Ethan
Maldita la niña estúpida, él tan solo quería atraer la atención del semiogro para que se distrajera, en todo caso que usara el látigo, no que se convirtiera en una máquina asesina. Debía impedir a toda costa que la bestia se concentrase en sus tareas, debía llamar nuevamente la atención del ogro y lo más estúpido que se le ocurrió fu saltarle encima. Claro que eso lo liberó, pero no sin antes costarle varas astillas y contusiones en el cuerpo y los tobillos en carne viva. Por suerte Kodo y Podo lo habían acompañado y no habían resultado heridos. Ya ajustaría cuentas con la mocosa cuando acabara todo. Había caido sobre otro prisionero, se quitó de encima de él y comprobó que respiraba.
- Mis disculpas, parece que Charles aun no afina la puntería.
El ex presidiario dejó escapar un gemido de dolor cuando intentó ponerse en pie, algo era seguro, debía armarse si quería enfrentarse al semiogro, como fuera debía ayudar a los que peleaban con él a reducirlo. Se arrodilló entre los restos de los bancos, ignorando las señales de dolor de su cuerpo, y buscó algo que pudiera servirle. Casi de inmediato, las encontró, dos mitades de lo que debía haber sido parte de un remo. La madera estaba curtida, el salitre la había secado y se había vuelto quebradiza, el corte en diagonal le daba un cierto filo, pero lo importante era la punta. Era lo más parecido a unas dagas de madera que encontraría, y serían ideales para pelear hasta que consiguiera un par de estoques.
Kodo y Podo habían lamido la sangre de sus tobillos, restañando levemente el fluido de sangre con su saliva, no temía una infección, al menos no peor que la que le esperaba ya de por si. Una vez armado se dirigió parsimoniosmente hacia un lugar donde pudiera trepar para enfrentarse a Charles. Debían acabar con él antes de que el capitán y sus magos entraran por la puerta, no había forma de saber cuanto duraría la pelea si el semiogro seguia vivo para ese momento.
Prólogo: Capturados
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- SirAlexander
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Re: Prólogo: Capturados
Última edición por SirAlexander el 17 Oct 2007, 21:03, editado 1 vez en total.
Re: Prólogo: Capturados
Mikla
El bruto era lento en procesar la información. Otros más avispados que él le habrían dado un bofetón por insolente, algo que ya le había ocurrido en más de una ocasión, o bien habrían actuado tal como se esperaba en hombres fuertes que desean hacerse los valientes delante de una mujer como era la calimshita. Pero Charles, no. Sus dudas, al menos, dieron el tiempo suficiente a que el joven de las pullas subiera a su espalda y le asestara duros golpes a su cabeza hueca. Mikla ya pensaba que su distracción había funcionado.
Pero Charles, además de tener la cabeza hueca, la tenía muy dura. Observó con horror como el joven salía volando lejos del semiogro, arrancando las argollas y varios remos en su caída hacia la cubierta inferior. No vio donde aterrizó, por que la bestia la agarró con fuerza de los brazos cuando intentó retroceder.
- Primero, Seamus... después, Charles - sentenció mientras la baba se le escurría por la barbilla. Mikla no pudo evitar una mueca de asco. Eso era precisamente lo último que quería que ocurriese. Primero Seamus, pero solo él. Ni siquera en las veces que había sido obligada a hacer todo lo que no quería había tenido tanto miedo como ahora. Su plan había fracasado y el semiogro, además, la reclamaría una vez el capitán hubiese terminado con ella. Su única salida, convencer al capitán de que Charles no osase siquiera posar sus manazas sobre ella.
