Philadelphia, la Ciudad del Amor Fraternal? que candida podía resultar la humanidad en algunas ocasiones. Si la ciudad se merecía un apelativo que le hiciese justicia era la Ciudad Infernal, y cualquiera que conociese la verdad oculta tras las tinieblas podía atestiguarlo.
En el mundo existían personas, grupos, que se mantenían alertas y prestos frente a fuerzas hacía las que la humanidad en general tan solo se sentía deseosa de ser ciega, sorda y estúpida, un rasgo en el que había evolucionado hasta alcanzar la excelencia. A estas personas se las conocía como cazadores, o la Vigilia por aquellos entendían algo. Y aunque combatían contra incontables, e innombrables, amenazas por todo el mundo, en Philadelphia libraban una guerra que tan solo podía describirse como total, despiadada y sin cuartel desde hacía ya más de un siglo. Pero no era del tipo de guerra con frentes definidos, más bien del estilo control de plagas, MUCHAS plagas. Tampoco era de las que no conocían victoria alguna, ya que los diversos grupos de la Vigilia, pues prácticamente cada grupo de suficiente calado parecía estar representado en la Ciudad Infernal, habían llegado a lograr con las décadas algunas que podrían catalogarse de gloriosas, e incluso épicas. Pero todo parecía inútil, uno no terminaba de exterminar una amenaza cuando otra igual, o aun más terrible, ocupaba su lugar entre las calles de la vieja Phillys. Aquel lugar era un hormiguero que parecía descender hasta el infierno, y azuzarlo tan solo servía para despertar horrores de círculos más profundos.
¿Te interesa ese mundo Alicia? Pues ven conmigo a través del espejo hasta un mundo con garras y dientes, más interesado en el sabor de tu sangre que en lo puñeteramente progres que sean tus ideas.
Canción recomendada para la escena: Georgia on my Mind (Ray Charles).
La sala iluminada al neon producía un desagradable olor acre que conjuntaba perfectamente con el color a mierda resaca de la moqueta repleta de quemadas de cigarrillos. Desde luego era el típico antro que uno habría esperado del sistema de pensiones municipal, aunque en este caso la palabra antro parecía dar lustre a aquel sitio, el típico lugar donde uno esperaría ver el funeral de un bedel de instituto quincuagenario, solitario y amargado. Pero para aquellos que conocían la verdad oculta una simple mirada bastaba para hacer calentar la sangre al ver que otro veterano acababa enterrado en mierda, y para cualquiera que le conociese de verdad la presión en el estomago por ver a una buena persona irse de esta manera? Pero así funcionaban las cosas, este no era un mundo justo, y si lo fuese? bueno ¿Quién podía realmente imaginarse que lugar tendría la humanidad en un mundo justo?
El velatorio ya comenzaba a despejarse, y a pesar de haber acudido tan solo una veintena de personas aparte de vosotros no podíais dejar de sorprenderos por la cantidad de cicatrices allí reunidos. Obviamente la mayoría, si no todos, los que habían ido a presentar sus respetos al viejo Conrad eran obviamente veteranos de la guerra contra la oscuridad, cazadores, miembros de la Vigilia. Como lo erais vosotros, como lo fue el viejo Conrad. Pero ahora ya se habían ido, así eran los funerales de los veteranos que habíais conocido en vuestras organizaciones, tan solo un momento para el recuerdo, sin capitulaciones para la emoción o despliegues sentimentales, pues así es la vida en la Vigilia, una vida de perdida.
[Turno-C] Funeral a son de Blues
Moderador: artemis2
Re: [Turno-C] Funeral a son de Blues
La sala pronto quedo vacía, la última en marcharse una belleza de impresión, una de esas mujeres que uno no ve si no en las revistas, y últimamente parecía que era todo cosa de programas informáticos. Aunque la mole hindú que la acompañaba servicial del brazo ayudaba mucho a devolveros a la realidad y a apartar rápidamente las miradas, aquel tipo tenía unos puños como vuestras caras.
