Imracar miraba las estrellas mientras vigilaba los borde de la hondonada, la noche se mostraba fría a pesar de la lumbre preparada por el mediano, las nubes habían marchado hacia el este, hacia las montañas lo que había despejado el cielo de estas, la luna aun no había salido y las estrellas mostraban todo su esplendor; hacia ya casi tres horas que el resto de sus compañeros de viaje descansaban, mañana seria una dura jornada y el joven dunadan sabia que por suerte los de su sangre necesitaban el descanso en menor cuantía que la mayoría de los hombres. Subió la depresión una vez mas para observar las posibles amenazas que hubiera en los alrededores. No tuvo resultado como tampoco lo había obtenido el resto de la veces, así pues descendió de nuevo y avivo un poco el fuego, era hora de levantar a Will el se encargaría de la siguiente guardia, al menos que el fuego le calentara el cuerpo destemplado del despertar nocturno.
Will tardo tan solo unos segundos en incorporarse y mostrase dispuesto para realizar la labor de vigilancia y protección, Imracar se acosto entonces, estuvo observando al Lossoth unos instantes antes de cerrar los ojos y comenzar a pensar en el viaje que estaba haciendo, las consecuencias que traería y en como acabaría aquello. La luna se asomo en el cielo mientras Willfort la observaba. Imracar durmió.
- DESPERTAD, DESPERTAD, RAPIDO - La voz de Will resonó en sus mentes. Todos se levantaron de inmediato, ya equipados y con la armas preparadas; miraron en dirección al Lossoth y un escalofrío les recorrió todo su ser, una leve neblina fantasmagórica lo cubría todo, iluminada por la luz de la luna que había tornado en un verde difuso y resplandeciente. Entonces los vieron, alrededor del borde de la hondonada, decenas de enormes lobos de apariencia demoniaca, enormes de ojos rojos y un pardo rojizo de pelaje que resplandecía en verdes vaporosos en su lomo quizás por la espectral luz que lo iluminaba todo, quizás no.
Los lobos aullaban al unísono con sonido demencial que enturbio las mentes de los valerosos aventureros, que intentaban agruparse torpemente junto al fuego, mientras Will llegaba a la carrera. Se miraron unos otros observando los rostros desfigurados por la inquietante luz lunar, se sentían torpes de movimientos lentos he incoherentes. Sabían que aquel reto les costaría la vida.
Los bestiales enemigos dejaron a un lado su espectáculo sonoro y se lanzaron salvajemente en pos de su presa, en pocos segundos un quincena de la terroríficas fieras lanzaban dentelladas en dirección al incauto grupo encerrado en su refugio mortal. Una piedra lanzada por el joven lossoth hacia uno de los lobos impacto en su cráneo, cayo al instante, muerto. Los lobos aullaron una vez mas y atacaron en serio, pero el ataque de Will había echo reaccionar al resto de sus compañeros y otro lobos cayo atravesado por una jabalina traída desde la tierras de Rhun; Dunadan, rohir y mediano también hicieron estragos en los lobos, al poco mas de diez cuerpos yacían en el fondo de la hondonada, obligando a los combatientes a luchar sobre sus cuerpos.
La lucha era encarnizada, la sangre cubría el cuerpo de los guerreros haciendo que resplandecieran aun mas con el verde pálido y brillante de la luz espectral. Otro lobo cayo, pero seguían llegando mas y mas, el borde de la hondonada seguía plagado de ellos y mas de un treintena avanzaba hacia ellos. Entonces sucedió, Will, fue mordido en un brazo, Einskaldir acudió en su ayuda rapidamente y aunque corto de un solo tajo la cabeza de la bestia, otra de esas malditas criaturas salto sobre su espalda, Alric lanzo su ultima jabalina pero fue en vano ante el ataque de tres de los horrendos lobos y le tumbaron boca arriba. Dunadan y mediano luchaban espalda con espalda consiguieron levantar a Will y Einskaldir pero cuando fueron a socorrer al Dorwinadan ya era tarde diez de aquellos malditos saltaron sobre ellos.
