Capítulo IV: Luchando por el Destino
Moderador: Isildur
Capítulo IV: Luchando por el Destino
Toshi Ranbo
Desde su improvisada celda, Otomo Satoshi miraba hacia el exterior, donde se alzaba la ciudad más grande y magnífica del Imperio Esmeralda; Toshi Ranbo. Las calles estaban sumidas en un perturbador silencio, como si un gran funeral estuviera siendo llevado a cabo. Además, los edificios, que siempre relucían con esplendor, eran ahora sombríos pilares que no hacían más que proyectar oscuridad a sus frías y desérticas calles.
Su cuerpo temblaba por el repentino descenso de temperatura, pero su orgullo le prohibió pedir algo de abrigo a sus vigilantes. Había cometido algunos errores en los últimos tiempos, pero todo lo había hecho tratando de evitar muertes, el sufrimiento de los que él consideraba como ?los suyos?. Ahora era él, quién probablemente acabaría pagando con su vida aquél error que él había admitido, sin palabras que pusieran en duda las acusaciones de Bayushi Paneki.
En otro lugar de la Capital, Shiba Mugen meditaba en los últimos minutos de paz de los que disponía. Su mente había tardado en vaciarse, pues seguía temiendo que algo que no estaba planeado pudiera ocurrir. Temía que el enorme ejército de las Tierras Sombrías no fuera sino una distracción de algo aún más terrible y sombrío. Pero los Maestros Elementales, shugenja con el mayor poder de todo Rokugan, habían dejado en claro que ahora mismo no tenían nada que pudiera confirmar su premonición, y que defender la Capital y las vidas de sus ciudadanos era lo único que debía preocuparles.
Recordó un instante el momento en el que había fallado a su protegida, un único error en una vida llena de éxitos. Recordó el momento en el que le nombraron Campeón del Fénix, y el momento en el que el Espíritu de Shiba empezó a hablarle con sus incontables voces.
Abrió los ojos. Delante de él estaba Shiba Aikune, esperando en completo silencio a que su Señor terminara con su meditación.
Bayushi Paneki-san desea veros, parece que es un asunto de máxima urgencia. Dijo con una voz que no reflejaba la tensión que el hijo de Tsukune sentía.
De camino a la Capital
Entre nubes de polvo, avanzaba el descomunal ejército del Unicornio. El ruido de los cascos de cientos de miles de caballos gaijin, hacía que su avance hiciera temblar la tierra y alertara de su temible presencia a todo ser vivo en varios miles de ken-an a la redonda.
Shinjo Shono lideraba las tropas de Utaku Ayla, acompañado por los Campeones del Dragón y el Escorpión. Estaban llegando al límite oriental de las tierras del León, por lo que no les debía de quedar más que otro largo día de camino, si conseguían mantener ese ritmo.
Poco acostumbrados a cabalgar, y mucho menos en monturas de ese tamaño, tanto Kitsuki Fujiwa como Bayushi Ryushi estaban bastante cansados. De hecho, dudaban poder andar firmemente si terminara ahora su carrera.
Pero Shono decidió retrasar la hora de descanso, para estar a la distancia suficiente de la Capital para poder alcanzarla en un solo día.
El trayecto a través de las Tierras del León, había sido realmente desalentador. Conocidas por la fuerte presencia de soldados y el movimiento constante de tropas por sus tierras, ahora eran un triste vacío de llanuras sin transitar. La magnífica fortaleza que era Shiro Matsu pareció saludarles con resignación, cuando pasaron no muy lejos de sus altos muros.
Eso hizo a todos los presentes percatarse de que la batalla a la que iban a tomar parte tenía una magnitud que en pocas ocasiones había conocido el Imperio. Sus esfuerzos en la venidera guerra podían cambiar el destino de Rokugan para siempre jamás.
Los Campeones otearon el horizonte, intentando adivinar en qué dirección estaba Toshi Ranbo. Lo único que lograron ver, donde suponían que estaba la Capital, eran unas temibles nubes negras, espesas como si fueran la figura de un coloso que quisiera engullir en sus fauces la ciudad.
Desde su improvisada celda, Otomo Satoshi miraba hacia el exterior, donde se alzaba la ciudad más grande y magnífica del Imperio Esmeralda; Toshi Ranbo. Las calles estaban sumidas en un perturbador silencio, como si un gran funeral estuviera siendo llevado a cabo. Además, los edificios, que siempre relucían con esplendor, eran ahora sombríos pilares que no hacían más que proyectar oscuridad a sus frías y desérticas calles.
Su cuerpo temblaba por el repentino descenso de temperatura, pero su orgullo le prohibió pedir algo de abrigo a sus vigilantes. Había cometido algunos errores en los últimos tiempos, pero todo lo había hecho tratando de evitar muertes, el sufrimiento de los que él consideraba como ?los suyos?. Ahora era él, quién probablemente acabaría pagando con su vida aquél error que él había admitido, sin palabras que pusieran en duda las acusaciones de Bayushi Paneki.
En otro lugar de la Capital, Shiba Mugen meditaba en los últimos minutos de paz de los que disponía. Su mente había tardado en vaciarse, pues seguía temiendo que algo que no estaba planeado pudiera ocurrir. Temía que el enorme ejército de las Tierras Sombrías no fuera sino una distracción de algo aún más terrible y sombrío. Pero los Maestros Elementales, shugenja con el mayor poder de todo Rokugan, habían dejado en claro que ahora mismo no tenían nada que pudiera confirmar su premonición, y que defender la Capital y las vidas de sus ciudadanos era lo único que debía preocuparles.
Recordó un instante el momento en el que había fallado a su protegida, un único error en una vida llena de éxitos. Recordó el momento en el que le nombraron Campeón del Fénix, y el momento en el que el Espíritu de Shiba empezó a hablarle con sus incontables voces.
Abrió los ojos. Delante de él estaba Shiba Aikune, esperando en completo silencio a que su Señor terminara con su meditación.
Bayushi Paneki-san desea veros, parece que es un asunto de máxima urgencia. Dijo con una voz que no reflejaba la tensión que el hijo de Tsukune sentía.
De camino a la Capital
Entre nubes de polvo, avanzaba el descomunal ejército del Unicornio. El ruido de los cascos de cientos de miles de caballos gaijin, hacía que su avance hiciera temblar la tierra y alertara de su temible presencia a todo ser vivo en varios miles de ken-an a la redonda.
Shinjo Shono lideraba las tropas de Utaku Ayla, acompañado por los Campeones del Dragón y el Escorpión. Estaban llegando al límite oriental de las tierras del León, por lo que no les debía de quedar más que otro largo día de camino, si conseguían mantener ese ritmo.
Poco acostumbrados a cabalgar, y mucho menos en monturas de ese tamaño, tanto Kitsuki Fujiwa como Bayushi Ryushi estaban bastante cansados. De hecho, dudaban poder andar firmemente si terminara ahora su carrera.
Pero Shono decidió retrasar la hora de descanso, para estar a la distancia suficiente de la Capital para poder alcanzarla en un solo día.
El trayecto a través de las Tierras del León, había sido realmente desalentador. Conocidas por la fuerte presencia de soldados y el movimiento constante de tropas por sus tierras, ahora eran un triste vacío de llanuras sin transitar. La magnífica fortaleza que era Shiro Matsu pareció saludarles con resignación, cuando pasaron no muy lejos de sus altos muros.
Eso hizo a todos los presentes percatarse de que la batalla a la que iban a tomar parte tenía una magnitud que en pocas ocasiones había conocido el Imperio. Sus esfuerzos en la venidera guerra podían cambiar el destino de Rokugan para siempre jamás.
