El Valle de la Daga

El Valle de la Daga se tambalea debido a una serie de sanguinarias
incursiones de los drow. Una grave amenaza para todo el mundo de la
superficie crece en Maerimydra, la ciudad de los elfos oscuros asolada
por la guerra, y se necesitan héroes intrépidos para descubrir su
origen y destruirla... si pueden.

Director: Ellifain.
Jugadores: Dantrag, Attila The Hun, Anarion, Gnomius, Asgareth.
Jugadores Reserva: --
Plazas libres: 1.
Periodicidad de los turnos: 1 vez por dekhana (10 días).

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El Valle de la Daga

Mensaje por Ellifain »

Senithen y Táis salieron al exterior de la posada, a la plaza principal del Valle de la Daga. Una vez fuera, llegaron a observar el pánico que comenzaba a recorrer el lugar. Todo el mundo corría a refugiarse en sus casas, bien defendidas desde el asunto de los Zhentárim.
Un grupo desconocido llegó al lugar, al parecer con prisa. Tenían un aspecto extraño por aquellos lugares. Parecían... piratas. La única mujer del grupo se volvió hacia la pareja, con un brillo de reconocimiento en los ojos mientras miraba a Táis.

- Hola Táis, hemos llegado. ¿Qué está pasando? -preguntó la mujer, que parecía la líder del extraño grupo.

Para sorpresa de Senithen, la semielfa le contestó con seguridad.

- Me alegra que hallas tomado esta decisión, Hildegard Javath. - dijo mientras lanzaba una mirada significativa al bardo- Y has llegado justo a tiempo... Nos atacan los drows.
- Eso me han dicho. ¿Qué tenemos que hacer? Mis hombres pueden luchar. - Concluyó Hildegard.

La semielfa observó todo lo largamente que pudo a los cuatro hombres, para después suspirar y mirar hacia abajo. Levantando de nuevo la cabeza, mostró una sonrisa segura.

- Hemos de ir con rapidez a ver a mi Señor Rándal. Él dilucidará si es conveniente que tus hombres luchen en este combate.- Al ver las miradas confusas que se cernían sobre ella, sonrió con sarcasmo- Ya os explicaré la mente del Señor Rándal cuando tengamos tiempo... ahora, debemos hablar con él.

Un brillo a la izquierda del grupo puso en guardia a sus componentes. Delante de la casa de Rándal Alba, donde antes no había nada, acababa de aparecer un extraño enano, de aspecto rudo y sucio, cubierto de largos pinchos, con una bayoneta de casi un metro. La cara de la semielfa se iluminó.

- ¡Torgar! - gritó entusiasmada, corriendo hacia su antiguo amigo- ¡Torgar, has llegado!
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Sugaar observaba la escena desde una esquina cercana. Aquel grupo se tornaba cada vez más extraño. ¿Qué estarían haciendo allí? ¿Por qué los drows atacaban aquella población?
Se retiró un mechón blanco de la cara, dejando ver en su cuello un atisbo de tatuaje plateado. Sonrió. Quizás el tal Rándal Alba podría solucionar esas dudas... y algunas más
"Solía pensar que yo era estúpido. Fue entonces cuando conocí a los filósofos."

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Re: El Valle de la Daga

Mensaje por Ellifain »

Escrito por Ramianiala:

Sugaar Fuegoblanco

Maldito fuera el rostro de mi padre... ? pensó el guerrero mientras se volvía a echar tras la pared - ¿es...ella?

Sin duda alguna, había pasado ya cerca de dos decenas de años, pero la recordaba, alentándole en sus chorradas... Sugaar llevo la mano a la empuñadura de su espada y aflojo las correas que sujetaban el mango, sintiendo mientras acercaba la mano una agradable y bien conocida sensación de frío y calor... si lo oído era cierto y había Drows por los alrededores, mejor seria dejar la espada accesible.

En fin, parece ser que habían encontrado un nueva amiga, una mujer que a ellos se había acercado con unos individuos que apestaban a piratas...