De repente la niebla desapareció, la luna torno de nuevo a su color, aunque no exactamente pues tono en color blanco como la nieves del Taniquetil, mucho mas luminoso que lo normal y en la noche la hondonada se ilumino como si el amanecer hubiera llegado con la luz de la luna. Lo lobos frenaron su ataque y extrañamente se retiraron a un lado, Volvieron a aullar pero esta vez era un aullido mucho mas tenebroso, como si fuese su vida la que corría peligro y no la de sus presas. Un extraña voz llego entonces con el viento. - Marchad a vuestra infecta cueva en las oscuras tripas de la tierras, Malditos, Malditos por siempre os nombraron, y en la oscuridad pasareis esa eternidad - El resplandor que se produjo allí arriba, ya no tenia que ver con la luna, otra cosa lo provoco, pues los cuerpos de los terrible lobos, parecieron desaparecer como el polvo en una tormenta, en pocos segundos sus cuerpos y sus aullidos habían desaparecido y una esbelta figura se asomaba por el borde norte de la hondonada.
media mas de dos metros cuarenta y complexión bastante fuerte, aquel ser de pelo negro como la oscuridad de Moria y largo hasta casi el suelo, de una intrincada belleza y porte, que resplandecía en el mas blanco de los blancos y cuya sombra anegaba totalmente toda luz, hablo.
- Vuestro viaje me llena de esperanza, decenas de lustros llevo apresado en la oscuridad de la que escape, mis mensajes y ayudas han sido por fin oídos por seres valerosos como los que antaño salvaron mi espíritu. Yo soy Thedaren y soy el señor de la arañas, por eso necesito vuestra ayuda. Pero antes debéis ayudar al ultimo de los viajeros que os han de acompañar. - Señalo hacia las piedras que bordeaban la hondonada y un a luz celeste cubrió la hondonada a modo ce cúpula.
- Estas piedras fueron creadas para que mi mente solo se pudiera manifestar en este lugar y no las tierras de alrededor, para que ningún mal les afectase, hoy por fin han ayudado a que ese mal sea reparado de una vez por todas y me permite hablaros por tiempo limitado. por eso os digo solo esto, mirad al cielo. -
Las heridas casi habían sanado y los valientes luchadores miraron absortos hacia el cielo, este se mostraba difuso a través de la cúpula formada por la energía mística de los monolitos, pero en el se comenzó a formar una imagen, una imagen viva, que os mostraba el horror de la batalla. La torres a la que viajaba habían sido demolidas al completo, las arañas que de allí marchaban eran en verdad como los viajeros y los locos les habían contado y la muerte lo llenaba todo, decenas de cuerpos cubrían el lugar, valientes guerreros que habían sido tomados por sorpresa por una fuerza mucho mayor de la que podían hacer frente, sin embargo lo habían echo, habían echo frente hasta el ultimo de sus alientos. El corazón de los aventureros y especialmente el de Einskaldir sufrió un duro golpe, valientes y aguerridos compañeros yacían muertos, todos muertos; si aquello era verdad, su aventura seria mucho mas desesperada de lo que habían previsto. Las arañas marchaban ya en la lejanía cuando la quietud de los escombros, se rompió, una mano se abrió hueco hacia el aire libre a través de los escombros y una mujer destrozada por el combate apareció ante su vista. Esta se arrastro unos metros hasta un compañero muerto y callo sobre el, su pelo rojizo los cubrió a los dos. - HILDA - grito el Rohir.
Todos abrieron los ojos de forma confundida, hace un segundo estaban... y ahora el sol iluminaba sus rostros confundidos, iluminaba la hondonada donde momentos antes se acumulaban los cuerpos sin vida de aquellos monstruosos lobos, ahora solo mostraba el leve verdor de una mañana otoñal y los contentos rostros de dos monturas que esperan el desayuno.