Los Campeones otearon el horizonte, intentando adivinar en qué dirección estaba Toshi Ranbo. Lo único que lograron ver, donde suponían que estaba la Capital, eran unas temibles nubes negras, espesas como si fueran la figura de un coloso que quisiera engullir en sus fauces la ciudad.
- Shiba Mugen
- Mensajes: 1587
- Registrado: 14 May 2007, 20:57
Re: Capítulo IV: Luchando por el Destino
El pasado era el constante recordatorio de que no podia permitirse a fallar otra vez. No sabia porque, pero el recuerdo de su anterior amada habia vuelto a su mente. Quizas para recordarle que ahora, no solo luchaba por ella, no solo defendia a los Isawa, no solo protegia al Fenix, sino que hoy, que pelearia por el Imperio.
Invito a Aikune a su invitacion y le pidio que lo asistiese en la ceremonia de la armadura, para asi portar otra vez, la Armadura Ancestral del Fenix, portada por cada Campeon anterior a el.
Una vez listo, llamo a sus vasallos y ordeno que contactasen a Isawa Sezaru y que lo enviase junto a el, que se encontraria reunido con Bayushi Paneki. De ahora en mas, el Lobo y el debian ser inseparables. Con Ningen liderando al Consejo y mediante esto al Fenix y Aikune asistiendo a Kaneka, tenia un completo dominio sobre las defensas de Toshi Ranbo, como tambien un canal de informacion asegurado. Mas por ahora, Aikune lo acompañaria tambien.
Sin decir palabras, partio en busca de Bayushi Paneki. Esperaba que Satoshi hubiera soltado la lengua y que eso fuese el final de Daigotsu.
Invito a Aikune a su invitacion y le pidio que lo asistiese en la ceremonia de la armadura, para asi portar otra vez, la Armadura Ancestral del Fenix, portada por cada Campeon anterior a el.
Una vez listo, llamo a sus vasallos y ordeno que contactasen a Isawa Sezaru y que lo enviase junto a el, que se encontraria reunido con Bayushi Paneki. De ahora en mas, el Lobo y el debian ser inseparables. Con Ningen liderando al Consejo y mediante esto al Fenix y Aikune asistiendo a Kaneka, tenia un completo dominio sobre las defensas de Toshi Ranbo, como tambien un canal de informacion asegurado. Mas por ahora, Aikune lo acompañaria tambien.
Sin decir palabras, partio en busca de Bayushi Paneki. Esperaba que Satoshi hubiera soltado la lengua y que eso fuese el final de Daigotsu.
Re: Capítulo IV: Luchando por el Destino
Toshi Ranbo
Ante el anuncio de Shiba Aikune, Mugen decidió ponerse manos a la obra. Primero se ajustó la Armadura Ancestral del Fénix con la ayuda de Aikune. La armadura brillaba con sus característicos colores anaranjados, si bien al salir a fuera, Mugen se percató de que la Capital estaba sumida en una penumbra casi total. No era de noche, pero unos nubarrones negros se habían tejido en el cielo, llenando la ciudad de un ambiente bastante siniestro.
No tardó Mugen en llegar al lugar en el que le esperaba Bayushi Paneki; la Embajada Escorpión. No hicieron falta presentaciones ante los guardias del edificio, puesto que de buen seguro esperaban la llegada de Mugen.
El Fénix avanzó hasta una de las estancias interiores, una habitación en la que aguardaba el antiguo Daimyo, junto con Bayushi Sunetra, que a su vez también había ostentado el puesto.
Os agradezco vuestra presteza, Mugen-sama. No os hubiera llamado de no ser algo de gran importancia.
Aikune examinó el lugar, intentando averiguar si más Escorpión estaban dentro de la sala, y al percatarse de que no, se cruzó de brazos y se quedó algo apartado.
Se trata de Satoshi-sama... intervino por primera vez Sunetra, con su sensual voz.
Recientemente, he estado junto con Ryushi-sama. Él me ha indicado que el Administrador Imperial posee un objeto maldito, aunque no se a qué se refería... Estoy hablando de su abanico. añadió la samurai-ko, despertando el interés de Aikune, que adoptó una posición más atenta.
No sabíamos a qué podía referirse Ryushi-sama... y tampoco hemos actuado antes de saber vuestra opinión. Es cierto que Satoshi-san suele llevar siempre un abanico... pero no estoy seguro de si es siempre el mismo... En todo caso, ¿qué podría hacer con él? Quizás el Fénix, pueda descifrar este enigma... añadió Paneki pensativo.
Ante el anuncio de Shiba Aikune, Mugen decidió ponerse manos a la obra. Primero se ajustó la Armadura Ancestral del Fénix con la ayuda de Aikune. La armadura brillaba con sus característicos colores anaranjados, si bien al salir a fuera, Mugen se percató de que la Capital estaba sumida en una penumbra casi total. No era de noche, pero unos nubarrones negros se habían tejido en el cielo, llenando la ciudad de un ambiente bastante siniestro.
No tardó Mugen en llegar al lugar en el que le esperaba Bayushi Paneki; la Embajada Escorpión. No hicieron falta presentaciones ante los guardias del edificio, puesto que de buen seguro esperaban la llegada de Mugen.
El Fénix avanzó hasta una de las estancias interiores, una habitación en la que aguardaba el antiguo Daimyo, junto con Bayushi Sunetra, que a su vez también había ostentado el puesto.
Os agradezco vuestra presteza, Mugen-sama. No os hubiera llamado de no ser algo de gran importancia.
Aikune examinó el lugar, intentando averiguar si más Escorpión estaban dentro de la sala, y al percatarse de que no, se cruzó de brazos y se quedó algo apartado.
Se trata de Satoshi-sama... intervino por primera vez Sunetra, con su sensual voz.
Recientemente, he estado junto con Ryushi-sama. Él me ha indicado que el Administrador Imperial posee un objeto maldito, aunque no se a qué se refería... Estoy hablando de su abanico. añadió la samurai-ko, despertando el interés de Aikune, que adoptó una posición más atenta.
No sabíamos a qué podía referirse Ryushi-sama... y tampoco hemos actuado antes de saber vuestra opinión. Es cierto que Satoshi-san suele llevar siempre un abanico... pero no estoy seguro de si es siempre el mismo... En todo caso, ¿qué podría hacer con él? Quizás el Fénix, pueda descifrar este enigma... añadió Paneki pensativo.
- Shiba Mugen
- Mensajes: 1587
- Registrado: 14 May 2007, 20:57
Re: Capítulo IV: Luchando por el Destino
¿Acaso Sunetra no estaba desaparecida? ¿Que era esta tendencia de los Campeones Escorpiones de desaparecer y aparecer de la nada, como si nada hubiera pasado? El clan de los secretos era demasiado rebuscado incluso para la mente de Mugen.
"Konnichi wa, Paneki-san. Sunetra-san.", realizando profundas reverencias en respeto.
"Me agradaria conversar esto, desayuno mediante, si no es mucho pedir. A penas me he levantado, he venido hasta aqui, puesto que supuse que seria algo importante.", sonrio gentilmente, cuyo rostro podia verse, puesto que habia retirado el yelmo que lo cubria.
"Necesitaria que trajieses el abanico en cuestion. Mientras estaria mas que contento de escuchar que informacion habeis obtenido de Otomo Satoshi.", sin expresion en su rostro, aunque por dentro disfrutaba el hecho de pensar que el Imperial era torturado como adelanto de sus crimenes.
Luego que Paneki le explicase lo que Satoshi habia confesado, Mugen prosiguio.
"Podemos verificar si ese abanico era el mismo que usaba siempre, preguntandole a Yukiko-san. Ella paso considerable tiempo con el y supongo que para una Grulla seria muy dificil que se le escapase este detalle.", haciendo una leve pausa.