Mientras el grupo perdía el tiempo en presentaciones y saludos, asemejándose a un viejo grupo de aventureros reencontrados Sugaar pensó que quizás debiese aprovechar para dirigirse a la casa de Rándal antes que ellos, pues seria mas adecuado en torno de presentaciones que ella ya le viese allí. Subiendo la capucha de su gruesa capa y rodeando la casa, Fuegoblanco avanzo entre las casas mientras veía como las pocas personas que aun quedaban en la calle se adentraban velozmente en sus casas... si las historias de su niñez eran ciertas esta gente podía llegar a ser tan feroz como para resistir a los mismos Zhents... observando a esta gente y clavando sus ojos fríos y azules en un anciano que cerro la puerta de su hogar con un sonoro golpe, Sugaar comprendió que en el fondo, esta gente parecía hacer lo mismo que acostumbraba el... tras Tymora recordara cuantas cicatrices, confiaban su vida a la desconfianza.

Finalmente, tras una construcción mas cercana a la casa de Rándal Sugaar volvió a aparecer en la calle principal mientras los aventureros seguían aun ahí, ahora con un enano pero ya mas cerca de la casa... mientras Tais se inclinaba levemente para saludar al enano, Fuegoblanco hecho un vistazo al grupo que se había juntado... todos salvo unos pocos, definitivamente, parecían piratas... antes de que tuviesen tiempo para advertir algunas cosas mas de el, Fuegoblanco entro en la mansión de Rándal, cerrando con delicadeza tras de si la puerta del edificio... dos guardias, ataviados con sus respectivos uniformes le vieron en su interior nada mas entrar, y bajando su capucha al tiempo que se giraba Sugaar hablo con su característica suave voz.

- Buen día señores... mi nombre es Sugaar, y busco una entrevista con vuestro señor.
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Re: El Valle de la Daga

Mensaje por Ellifain »

Escrito por Gnomius:

Senithen

Salieron raudos fuera de la posada, preparados para lo peor. Senithen ya empezaba a notar aquel molesto hormigueo en los intestinos que le acometía cada vez que se enfrentaba al peligro de un combate. Pero no vieron a ningún drow, al menos por el momento. En cambio, un grupo de hombres que parecían totalmente fuera de lugar en el Valle, se acercaron hasta ellos. ¿Piratas? Senithen no pudo evitar recordar una canción cómica sobre el Capitán Barbarrosa y su tripulación de marineros bufones, que remaban sobre botes imaginarios en medio del desierto.

Sonrió mientras recordaba las rimas, pero las palabras de Táis lo sacaron de sus ensoñaciones.

- Me alegra que hallas tomado esta decisión, Hildegard Javath. - dijo mientras lanzaba una mirada significativa al bardo.

Senithen identificó el nombre al instante. Al parecer la jugarreta de la semielfa le había salido bien.

- Es un honor conocer a la hija de Javath. - dijo con una de sus mejores reverencias.- Si el brazo de vuestros hombres es la mitad de fuerte que el de vuestro padre, y vuestro corazón la mitad de bravo, estamos salvados. Bienvenidos a bordo. - sonrió, no había podido evitar usar el símil naval.

Mientras tanto, Táis había ido el encuentro de un enano que había aparecido de la nada. El enano parecía un armadillo, solo que con pelo asomando por todas partes y un olor bastante más penetrante del que cualquier armadillo llegaría a alcanzar jamás mientras viviera. Senithen incluso dudaba que un armadillo muerto tuviera un olor corporal tan fuerte.

- Vaya, tenemos más compañía. ¿Me acompañáis dama Hildegard a ver a nuestro buen Señor Alba? - dijo, mientras empezaba a caminar en dirección a Táis y el enano.
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Re: El Valle de la Daga

Mensaje por Ellifain »

Escrito por Dantrag:

Torgar BattleHammer

El enano sintió casi los mismos efectos que cuando una vez ingirió un litro y medio de aguamiel y seguía consciente, todo a su alrededor daba vueltas, el sentido de la orientación hacía rato que lo había perdido, y mientras apretaba con fuerza los parpados sintió como el estómago se le subía por la garganta, suerte que la comida ya estuviese digerida...

Tan súbitamente como todo empezó también terminó. El enano abrió los ojos en el mismo momento en que lanzaba su manaza para asirse a un poste antes de que cayera rodando por el suelo.
Todo a su alrededor era totalmente nuevo para él, y antes de que pudiese darse cuenta de lo que estaba pasando alguien se le echó encima y lo rodeó con sus brazos mientras gritaba su nombre.
El enano apunto estuvo de lanzar un mamporro con su guantelete erizado de pinchos, pero se detuvo un instante al captar la fragancia que ahora lo invadía.
Cuando la persona se retiró para mirarle directamente al rostro contempló una sonrisa familiar...
Durante un instantes el enano entornó los ojos intentando recordar quien era aquella mujer, pero tras unos instantes, a su mente acudieron perezosamente los recuerdos de unos años vividos hace mucho tiempo.