- Vosotros debéis de ser los muchachos de Conrad.- Dijo una voz con un fuerte acento ingles a vuestras espaldas.
Os encontrasteis con un tipo vestido de forma desastrosa, con una gabardina que tenía pinta de haber servido de bayeta? en algún sitio inmundo, seguramente en el mismo sitio donde habían liado el apestoso cigarrillo que fumaba. Era pálido, extremadamente, con un pelo rubio pajizo y unos ojos azules que lo miraban todo entre el pasotismo y el sarcasmo. Lo más curioso es que había llegado hasta ahí sin que ninguno lo notarais, y aunque no erais agentes de campo tampoco erais novatos, era imposible que os cogiesen así.
- Me llamo John y soy el albacea del fiambre.- Dijo con una sonrisa maliciosa que aun así parecía guardar algo de humor, aunque más para si que para vosotros.- ¿Y si me invitáis a unas copas antes de comenzar con las preguntas?
- Y traeros al ?chaval? abueletes, esta también en el testamento.- Dijo dándoos ya la espalda mientras señalaba sobre su hombro con el cigarrillo a Jamie Dent.
El tipo entro en la mugrienta cafetería de enfrente con un ímpetu como el del soldado de infantería acostumbrado al paso marcial. O el del alcohólico irredento, os recordasteis al verle pedir una ?pinta?, un whisky y un cartón de silk cut. Claro que finalmente tuvo que contentarse con una Bud, un bourbon y varios paquetes sueltos de Marlboro. Pero que demonios, después de todo pagabais vosotros.
- Bien vale, esta es vuestra herencia.- Dijo John pasándoos un sobre blanco, del estilo de los que no se veían desde hacía quince años.
- ¿Tenéis fuego?- Preguntó el ingles, y ante vuestros gestos estupefactos se encogió de hombros y encendió el cigarrillo pellizcando la punta. Cosa que pareció no gustar a alguno de vosotros.
En el sobre había una llave, de un servicio de alquiler de guardamuebles, y una pequeña carta dirigida a vosotros cuatro en concreto.
- Vosotros debéis de ser los muchachos de Conrad.- Dijo una voz con un fuerte acento ingles a vuestras espaldas.
Os encontrasteis con un tipo vestido de forma desastrosa, con una gabardina que tenía pinta de haber servido de bayeta? en algún sitio inmundo, seguramente en el mismo sitio donde habían liado el apestoso cigarrillo que fumaba. Era pálido, extremadamente, con un pelo rubio pajizo y unos ojos azules que lo miraban todo entre el pasotismo y el sarcasmo. Lo más curioso es que había llegado hasta ahí sin que ninguno lo notarais, y aunque no erais agentes de campo tampoco erais novatos, era imposible que os cogiesen así.
- Me llamo John y soy el albacea del fiambre.- Dijo con una sonrisa maliciosa que aun así parecía guardar algo de humor, aunque más para si que para vosotros.- ¿Y si me invitáis a unas copas antes de comenzar con las preguntas?
- Y traeros al ?chaval? abueletes, esta también en el testamento.- Dijo dándoos ya la espalda mientras señalaba sobre su hombro con el cigarrillo a Jamie Dent.
El tipo entro en la mugrienta cafetería de enfrente con un ímpetu como el del soldado de infantería acostumbrado al paso marcial. O el del alcohólico irredento, os recordasteis al verle pedir una ?pinta?, un whisky y un cartón de silk cut. Claro que finalmente tuvo que contentarse con una Bud, un bourbon y varios paquetes sueltos de Marlboro. Pero que demonios, después de todo pagabais vosotros.
- Bien vale, esta es vuestra herencia.- Dijo John pasándoos un sobre blanco, del estilo de los que no se veían desde hacía quince años.
