El Valle de la Daga
Moderador: Ellifain
Re: El Valle de la Daga
Escrito por Anarion:
Hildegard
Hildegard miró a Torgar con los ojos inyectados en sangre. Sin duda el enano era de esos a los que no les gusta el sigilo, y no tiene aprecio alguno por los prisioneros. Si bien ella tampoco les dejaba una vida muy larga les hacía cantar todo lo que sabían antes de llevarles a la tumba.
Pero aquel enano entrometido había acabado con toda esperanza de descubrir algo más de toda aquella enrevesada trama que había sacado a los drow a la superficie como una tormenta hace que las aguas residuales surjan de las profundidades inundando los sótanos de las casas.
Táis seguía dando órdenes y lo siguiente que tenían que hacer era ir en busca de supervivientes. Eso haría y si alguno de ellos sabía algo que ella no supiera todavía sin duda se lo sonsacaría. Y si encontraba algún drow más no permitiría que el estúpido de Torgar se cargase otra valiosa fuente de información.
- Torgar, la próxima vez que se te ocurra otra gran idea quédate quieto y cuenta hasta diez y cuando acabes vuelve a contar. ¡Estábamos a punto de sacarle algo importante a esta basura! ? Le recriminó Hilde al enano. ? Todos sabemos rajar un cuello? - La chica hizo una pausa y suspiró. ? Está bien, acompáñame a buscar supervivientes en las granjas cercanas. Estoy harta de la tierra firme? - Concluyó para sí misma.
Hildegard
Hildegard miró a Torgar con los ojos inyectados en sangre. Sin duda el enano era de esos a los que no les gusta el sigilo, y no tiene aprecio alguno por los prisioneros. Si bien ella tampoco les dejaba una vida muy larga les hacía cantar todo lo que sabían antes de llevarles a la tumba.
Pero aquel enano entrometido había acabado con toda esperanza de descubrir algo más de toda aquella enrevesada trama que había sacado a los drow a la superficie como una tormenta hace que las aguas residuales surjan de las profundidades inundando los sótanos de las casas.
Táis seguía dando órdenes y lo siguiente que tenían que hacer era ir en busca de supervivientes. Eso haría y si alguno de ellos sabía algo que ella no supiera todavía sin duda se lo sonsacaría. Y si encontraba algún drow más no permitiría que el estúpido de Torgar se cargase otra valiosa fuente de información.
- Torgar, la próxima vez que se te ocurra otra gran idea quédate quieto y cuenta hasta diez y cuando acabes vuelve a contar. ¡Estábamos a punto de sacarle algo importante a esta basura! ? Le recriminó Hilde al enano. ? Todos sabemos rajar un cuello? - La chica hizo una pausa y suspiró. ? Está bien, acompáñame a buscar supervivientes en las granjas cercanas. Estoy harta de la tierra firme? - Concluyó para sí misma.
"Solía pensar que yo era estúpido. Fue entonces cuando conocí a los filósofos."
Terry Pratchett.
Terry Pratchett.
Re: El Valle de la Daga
Escrito por Gnomius:
Senithen
Senithen asentía a todas las palabras del drow con una sonrisa, mientras le palmeaba en el hombro para animarlo a continuar. Entonces, un enano furioso lleno de pinchos derribó a su nuevo amigo, y le estrelló un puño lleno de aquellos pinchos en el cráneo. El sonido fue lo más desagradable, más incluso que la sangre oscura que salpicó a Torgar antes de derramarse en un charco macabro...
Senithen no tuvo ni tiempo de reaccionar. Se quedó boquiabierto ante una reacción tan bestial, tan... poco civilizada, dioses. Claro que no se podía decir que los drow fueran muy civilizados. Desde luego no podía lamentar demasiado la muerte de aquel asesino, pero podían haber salvado más vidas de lograr sacarle información valiosa.
Fue Hildegaard quien puso voz a sus pensamientos. Senithen se sumó a la esbelta capitana:
- Bueno, ahora ya no se puede hacer nada. - dijo, encogiéndose de hombros.- Pero Torgar, yo intentaría controlar este humor tuyo, o esta misión nos va a llevar más tiempo del que todos queremos pasar aquí. - dijo sonriendo, aunque sabía que pedirle a un enano que controlara su mal genio era como pedirle a una roca que no se hundiera en el agua.