"Dentro de poco Isawa Sezaru-san llegara aqui y podra asistirnos con el abanico. Otro dato importante para aportar, es que Kaneka-sama habia sido engañado por Daigotsu y su espada reemplazada por una maldita, suponemos, forjada por Yajinden, quien sospechamos es uno de los asesinos que Daigotsu envio por los Campeones. Quizas el abanico sea un objeto de la misma indole. Afortunadamente, Kaneka-sama me tuvo a su lado y mis consejos lograron que buscase un metodo sin el coste de vidas en tierras grullas.", sin mencionar que quizas Satoshi fuese una victima, pero dejando en claro, que el abanico quizas podria ser un objeto de la misma indole. La confesion de Satoshi tendria mucho que ver en esto.
OUT
Solo revelo la info luego que Paneki me cuenta sobre Satoshi y lo que hablo, puesto que al mencionar el abanico, quizas Satoshi tambien fuese una victima de Daigotsu, una vez que Paneki hable, ahi Mugen menciona todo esto, para asi tener la conversacion a su favor, sabiendo que quizas el Escorpion torturo y capturo a alguien "inocente", influenciado por el objeto maligno.
"Konnichi wa, Paneki-san. Sunetra-san.", realizando profundas reverencias en respeto.
"Me agradaria conversar esto, desayuno mediante, si no es mucho pedir. A penas me he levantado, he venido hasta aqui, puesto que supuse que seria algo importante.", sonrio gentilmente, cuyo rostro podia verse, puesto que habia retirado el yelmo que lo cubria.
"Necesitaria que trajieses el abanico en cuestion. Mientras estaria mas que contento de escuchar que informacion habeis obtenido de Otomo Satoshi.", sin expresion en su rostro, aunque por dentro disfrutaba el hecho de pensar que el Imperial era torturado como adelanto de sus crimenes.
Luego que Paneki le explicase lo que Satoshi habia confesado, Mugen prosiguio.
"Podemos verificar si ese abanico era el mismo que usaba siempre, preguntandole a Yukiko-san. Ella paso considerable tiempo con el y supongo que para una Grulla seria muy dificil que se le escapase este detalle.", haciendo una leve pausa.
"Dentro de poco Isawa Sezaru-san llegara aqui y podra asistirnos con el abanico. Otro dato importante para aportar, es que Kaneka-sama habia sido engañado por Daigotsu y su espada reemplazada por una maldita, suponemos, forjada por Yajinden, quien sospechamos es uno de los asesinos que Daigotsu envio por los Campeones. Quizas el abanico sea un objeto de la misma indole. Afortunadamente, Kaneka-sama me tuvo a su lado y mis consejos lograron que buscase un metodo sin el coste de vidas en tierras grullas.", sin mencionar que quizas Satoshi fuese una victima, pero dejando en claro, que el abanico quizas podria ser un objeto de la misma indole. La confesion de Satoshi tendria mucho que ver en esto.
OUT
Solo revelo la info luego que Paneki me cuenta sobre Satoshi y lo que hablo, puesto que al mencionar el abanico, quizas Satoshi tambien fuese una victima de Daigotsu, una vez que Paneki hable, ahi Mugen menciona todo esto, para asi tener la conversacion a su favor, sabiendo que quizas el Escorpion torturo y capturo a alguien "inocente", influenciado por el objeto maligno.
Re: Capítulo IV: Luchando por el Destino
Kitsuki Fujiwa
Lois últimos días habían sido una verdadera aventura. De repente me encontraba sobre un corcel, magnífico, unicornio, camino de la ciudad imperial, donde me esperaba un corrupto cortesano componente de la casa imperial. Mi ejército se había levantado, como los de los demás poblados. La tranquilidad de pensar que había dejado atrás a la enigmática familia de monjes me tranquilizaba ante la idea de dejar atrás a las tierras tan duras del ancestral Togashi. Además la extraña sensación de que algo escapaba de mis manos no paraba de sobrevolar mis pensamientos. No sabía porqué pero comprendía que la ideas más simple era la respuesta de todo.
Ryushi y yo apenas habíamos hablado en el tiempo desde anoche, le había dejado aprovechar de su esposa pues pronto las Fortunas decidirían de si continuarían juntos en Ningen-Do. Prefería mantenerlos juntos el máximo tiempo disponible antes de que Ryushi y yo tuviesemos que adentrarnos en la capital, sin embargo no sería en incógnito con un ejército Unicornio tras de nosotros. Al menos el hecho de haberme limpiado y aseado, tras comer con el Unicornio, había devuelto el señoría personal.
El día antes de la llegada a la ciudad imperial decidí por acercarme al campeón de los secretos. Ryushi-sama, que habéis pensado en realizar en cuanto lleguemos?
Lois últimos días habían sido una verdadera aventura. De repente me encontraba sobre un corcel, magnífico, unicornio, camino de la ciudad imperial, donde me esperaba un corrupto cortesano componente de la casa imperial. Mi ejército se había levantado, como los de los demás poblados. La tranquilidad de pensar que había dejado atrás a la enigmática familia de monjes me tranquilizaba ante la idea de dejar atrás a las tierras tan duras del ancestral Togashi. Además la extraña sensación de que algo escapaba de mis manos no paraba de sobrevolar mis pensamientos. No sabía porqué pero comprendía que la ideas más simple era la respuesta de todo.
Ryushi y yo apenas habíamos hablado en el tiempo desde anoche, le había dejado aprovechar de su esposa pues pronto las Fortunas decidirían de si continuarían juntos en Ningen-Do. Prefería mantenerlos juntos el máximo tiempo disponible antes de que Ryushi y yo tuviesemos que adentrarnos en la capital, sin embargo no sería en incógnito con un ejército Unicornio tras de nosotros. Al menos el hecho de haberme limpiado y aseado, tras comer con el Unicornio, había devuelto el señoría personal.
El día antes de la llegada a la ciudad imperial decidí por acercarme al campeón de los secretos. Ryushi-sama, que habéis pensado en realizar en cuanto lleguemos?
Re: Capítulo IV: Luchando por el Destino
Bayushi Ryushi
Las placidas noches de ensueño junto a su esposa habían quedado en el olvido desde el momento en el que el señor del Escorpión, Bayushi Ryushi, hubo abandonado sus tierras.
Ella disfrutaba de una calida compañía, acostada sobre el pecho de su marido. El, por otro lado, habia fijado su vista en la tela que simulaba un techo, impidiéndole contemplar tan majestuosa noche salpicada en estrellas.
Sonrió.
Porque no había otra sensación en Rokugan que le hiciera sentir esa seguridad que lo embriagaba cuando tenia a la única mujer que amo en toda su vida a su lado, Shosuro Amane.
Y la mueca en su boca se prolongo aun mas, mientras que con su diestra acariciaba ese rostro tan suave y delicado como la seda.
Ella, con los ojos cerrados, se encogió de hombros y le devolvió la sonrisa, al mismo tiempo en el que, con su cuerpo, se acercaba todavía mas al de su esposo.
- Si he de morir, que sea, con el recuerdo de tu amor, que sea, pero no querría morir sin antes haberte conocido? ya que mi vida, como la conozco? no tendría sentido.- se dijo a si mismo, guardando esas palabras en algún recognito lugar de su corazón-
La rodeo con sus brazos y apoyo su mejilla sobre su cabeza. Solo de esa forma hubiera podido conciliar el sueño? y así lo hizo.
Cuando abrió los ojos reparo en la ausencia de su mujer, que ya no estaba a su lado. Rápidamente se vistió y abandono la tranquilidad de la tienda con la espada ancestral de su clan en su mano hábil.