- ¿Tenéis fuego?- Preguntó el ingles, y ante vuestros gestos estupefactos se encogió de hombros y encendió el cigarrillo pellizcando la punta. Cosa que pareció no gustar a alguno de vosotros.
En el sobre había una llave, de un servicio de alquiler de guardamuebles, y una pequeña carta dirigida a vosotros cuatro en concreto.
Queridos Gregory, Samuel, Martín y Jamie, el hijo de Patricia Dent. Sois las últimas cuatro personas de este oficio en quien puedo confiar mi legado, se que en este momento estaréis confusos, quizás incluso furiosos por haberos hecho dejar vuestras importantes labores y haberos puesto delante de este? bueno de John. Pero se que lo entenderéis todo cuando veáis el contenido de lo que guarda esa llave, dadle algo de paciencia a este viejo ya devorado por el cáncer hasta que la veáis, se que será así a pesar de lo mucho que habéis cambiado algunos desde la última vez que nos vimos.
John es? alguien en quien confiar, pero no os relacionéis con él más allá de lo estrictamente necesario, estoy seguro de que esta advertencia no será necesaria, ni le pidáis ayuda a menos que sea imprescindible, no puedo deciros por que pero os aseguro que es algo que debéis observar a rajatabla.
Mis jóvenes colegas, os deseo la mejor de las suertes, y no os preocupéis por vuestras respectivas ?organizaciones? hay poca gente en este mundillo que no me debiese un favor u otro, y antes de morir me asegure de saldar varias de ellas para daros la independencia que necesitaseis. Solo si la queréis, por supuesto, este viejo ya muerto en ningún caso pretende imponeros nada.
Cuidaros, y recordad, vigilad vuestras espaldas, ahorrad munición, y nunca pactéis con demonios.
Se despide atentamente
CONRAD VAN HELSING
Re: [Turno-C] Funeral a son de Blues
Martin O'Riley
Finalmente el bueno de Conrad había muerto. No era el profesor más jóven del instituto cuando le había tenido como alumno, por lo que ya tenía una edad bastante avanzada en el momento de su muerte, una edad a la que pocos cazadores aspiraban a alcanzar, y aún menos en activo como había hecho él.
Sin embargo Martin no creía que el pobre diablo hubiera muerto por causas naturales. Pocos llegan a la edad que había alcanzado Conrad, pero muchísimos menos aún morian por lo que los médicos solían llamar 'causas naturales'. Desde luego terminar con el cuello abierto manando sangre en un ritual pagano a los demonios del bosque solía causar la muerte de forma bastante natural, y de hecho era una causa de muerte mucho más habitual entre su gente que el hecho de que la vida llegase a su termino sin intervención por parte de nadie. Es por esto que Martin tenía el convencimiento de que la muerte de Conrad no venia causada por un simple ataque al corazón o lo que fuera que hubiera escrito el médico en su informe. Ni siquiera había podido enterarse de cual era la causa 'oficial' de la muerte, ya que solamente se enteró del velatorio unas horas antes por una llamada del doctor Maurer.
En el velatorio había todo tipo de gente. Ni siquiera el asco que le retorcía el estómago cada vez que pensaba en que el viejo Conrad ahora no era más que un cadáver pudo evitar que sus ojos siguiera el redondo culo de la última chica que abandonó la sala.
En este velatorio se había reunido todo tipo de gente; a Martin le sorprendió gratamente encontrarse allí con sus antiguos compañeros de instituto: casi no había mantenido contacto con ellos desde que acabaron los años de juventud, pese a que en aquella época eran de las pocas personas que tenían relación con él (siempre que relación no significase moler al adolescente Martin a patadas o burlarse de su peso). Lo que no le sorprendió fue que, exceptuando a un chico jóven, sus viejos amigos fueran los últimos en largarse de la sala. No en vano Conrad les había salvado la vida en su juventud y les había abierto los ojos a las monstruosidades que compartían mundo con la humanidad.