Táis los abandonó montando un corcel mágico, y les encomendó la misión de buscar supervivientes. Senithen se arregló las ropas lo mejor que pudo, y se dispuso a seguir a Hildegaard
Senithen
Senithen asentía a todas las palabras del drow con una sonrisa, mientras le palmeaba en el hombro para animarlo a continuar. Entonces, un enano furioso lleno de pinchos derribó a su nuevo amigo, y le estrelló un puño lleno de aquellos pinchos en el cráneo. El sonido fue lo más desagradable, más incluso que la sangre oscura que salpicó a Torgar antes de derramarse en un charco macabro...
Senithen no tuvo ni tiempo de reaccionar. Se quedó boquiabierto ante una reacción tan bestial, tan... poco civilizada, dioses. Claro que no se podía decir que los drow fueran muy civilizados. Desde luego no podía lamentar demasiado la muerte de aquel asesino, pero podían haber salvado más vidas de lograr sacarle información valiosa.
Fue Hildegaard quien puso voz a sus pensamientos. Senithen se sumó a la esbelta capitana:
- Bueno, ahora ya no se puede hacer nada. - dijo, encogiéndose de hombros.- Pero Torgar, yo intentaría controlar este humor tuyo, o esta misión nos va a llevar más tiempo del que todos queremos pasar aquí. - dijo sonriendo, aunque sabía que pedirle a un enano que controlara su mal genio era como pedirle a una roca que no se hundiera en el agua.
Táis los abandonó montando un corcel mágico, y les encomendó la misión de buscar supervivientes. Senithen se arregló las ropas lo mejor que pudo, y se dispuso a seguir a Hildegaard
"Solía pensar que yo era estúpido. Fue entonces cuando conocí a los filósofos."
Terry Pratchett.
Terry Pratchett.
Re: El Valle de la Daga
Escrito por Attila:
Edwin
Edwin recibió la negativa de Tais y la mirada incisiva de Torgar como dos puñaladas, definitivamente estaban pensando por sendas muy distintas.
- Bah... - Susurró ante la espalda de Tais. Por ella vine hasta aquí corriendo... que idiota. Ya no soy el mismo de antes, hemos cambiado en sentidos opuestos... Quizás Sheila sea la única que me entienda en este momento. Sin decirle una palabra la dejó con el cuerpo del humano.
Sobresaltado vio la sangrienta escena del enano con un gozo irreprimible; una sonrisa se dibujó en su rostro ocultada rápidamente por las palabras de la humana y por una cosa más: le hubiera gustado asesinarlo él mismo... aunque obviamente ya no iba a ser posible...
Tras las palabras de Tais y la rápida directiva de la humana, Edwin ajustó sus cosas y sacudió sus ropas rápidamente. Caminó hasta el grupo y junto a Torgar dijo tranquilo:
- Me sumo a su cacería por ahora, quiero serles de ayuda. Pretendo quedarme un tiempo en este pueblo y no quiero de estos hijos de perra por aquí... - Se colocó la capucha, sacó el arco y se dispuso a partir.
Edwin
Edwin recibió la negativa de Tais y la mirada incisiva de Torgar como dos puñaladas, definitivamente estaban pensando por sendas muy distintas.
- Bah... - Susurró ante la espalda de Tais. Por ella vine hasta aquí corriendo... que idiota. Ya no soy el mismo de antes, hemos cambiado en sentidos opuestos... Quizás Sheila sea la única que me entienda en este momento. Sin decirle una palabra la dejó con el cuerpo del humano.
Sobresaltado vio la sangrienta escena del enano con un gozo irreprimible; una sonrisa se dibujó en su rostro ocultada rápidamente por las palabras de la humana y por una cosa más: le hubiera gustado asesinarlo él mismo... aunque obviamente ya no iba a ser posible...
Tras las palabras de Tais y la rápida directiva de la humana, Edwin ajustó sus cosas y sacudió sus ropas rápidamente. Caminó hasta el grupo y junto a Torgar dijo tranquilo:
- Me sumo a su cacería por ahora, quiero serles de ayuda. Pretendo quedarme un tiempo en este pueblo y no quiero de estos hijos de perra por aquí... - Se colocó la capucha, sacó el arco y se dispuso a partir.
