soldado raso no era lo suyo. Sin ningún amante, ni lujos, ni placeres, ni nada, la vida se le hacía monótona. Estudiaba un poco pero apenas tenía concentración ni ganas. No había tenido mucha más opción y estaba allí libremente pero eso no quitaba que se pudiera quejar, ni mucho menos.
Al final llegamos, por fin, al campamento; no era un lujo pero le parecía más cómodo y un sitio desde donde podían empezar a hacer algo más interesante, hacer para lo que le habían contratado. Entramos en el campamento y mis ojos se clavaron en una mujer, guerrera sin duda. Sería alguien interesante de conocer aunque no preguntaría por ella, por ahora. Seguramente la conocería luego.
Fuimos a la tienda de lo que supuse era el jefe de aquel lugar y la mujer también vino. No me extrañaba. Las mujeres en los ejércitos no abundan asi que debería de ser alguien importante y capaz, a quien merecía la pena conocer.
Entramos en la tienda donde había una mujer semidesnuda, Campios hablçó y yo observé a la mujer. No parecía una guerrera, era atractiva pero nada más. Caras bonitas había cientos, bonitas y con algo interesante ya era otra cosa.
Hablaron un poco, parecía que los enemigos serían duros y eso esperaba, los asuntos fáciles no me gustaba. Me nombraron y hablé, por supuesto.
Si por malas pulgas te refieres a arrancar el corazón del pecho a algún desgraciado supongo que así es - sonreí - y me alegra ver que no soy la única mujer aquí, aunque sólo una parezca que sepa hacer algo más que calentar a un hombre. ¿Con quíen tengoi el place de trabajar?
- Soyla
- Mensajes: 54
- Registrado: 24 May 2008, 15:18
- Ubicación: Aqui, cerquita. A la vuelta de la esquina...
Re: Un nuevo comienzo
4
Pronto la prometedora noche pasional, se convirtió en una pelea de bar, mugriento, barato e insignificante. Aquel hombre ya no servía para nada. No hizo falta mucho esfuerzo, Elentor ya estaba entregado al sueño de su borrachera.
El amanecer llego lo que tardo la noche en irse. Aquel día había que encontrarse con los refuerzos prometidos por el comandante Leremak, como le había explicado esperaba a poco menos que una docena de hombres de la región, al sargento de aquella compañía y -la parte que más inquieta y hasta disgustada la tenia- una bruja.
Cualquier cosa del cuál no pudiera tener control, desconociese y por supuesto desconfiase no era para nada agradable para Aniuska, la hechicería estaba en el primer lugar. Mas estaba calmada, pues pensaba que la maga posiblemente solo se quedaría para ese ?trabajo? en particular, según entendía tenía el mismo objetivo, por lo que ya solo esperaba concluir el trabajo y volver cada quién a sus demás asuntos.
Pronto le dieron aviso de que una pequeña comitiva se acercaba a buena marcha al improvisado campamento, por lo que pronto estaba lista para recibir a sus nuevos camaradas. Con la tempranera llegada de los nuevos aliados, no le había dado tiempo de conversar con sus ahora más allegados compañeros, su fiel Nio y el oscuro Vlaka (que aunque oscuro, Aniuska lo respetada y confiaba en él).
Se adelantaron unos metros a la entrada del campamento, por lo que pronto ya se encontraron, sobresalía entre el grupo, su presencia especial, Aniuska solo se fijo en ella.
- ¿Quién es esa?
-Es nuestra nueva invitada Vlaka y de ahora en más tu responsabilidad. Esa mujercita es la maga enviada por el comandante. No la mires con otros ojos que no sean de vigía, no le hables a menos que sea necesario, que no se te pierda ni de día ni de noche.
Dijo Aniuska a Vlaka entre dientes, disimulando sus palabras entre sonrisa y una leve reverencia a los recién llegados. Segundos después pensó en lo que había dicho. No estaba segura de que Vlaka haya asumido el nuevo auto liderazgo que ella había tomado. Estaba claro que Elentor ya no dominaba a esa manada, pero nada se había dicho de un cambio de mandos.
No hubo tiempo de averiguarlo.
Bienvenidos. Los hemos estado esperando.
Aniuska, saludo con cortesía a los recién llegados; por supuesto se fijo en la mujer, revestida con su capucha, con un aire de misterio, con buena escolta, buscaba sus ojos, quería verla a los ojos, cualquier cosa por descubrir estaba demasiado oculto en esos ojos.