- La guerra no ha empezado aun? y si quieres combatir, deberías usar la armadura que vuestra posición merece y que, a lo largo de los años, nuestros ancestros han utilizado honorablemente.- una voz familiar hizo que Ryushi se detuviera una vez fuera de la tienda-
- Si estuviéramos en casa esto no hubiera pasado, mi amor.- le dijo el-
- Pero no estamos, mi señor. Y deberías saber?- Shosuro Amane, que yacía a unos metros de la tienda meditando, se acerco hasta el luego de reincorporarse- Que las vidas de muchas otras personas dependen de vuestras acciones a la hora de la verdad, querido mió. Y si vais a actuar de esta forma tan insensata por el simple hecho de que tu mujer y esposa decidió levantarse y salir a tomar aire? ¿Cómo vais a actuar en cuanto el jigoku se desate sobre Toshi Ranbo y yo no este a tu lado, Ryushi sama?- tajantes como la hoja de un sable, las palabras de la samurai-ko obligaron a Ryushi a pensar en frió-
- En estos momentos me hubiera gustado estudiar las artes de la corte y devolver vuestro golpe con la misma fuerza? mas mi destino ha sido este y es así como decidí actuar en cuanto abrí los ojos y tu ya no estabas? ni mi hijo.- sonrió, a sabiendas de que un pequeño Escorpión nacería en unos meses nada mas-
- ¿Algo mas?- pregunto ella, no tan convencida de la respuesta del Escorpión-
- ¿Qué mas que la predisposición de cuidar a mi único linaje y al de todo nuestro clan?
- Bien? suena convincente? pero, ¿Y que con las demás vidas que seguramente no tienen la misma suerte que la mía y la de tu heredero?
- Mientras haya un Escorpión en pie sobre estas tierras?- señalo Ryushi con su espada envainada, recorriendo el paisaje que los rodeaba de lado a lado- Las mujeres y niños de Rokugan pueden estar seguros de que nadie ajeno a este imperio les hará daño- el se acerco a ella, con una sonrisa- Y tu, mi vida? puedes estar segura de que nada te va a pasar, ni a ti- dijo el, refiriéndose a su hijo-
Los dos se abrazaron fuertemente y concluyeron el acto con un tierno y cariñoso beso, apenas tocando sus labios el uno con el otro. Amor puro, sin duda.
Se oyó el claro sonido de un cuerno que hizo eco a lo largo del valle.
De pronto y como por arte de magia, los hombres del Unicornio empezaron a salir de sus tiendas ataviados con sus particulares prendas de piel, y en cuestión de minutos el violeta era el color predominante por doquier; miles y miles de samurai estaban listos para partir hacia la capital del imperio.
Un mozo de escuadra se acerco rápidamente hasta su posición con dos ejemplares gaijin: uno negro y el otro blanco; el shing y el shang.
- Perfecto.- pensó el en cuanto los hubo visto, y la mirada cómplice de su esposa le robo una sonrisa. Los dos pensaban lo mismo-
- Shono sama os espera en la vanguardia del ejército, allí también se encuentra Fujiwa sama.- dijo el mozo- Sumimasen.- y se despidio con una reverencia, luego de que Ryushi tomara las riendas de los caballos - Supongo que el mío es el negro, ¿No?- le pregunto-
- Supones bien, amor mío.- dijo ella, ocultando su sonrisa con la mano; la sola idea de ver a su esposo en un corcel blanco era todo un espectáculo-
Ambos cabalgaron hacia la cabeza del ejercito Unicornio y una vez allí saludaron cordialmente al general Unicornio y al Dragón respectivamente.
Nuevamente el sonido de un cuerno invadió la tranquilidad del valle y el ejercito emprendió su marcha hacia la capital del imperio: Toshi Ranbo.
Y fue cuando en tierras León y luego de pasar por Shiro Matsu, Bayushi Ryushi reparo en la presencia inconfundible de una serie de nubes tormentosas de color gris que acechaban la capital desde los cielos.
- Daigotsu.- se dijo a si mismo-
- Todo lo que he pensado se habrá disipado en cuanto lleguemos, Fujiwa san.- le dijo el, puesto que mas allá de todas las precauciones a tomar que tenia en su mente, ninguna de ellas podía llevarse a cabo hasta enterarse de la situación en la capital y de las novedades- ¿Y vos?- le pregunto, haciendo las sutilezas a un lado puesto que con su aliado? no necesitaba esconder sus intereses-
Las placidas noches de ensueño junto a su esposa habían quedado en el olvido desde el momento en el que el señor del Escorpión, Bayushi Ryushi, hubo abandonado sus tierras.
Ella disfrutaba de una calida compañía, acostada sobre el pecho de su marido. El, por otro lado, habia fijado su vista en la tela que simulaba un techo, impidiéndole contemplar tan majestuosa noche salpicada en estrellas.
Sonrió.
Porque no había otra sensación en Rokugan que le hiciera sentir esa seguridad que lo embriagaba cuando tenia a la única mujer que amo en toda su vida a su lado, Shosuro Amane.
Y la mueca en su boca se prolongo aun mas, mientras que con su diestra acariciaba ese rostro tan suave y delicado como la seda.
Ella, con los ojos cerrados, se encogió de hombros y le devolvió la sonrisa, al mismo tiempo en el que, con su cuerpo, se acercaba todavía mas al de su esposo.
- Si he de morir, que sea, con el recuerdo de tu amor, que sea, pero no querría morir sin antes haberte conocido? ya que mi vida, como la conozco? no tendría sentido.- se dijo a si mismo, guardando esas palabras en algún recognito lugar de su corazón-
La rodeo con sus brazos y apoyo su mejilla sobre su cabeza. Solo de esa forma hubiera podido conciliar el sueño? y así lo hizo.
Cuando abrió los ojos reparo en la ausencia de su mujer, que ya no estaba a su lado. Rápidamente se vistió y abandono la tranquilidad de la tienda con la espada ancestral de su clan en su mano hábil.
- La guerra no ha empezado aun? y si quieres combatir, deberías usar la armadura que vuestra posición merece y que, a lo largo de los años, nuestros ancestros han utilizado honorablemente.- una voz familiar hizo que Ryushi se detuviera una vez fuera de la tienda-
- Si estuviéramos en casa esto no hubiera pasado, mi amor.- le dijo el-
- Pero no estamos, mi señor. Y deberías saber?- Shosuro Amane, que yacía a unos metros de la tienda meditando, se acerco hasta el luego de reincorporarse- Que las vidas de muchas otras personas dependen de vuestras acciones a la hora de la verdad, querido mió. Y si vais a actuar de esta forma tan insensata por el simple hecho de que tu mujer y esposa decidió levantarse y salir a tomar aire? ¿Cómo vais a actuar en cuanto el jigoku se desate sobre Toshi Ranbo y yo no este a tu lado, Ryushi sama?- tajantes como la hoja de un sable, las palabras de la samurai-ko obligaron a Ryushi a pensar en frió-
- En estos momentos me hubiera gustado estudiar las artes de la corte y devolver vuestro golpe con la misma fuerza? mas mi destino ha sido este y es así como decidí actuar en cuanto abrí los ojos y tu ya no estabas? ni mi hijo.- sonrió, a sabiendas de que un pequeño Escorpión nacería en unos meses nada mas-
- ¿Algo mas?- pregunto ella, no tan convencida de la respuesta del Escorpión-
- ¿Qué mas que la predisposición de cuidar a mi único linaje y al de todo nuestro clan?
- Bien? suena convincente? pero, ¿Y que con las demás vidas que seguramente no tienen la misma suerte que la mía y la de tu heredero?
- Mientras haya un Escorpión en pie sobre estas tierras?- señalo Ryushi con su espada envainada, recorriendo el paisaje que los rodeaba de lado a lado- Las mujeres y niños de Rokugan pueden estar seguros de que nadie ajeno a este imperio les hará daño- el se acerco a ella, con una sonrisa- Y tu, mi vida? puedes estar segura de que nada te va a pasar, ni a ti- dijo el, refiriéndose a su hijo-
Los dos se abrazaron fuertemente y concluyeron el acto con un tierno y cariñoso beso, apenas tocando sus labios el uno con el otro. Amor puro, sin duda.