- Vosotros debéis de ser los muchachos de Conrad.- Martin se giró de golpe para encontrarse con un tipo que parecía tan consumido como la colilla que aguantaba entre los labios. - Me llamo John y soy el albacea del fiambre. ¿Y si me invitáis a unas copas antes de comenzar con las preguntas?
Martin se levantó de su silla y se acercó al féretro a presentar su último adios a Conrad. No estaba triste por su pérdida, de hecho casi no mantenía ningún contacto con él, pero le daba rabia pensar que los buenos habían perdido otro buen soldado. Sacó de su bolsillo un puro cubano, de una caja que le habían regalado una semana atrás y estaba ya casi agotada, y se lo encendió con una cerilla sin dejar de mirar los ojos cerrados del cadáver para darle una buena calada. *Adios amigo, disfruta de tu descanso bien merecido, que nosotros te tomaremos el relevo en tu agotadora labor*. Algo de ceniza del puro cayó sobre el frio cuerpo de su antiguo profesor.
- Y traeros al ?chaval? abueletes, esta también en el testamento. - el comentario sorprendió a Martin. ¿Quien era el chico este? En su camino dirección a la puerta se paró a su lado para presentarse
- Martin O'Riley, ¿con quien tengo el placer...? - estrechandole la mano sin sacarse el puro de la boca.
Ya sentados alrededor de la mesa del bar, Martin se pidió otro bourbon para él (poniendo cara de asqueado al comprobar la marca de la porquería que le estaban sirviendo en el vaso) y dejó sobre la barra dinero suficiente para pagar las consumiciones de todos y dejarle una buena propina al camarero. Esta clase de detalles son los que distinguen a un triunfador de un desgraciado como John.
Abrieron la carta que les entregó el tipo y la leyeron *vaya que no pienso relacionarme con el tipo este más de lo necesario, da asco solo de mirarlo...*, pensó al leer el consejo póstumo de Conrad acerca de John. Tras esto le echó un vistazo al servicio de alquiler y la llave.
Le dió un trago al vaso de bourbon que le habían traído, dejandole el gusto horrible en la boca y la garganta, con la intención de dejar claro su desagrado ante tal porquería de bebida y quitarse el mal gusto del trago escupió un gargajo en su bebida, se colocó bien los huevos que le molestaban en la posición en la que se había sentado y le dió una buena calada al puro antes de apagarlo utilizando como cenicero el propio vaso medio lleno de bourbon.
- Me siento en la obligación de hacer caso a esta pequeña última voluntad de Conrad, siento como si se lo debieramos... No, es que realmente se lo debemos. Greg, Sam, no sé que ha sido de vuestras vidas desde la última vez que nos vimos, ni dónde está Patty, espero que aceptéis una invitación para cenar una vez hayamos comprobado que quiere nuestro viejo profesor, así podremos charlar largo y tendido como se merecería nuestra antigua amistad. Jamie, la invitación se extiende a ti también, tengo curiosidad por saber que ha sido de la vida de Patty. Conozco una marisquería maravillosa a la que hace tiempo que quiero volver.
Finalmente el bueno de Conrad había muerto. No era el profesor más jóven del instituto cuando le había tenido como alumno, por lo que ya tenía una edad bastante avanzada en el momento de su muerte, una edad a la que pocos cazadores aspiraban a alcanzar, y aún menos en activo como había hecho él.
Sin embargo Martin no creía que el pobre diablo hubiera muerto por causas naturales. Pocos llegan a la edad que había alcanzado Conrad, pero muchísimos menos aún morian por lo que los médicos solían llamar 'causas naturales'. Desde luego terminar con el cuello abierto manando sangre en un ritual pagano a los demonios del bosque solía causar la muerte de forma bastante natural, y de hecho era una causa de muerte mucho más habitual entre su gente que el hecho de que la vida llegase a su termino sin intervención por parte de nadie. Es por esto que Martin tenía el convencimiento de que la muerte de Conrad no venia causada por un simple ataque al corazón o lo que fuera que hubiera escrito el médico en su informe. Ni siquiera había podido enterarse de cual era la causa 'oficial' de la muerte, ya que solamente se enteró del velatorio unas horas antes por una llamada del doctor Maurer.