" - Ejem... - "Carraspeó el enano mientras intentaba guardar la compostura ante Táis.

" - Claro que vendría mi señora, ¿acaso dudaba de la palabra del rey Brúenor? -" Terminó mientras la mujer se separaba un poco y le obsequiaba una sonrisa al rudo enano, quién a pesar de sus palabras poco emotivas, Táis era consciente de que en el interior se alegraba de verla.

El enano dirigió ahora una mirada a su alrededor al darse cuenta de que no estaban solos. Justo detrás de Táis un hombre de aspecto remilgado lo miraba por encima del hombro, aunque por supuesto eso fue algo de lo que no se percató Torgar, quien centró su atención en otro grupo de hombres extrañamente ataviados y de los que no apartó su vista hasta que Táis lo suavizó posando una mano en su hombro.

?- Bueno... -" Empezó el enano mientras echaba las manos al cinto y lo subía por encima del ombligo.
?- ¿A quién hay que zurrar? -" Terminó mientras a sus oídos llegaban los gritos de los pueblerinos.
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Re: El Valle de la Daga

Mensaje por Ellifain »

Escrito por Anarion:

Hildegard Javath

Extraños compañeros eran los que había buscado Táis para encargarles una importante misión. No era sólo Táis la que conocía la historia de su padre, sino que su linaje era famoso en esas tierras. Ella era la única que al parecer no sabía lo que su padre había dado a ese lugar. Pese a todo, su interés en el asunto era nulo.

Quedaban muchas preguntas sin respuesta y una acción inmediata que determinar. Para todo eso había que asistir a una reunión con un tipo que parecía ser el mandamás de la zona. Respondía al nombre de Rándal Alba.

Aquel tipo que salió de la posada junto a Táis habló a la capitana.

- Vaya, tenemos más compañía. ¿Me acompañáis dama Hildegard a ver a nuestro buen Señor Alba? - Dijo.

- Vayamos a ver a su señor. Que no el mío. Escapé de mi hogar para ser dueña y señora de mi destino y pienso seguir siéndolo. - Respondió Hildegard.

La mujer se dio media vuelta y caminó hacia sus hombres que la rodearon. Los cinco marineros esperaban a que Táis les indicase por donde avanzar. El asunto debía quedar finiquitado en la máxima brevedad posible. Ellos no estaban allí por caridad, sino que estaban allí para recuperar la "Tormenta".
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Re: El Valle de la Daga

Mensaje por Ellifain »

- ¡Me alegro tanto de verte, Torgar! - dijo Táis al enano mientras le quitaba el casco y le daba un beso en la calva, a la vez que le daba un gran abrazo. Después, se dirigió a los demás- Éste es Torgar BattleHammer, un valiente enano procedente de Mithril Hall que luchó al lado de vuestros padres y yo en la batalla contra los Zhéntarims. - al terminar le dirigió una ancha sonrisa al enano, haciendo que éste, muy a su pesar, se ruborizase aún más.

- Vaya, tenemos más compañía. ¿Me acompañáis dama Hildegard a ver a nuestro buen Señor Alba? - dijo Senithen, mientras empezaba a caminar en dirección a Táis y a Torgar.

- Vayamos a ver a su señor. Que no el mío. Escapé de mi hogar para ser dueña y señora de mi destino y pienso seguir siéndolo. - Respondió Hildegard.

- Bueno... - Empezó el enano mientras echaba las manos al cinto y lo subía por encima del ombligo. - ¿A quién hay que zurrar? - Terminó mientras a sus oídos llegaban los gritos de los pueblerinos.

La semielfa rió ante la pregunta del enano, siempre tan activo y camorrero, y ante la respuesta de Hildegard.

- Bravos compañeros me acompañan en esta aventura, fieles a los primeros héroes del Valle de la Daga, de los cuales sólo quedamos tres en actividad. - entonó la semielfa solemne, mirando a cada uno de los presentes.- Entremos pues, y no hagamos esperar más al Señor Alba, pues debemos actuar rápido, antes de que se cobren más vidas de aldeanos inocentes.


Táis comenzó a andar hacia las grandes puertas del gran edificio que tenían delante de ellos, abriéndolas sin llamar. En el momento en el que dio un paso hacia dentro, se quedó quieta, mirando hacia delante, con el rostro sorprendido.
Dentro de la casa de Rándal Alba, se encontraban dos guardias, el mismo Rándal Alba, y un hombre de pelo plateado y largo, que se volvió ante el ruido de los portones al abrirse?