Se oyó el claro sonido de un cuerno que hizo eco a lo largo del valle.
De pronto y como por arte de magia, los hombres del Unicornio empezaron a salir de sus tiendas ataviados con sus particulares prendas de piel, y en cuestión de minutos el violeta era el color predominante por doquier; miles y miles de samurai estaban listos para partir hacia la capital del imperio.
Un mozo de escuadra se acerco rápidamente hasta su posición con dos ejemplares gaijin: uno negro y el otro blanco; el shing y el shang.
- Perfecto.- pensó el en cuanto los hubo visto, y la mirada cómplice de su esposa le robo una sonrisa. Los dos pensaban lo mismo-
- Shono sama os espera en la vanguardia del ejército, allí también se encuentra Fujiwa sama.- dijo el mozo- Sumimasen.- y se despidio con una reverencia, luego de que Ryushi tomara las riendas de los caballos - Supongo que el mío es el negro, ¿No?- le pregunto-
- Supones bien, amor mío.- dijo ella, ocultando su sonrisa con la mano; la sola idea de ver a su esposo en un corcel blanco era todo un espectáculo-
Ambos cabalgaron hacia la cabeza del ejercito Unicornio y una vez allí saludaron cordialmente al general Unicornio y al Dragón respectivamente.
Nuevamente el sonido de un cuerno invadió la tranquilidad del valle y el ejercito emprendió su marcha hacia la capital del imperio: Toshi Ranbo.
Y fue cuando en tierras León y luego de pasar por Shiro Matsu, Bayushi Ryushi reparo en la presencia inconfundible de una serie de nubes tormentosas de color gris que acechaban la capital desde los cielos.
- Daigotsu.- se dijo a si mismo-
- Todo lo que he pensado se habrá disipado en cuanto lleguemos, Fujiwa san.- le dijo el, puesto que mas allá de todas las precauciones a tomar que tenia en su mente, ninguna de ellas podía llevarse a cabo hasta enterarse de la situación en la capital y de las novedades- ¿Y vos?- le pregunto, haciendo las sutilezas a un lado puesto que con su aliado? no necesitaba esconder sus intereses-
Re: Capítulo IV: Luchando por el Destino
Toshi Ranbo
Ante la petición de Mugen, Paneki hizo pedir el desayuno a los sirvientes, que se apresuraron en traer té caliente, pescado hervido, arroz y pasta de pescado y verduras.
Bien, me apresuraré a traer el abanico. y el antiguo daimyo ordenó a uno de sus sirvientes a que trajera el objeto en cuestión.
La verdad es que Satoshi-san no ha revelado gran cosa. Parece como si se hubiera quedado perplejo, como si no acabara de entender lo que está ocurriendo... Simplemente dijo que él no hizo nada malo, que todo lo hizo por el bien del Imperio... Por mi nueva posición, no puedo hacer más para sacarle información... Creo que si "tiene que hablar", lo deberán decidir los Campeones, incluido vos. dijo Paneki, haciendo tiempo para la llegada del abanico.
¿Pensaís que el abanico podría ser otro de esos objetos? La verdad es que Satoshi-san parece apenado, como abatido por la culpa. añadió Paneki.
No tardó en aparecer el sirviente de antes, que llevaba una caja de madera cerrada, y la dejó al lado de Bayushi Paneki.
Dentro de esta caja está el abanico. Yo me encargaré de hablar con Yukiko-sama, mientras podéis llevaros el objeto para que vuestros shugenja traten de averiguar si son ciertas nuestras sospechas. comentó Paneki al Campeón Fénix.
Aikune permaneció en silencio, escuchando atentamente las palabras de Mugen y Paneki, mientras Sunetra hacía lo propio, con gesto serio y aguardando decisiones.
Ante la petición de Mugen, Paneki hizo pedir el desayuno a los sirvientes, que se apresuraron en traer té caliente, pescado hervido, arroz y pasta de pescado y verduras.
Bien, me apresuraré a traer el abanico. y el antiguo daimyo ordenó a uno de sus sirvientes a que trajera el objeto en cuestión.
La verdad es que Satoshi-san no ha revelado gran cosa. Parece como si se hubiera quedado perplejo, como si no acabara de entender lo que está ocurriendo... Simplemente dijo que él no hizo nada malo, que todo lo hizo por el bien del Imperio... Por mi nueva posición, no puedo hacer más para sacarle información... Creo que si "tiene que hablar", lo deberán decidir los Campeones, incluido vos. dijo Paneki, haciendo tiempo para la llegada del abanico.
¿Pensaís que el abanico podría ser otro de esos objetos? La verdad es que Satoshi-san parece apenado, como abatido por la culpa. añadió Paneki.
No tardó en aparecer el sirviente de antes, que llevaba una caja de madera cerrada, y la dejó al lado de Bayushi Paneki.
Dentro de esta caja está el abanico. Yo me encargaré de hablar con Yukiko-sama, mientras podéis llevaros el objeto para que vuestros shugenja traten de averiguar si son ciertas nuestras sospechas. comentó Paneki al Campeón Fénix.
Aikune permaneció en silencio, escuchando atentamente las palabras de Mugen y Paneki, mientras Sunetra hacía lo propio, con gesto serio y aguardando decisiones.
Re: Capítulo IV: Luchando por el Destino
De camino a la Capital
El caminó continuaba a gran velocidad, a lomos de los corceles gaijin. El límite de las tierras León llegaba a su fin, y la noche ya era casi una realidad. Shono ordenó a sus soldados detenerse y acampar.
Las tiendas de pieles empezaron a ser puestas como la noche anterior, al tiempo que se preparaban grandes hogueras en las que combatir el creciente frío, y preparar la comida para los soldados del Clan.
Alrededor de la hoguera estaban Shinjo Shono, Kitsuki Fujiwa, Bayushi Ryushi y su esposa Shosuro Amane. El fuego daba calor a los samurai, al tiempo que sus mentes trataban de relajarse. Mañana probablemente llegarían a Toshi Ranbo y lucharían por el Imperio, con ninguna certeza de que esa batalla se llevara sus vidas. Pero eran samurai, no conocían el miedo, o al menos no debían tratar que les afectara, pues Rokugan dependía de su valor.
El caminó continuaba a gran velocidad, a lomos de los corceles gaijin. El límite de las tierras León llegaba a su fin, y la noche ya era casi una realidad. Shono ordenó a sus soldados detenerse y acampar.
Las tiendas de pieles empezaron a ser puestas como la noche anterior, al tiempo que se preparaban grandes hogueras en las que combatir el creciente frío, y preparar la comida para los soldados del Clan.
Alrededor de la hoguera estaban Shinjo Shono, Kitsuki Fujiwa, Bayushi Ryushi y su esposa Shosuro Amane. El fuego daba calor a los samurai, al tiempo que sus mentes trataban de relajarse. Mañana probablemente llegarían a Toshi Ranbo y lucharían por el Imperio, con ninguna certeza de que esa batalla se llevara sus vidas. Pero eran samurai, no conocían el miedo, o al menos no debían tratar que les afectara, pues Rokugan dependía de su valor.