En el velatorio había todo tipo de gente. Ni siquiera el asco que le retorcía el estómago cada vez que pensaba en que el viejo Conrad ahora no era más que un cadáver pudo evitar que sus ojos siguiera el redondo culo de la última chica que abandonó la sala.
En este velatorio se había reunido todo tipo de gente; a Martin le sorprendió gratamente encontrarse allí con sus antiguos compañeros de instituto: casi no había mantenido contacto con ellos desde que acabaron los años de juventud, pese a que en aquella época eran de las pocas personas que tenían relación con él (siempre que relación no significase moler al adolescente Martin a patadas o burlarse de su peso). Lo que no le sorprendió fue que, exceptuando a un chico jóven, sus viejos amigos fueran los últimos en largarse de la sala. No en vano Conrad les había salvado la vida en su juventud y les había abierto los ojos a las monstruosidades que compartían mundo con la humanidad.
- Vosotros debéis de ser los muchachos de Conrad.- Martin se giró de golpe para encontrarse con un tipo que parecía tan consumido como la colilla que aguantaba entre los labios. - Me llamo John y soy el albacea del fiambre. ¿Y si me invitáis a unas copas antes de comenzar con las preguntas?
Martin se levantó de su silla y se acercó al féretro a presentar su último adios a Conrad. No estaba triste por su pérdida, de hecho casi no mantenía ningún contacto con él, pero le daba rabia pensar que los buenos habían perdido otro buen soldado. Sacó de su bolsillo un puro cubano, de una caja que le habían regalado una semana atrás y estaba ya casi agotada, y se lo encendió con una cerilla sin dejar de mirar los ojos cerrados del cadáver para darle una buena calada. *Adios amigo, disfruta de tu descanso bien merecido, que nosotros te tomaremos el relevo en tu agotadora labor*. Algo de ceniza del puro cayó sobre el frio cuerpo de su antiguo profesor.
- Y traeros al ?chaval? abueletes, esta también en el testamento. - el comentario sorprendió a Martin. ¿Quien era el chico este? En su camino dirección a la puerta se paró a su lado para presentarse
- Martin O'Riley, ¿con quien tengo el placer...? - estrechandole la mano sin sacarse el puro de la boca.
Ya sentados alrededor de la mesa del bar, Martin se pidió otro bourbon para él (poniendo cara de asqueado al comprobar la marca de la porquería que le estaban sirviendo en el vaso) y dejó sobre la barra dinero suficiente para pagar las consumiciones de todos y dejarle una buena propina al camarero. Esta clase de detalles son los que distinguen a un triunfador de un desgraciado como John.
Abrieron la carta que les entregó el tipo y la leyeron *vaya que no pienso relacionarme con el tipo este más de lo necesario, da asco solo de mirarlo...*, pensó al leer el consejo póstumo de Conrad acerca de John. Tras esto le echó un vistazo al servicio de alquiler y la llave.
Le dió un trago al vaso de bourbon que le habían traído, dejandole el gusto horrible en la boca y la garganta, con la intención de dejar claro su desagrado ante tal porquería de bebida y quitarse el mal gusto del trago escupió un gargajo en su bebida, se colocó bien los huevos que le molestaban en la posición en la que se había sentado y le dió una buena calada al puro antes de apagarlo utilizando como cenicero el propio vaso medio lleno de bourbon.