Los ojos de Táis brillaron ante la sensación de reconocimiento, y quién sabe qué sentimientos.

- ¿Eres tú?? - dijo en un susurro, mientras esbozaba una alegre sonrisa en sus carnosos labios.
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Re: El Valle de la Daga

Mensaje por Ellifain »

Escrito por Gnomius:

Senithen

- Vaya, cuántos reencuentros inesperados. - dijo en voz alta, sin dirigirse a nadie en particular.

En su voz se podía percibir un leve tinte de envidia. Hacía escasos minutos, tenía a Táis entre sus brazos y ahora... Enanos que crecían como las setas de la tierra y se llevaban besos en la calva, y extranjeros misteriosos de pelo plateado y pose enigmática. Por favor, si ése parecía salido de una de sus canciones...

Senithen se obligó a centrarse. Por supuesto que todo aquello eran tonterías, Táis solamente se alegraba de ver a viejos compañeros que además hoy podían prestar un buen servicio. Pero el bardo no podía evitar que ese monstruo de ojos verdes llamado Celos se enroscara en sus entrañas.

Mientras esperaba que el misterioso guerrero se presentara, Senithen fue a ver a su gobernante y buen amigo Rándal Alba. Le ofreció una de sus mejores reverencias, cosa que sabía que él detestaba, y se levantó con una sonrisa burlona.

- Lo veis, señor, el Valle aún tiene amigos que se preocupan por el bienestar de sus gentes. - dijo, abarcando con un gesto amplio del brazo a los recién llegados.
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Re: El Valle de la Daga

Mensaje por Ellifain »

Escrito por Anarion:

Hildegard Javath
Todos parecían conocerse en aquel sitio. Ya podía afirmar que eso era una reunión de viejos amigos a la que ella había sido invitada por error. De todas formas lo único que podía hacer era tratar de acabar lo antes posible con la misión que le había sido encomendada a ella y a sus hombres, si ese tal Rándal les aceptaba como parte de los defensores de la aldea.

La melena de Rándal era plateada, y el rostro de ese tipo no causó muy buena impresión a la capitana. Quizás sólo fuera una corazonada, pero ese hombre no era más que fachada y Táis su marioneta engañada por el amor que sentía hacia el jefazo de la región. Quizás fuera el mismo quién estuviera tras los saqueos y demás.

- Bueno señor Alba, decida rápido que debemos hacer, ¿No querré que sigan muriendo inocentes campesinos, verdad? Mis hombres pueden luchar si es menester. - Dijo Hildegard.
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Re: El Valle de la Daga

Mensaje por Ellifain »

Escrito por Ramianiala:

Sugaar Fuegoblanco

El hombre sonrió levemente sin tener muy claro que decir, quizás tímidamente.... esperaba que ella ya le hubiese olvidado, mas habida cuenta del tiempo pasado, habida cuenta de los cambios que se habían obrado en su cuerpo... llevo distraídamente la mano y se rasco levemente la nuca, como solía hacer cuando se quedaba sin palabras ? ...yo...eh... me alegro de ver que aun te acuerdas de mi... - dijo finalmente esbozando una sonrisa mas confiada y disipando su timidez - ...ha pasado mucho tiempo creo, casi veinte años... ¿que ha sido de tu vida?... me temo que a pocos trovadores les gustaría hablar de la mía...

El hombre escucho a la semielfa con detenimiento, sin poder borrar de sus labios una expresiva sonrisa... a los pocos segundos de empezar esta subió un poco el cuello de su capa, tratando tímidamente de esconder el nacimiento de su tatuaje plateado... su mano acariciaba las huecas fundas de su espada... nuevamente un sentimiento afloro en Sugaar, estaba rodeado de desconocidos y desarmado... mas aun, aquel hombre no le había dado la respuesta a la pregunta que buscaba, pero en unos escasos segundos se las había arreglado para tener sus dos espadas... dando un paso suave al lateral y asintiendo a la semielfa mientras esta acababa Sugaar acerco la mano a las dos espadas que tenia el hombre, tomándolas sin mas formalidades...