"Solía pensar que yo era estúpido. Fue entonces cuando conocí a los filósofos."
Terry Pratchett.
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Re: El Valle de la Daga
Torgar BattleHamer
El enano resopló ruidosamente ante las réplicas de la hija de Javath y el bardo. ¿Acaso era dificil seguir el rastro de destrucción que habían dejado los elfos oscuros hasta el sucio agujero por el que habrían salido?
El enano se encogió de hombros y aceptó las pullas de sus compañeros, aunque sin llegar a comprenderlos realmente.
- Ya encontraremos otro, - dijo intentando consolarlos, mientras que de un puntapié mandaba a rodar el cadáver del drow. - apuesto a que habrá más de los suyos por aquí.-
El enano se ajustó el cinturón por encima de la prominente barriga e intentó secarse con la barba la sangre que le había salpicado encima, mientras que rezagadamente empezaba a seguir al grupo.
El enano resopló ruidosamente ante las réplicas de la hija de Javath y el bardo. ¿Acaso era dificil seguir el rastro de destrucción que habían dejado los elfos oscuros hasta el sucio agujero por el que habrían salido?
El enano se encogió de hombros y aceptó las pullas de sus compañeros, aunque sin llegar a comprenderlos realmente.
- Ya encontraremos otro, - dijo intentando consolarlos, mientras que de un puntapié mandaba a rodar el cadáver del drow. - apuesto a que habrá más de los suyos por aquí.-
El enano se ajustó el cinturón por encima de la prominente barriga e intentó secarse con la barba la sangre que le había salpicado encima, mientras que rezagadamente empezaba a seguir al grupo.
Re: El Valle de la Daga
Vandor avanzaba por las escaleras exteriores, dispuesto a entrar en la residencia de Rándal, cuando el brusco freno de un galope seguido del relinchar nervioso del corcel atrajo su atención.
La semielfa agarró con fuerza el cadáver de Sugaar mientras alentaba a su montura a parar su veloz carrera. Se había detenido a pocos metros del edificio principal, a donde se dirigía. De pronto su mirada se cruzó con otro conocido inesperado...
El elfo sonrió alegre por el reencuentro, sin percatarse de lo que dejaba Táis atrás al desmontar del semental blanco. Sólo al observar cómo cargaba la semielfa el cuerpo, pasando los brazos de éste sobre sus hombros, comprendió el por qué de la faz seria de su vieja amiga, y se apresuró a ayudarla con el cadáver.
***
Draelion no paraba de darle vueltas a la imagen que se había encontrado al salir de su cabaña. El cadáver de aquel hombre yacía en el suelo del bosque, con un par de heridas mortales y varios virotes clavados al cuerpo. Al comprobarlos, el semielfo encontró una sustancia verdosa que había servido para impregnar los pequeños virotes.
Quizá algún tipo de veneno, pensó Draelion.
Las huellas dejadas por el hombre lo conducían en dirección al Valle de la Daga.
Debía haberlo supuesto, ese desdichado debía haber sido un mensajero de Rándal Alba.
Pero, ¿qué buscaba en él el gobernante después de tanto tiempo? No le gustaba la idea de volver a aquel sitio, pero al menos sentía que debía comunicarle a Rándal la muerte de su mensajero.
Al cabo de unos minutos, el explorador comenzó a divisar la linde del bosque. Una mueca de desagrado apareció en su rostro cuando avanzaba hacia ella, pero se convirtió en una mirada interrogante cuando avistó unas columnas de humo cerca de su posición.
Al instante recordó que en aquel lugar se encontraban las granjas de las afueras de la ciudad.
***
A escasos kilómetros de aquel lugar, el grupo de aventureros restantes comenzaban su búsqueda de supervivientes por las granjas cercanas, tal y como les había pedido Táis. Al poco de comenzar, la primera vivienda les había salido al paso, pero estuvo claro que allí no habría ningún superviviente...