- Me siento en la obligación de hacer caso a esta pequeña última voluntad de Conrad, siento como si se lo debieramos... No, es que realmente se lo debemos. Greg, Sam, no sé que ha sido de vuestras vidas desde la última vez que nos vimos, ni dónde está Patty, espero que aceptéis una invitación para cenar una vez hayamos comprobado que quiere nuestro viejo profesor, así podremos charlar largo y tendido como se merecería nuestra antigua amistad. Jamie, la invitación se extiende a ti también, tengo curiosidad por saber que ha sido de la vida de Patty. Conozco una marisquería maravillosa a la que hace tiempo que quiero volver.
Que tus investigadores se balenceen en el filo de la locura; que tiemblen tus jugadores cuando tiras los dados. ¡Buena caza!
Re: [Turno-C] Funeral a son de Blues
Gregory Winter
De los pocos velatorios a los que había asistido y los muchos a los que se había negado a acudir, Gregory no podía imaginar que su viejo profesor de instituto fuera a protagonizar esta parodia de funeral. Alguien como Mr. Van Helsing no debería ser velado por una cuadrilla de perdedores como los reunidos en la sala, personas cuya única conexión entre ellos era hacer lo que es debido, cuando es debido y como es debido. La llama que mantenía la vela que iluminaba la ciudad del amor fraternal era débil y con la muerte de Conrad, quizás se había apagado del todo.
Gregory contempló a su alrededor, viendo algunas caras conocidas, otras desconocidas que poco a poco fueron largándose para ocuparse de sus asuntos. *No sabia que Conrad fuera tan popular*. Cuando ya se iba una joven con su maromo, Greg se acerco al féretro. Con aire serio y las manos en los bolsillos, la mirada fija en el semblante gris del que fuera su maestro, Greg musitó unas palabras ?Descansa en paz, te lo has ganado después de tantos años.
Una voz interrumpió sus pensamientos. Se volvió rápidamente para observar a quien había llegado de forma tan sigilosa que no había llamado la atención de Gregory. *Mierda, me estoy haciendo viejo, mis oídos ya no responden bien?* El zarrapastroso inglés parecía mas un yonki que un albacea testamentario. *Joder, he visto góticos maquillados con mas color de piel que este tipo*.
El tal John proponía ir a un bar, sonaba bien, *no me vendría mal un trago*. Al salir del lugar vio a Martin saludar al supuesto hijo de Patty Dent, la verdad es que el joven Jamie se parecía a ella. Sonrió a ambos al pasar a su lado y se dirigió al bar.
En el tugurio, Gregory pidió un vodka y se sento junto a sus antiguos compañeros y los dos desconocidos. Cuando le pasaron la nota, Greg no pudo contener una media sonrisa *Asi que nunca pactemos con demonios ¿eh?, este Conrad?siempre con sus neuras*
Martin propuso una cena en una marisquería, Gregory le sonrió y le dijo ?Me encantaría, una cena nos pondría al día, el marisco no está entre mis platos favoritos, pero me da igual. Volviéndose hacia el ?albacea?, Greg le preguntó: - Bueno, John, ¿Qué sabes de la muerte del señor Van Helsing? ¿Y como es que te confió a ti sus últimas voluntades?
De los pocos velatorios a los que había asistido y los muchos a los que se había negado a acudir, Gregory no podía imaginar que su viejo profesor de instituto fuera a protagonizar esta parodia de funeral. Alguien como Mr. Van Helsing no debería ser velado por una cuadrilla de perdedores como los reunidos en la sala, personas cuya única conexión entre ellos era hacer lo que es debido, cuando es debido y como es debido. La llama que mantenía la vela que iluminaba la ciudad del amor fraternal era débil y con la muerte de Conrad, quizás se había apagado del todo.
Gregory contempló a su alrededor, viendo algunas caras conocidas, otras desconocidas que poco a poco fueron largándose para ocuparse de sus asuntos. *No sabia que Conrad fuera tan popular*. Cuando ya se iba una joven con su maromo, Greg se acerco al féretro. Con aire serio y las manos en los bolsillos, la mirada fija en el semblante gris del que fuera su maestro, Greg musitó unas palabras ?Descansa en paz, te lo has ganado después de tantos años.