- Tais...escucha... ? dijo el hombre intento aparentar mas seriedad al acabar la semielfa, haciendo un esfuerzo para no ponerse a divagar en recuerdos de tiempo atrás... enfundando sus armas y sin esperar mucho sus manos, dijo - un amigo mío, un camarada de Damara me ha hablado de mi padre... ? Sugaar desvió su mirada al resto de compañeros ? aunque supongo que ahora no es un buen momento para charlas sobre este asunto... me gustaría que luego me contases algo de mi padre... y también de mi madre...
- En fin... ? Sugaar dio dos suaves golpecitos a las fundas de sus espadas ? ¿he escuchado que hay Drows en los alrededores?
Táis sonrió con cariño a Sugaar.

- Veinte años... Han pasado tan rápido... - dijo la semielfa mientras se acercaba a su antiguo discípulo, un tanto aturdida por ver en el hombre que se había convertido. Lo abrazó, contenta de haberse reunido también con él- Me alegro de verte, Sugaar - le dijo con una sonrisa, mientras se separaba de él, acariciando su rostro, ahora más alto que el de ella.- Mi vida... puff- dijo encogiéndose de hombros y resoplando con una gran sonrisa en los labios- Demasiadas cosas como para contarlas en otros veinte años... Aunque cuando todo se calme podría intentarlo. - dijo ladeando la cabeza.- Y, ahora, relájate un poco... estás a salvo. Hablaremos de tu familia después... - le dijo en un susurro, notando la rigidez de los músculos del humano. Volviéndose hacia Rándal, hizo una profunda reverencia, llena de respeto.- Puede devolverle sus armas con seguridad, mi señor. Es el descendiente al que me encargó entrenar y defender hace poco menos de veinte años. Ahora, como bien dicen mis compañeros, sólo debemos encargarnos de los intrusos que atacan a los aldeanos de los Valles. ¿Qué debemos hacer, mi señor? - le preguntó Táis a Rándal Alba.

Al Señor del Valle parecieron bastarle las palabra de la semielfa, y le devolvió sus armas a Sugaar, que se mostró notablemente más seguro con sus armas en las manos.

- ¿Lo veis, señor? El Valle aún tiene amigos que se preocupan por el bienestar de sus gentes. - dijo Senithen, abarcando con un amplio gesto del brazo a los recién llegados.

Rándal, imponente, con su canoso pelo recogido en una corta coleta, observó un minuto a los compañeros a los que se había referido la mujer, parando sus verdes y fatigados ojos en cada uno de ellos, mostrando un brillo de reconocimiento ante Torgar, acompañado por una leve sonrisa.

- Bueno señor Alba, decida rápido que debemos hacer, ¿No querrá que sigan muriendo inocentes campesinos, verdad? Mis hombres pueden luchar si es menester. - Dijo Hildegard.

- ¡No! - gritó Rándal- No, Javath. Tus hombres no participarán en ninguna lucha relacionada con mi valle. Mi confianza se limita a vosotros, herederos de héroes, y a los mismos héroes- dijo mirando a Táis y, una vez más, a Torgar.
- Mi señor Alba, comprende que Hildegard sólo quiere ayudar. - excusó la semielfa, girándose hacia la capitana- Tus hombres pueden quedarse en las habitaciones que hemos preparado para ellos. Estarán totalmente a salvo, tal y como acordamos, amiga mía. - en un disimulado susurro, terminó- Pronto te explicaré el por qué del rechazo de mi señor. Paciencia.
- Debemos actuar en seguida. - dijo Rándal- No podemos permitir los atrevimientos de esos drows. Cada vez se acercan más al núcleo de población. Según nos han informado - comenzó a explicar el Señor del lugar, con preocupación- los drows se encuentran en este momento en las granjas al este del Valle, cerca de las montañas. Quiero que, por lo pronto, vayáis hacia allí y eliminéis a esta nueva amenaza. Volved después, os contaré nuestros descubrimientos acerca de estos nuevos ataques, y comenzaréis con vuestra misión.- dijo con seriedad el gobernante. Después de echar una última mirada al grupo, para después volverse a adentrar en el edificio. Las últimas palabras que pronunció antes de irse llegaron a oídos de los aventureros- Este Valle necesita nuevos héroes...
Táis sonrió.

- En marcha.
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Re: El Valle de la Daga

Mensaje por Ellifain »

Escrito por Anarion:

Hildegard Javath

La negativa del Señor del Valle a que sus apuestos marineros ayudaran a reducir la amenaza drow, fue un insulto a oídos de la capitana. Sólo un loco o un demente rechazarían la inestimable ayuda de unos brazos fuertes como los de Thorm, una estocada como la de Serpiente, la determinación de Laure o la voluntad del joven Carlous.