Re: Capítulo IV: Luchando por el Destino
Kitsuki Fujiwa
- Todo lo que he pensado se habrá disipado en cuanto lleguemos, Fujiwa san.- le dijo el, puesto que mas allá de todas las precauciones a tomar que tenia en su mente, ninguna de ellas podía llevarse a cabo hasta enterarse de la situación en la capital y de las novedades- ¿Y vos?- le pregunto, haciendo las sutilezas a un lado puesto que con su aliado? no necesitaba esconder sus intereses-
Me removí en la silla unicornio, tan extraña para mi, aun más incómoda tras tanto tiempo de cabalgadura. Había percibido la llegada del Escorpión intuitivamente, aunque no me giré a encontrarme con su mirada, me encontraba mirando el futuro que nos deparaba. Mis manos se cernían sobre las riendas, apretando con fuerza como si con ello pudiese destruir al propio señor oscuro. Cuando fui consciente de ello, recordé la mención del Campeón Escorpión. - A pesar de todo, no había pensado en ello hasta ahora. Pensaba esperar a ver que nos encontraríamos una vez llegados a la capital para decidir. Sin lugar a dudas tendremos que decidir nuestro campo de batalla, Ryushi-sama. Preferís la ciudad imperial y sus laberíntos o tal vez mejor la batalla a lomos de estos corceles en las planicies, intentando destruirlos?
Casi intuía la respuesta del Bayushi, al menos la que esperaba. Tanto Escorpión como Dragón eramos clanes que se movian en el enigma y el secretismo. Nuestro lugar, o al menos el mio propio, no era en una gran batalla. Había vivido las batallas en la corte, pero una batalla masiva era mucho más de lo que nunca había conocido, mucho menos contra criaturas corruptas.
Shono-san, sabéis de la presencia de algún otro clan cercano? En mi foro interno esperaba que el Dragón se encontrase cerca, aunque tras ver la presencia de la joven Mirumoto en el reino de los sueños, esperaba que las tropas que ya se encontraban cerca de las fronteras Dragón, hubieran alcanzado las tierras imperiales. Esperaba que mis propios generales mostrasen gran batalla, pues estaban preparados para ello. Habían sido preparados marcial y moralmente para ello. Recordando a Shaitung, no pude pasar por alto rememorar el hogar, las tierras que había legado y que luchaba por salvar. -Ryushi-sama, la capital no esta lejos, crees que podremos internarnos en ella sin ser advertidos?
- Todo lo que he pensado se habrá disipado en cuanto lleguemos, Fujiwa san.- le dijo el, puesto que mas allá de todas las precauciones a tomar que tenia en su mente, ninguna de ellas podía llevarse a cabo hasta enterarse de la situación en la capital y de las novedades- ¿Y vos?- le pregunto, haciendo las sutilezas a un lado puesto que con su aliado? no necesitaba esconder sus intereses-
Me removí en la silla unicornio, tan extraña para mi, aun más incómoda tras tanto tiempo de cabalgadura. Había percibido la llegada del Escorpión intuitivamente, aunque no me giré a encontrarme con su mirada, me encontraba mirando el futuro que nos deparaba. Mis manos se cernían sobre las riendas, apretando con fuerza como si con ello pudiese destruir al propio señor oscuro. Cuando fui consciente de ello, recordé la mención del Campeón Escorpión. - A pesar de todo, no había pensado en ello hasta ahora. Pensaba esperar a ver que nos encontraríamos una vez llegados a la capital para decidir. Sin lugar a dudas tendremos que decidir nuestro campo de batalla, Ryushi-sama. Preferís la ciudad imperial y sus laberíntos o tal vez mejor la batalla a lomos de estos corceles en las planicies, intentando destruirlos?
Casi intuía la respuesta del Bayushi, al menos la que esperaba. Tanto Escorpión como Dragón eramos clanes que se movian en el enigma y el secretismo. Nuestro lugar, o al menos el mio propio, no era en una gran batalla. Había vivido las batallas en la corte, pero una batalla masiva era mucho más de lo que nunca había conocido, mucho menos contra criaturas corruptas.
Shono-san, sabéis de la presencia de algún otro clan cercano? En mi foro interno esperaba que el Dragón se encontrase cerca, aunque tras ver la presencia de la joven Mirumoto en el reino de los sueños, esperaba que las tropas que ya se encontraban cerca de las fronteras Dragón, hubieran alcanzado las tierras imperiales. Esperaba que mis propios generales mostrasen gran batalla, pues estaban preparados para ello. Habían sido preparados marcial y moralmente para ello. Recordando a Shaitung, no pude pasar por alto rememorar el hogar, las tierras que había legado y que luchaba por salvar. -Ryushi-sama, la capital no esta lejos, crees que podremos internarnos en ella sin ser advertidos?
Re: Capítulo IV: Luchando por el Destino
Bayushi Ryushi
- Fujiwa san, la unica manera de adentrarnos en la capital sin ser advertidos es por nuestra cuenta y sin la ayuda de nuestro aliado Unicornio.- respondio el Escorpion- Nuestra presencia no esta incluida en los planes de Ayla sama? pero su general no tardara en informarle una vez lleguemos a destino. Y creo que no podemos menospreciar la hospitalidad del Unicornio escabulliendonos entre sus filas, que por cierto no es mala idea? pero no creo que sea la mejor de todas ellas.- concluyo - Tengo la esperanza de alcanzar Toshi Ranbo antes de que lo haga nuestro enemigo y espero que así sea- le susurro-
El vaiven de su cuerpo sobre el corcel comenzaba a hacerse molesto, incomodo. Hacer un alto y detenerse a mitad de camino significaba una oportunidad de ganar terreno para el enemigo, pero los samurai tenían que descansar para rendir en combate con todas, o gran parte de sus fuerzas.
El contingente Unicornio se detuvo y el campamento no tardo en organizarse.
Mientras los samurai degustaban sus platos ya no tan desconocidos por los invitados, Bayushi Ryushi yacía sentado junto a su esposa sobre un tatami que había sobre la tierra, dispuesto gentilmente para la misteriosa pareja.
Las intrincantes llamas de la hoguera, que se elevaban hacia las estrellas en un intento de alcanzarlas, se reflejaban sobre la mascara de porcelana del señor de los secretos: Bayushi Ryushi.
- Fujiwa san, la unica manera de adentrarnos en la capital sin ser advertidos es por nuestra cuenta y sin la ayuda de nuestro aliado Unicornio.- respondio el Escorpion- Nuestra presencia no esta incluida en los planes de Ayla sama? pero su general no tardara en informarle una vez lleguemos a destino. Y creo que no podemos menospreciar la hospitalidad del Unicornio escabulliendonos entre sus filas, que por cierto no es mala idea? pero no creo que sea la mejor de todas ellas.- concluyo - Tengo la esperanza de alcanzar Toshi Ranbo antes de que lo haga nuestro enemigo y espero que así sea- le susurro-
El vaiven de su cuerpo sobre el corcel comenzaba a hacerse molesto, incomodo. Hacer un alto y detenerse a mitad de camino significaba una oportunidad de ganar terreno para el enemigo, pero los samurai tenían que descansar para rendir en combate con todas, o gran parte de sus fuerzas.
El contingente Unicornio se detuvo y el campamento no tardo en organizarse.
Mientras los samurai degustaban sus platos ya no tan desconocidos por los invitados, Bayushi Ryushi yacía sentado junto a su esposa sobre un tatami que había sobre la tierra, dispuesto gentilmente para la misteriosa pareja.
Las intrincantes llamas de la hoguera, que se elevaban hacia las estrellas en un intento de alcanzarlas, se reflejaban sobre la mascara de porcelana del señor de los secretos: Bayushi Ryushi.
Última edición por Rafinia el 14 Nov 2008, 23:17, editado 1 vez en total.
- Shiba Mugen
- Mensajes: 1587
- Registrado: 14 May 2007, 20:57
Re: Capítulo IV: Luchando por el Destino
Mugen miro la caja y sonrio.
"El Fenix se encargara de este objeto.", tomo la caja, e hizo una reverencia profunda de respeto.
Hizo a un gesto para que Aikune pasase primero y justo antes de salir, se giro.