Una voz interrumpió sus pensamientos. Se volvió rápidamente para observar a quien había llegado de forma tan sigilosa que no había llamado la atención de Gregory. *Mierda, me estoy haciendo viejo, mis oídos ya no responden bien?* El zarrapastroso inglés parecía mas un yonki que un albacea testamentario. *Joder, he visto góticos maquillados con mas color de piel que este tipo*.
El tal John proponía ir a un bar, sonaba bien, *no me vendría mal un trago*. Al salir del lugar vio a Martin saludar al supuesto hijo de Patty Dent, la verdad es que el joven Jamie se parecía a ella. Sonrió a ambos al pasar a su lado y se dirigió al bar.
En el tugurio, Gregory pidió un vodka y se sento junto a sus antiguos compañeros y los dos desconocidos. Cuando le pasaron la nota, Greg no pudo contener una media sonrisa *Asi que nunca pactemos con demonios ¿eh?, este Conrad?siempre con sus neuras*
Martin propuso una cena en una marisquería, Gregory le sonrió y le dijo ?Me encantaría, una cena nos pondría al día, el marisco no está entre mis platos favoritos, pero me da igual. Volviéndose hacia el ?albacea?, Greg le preguntó: - Bueno, John, ¿Qué sabes de la muerte del señor Van Helsing? ¿Y como es que te confió a ti sus últimas voluntades?
- Albertorius
- Mensajes: 1948
- Registrado: 04 Jul 2007, 09:14
Re: [Turno-C] Funeral a son de Blues
Jamie Dent
Funerales. Jamie odiaba los funerales.
Al menos esta vez había algo que enterrar. Si hay algo peor que un funeral, es un funeral al que no se ha invitado al finado, y en su línea de trabajo se daba con cierta regularidad. Era poco consuelo que esta vez no fuese un compañero de vocación ni una antigua amante, sino un viejo amigo de sus padres. Jamie no sabía demasiado de la historia que tenía el hombre con sus padres (no hablaban del tema), pero tenía entendido que les había salvado la vida cuando eran unos críos. Razón más que suficiente para presentar sus respetos. Que se lo hubiesen pedido además sus padres no fue más que un incentivo adicional. Y si encima el hombre era un compañero de la Vigilia, no presentarse hubiese sido criminal.
Terminado el servicio, Jamie no pudo evitar percatarse de la belleza felina y su inmenso acompañante indio, y dirigirle una mirada apreciativa al conjunto, aunque discretamente. Se giró rápidamente tras escuchar detrás suyo:
?y darse cuenta de que no había visto al hombre en todo el velatorio, ni le había escuchado tampoco acercarse. Aparte de sí mismo y del extraño sigiloso, sólo quedaban otras tres personas en la sala, al parecer también amigos del fallecido.
Bueno, parecía que estaba hablando con los tres hombres que quedaban y no con él? al fin y al cabo él no era uno de los ?chicos de Conrad?? ¿no?
?o tal vez sí. Mierda, ¿en qué lío le habían metido sus padres? Uno de los hombres se dio la vuelta y le tendió la mano diciendo:
-?.Eh, Jamie Dent, encantado. Tengo entendido que el señor Conrad conocía a mis padres?
Llegados al bar, Jamie pidió una cerveza y se sentó junto al resto de hombres, aún incómodo por lo insólito de la situación y sin saber exactamente qué se suponía que debía hacer, hasta que el inglés saca el sobre con ?su? herencia.
*El tal Conrad me ha mencionado expresamente?. ¿qué le han contado acerca de mí exactamente?*
*Je? nunca pactéis con demonios. Quizás sea un poco tarde para eso? aunque parece que siempre fue tarde para eso.*
-Acepto encantado, Martin. Creo que todos tenemos curiosidades que saciar.