Sin duda la edad le había jugado una mala pasada al señor Alba. La demencia comenzaba a apoderarse de él. Pero ese no era un asunto que a Hildegard le importara lo más mínimo. Si tenía que ir ella sola, iría ella sola. Así sin duda su tripulación no sufriría ningún daño innecesario.

Una mirada asesina, procedente de los ojos de la capitana y una mueca de desprecio, se clavaron sobre el señor Rándal cuando este se alejaba del lugar.

- Esta bien, si no se requiere de vosotros, id a descansar. Tratad de no dejar las reservas de cerveza bajo mínimos chicos. - Dijo entre carcajadas Hildegard.

-Esta bien Hilde. Me encargaré de que estos tres te dejen algo con lo que saciar tu sed a tu regreso. - Contestó Thorm.

- ¡Suerté mi capitená! - Comentó Laure con su curioso acento.

- Mi zeñora le ezperamoz todoz de vuelta pronto. Mucha zuerte. - Habló Serpiente.

- Tráeme la cabeza de uno de esos condenados. Se que todo irá bien. Te espero pronto... - Añadió Carlous.

- Gracias chicos. Pronto estaremos de nuevo surcando los mares. Un marinero muere si pasa demasiado tiempo con los pies sobre la tierra firme. Volveré pronto, os lo aseguro. Recuperaremos el "Azote" y todo volverá a ser como antes. - Aclaró Hilde. - Bien Táis, guíanos de una vez... cumplamos con nuestro "destino" y que sea rápido. No tengo toda la vida que perder aquí. - Finalizó la mujer
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Re: El Valle de la Daga

Mensaje por Ellifain »

Escrito por Gnomius:

Senithen

La impetuosa capitana parecía ansiosa por entrar en combate. Senithen le echó un largo vistazo a la hija de Javath, mientras no podía evitar preguntarse si sería tan impetuosa para todo... Se obligó a desviar la vista, antes de que la ruda marinera lo pillara, o peor aún, que lo hiciera Táis.

Rándal Alba les conminó a partir en busca de una nueva patrulla de drows. Una vez hubieran acabado con esa amenaza, nuevas (e inquietantes, se imaginaba Senithen) noticias les esperaban aquí a su regreso. Senithen lamentó tanto como Hildegard que aquellos marinos de aspecto fiero no les acompañaran, pero al parecer el Señor Alba tenía sus razones. O por lo menos eso había dado a entender Táis.

- Partamos pues. Llegada es la hora en que los valientes deben enfrentarse a su destino. Personalmente preferiría enfrentarme con una copa de buen vino, pero los Hados son crueles conmigo. - dijo burlón.

Un solo vistazo a su alrededor le bastó para darse cuenta de que no era precisamente el guerrero más avezado de los que allí estaban. Senithen no sabía con cuál de los tres le daría más miedo enfrentarse en un combate cuerpo a cuerpo: el enano con la púa en la cabeza, el misterioso "pelo-blanco" que valoraba tanto su espada, o la intrépida y salvaje hija del mar. Pero de cualquier forma, tenía sus trucos, y hasta ahora se las había apañado bastante bien con ellos.

- ¡Vamos, bravos guerreros! Entonaré una balada de héroes por el camino que enaltecerá vuestros corazones. - dijo, sacando el laúd y pensando en cuál sería la más adecuada
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Re: El Valle de la Daga

Mensaje por Ellifain »

Escrito por Ramianiala:

Sugaar Fuegoblanco

Supongo que los hados son crueles con todos... - determino en un pensamiento el guerrero al acabar de sujetar las correas de su espada - hoy me encuentro con una amiga desaparecida hace tiempo y me encuentro con que me ha contratado como mercenario...

La pirata se despide de sus camaradas... Sugaar observo con gesto solemne como aquellos hombres guardaban, a su forma y a su modo, honor y respeto por sus camaradas... a la hora de la verdad, seguramente, el mejor respeto, la mejor amistad, era la forjada en la batalla, como una espada, y seguramente, desde el Zhent mas siniestro al mercader Calimshita mas rastrero, ese respeto podía ser forjado por todos y cada uno de nosotros...

Como una espada...

Sugaar escucho las palabras del señor del valle y negó lentamente... era innegable que la pirata luchaba por una causa, posiblemente para retomar su libertad y la de sus hombres... el enano... ¿quizás honor ancestral? Solía ser buen aliciente para los de su raza...