La mujer pensaba rápido, pero sus pensamientos se vieron interrumpidos por el putrefacto olor que la bestia desprendía. Intetó toser, intentó llevarse las manos a la cara para evitar el terrible hedor, pero la criatura la tenía bien asida de las muñecas. Con un grito, intentó retroceder, presa del pánico. Solo la aparición de un hombre, plantándole cara al semiogro, desvió la atención de la bestia hacia él. Mikla observó a su "salvador" con alegría, esperanzada. Charles asió su látigo y dio un paso firme hacia el humano, que en tensión y con remo puntiagudo en la mano, se disponía a hacerle frente. La mujer decidió callar. Decidió que sería mejor no intervenir, no hablar. Y si debía intervenir, por lo menos que fuera en favor del hombre, no como había ocurrido antes con el muchacho. Charles avanzó haciendo restallar el látigo, mientras que con la otra mano, sujetaba a Mikla por la muñeca, apretando con tanta fuerza que la mujer gimió dolorida pensando que podría cortarle la mano si seguía apretando. Se le resbalaron unas lágrimas, espantada. Su frágil muñeca entre la manaza de la criatura, ya podía escuchar sus huesos crugir. El estúpido semiogro se enfrentaba al humano con el látigo en la mano, arrastrando a la mujer con la otra por la cubierta.
Mikla gritó todo lo que su garganta podía dar. La presa le hacía daño, pero Charles no parecía darse cuenta. Cayó de rodillas al lado de la bestia, estirando para soltarse, intentando liberarse, pero su fuerza era apenas comparable con la del semiogro. Afianzó los pies en el suelo y trató de separarse del semiogro, pero este la tenía bien agarrada y no la soltaría. Pues ella era para Seamus. Y luego sería para él.
El bruto era lento en procesar la información. Otros más avispados que él le habrían dado un bofetón por insolente, algo que ya le había ocurrido en más de una ocasión, o bien habrían actuado tal como se esperaba en hombres fuertes que desean hacerse los valientes delante de una mujer como era la calimshita. Pero Charles, no. Sus dudas, al menos, dieron el tiempo suficiente a que el joven de las pullas subiera a su espalda y le asestara duros golpes a su cabeza hueca. Mikla ya pensaba que su distracción había funcionado.
Pero Charles, además de tener la cabeza hueca, la tenía muy dura. Observó con horror como el joven salía volando lejos del semiogro, arrancando las argollas y varios remos en su caída hacia la cubierta inferior. No vio donde aterrizó, por que la bestia la agarró con fuerza de los brazos cuando intentó retroceder.
- Primero, Seamus... después, Charles - sentenció mientras la baba se le escurría por la barbilla. Mikla no pudo evitar una mueca de asco. Eso era precisamente lo último que quería que ocurriese. Primero Seamus, pero solo él. Ni siquera en las veces que había sido obligada a hacer todo lo que no quería había tenido tanto miedo como ahora. Su plan había fracasado y el semiogro, además, la reclamaría una vez el capitán hubiese terminado con ella. Su única salida, convencer al capitán de que Charles no osase siquiera posar sus manazas sobre ella.
La mujer pensaba rápido, pero sus pensamientos se vieron interrumpidos por el putrefacto olor que la bestia desprendía. Intetó toser, intentó llevarse las manos a la cara para evitar el terrible hedor, pero la criatura la tenía bien asida de las muñecas. Con un grito, intentó retroceder, presa del pánico. Solo la aparición de un hombre, plantándole cara al semiogro, desvió la atención de la bestia hacia él. Mikla observó a su "salvador" con alegría, esperanzada. Charles asió su látigo y dio un paso firme hacia el humano, que en tensión y con remo puntiagudo en la mano, se disponía a hacerle frente. La mujer decidió callar. Decidió que sería mejor no intervenir, no hablar. Y si debía intervenir, por lo menos que fuera en favor del hombre, no como había ocurrido antes con el muchacho. Charles avanzó haciendo restallar el látigo, mientras que con la otra mano, sujetaba a Mikla por la muñeca, apretando con tanta fuerza que la mujer gimió dolorida pensando que podría cortarle la mano si seguía apretando. Se le resbalaron unas lágrimas, espantada. Su frágil muñeca entre la manaza de la criatura, ya podía escuchar sus huesos crugir. El estúpido semiogro se enfrentaba al humano con el látigo en la mano, arrastrando a la mujer con la otra por la cubierta.
Mikla gritó todo lo que su garganta podía dar. La presa le hacía daño, pero Charles no parecía darse cuenta. Cayó de rodillas al lado de la bestia, estirando para soltarse, intentando liberarse, pero su fuerza era apenas comparable con la del semiogro. Afianzó los pies en el suelo y trató de separarse del semiogro, pero este la tenía bien agarrada y no la soltaría. Pues ella era para Seamus. Y luego sería para él.