"Y si el Escorpion no puede encargarse de interrogar a Satoshi, el Fenix no dudara en hacerlo.", a lo que se puso su yelmo y partio con la caja bajo el brazo.
De alli, partio directo hacia la Embajada y convoco al Consejo Elemental y envio un mensaje a Sezaru para que cambiase su recorrido y los encontrase en la Embajada Fenix
Una vez reunido este, les explico sobre el objeto, la posible conexion con la katana que Daigotsu habia infiltrado en lugar de la de Kaneka y cuan importante era determinar si este objeto era un shen, un nemurenai maldito y cuanto podria haber afectado a Satoshi.
Luego de eso, pidio reportes de sus hombres y ordeno que se le sirviese el desayuno, al final, no habia podido desayunar bien. Se pregunto si Satoshi habia sido una victima, no importaba, habia sido debil y por eso el Imperio peligraba. Kaneka tuvo la suerte de tener un Campeon que se preocupara por el y que ademas, lo tuviese en cuenta como su aliado, la suerte de Satoshi habia sido otra. Y en Rokugan, solo los fuertes sobrevivian.
"El Fenix se encargara de este objeto.", tomo la caja, e hizo una reverencia profunda de respeto.
Hizo a un gesto para que Aikune pasase primero y justo antes de salir, se giro.
"Y si el Escorpion no puede encargarse de interrogar a Satoshi, el Fenix no dudara en hacerlo.", a lo que se puso su yelmo y partio con la caja bajo el brazo.
De alli, partio directo hacia la Embajada y convoco al Consejo Elemental y envio un mensaje a Sezaru para que cambiase su recorrido y los encontrase en la Embajada Fenix
Una vez reunido este, les explico sobre el objeto, la posible conexion con la katana que Daigotsu habia infiltrado en lugar de la de Kaneka y cuan importante era determinar si este objeto era un shen, un nemurenai maldito y cuanto podria haber afectado a Satoshi.
Luego de eso, pidio reportes de sus hombres y ordeno que se le sirviese el desayuno, al final, no habia podido desayunar bien. Se pregunto si Satoshi habia sido una victima, no importaba, habia sido debil y por eso el Imperio peligraba. Kaneka tuvo la suerte de tener un Campeon que se preocupara por el y que ademas, lo tuviese en cuenta como su aliado, la suerte de Satoshi habia sido otra. Y en Rokugan, solo los fuertes sobrevivian.
Re: Capítulo IV: Luchando por el Destino
Kitsuki Fujiwa
Miré extrañado al Escorpión. Como podía pensar que me escabulliría de las tropas unicornio? Sobre todo si le proponía aquella opción junto al propio Shinjo Shono, que sin duda habría oido mi idea. Ryushi-sama, no somos tan útiles en esta batallo como los podemos ser dentro de los muros de la ciudad. Shinjo-san, aqui presente, ha cumplido su palabra, nos ha traído a la capital imperial. No hemos decretado que haríamos una vez aqui, y yo propongo buscar al propio Otomo y su esposa grulla y derrotarlos, sobre todo después de encontrar fuerzas de apoyo.
Miré extrañado al Escorpión. Como podía pensar que me escabulliría de las tropas unicornio? Sobre todo si le proponía aquella opción junto al propio Shinjo Shono, que sin duda habría oido mi idea. Ryushi-sama, no somos tan útiles en esta batallo como los podemos ser dentro de los muros de la ciudad. Shinjo-san, aqui presente, ha cumplido su palabra, nos ha traído a la capital imperial. No hemos decretado que haríamos una vez aqui, y yo propongo buscar al propio Otomo y su esposa grulla y derrotarlos, sobre todo después de encontrar fuerzas de apoyo.
Re: Capítulo IV: Luchando por el Destino
Mea culpa, Shukei, mea culpa. Crei que le hablabas unicamente a mi personaje.
Bayushi Ryushi
- Calma, Dragon...- dijo en un tono amigable, apaciguando el fuego intenso de las palabras de su amigo - Seremos los ultimos en llegar a la capital, por ende, el administrador imperial y su esposa, dama Doji, deben de estar muy bien acompañados de nuestros aliados, creeme.- insistio, sabiendo que la orden de actuar habia sido emitida hacia mucho tiempo atras - Shono san...- se dirigio al Unicornio - Creo que seria conveniente que mi esposa, el Dragon y yo nos adelantemos para asi llegar a la capital en el menor tiempo posible. Tenemos muchas cosas que hacer una vez lleguemos. ¿Sera eso posible? - pregunto -
Tendriamos que haber hecho esto hace tiempo. El ejercito nos esta retrasando demasiado.
Bayushi Ryushi
- Calma, Dragon...- dijo en un tono amigable, apaciguando el fuego intenso de las palabras de su amigo - Seremos los ultimos en llegar a la capital, por ende, el administrador imperial y su esposa, dama Doji, deben de estar muy bien acompañados de nuestros aliados, creeme.- insistio, sabiendo que la orden de actuar habia sido emitida hacia mucho tiempo atras - Shono san...- se dirigio al Unicornio - Creo que seria conveniente que mi esposa, el Dragon y yo nos adelantemos para asi llegar a la capital en el menor tiempo posible. Tenemos muchas cosas que hacer una vez lleguemos. ¿Sera eso posible? - pregunto -
Tendriamos que haber hecho esto hace tiempo. El ejercito nos esta retrasando demasiado.
Re: Capítulo IV: Luchando por el Destino
Toshi Ranbo
Shiba Mugen había dejado atrás a Bayushi Paneki, tras tomar la caja que contenía el abanico de Otomo Satoshi. De momento, el interrogatorio al Otomo podía esperar, lo primero era averiguar si el objeto estaba imbuido con magia corrupta.
Reunió de urgencia al Consejo Elemental, por segunda vez en pocas horas. Los sirvientes le trajeron fideos de arroz con salsa de soja, junto con bollos de verduras, para que terminara su desayuno.
Sezaru, ante la atenta mirada de todos los presentes, fue el encargado de abrir la caja.
Sustrajo, con sumo cuidado, un abanico de color pardo, simple y tosco. Era incluso más sencillo de lo que se esperaba para un Otomo, puesto que sus únicos adornos eran unos pequeños relieves en forma de flores, de color negro. La parte del mango, tenía un peculiar gravado, puesto que una especie de espiral refulgía de manera apenas perceptible.
Aquí ocurre algo extraño? dijo El Lobo, mirando con firmeza el objeto.
Deberíamos realizar los conjuros oportunos, para estar seguros de algo. Añadió Shiba Ningen.
El resto de Maestros asintieron, como embrujados por la simple belleza del abanico. De repente, la espiral del mango brilló con más intensidad, y empezó a salir un denso humo de color negruzco. Isawa Nakamuro se apresuró en lanzar un hechizo que protegiera a Mugen, por si la bruma era ofensiva. Pero esta solo creció verticalmente, ante la tensa expectación de los presentes. Se quedó flotando en el aire, hasta que empezó a desvanecerse lentamente. Al tiempo que lo hacía, los rasgos de una persona se fueron revelando lentamente.
Se trataba de un hombre con túnica de color púrpura oscuro, de largos cabellos blancos, y una media máscara de porcelana del mismo color, con unos pequeños cuernos en ella. Los ojos de la máscara refulgían en un vivo rojo enfermizo, mientras en el cinto una katana con tétricos gravados refulgía con maldad. Los presentes jamás lo habían visto antes, excepto Sezaru, pero enseguida supieron de quién se trataba; Daigotsu, el Señor de las Tierras Sombrías.
Aikune desenvainó El Deseo por inercia, pero El Lobo le detuvo. No era real, tan sólo un reflejo producido por el abanico.
Hubo un tenso silencio, con todos los presentes extremando sus precauciones.