Quizás, ese otro hombre luchase por esta tierra solo por que estos valles le vieron crecer - pensó el guerrero mirando de reojo a Senithen - pero yo ni soy un enano honorable, ni un lugareño, ni un pirata que ansia la libertad...

- Tais ? dijo a la semielfa en cuanto esta se puso en marcha - los valles han contratado un mercenario... luchare contra quienes me digáis y como me digáis... pero hablare del precio con tu señor después... ni tu me educaste para ser un paladín de Tyr ni yo he sobrevivido estos años participando en batallas que no fueran las mías... y no me digas que me hablaras de mi padre o de mi madre - dijo el guerrero en cuanto previo ese movimiento, mientras distraídamente echándose al camino, llevando su mano debajo de su capa y extrayendo un librillo ligero de cuero que repaso leyó mientras caminaba y hablaba, como si solo repasase apuntes - por que aun tengo la esperanza de que ese gesto se haga por mera amistad...

- Y no es lo mismo hablar que matar, y lo sabes... - dijo tras dos segundos de silencio, alzando levemente la vista - así que no compares grados de amistad...

El guerrero siguió leyendo de su librito hasta llegar a puertas del pueblo, donde lo guardo... lo que tenia que haber sido un encontronazo de viejos amigos se había convertido en una invitación gratuita para derramar sangre y quizás, para morir...

Y eso no le agradaba lo mas mínimo...
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Re: El Valle de la Daga

Mensaje por Ellifain »

Escrito por Dantrag:

Torgar BattleHammer

Torgar realizó una reverencia cuando avistó a Rándal. Los años se habían dejado pesar en aquel hombre, a quien las circunstancias quizás habían hecho que empezara a envejecer prematuramente.
Sin poder remediarlo, el enano recordó la amistad que se había forjado entre el reino enano y Rándal cuando a puño y sangre combatieron como aliados hace ya veinte años.

Junto a él otro hombre al que la semielfa llamó como Sugaar también los esperaba, y al que Táis no dudo en abrazar.
El enano estaba cansado de tanta ternura. Los abrazos volaban de acá para allá como mariposillas posándose en delicadas flores. Y Torgar lo único que se imaginaba ahora era aplastando esas flores y mariposas bajo su bota, y abrazando a esos drows con su armadura repleta de púas...
Una sonrisa tonta se pintó en el rostro de Torgar ante semejante disfrute, pues en todo ese momento el enano había permanecido lejos de la conversación, con las que habitualmente se perdía.

?- Mi confianza se limita a vosotros, herederos de héroes, y a los mismos héroes. -" Las palabras del Rándal sacaron un instante a Torgar de su ensoñación. Extrañado, el enano miró a su alrededor y aunque no reconoció ninguna cara sabía que, según las palabras de su anfitrión, aquellos debían de ser los retoños de los valioso compañeros junto a los que luchó antaño.
No dijo nada, aunque se sentía orgulloso de volver a estar en aquel lugar...

" - ¡Vamos entonces! -" Aulló el enano mientras sacudía un mamporro a lo primero que encontró en su paso hacia la salida.
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Re: El Valle de la Daga

Mensaje por Ellifain »

Escrito por Attila:

Edwin Felagund

- Ésa es la casa de Rándal Alba, gobernante del Valle de la Daga. Es él a quien busco.

- Está bien, Sheilah. Vamos, yo me encargo del caballo. Dile que trajiste contigo al discípulo de Agathos, a Edwin Felagund; quiero hablar con él mas tarde. El Sr. Alba tiene que tener problemas graves para semejante reunión... - Edwin tapó su cabeza con la capucha de su capa blanca y observó al grupo con atención.

Dos humanos armados, uno mas que debe de ser algún tipo de juglar, ese enano estuvo en la vieja batalla... y esa semiel... Tais?

El corazón pareció detenérsele por un segundo, pensaba que ya no quedaba ningún vestigio del pasado en su alma pero?

Bajó de un salto del caballo y le acarició la melena. Tomó la rienda del caballo y comenzó a caminar hacia el grupo, con Sheilah a su lado.
Con varios metros de anticipación el terrible hedor del enano lo recibió generoso. Inclino levemente la cabeza hacia él en señal de saludo, se detuvo frente a la semielfa y la miró unos segundos a los ojos, a esos enormes ojos verdes.