Re: Prólogo: Capturados
Las astillas y argollas volaban a mi alrededor en aquella sucia galera. Los hombres se habían alzado reclamando su libertad.
Rapidamente mire a mi alrededor. Sin alguien que los guiase aquellos hombres se sucumbirían en la desesperación tan rapido como habían salido de ella y aquel motín sería sofocado de forma sangrienta. Yo los había hecho alzarse en armas, así que a mi me correspondía la responsabilidad de guiarlos a la libertad o la muerte.
La sorpresa había sido nuestra aliada hasta el momento, así que debíamos confiar en que siguiera siendo así durante tanto tiempo como fuera posible. Había que neutralizar a Seamus o contener la primera oleada de mercenarios del pirata que apareciera por la puerta.
¡Alartorn! - grité llamando al enano entre los furibundos remeros - Organiza un grupo de cuatro hombres fornidos. Que se reunan en la puerta que accede a las galeras desde la cubierta con tantas cadenas como puedan y las extiendan de un lado al otro de la puerta formando una barrera. A mi señal, que alcen las cadenas a la altura de su cuello.
Aquel enano parecía algo más inteligente que los demás, o al menos había accedido a ayudarme y, en cualquier caso, tampoco conocía a mucha gente más en aquel barco, así que debía confiar en sus dotes de mando. Ahora sólo faltaba un señuelo.
¡Hermanos de armas! - Dije alzando la voz ante el resto de hombres que me habían seguido en la rebelión - Tomad remos, cadenas o cualquier otra cosa con la que podais defenderos y acompañadme. Hoy nuestros captores recibirán su merecido. ¡Hoy se hará justicia!
Así, al frente de tan exánime armada,con un trozo de remo en mis manos, nos situamos frente a la puerta. Dispuestos a frenar el impetu de nuestros captores. Tras de mí, a varios metros de distancia, otros sublevados aún libraban un combate contra el ogro, Charles, pero estaba claro que en esa batalla yo sería más un engorro que una ayuda.
Offrol: Si me da tiempo y tengo mi foco devocional utilizo un conjuro de Vestimenta Mágica mientras aguardamos. Si no... pues nada.
Rapidamente mire a mi alrededor. Sin alguien que los guiase aquellos hombres se sucumbirían en la desesperación tan rapido como habían salido de ella y aquel motín sería sofocado de forma sangrienta. Yo los había hecho alzarse en armas, así que a mi me correspondía la responsabilidad de guiarlos a la libertad o la muerte.
La sorpresa había sido nuestra aliada hasta el momento, así que debíamos confiar en que siguiera siendo así durante tanto tiempo como fuera posible. Había que neutralizar a Seamus o contener la primera oleada de mercenarios del pirata que apareciera por la puerta.
¡Alartorn! - grité llamando al enano entre los furibundos remeros - Organiza un grupo de cuatro hombres fornidos. Que se reunan en la puerta que accede a las galeras desde la cubierta con tantas cadenas como puedan y las extiendan de un lado al otro de la puerta formando una barrera. A mi señal, que alcen las cadenas a la altura de su cuello.
Aquel enano parecía algo más inteligente que los demás, o al menos había accedido a ayudarme y, en cualquier caso, tampoco conocía a mucha gente más en aquel barco, así que debía confiar en sus dotes de mando. Ahora sólo faltaba un señuelo.
¡Hermanos de armas! - Dije alzando la voz ante el resto de hombres que me habían seguido en la rebelión - Tomad remos, cadenas o cualquier otra cosa con la que podais defenderos y acompañadme. Hoy nuestros captores recibirán su merecido. ¡Hoy se hará justicia!
Así, al frente de tan exánime armada,con un trozo de remo en mis manos, nos situamos frente a la puerta. Dispuestos a frenar el impetu de nuestros captores. Tras de mí, a varios metros de distancia, otros sublevados aún libraban un combate contra el ogro, Charles, pero estaba claro que en esa batalla yo sería más un engorro que una ayuda.