No había tiempo que perder, asi que sin hacer las presentaciones muy largas y ceremoniosas ya iban a la tienda de Vlaka para ultimar los detalles de lo que sería este nuevo trabajo.
La mujer de Vlaka aún se encontraba desnuda y adormilada en la tienda, pero de una patada la pobre fue sacada, uno de los recién llegados no tardo en anunciar su envidia.
-Lo tendrá mi querido amigo, lo tendrá pero luego de acabar nuestro trabajo.
Aniuska dedico una sonrisa al hombre y una mirada a Vlaka. En aquellos momentos solo hablaban los demás, ella solo esperaba descubrir con quienes estaba tratando;
Si por malas pulgas te refieres a arrancar el corazón del pecho a algún desgraciado supongo que así es - sonreí - y me alegra ver que no soy la única mujer aquí, aunque sólo una parezca que sepa hacer algo más que calentar a un hombre. ¿Con quíen tengoi el place de trabajar?
? aunque sólo una parezca que sepa hacer algo más que calentar a un hombre.
Esas palabras provocaron una sonrisa inclinada en los labios de Aniuska, cerro los ojos y volvió a levantar la vista hacia ella, deseaba profundamente ya de una vez delimitar los territorios, pero aun quería hacer las cosas con cautela?
Dices bien, conmigo es un placer todo, inclusive morir mi querida representante del misterio, trabajaras para Aniuska, espero que sea en un corto tiempoy sin contratiempos, después de ello puedes irte por donde viniste, con tu escolta y revuelta de misterio.
Pronto la prometedora noche pasional, se convirtió en una pelea de bar, mugriento, barato e insignificante. Aquel hombre ya no servía para nada. No hizo falta mucho esfuerzo, Elentor ya estaba entregado al sueño de su borrachera.
El amanecer llego lo que tardo la noche en irse. Aquel día había que encontrarse con los refuerzos prometidos por el comandante Leremak, como le había explicado esperaba a poco menos que una docena de hombres de la región, al sargento de aquella compañía y -la parte que más inquieta y hasta disgustada la tenia- una bruja.
Cualquier cosa del cuál no pudiera tener control, desconociese y por supuesto desconfiase no era para nada agradable para Aniuska, la hechicería estaba en el primer lugar. Mas estaba calmada, pues pensaba que la maga posiblemente solo se quedaría para ese ?trabajo? en particular, según entendía tenía el mismo objetivo, por lo que ya solo esperaba concluir el trabajo y volver cada quién a sus demás asuntos.
Pronto le dieron aviso de que una pequeña comitiva se acercaba a buena marcha al improvisado campamento, por lo que pronto estaba lista para recibir a sus nuevos camaradas. Con la tempranera llegada de los nuevos aliados, no le había dado tiempo de conversar con sus ahora más allegados compañeros, su fiel Nio y el oscuro Vlaka (que aunque oscuro, Aniuska lo respetada y confiaba en él).
Se adelantaron unos metros a la entrada del campamento, por lo que pronto ya se encontraron, sobresalía entre el grupo, su presencia especial, Aniuska solo se fijo en ella.
- ¿Quién es esa?
-Es nuestra nueva invitada Vlaka y de ahora en más tu responsabilidad. Esa mujercita es la maga enviada por el comandante. No la mires con otros ojos que no sean de vigía, no le hables a menos que sea necesario, que no se te pierda ni de día ni de noche.
Dijo Aniuska a Vlaka entre dientes, disimulando sus palabras entre sonrisa y una leve reverencia a los recién llegados. Segundos después pensó en lo que había dicho. No estaba segura de que Vlaka haya asumido el nuevo auto liderazgo que ella había tomado. Estaba claro que Elentor ya no dominaba a esa manada, pero nada se había dicho de un cambio de mandos.
No hubo tiempo de averiguarlo.
Bienvenidos. Los hemos estado esperando.
Aniuska, saludo con cortesía a los recién llegados; por supuesto se fijo en la mujer, revestida con su capucha, con un aire de misterio, con buena escolta, buscaba sus ojos, quería verla a los ojos, cualquier cosa por descubrir estaba demasiado oculto en esos ojos.
No había tiempo que perder, asi que sin hacer las presentaciones muy largas y ceremoniosas ya iban a la tienda de Vlaka para ultimar los detalles de lo que sería este nuevo trabajo.
La mujer de Vlaka aún se encontraba desnuda y adormilada en la tienda, pero de una patada la pobre fue sacada, uno de los recién llegados no tardo en anunciar su envidia.