- El tiempo es caprichoso, volvemos a encontrarnos Tais? Ella es Sheilah, necesita hablar con el Sr. Alba, va de mi parte y me hago responsable. - Miró a la semidrow de reojo y le hizo una seña con la mano para que avance.
- ¿Que sucede aquí? - Dijo mientras echaba hacia atrás la capucha y sacudía su largo, plateado y trenzado cabello.
Quería hablar con ella a solas, pero estaba claro que hasta no solucionar el problema que los tenia a todos armados (incluido un revientabuches, lo cual significaba que era algo grave), frente a un pueblo atrincherado en sus casas, no iba a ser posible?
"Solía pensar que yo era estúpido. Fue entonces cuando conocí a los filósofos."

Terry Pratchett.
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Ellifain
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Re: El Valle de la Daga

Mensaje por Ellifain »

- Bien Táis, guíanos de una vez... cumplamos con nuestro "destino" y que sea rápido. No tengo toda la vida que perder aquí. - dijo Hildegard, un tanto molesta por el rechazo a sus hombres.

- Partamos pues. Llegada es la hora en que los valientes deben enfrentarse a su destino. Personalmente preferiría enfrentarme con una copa de buen vino, pero los Hados son crueles conmigo. - añadió Senithen, burlón.- ¡Vamos, bravos guerreros! Entonaré una balada de héroes por el camino que enaltecerá vuestros corazones.

Táis sonrió al bardo, encantada de que su ánimo siguiese tan alto como siempre. Al momento, la voz de Sugaar se escuchó, un tanto menos animada.

- Tais ? dijo a la semielfa en cuanto esta se puso en marcha - los Valles han contratado un mercenario... lucharé contra quienes me digáis y como me digáis... pero hablaré del precio con tu señor después... ni tú me educaste para ser un paladín de Tyr ni yo he sobrevivido estos años participando en batallas que no fueran las mías... y no me digas que me hablarás de mi padre o de mi madre - dijo el guerrero en cuanto previo ese movimiento, mientras distraídamente, echándose al camino, llevando su mano debajo de su capa y extrayendo un librillo ligero de cuero que repaso leyó mientras caminaba y hablaba, como si sólo repasase apuntes - por que aún tengo la esperanza de que ese gesto se haga por mera amistad...
- Ciertamente, amigo, veo que te eduqué bien. - dijo divertida Táis- Me veo reflejada en tus palabras, Sugaar. - la semielfa se acercó al guerrero y puso su mano sobre el librillo de éste, mirándolo a los ojos, con una sonrisa socarrona en el rostro - Por el oro... No te preocupes. Serás recompensado como un héroe se merece. Y te juro por nuestra amistad, Sugaar, que intentaré llenar todas las lagunas que pueda sobre tus padres y tu infancia. Quizá no te dé todas las respuestas que requieras... pero intentaré ayudarte en lo que pueda.
- ¡Vamos entonces! - Aulló Torgar, sobresaltando a todos los presentes, mientras sacudía un mamporro a uno de los guardias apostados en la salida, tirándolo unos dos metros hacia un lado del edificio.
El otro guardia, pasmado ante el repentino golpe, miró asustado al enano, cubriéndose con el escudo.

El grupo se detuvo una vez más ante la llegada de dos desconocidos, que permanecían encapuchados, y llevaban consigo un caballo que parecía exhausto.

- El tiempo es caprichoso, volvemos a encontrarnos Tais? Ella es Sheilah, necesita hablar con el Sr. Alba, va de mi parte y me hago responsable - dijo uno de los dos encapuchados, señalando a la otra. Ésta resopló hastiada.

- Tranquilo... no degollaré a nadie por el camino - dijo, volviendo a utilizar un tono sarcástico.

Ambos se retiraron las capuchas, dejando al descubierto un par de rostros élficos, pero de diferente contraste. La elfa parecía tener parte de sangre drow en sus venas, pero el tono de su pelo y sus ojos violáceos, sin ningún color rojo en ellos, la delataban.
El varón, de piel clara y cabellos plateados, recogidos en largas trenzas de tal forma que no le molestasen en el rostro, se había dirigido directamente a Táis.

- ¿Que sucede aquí? - preguntó el elfo, un tanto indiferente.

Sin dejarle decir una palabra más, Táis se lanzó para darle un emotivo abrazo, mientras en sus labios se dibujaba una enorme sonrisa, y por su mejilla se deslizaba una brillante lágrima.
"Solía pensar que yo era estúpido. Fue entonces cuando conocí a los filósofos."

Terry Pratchett.
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