Offrol: Si me da tiempo y tengo mi foco devocional utilizo un conjuro de Vestimenta Mágica mientras aguardamos. Si no... pues nada.
- Racknarock
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Re: Prólogo: Capturados
Elen~Surien
La rebelion se alzaba por momentos a mi alrededor. En el piso superiro furiosos gritos no presagiaban nada bueno para los piratas. Al parecer un clerigo de Tyr estaba alzando a los reos enanos de ese nivel.
La madera crugia al ser atrabaseda brutalmente por un infeliz hombre, ahora todo magullado, que aterrizaba sobre el curioso tipo dos filas por delante suyo. Al parecer acaban de conseguir la libertad... de una forma un tanto brutal y poco recomendable para su salud. Y yo seguia presa de ese metal.
En ese momento unos ojos brillaron y una suabe caricia me froto el cuello. Nimel acababa de de encaramarse sobre mi espalda y me ofrecia la mugrienta y herrumbrosa llave de los grilletes. Una sonrisa picara asomo entre mis labios. Me solte, aunque no paso desapercibido el hecho de que los grilletes cayeran al suelo y en seguida se propago como una furiosa ola a mi alrededor el grito al estilo: ?liberame?, ?sueltame por favor?, ?ayudame?
Las escotillas acababan de cerrase y el capitan y su hechizero no tardarian en bajar a cortar en seco la rebelion. La primer cubierta estaba organizada... a mi me tocaba hacerme cargo de la segunda.
Elen~Surien:Escuchad! Os soltare, pero debemos luchar para acabar con los esclavistas!
Los involuntarios compañeros de remo de mi alrededor se me quedaron mirando, esperando, pero el grito no tuvo demasiado efecto en general y seguia el alboroto pidiendo la libertad. Lejos de desanimarme recogi mis cadenas y le pase la llave uno de los reos que tenia a mi lado mientras me subia de pie sobre mi banco. Habia compartido con el 5 dias. Era un guardia acabado de retirar que fue pillado mientras intentanba abandonar la sitiada ciudad en direccio a casa sus hijos y nietos. Rondaba la 45 pero se mantenia en una forma bastante acceptable. Le susurre a Roland, que así se llamaba, que se liberara y que liberara a todos los demas. Este no había terminado de meter la llave en el cerrojo cuando mi voz se alzo por encima de la multitud, firme, sonora, como tantas veces lo había hecho con mi tropa en las refriegas maritimas.
[b]Elen~Surien:[i]¡Silencio panda de marineros de agua dulce! ? en un segundo todas las miradas se clavaron en mi - [color=red]¿Quereis la libertad? ¡Yo os la devolvere! ¡¿Quereis que seamos amos de nuestra vida y nuestra muerte?! ¡Entonces deberemos luchar hasta nuestro último aliento juntos! Pasaos la llave! Los de los bancos cercanos a las escotillas agrupaos! Armaos con las cadenas! Los que podais, romped los remos y usadlos de ariete! Este barco debe ser nuestro, emprended el camino de vuelta a la libertad y a vuestro hogar! Hacia la cubierta superior!
El relativo silenció que se hizo mientras pronunciaba estas palabras rompio en un aullido general y casi unisono. Repitiendo mi última frase, perdiendose luego entre gritos de rabia y de ganas de luchar, parecia que la fuerza retornaba como de golpe a algunos
Cualquiera que me mirara a los ojos veria en ellos la furia encendida. Una rabia inmensa que apenas conseguia mantener bajo control. Me habian quitado todo lo que amaba, todo lo que queria en estos mares. Me habian arrebatado mi libertad y me habian humillado. Me habian rapado hasta la melena. No iba a quedarme en este barco, e iba a salir de aquí cortando cabezas si hacía falta hasta dar con el paradero del hijo de puta de Alan. La Adrenalina corria ya por mis venas, mis musculos se tensaban y mi mente se vaciaba de todo lo que no fuera el inminente combate.
Ahora nuestra única opción para salir airosos de esta era hacernos con el barco. Y el único camino para ello era escapar de esa ratonera de bodega y lanzar por la borda a todo el que se resistiera a su avance.