-Lo tendrá mi querido amigo, lo tendrá pero luego de acabar nuestro trabajo.
Aniuska dedico una sonrisa al hombre y una mirada a Vlaka. En aquellos momentos solo hablaban los demás, ella solo esperaba descubrir con quienes estaba tratando;
Si por malas pulgas te refieres a arrancar el corazón del pecho a algún desgraciado supongo que así es - sonreí - y me alegra ver que no soy la única mujer aquí, aunque sólo una parezca que sepa hacer algo más que calentar a un hombre. ¿Con quíen tengoi el place de trabajar?
? aunque sólo una parezca que sepa hacer algo más que calentar a un hombre.
Esas palabras provocaron una sonrisa inclinada en los labios de Aniuska, cerro los ojos y volvió a levantar la vista hacia ella, deseaba profundamente ya de una vez delimitar los territorios, pero aun quería hacer las cosas con cautela?
Dices bien, conmigo es un placer todo, inclusive morir mi querida representante del misterio, trabajaras para Aniuska, espero que sea en un corto tiempoy sin contratiempos, después de ello puedes irte por donde viniste, con tu escolta y revuelta de misterio.
Re: Un nuevo comienzo
3
El sargento Campios carraspeó, frunció el ceño y señaló al mapa que había sacado de su bolsa, encima de la mesa. Dejó libre su voz curtida:
-Bien. Dejemos para otro momento las intimidades. No quiero problemas entre nosotros, estamos aquí para barrer de una vez por todas a esa lacra. El grupo de Aniuska y el nuestro cruzaremos el río, localizaremos a esa banda y la eliminaremos. Leire precisa cobertura total, ¿queda claro? Una partida reducida tiene más posibilidades de infiltrarse que toda la tropa, por eso Leremak avanzará después para acabar con cualquier resistencia que haya escapado. No quiere prisioneros, tan solo si es posible a su líder, Akam-Lar.
Se atusó la hirsuta barba. Prosiguió:
-Sabemos que hace unos días los saqueadores emboscaron a la escolta de una princesa que se dirigía a la costa. Fue una traición desde dentro, afortunadamente la princesa y unos pocos más lograron escapar. Así que los bandidos deben merodear no lejos de las riberas del río Nezvaya, extrememos las precauciones. Es posible que hayan regresado a su base, en las montañas, aquí ? marcó con un dedo una zona del mapa-. Uno de nuestros espías nos acompañará, espera junto al río, al otro lado, sabe el lugar exacto. Sed precavidos y estad atentos. Esa gente es sanguinaria y nosotros no lo seremos menos. Por eso os han elegido.
Vlaka preguntó:
- Si no andan por los bosques ni en las estepas, sino en sus aldeas, ¿atacamos?
Campios:
- Del río a los montes más cercanos, hay un par de días, atravesando bosquecillos y un tramo amplio del yermo. Cabalgaremos de noche. En tal caso haremos todo el daño que podamos, Leremak rematará el trabajo. Y tened claro cuando digo que nadie escape: hombres, sus mujeres, los niños, todos. Conocéis las órdenes. Esa basura necesita una lección que se les grabe con fuego y sangre en la memoria. ¿Alguna otra pregunta?
OFF
Se trata de que en estos turnos tengáis claro la misión, en qué va a consistir esta partida ?al menos el principio- e interaccionéis y dialoguéis ente vosotros para conoceros y que yo solo intervenga lo mínimo.
Un saludo!
El sargento Campios carraspeó, frunció el ceño y señaló al mapa que había sacado de su bolsa, encima de la mesa. Dejó libre su voz curtida:
-Bien. Dejemos para otro momento las intimidades. No quiero problemas entre nosotros, estamos aquí para barrer de una vez por todas a esa lacra. El grupo de Aniuska y el nuestro cruzaremos el río, localizaremos a esa banda y la eliminaremos. Leire precisa cobertura total, ¿queda claro? Una partida reducida tiene más posibilidades de infiltrarse que toda la tropa, por eso Leremak avanzará después para acabar con cualquier resistencia que haya escapado. No quiere prisioneros, tan solo si es posible a su líder, Akam-Lar.