No esperaba ser recibido por tan ilustres anfitriones? dijo Daigotsu con una voz que retumbaba en la mente de los presentes, como unas campanas fúnebres.
¡Destruyamos el abanico! Gritó Nakamuro.
Adelante, Maestro del Aire. Mi plan ya no puede ser detenido, así que no me importa en absoluto. Aunque es una lástima, ¿no lo encuentran realmente bello? Dijo el Señor Oscuro con tono burlón.
¡¿Qué quieres, Maldito?! Dijo Ningen.
Nada, tan sólo agradecerles su colaboración. Gracias a vosotros he podido usar a Satoshi todo este tiempo, sin que hicierais nada. ¡Muy divertida la teoría de los Portales! Ahora es demasiado tarde para que podáis cambiar la suerte de Rokugan. Mi ejército arrasará en breve la Capital, por muchas defensas que preparéis, no podéis hacer nada contra las fuerzas del Jigoku. Os daré a elegir entre la vida y la muerte.
Rendid Toshi Ranbo ahora, y seré piadoso. Luchad y vuestras almas serán torturadas hasta la eternidad en el Jigoku. ¿Qué elegís? Dijo la imagen del Señor Oscuro, mirando con arrogancia a los presentes.
Shiba Mugen había dejado atrás a Bayushi Paneki, tras tomar la caja que contenía el abanico de Otomo Satoshi. De momento, el interrogatorio al Otomo podía esperar, lo primero era averiguar si el objeto estaba imbuido con magia corrupta.
Reunió de urgencia al Consejo Elemental, por segunda vez en pocas horas. Los sirvientes le trajeron fideos de arroz con salsa de soja, junto con bollos de verduras, para que terminara su desayuno.
Sezaru, ante la atenta mirada de todos los presentes, fue el encargado de abrir la caja.
Sustrajo, con sumo cuidado, un abanico de color pardo, simple y tosco. Era incluso más sencillo de lo que se esperaba para un Otomo, puesto que sus únicos adornos eran unos pequeños relieves en forma de flores, de color negro. La parte del mango, tenía un peculiar gravado, puesto que una especie de espiral refulgía de manera apenas perceptible.
Aquí ocurre algo extraño? dijo El Lobo, mirando con firmeza el objeto.
Deberíamos realizar los conjuros oportunos, para estar seguros de algo. Añadió Shiba Ningen.
El resto de Maestros asintieron, como embrujados por la simple belleza del abanico. De repente, la espiral del mango brilló con más intensidad, y empezó a salir un denso humo de color negruzco. Isawa Nakamuro se apresuró en lanzar un hechizo que protegiera a Mugen, por si la bruma era ofensiva. Pero esta solo creció verticalmente, ante la tensa expectación de los presentes. Se quedó flotando en el aire, hasta que empezó a desvanecerse lentamente. Al tiempo que lo hacía, los rasgos de una persona se fueron revelando lentamente.
Se trataba de un hombre con túnica de color púrpura oscuro, de largos cabellos blancos, y una media máscara de porcelana del mismo color, con unos pequeños cuernos en ella. Los ojos de la máscara refulgían en un vivo rojo enfermizo, mientras en el cinto una katana con tétricos gravados refulgía con maldad. Los presentes jamás lo habían visto antes, excepto Sezaru, pero enseguida supieron de quién se trataba; Daigotsu, el Señor de las Tierras Sombrías.
Aikune desenvainó El Deseo por inercia, pero El Lobo le detuvo. No era real, tan sólo un reflejo producido por el abanico.
Hubo un tenso silencio, con todos los presentes extremando sus precauciones.
No esperaba ser recibido por tan ilustres anfitriones? dijo Daigotsu con una voz que retumbaba en la mente de los presentes, como unas campanas fúnebres.
¡Destruyamos el abanico! Gritó Nakamuro.
Adelante, Maestro del Aire. Mi plan ya no puede ser detenido, así que no me importa en absoluto. Aunque es una lástima, ¿no lo encuentran realmente bello? Dijo el Señor Oscuro con tono burlón.
¡¿Qué quieres, Maldito?! Dijo Ningen.
Nada, tan sólo agradecerles su colaboración. Gracias a vosotros he podido usar a Satoshi todo este tiempo, sin que hicierais nada. ¡Muy divertida la teoría de los Portales! Ahora es demasiado tarde para que podáis cambiar la suerte de Rokugan. Mi ejército arrasará en breve la Capital, por muchas defensas que preparéis, no podéis hacer nada contra las fuerzas del Jigoku. Os daré a elegir entre la vida y la muerte.
Rendid Toshi Ranbo ahora, y seré piadoso. Luchad y vuestras almas serán torturadas hasta la eternidad en el Jigoku. ¿Qué elegís? Dijo la imagen del Señor Oscuro, mirando con arrogancia a los presentes.
Re: Capítulo IV: Luchando por el Destino
De camino a la Capital
El ejército Unicornio se preparaba para pasar la noche al raso, mientras Fujiwa y Ryushi hacían nuevos planes. El Campeón Dragón se acercó al daimyo Shinjo, que había dispuesto una serie de planos en el suelo, y los analizaba junto con los comandantes Moto.
Ante la pregunta del Kitsuki, Shono se rascó la barbilla pensativo.
Sinceramente, no lo sé. Es probable que algunos Clanes Menores de estén organizando en conjunto para prestar ayuda. He oído rumores sobre una especie de alianza Mono-Buey-Tortuga-Liebre-Tejón, pero algo así no puede ser tomado en serio hasta que no lo vea con mis propios ojos. Además, los hombres y el potencial de estos, lamentablemente poco pueden decidir en Toshi Ranbo, si bien su ayuda será bien recibida, si es cierto que se están movilizando juntos. Terminó por decir el Unicornio.
Luego, ante la petición de Ryushi se mostró muy cauto.
Me parece absurdo que me ?pidáis? permiso. Yo sólo soy el daimyo Shinjo, vosotros sois dos Campeones de Clan. En todo caso, a Ayla-sama no le gustaría saber que os dejé viajar solos con los peligros que pueden encontrarse en los caminos. ¿Y sí los exploradores de Daigotsu dieran con vosotros? Hizo una pausa algo dramática. Id si queréis, pero no puedo garantizar vuestra seguridad si lo hacéis. Terminó por decir el daimyo Shinjo, dejando a los Campeones pensativos.
El ejército Unicornio se preparaba para pasar la noche al raso, mientras Fujiwa y Ryushi hacían nuevos planes. El Campeón Dragón se acercó al daimyo Shinjo, que había dispuesto una serie de planos en el suelo, y los analizaba junto con los comandantes Moto.
Ante la pregunta del Kitsuki, Shono se rascó la barbilla pensativo.
Sinceramente, no lo sé. Es probable que algunos Clanes Menores de estén organizando en conjunto para prestar ayuda. He oído rumores sobre una especie de alianza Mono-Buey-Tortuga-Liebre-Tejón, pero algo así no puede ser tomado en serio hasta que no lo vea con mis propios ojos. Además, los hombres y el potencial de estos, lamentablemente poco pueden decidir en Toshi Ranbo, si bien su ayuda será bien recibida, si es cierto que se están movilizando juntos. Terminó por decir el Unicornio.
Luego, ante la petición de Ryushi se mostró muy cauto.
Me parece absurdo que me ?pidáis? permiso. Yo sólo soy el daimyo Shinjo, vosotros sois dos Campeones de Clan. En todo caso, a Ayla-sama no le gustaría saber que os dejé viajar solos con los peligros que pueden encontrarse en los caminos. ¿Y sí los exploradores de Daigotsu dieran con vosotros? Hizo una pausa algo dramática. Id si queréis, pero no puedo garantizar vuestra seguridad si lo hacéis. Terminó por decir el daimyo Shinjo, dejando a los Campeones pensativos.