La rebelion se alzaba por momentos a mi alrededor. En el piso superiro furiosos gritos no presagiaban nada bueno para los piratas. Al parecer un clerigo de Tyr estaba alzando a los reos enanos de ese nivel.
La madera crugia al ser atrabaseda brutalmente por un infeliz hombre, ahora todo magullado, que aterrizaba sobre el curioso tipo dos filas por delante suyo. Al parecer acaban de conseguir la libertad... de una forma un tanto brutal y poco recomendable para su salud. Y yo seguia presa de ese metal.
En ese momento unos ojos brillaron y una suabe caricia me froto el cuello. Nimel acababa de de encaramarse sobre mi espalda y me ofrecia la mugrienta y herrumbrosa llave de los grilletes. Una sonrisa picara asomo entre mis labios. Me solte, aunque no paso desapercibido el hecho de que los grilletes cayeran al suelo y en seguida se propago como una furiosa ola a mi alrededor el grito al estilo: ?liberame?, ?sueltame por favor?, ?ayudame?
Las escotillas acababan de cerrase y el capitan y su hechizero no tardarian en bajar a cortar en seco la rebelion. La primer cubierta estaba organizada... a mi me tocaba hacerme cargo de la segunda.
Elen~Surien:Escuchad! Os soltare, pero debemos luchar para acabar con los esclavistas!
Los involuntarios compañeros de remo de mi alrededor se me quedaron mirando, esperando, pero el grito no tuvo demasiado efecto en general y seguia el alboroto pidiendo la libertad. Lejos de desanimarme recogi mis cadenas y le pase la llave uno de los reos que tenia a mi lado mientras me subia de pie sobre mi banco. Habia compartido con el 5 dias. Era un guardia acabado de retirar que fue pillado mientras intentanba abandonar la sitiada ciudad en direccio a casa sus hijos y nietos. Rondaba la 45 pero se mantenia en una forma bastante acceptable. Le susurre a Roland, que así se llamaba, que se liberara y que liberara a todos los demas. Este no había terminado de meter la llave en el cerrojo cuando mi voz se alzo por encima de la multitud, firme, sonora, como tantas veces lo había hecho con mi tropa en las refriegas maritimas.
[b]Elen~Surien:[i]¡Silencio panda de marineros de agua dulce! ? en un segundo todas las miradas se clavaron en mi - [color=red]¿Quereis la libertad? ¡Yo os la devolvere! ¡¿Quereis que seamos amos de nuestra vida y nuestra muerte?! ¡Entonces deberemos luchar hasta nuestro último aliento juntos! Pasaos la llave! Los de los bancos cercanos a las escotillas agrupaos! Armaos con las cadenas! Los que podais, romped los remos y usadlos de ariete! Este barco debe ser nuestro, emprended el camino de vuelta a la libertad y a vuestro hogar! Hacia la cubierta superior!
El relativo silenció que se hizo mientras pronunciaba estas palabras rompio en un aullido general y casi unisono. Repitiendo mi última frase, perdiendose luego entre gritos de rabia y de ganas de luchar, parecia que la fuerza retornaba como de golpe a algunos
[color=purple]¡¡Hacia la cubierta superior!!
Cualquiera que me mirara a los ojos veria en ellos la furia encendida. Una rabia inmensa que apenas conseguia mantener bajo control. Me habian quitado todo lo que amaba, todo lo que queria en estos mares. Me habian arrebatado mi libertad y me habian humillado. Me habian rapado hasta la melena. No iba a quedarme en este barco, e iba a salir de aquí cortando cabezas si hacía falta hasta dar con el paradero del hijo de puta de Alan. La Adrenalina corria ya por mis venas, mis musculos se tensaban y mi mente se vaciaba de todo lo que no fuera el inminente combate.
Ahora nuestra única opción para salir airosos de esta era hacernos con el barco. Y el único camino para ello era escapar de esa ratonera de bodega y lanzar por la borda a todo el que se resistiera a su avance.
Ser consciente de la propia ignorancia es un gran paso hacia el saber.