*Buenas preguntas, realmente?*
Funerales. Jamie odiaba los funerales.
Al menos esta vez había algo que enterrar. Si hay algo peor que un funeral, es un funeral al que no se ha invitado al finado, y en su línea de trabajo se daba con cierta regularidad. Era poco consuelo que esta vez no fuese un compañero de vocación ni una antigua amante, sino un viejo amigo de sus padres. Jamie no sabía demasiado de la historia que tenía el hombre con sus padres (no hablaban del tema), pero tenía entendido que les había salvado la vida cuando eran unos críos. Razón más que suficiente para presentar sus respetos. Que se lo hubiesen pedido además sus padres no fue más que un incentivo adicional. Y si encima el hombre era un compañero de la Vigilia, no presentarse hubiese sido criminal.
Terminado el servicio, Jamie no pudo evitar percatarse de la belleza felina y su inmenso acompañante indio, y dirigirle una mirada apreciativa al conjunto, aunque discretamente. Se giró rápidamente tras escuchar detrás suyo:
- Vosotros debéis de ser los muchachos de Conrad.
?y darse cuenta de que no había visto al hombre en todo el velatorio, ni le había escuchado tampoco acercarse. Aparte de sí mismo y del extraño sigiloso, sólo quedaban otras tres personas en la sala, al parecer también amigos del fallecido.
- Me llamo John y soy el albacea del fiambre. ¿Y si me invitáis a unas copas antes de comenzar con las preguntas?
Bueno, parecía que estaba hablando con los tres hombres que quedaban y no con él? al fin y al cabo él no era uno de los ?chicos de Conrad?? ¿no?
- Y traeros al ?chaval? abueletes, está también en el testamento.- Dijo dándoos ya la espalda mientras señalaba sobre su hombro con el cigarrillo a Jamie.
?o tal vez sí. Mierda, ¿en qué lío le habían metido sus padres? Uno de los hombres se dio la vuelta y le tendió la mano diciendo:
- Martin O'Riley, ¿con quién tengo el placer...? - estrechándole la mano sin sacarse el puro de la boca.
-?.Eh, Jamie Dent, encantado. Tengo entendido que el señor Conrad conocía a mis padres?
Llegados al bar, Jamie pidió una cerveza y se sentó junto al resto de hombres, aún incómodo por lo insólito de la situación y sin saber exactamente qué se suponía que debía hacer, hasta que el inglés saca el sobre con ?su? herencia.
*El tal Conrad me ha mencionado expresamente?. ¿qué le han contado acerca de mí exactamente?*
Cuidaros, y recordad, vigilad vuestras espaldas, ahorrad munición, y nunca pactéis con demonios.
*Je? nunca pactéis con demonios. Quizás sea un poco tarde para eso? aunque parece que siempre fue tarde para eso.*
- Me siento en la obligación de hacer caso a esta pequeña última voluntad de Conrad, siento como si se lo debiéramos... No, es que realmente se lo debemos. Greg, Sam, no sé que ha sido de vuestras vidas desde la última vez que nos vimos, ni dónde está Patty, espero que aceptéis una invitación para cenar una vez hayamos comprobado que quiere nuestro viejo profesor, así podremos charlar largo y tendido como se merecería nuestra antigua amistad. Jamie, la invitación se extiende a ti también, tengo curiosidad por saber que ha sido de la vida de Patty. Conozco una marisquería maravillosa a la que hace tiempo que quiero volver.
-Acepto encantado, Martin. Creo que todos tenemos curiosidades que saciar.
- Bueno, John, ¿Qué sabes de la muerte del señor Van Helsing? ¿Y como es que te confió a ti sus últimas voluntades?
*Buenas preguntas, realmente?*
WHO THE HELL DO YOU THINK WE ARE!?
Hissatsu: GIGA DRILL BREAKER!!!!!!
DAI GURREN DAN ATTAAACK!!!!!!!
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