Se atusó la hirsuta barba. Prosiguió:
-Sabemos que hace unos días los saqueadores emboscaron a la escolta de una princesa que se dirigía a la costa. Fue una traición desde dentro, afortunadamente la princesa y unos pocos más lograron escapar. Así que los bandidos deben merodear no lejos de las riberas del río Nezvaya, extrememos las precauciones. Es posible que hayan regresado a su base, en las montañas, aquí ? marcó con un dedo una zona del mapa-. Uno de nuestros espías nos acompañará, espera junto al río, al otro lado, sabe el lugar exacto. Sed precavidos y estad atentos. Esa gente es sanguinaria y nosotros no lo seremos menos. Por eso os han elegido.
Vlaka preguntó:
- Si no andan por los bosques ni en las estepas, sino en sus aldeas, ¿atacamos?
Campios:
- Del río a los montes más cercanos, hay un par de días, atravesando bosquecillos y un tramo amplio del yermo. Cabalgaremos de noche. En tal caso haremos todo el daño que podamos, Leremak rematará el trabajo. Y tened claro cuando digo que nadie escape: hombres, sus mujeres, los niños, todos. Conocéis las órdenes. Esa basura necesita una lección que se les grabe con fuego y sangre en la memoria. ¿Alguna otra pregunta?
OFF
Se trata de que en estos turnos tengáis claro la misión, en qué va a consistir esta partida ?al menos el principio- e interaccionéis y dialoguéis ente vosotros para conoceros y que yo solo intervenga lo mínimo.
Un saludo!
No somos los jugadores. Somos el juego
Lo difícil de la idea es tener voluntad de llevarla a cabo http://nacionrolera.org/viewtopic.php?f=55&t=11241
Crónicas- http://www.nacionrolera.org/viewforum.php?f=316
http://mundosparalelos-1.blogspot.com/
Lo difícil de la idea es tener voluntad de llevarla a cabo http://nacionrolera.org/viewtopic.php?f=55&t=11241
Crónicas- http://www.nacionrolera.org/viewforum.php?f=316
http://mundosparalelos-1.blogspot.com/
Re: Un nuevo comienzo
Leire
A la mujer guerrera se le notaba recelosa, como casi a todo el mundo, con la magia. No sabían apreciar el don que ello significaba, sin duda, aunque era lógico que temieran lo que desconocían. Su presencia, igualmente, me inquietaba, quizás por el simple hecho de que no se trataba de un hombre, facilmente manejable, sino de una mujer firme, de las que me gustaban. Eran un misterio, como la magia, y por eso valía la pena arriesgarse, porque la recompensa era mayor que con lo mundano.
Los capitanes explicaron el plan de acción a seguir. No debía de ser complicado, habría alguna baja pero esperaba que no demasiadas. No es que realmente me importara pero contra más hombres vivos más eran los que me protegerían a mi del peligro.
Se acabó de explicar el plan y pregunté.
¿Alguno de esos espías ha podido conseguir alguna pieza personal o resto del ese líder, Akam-Lar? Quizás pudiera incapacitarlo de alguna forma antes de que llegaramos a atacar. Sin su líder activo al máximo serán más vulnerables y estarán desconcertados.
Más tarde, al salir de la tienda, hablaría con Aniuska.
No tengo más intención que hacer esta misión, pero tampoco me gusta hacer enemigas por donde paso, si puedo evitarlo. Espero, al igual que yo no seré un problema para vos, que vos no tenga nada en contra mía.
A la mujer guerrera se le notaba recelosa, como casi a todo el mundo, con la magia. No sabían apreciar el don que ello significaba, sin duda, aunque era lógico que temieran lo que desconocían. Su presencia, igualmente, me inquietaba, quizás por el simple hecho de que no se trataba de un hombre, facilmente manejable, sino de una mujer firme, de las que me gustaban. Eran un misterio, como la magia, y por eso valía la pena arriesgarse, porque la recompensa era mayor que con lo mundano.
Los capitanes explicaron el plan de acción a seguir. No debía de ser complicado, habría alguna baja pero esperaba que no demasiadas. No es que realmente me importara pero contra más hombres vivos más eran los que me protegerían a mi del peligro.
Se acabó de explicar el plan y pregunté.
¿Alguno de esos espías ha podido conseguir alguna pieza personal o resto del ese líder, Akam-Lar? Quizás pudiera incapacitarlo de alguna forma antes de que llegaramos a atacar. Sin su líder activo al máximo serán más vulnerables y estarán desconcertados.
Más tarde, al salir de la tienda, hablaría con Aniuska.
No tengo más intención que hacer esta misión, pero tampoco me gusta hacer enemigas por donde paso, si puedo evitarlo. Espero, al igual que yo no seré un problema para vos, que vos no tenga nada en contra mía.