Los cadáveres de una mujer adulta y una niña de no más de cinco años yacían violentamente asesinados a pocos metros de la puerta principal, mientras que el cadáver de un hombre había sido clavado con una improvisada lanza a la pared de madera de la granja, ardiendo junto a ésta, y con una vieja espada a los pies.
Los compañeros observaron la escena con desagrado, mientras el olor de la carne chamuscada penetraba en sus sentidos.
Senithen rompió el silencio.
- Está claro que estos drows tenían mucha sed de sangre, o que eran jóvenes e inexpertos, pues este tipo de salvajismos no suelen ser cometidos por ellos. El asesinato sucio no es lo suyo?- dijo el bardo, asqueado ante la visión de sus convecinos muertos.
- Entonces quizás lleven esclavos.- Razonó Edwin, poniéndose rápidamente en guardia de nuevo.
De repente, Torgar surgió de detrás de la granja, arrastrando tras de sí el cadáver de un par de trasgos.
- Bah? ¿A estos esclavos os referís? Estaban ahí detrás, parece que el granjero acabó con ellos.- exclamó lanzándolos violentamente cerca del grupo y escupiéndoles al caer- Vamos, no durarían ni un segundo si nos los encontrásemos.
- Lo más seguro es que hayan huido durante la refriega.- observó Hildegard- Para los drow habrá sido difícil controlar a sus esclavos en medio de todo este caos.
Escondido entre la maleza, Draelion observaba cada uno de los movimientos que realizaba el extraño grupo. Dos humanos y un elfo conversaban delante de los cuerpos de una familia de granjeros.
¿Eran aquellos los responsables del ataque?
De repente los ojos del semielfo se abrieron desorbitadamente cuando un cuarto individuo surgió desde detrás del edificio en llamas.
Ese enano? Ya lo había visto antes? ¿Acaso no luchó en aquella batalla junto a Rándal Alba?
Sólo con examinarlo unos instantes más las dudas del explorador se disiparon en seguida. Aquella armadura cubierta de afilados pinchos, la balloneta de no menos de un metro aferrada a su casco, el vuelo que describieron los dos cadáveres de trasgos que llevaba hacía un segundo en sus manos?
El explorador se decidió a salir de su escondrijo, no sin mantener sus armas prestas, y avanzó hacia los cuatro aventureros.
La semielfa agarró con fuerza el cadáver de Sugaar mientras alentaba a su montura a parar su veloz carrera. Se había detenido a pocos metros del edificio principal, a donde se dirigía. De pronto su mirada se cruzó con otro conocido inesperado...
El elfo sonrió alegre por el reencuentro, sin percatarse de lo que dejaba Táis atrás al desmontar del semental blanco. Sólo al observar cómo cargaba la semielfa el cuerpo, pasando los brazos de éste sobre sus hombros, comprendió el por qué de la faz seria de su vieja amiga, y se apresuró a ayudarla con el cadáver.
***
Draelion no paraba de darle vueltas a la imagen que se había encontrado al salir de su cabaña. El cadáver de aquel hombre yacía en el suelo del bosque, con un par de heridas mortales y varios virotes clavados al cuerpo. Al comprobarlos, el semielfo encontró una sustancia verdosa que había servido para impregnar los pequeños virotes.
Quizá algún tipo de veneno, pensó Draelion.
Las huellas dejadas por el hombre lo conducían en dirección al Valle de la Daga.
Debía haberlo supuesto, ese desdichado debía haber sido un mensajero de Rándal Alba.
Pero, ¿qué buscaba en él el gobernante después de tanto tiempo? No le gustaba la idea de volver a aquel sitio, pero al menos sentía que debía comunicarle a Rándal la muerte de su mensajero.
Al cabo de unos minutos, el explorador comenzó a divisar la linde del bosque. Una mueca de desagrado apareció en su rostro cuando avanzaba hacia ella, pero se convirtió en una mirada interrogante cuando avistó unas columnas de humo cerca de su posición.
Al instante recordó que en aquel lugar se encontraban las granjas de las afueras de la ciudad.
***
A escasos kilómetros de aquel lugar, el grupo de aventureros restantes comenzaban su búsqueda de supervivientes por las granjas cercanas, tal y como les había pedido Táis. Al poco de comenzar, la primera vivienda les había salido al paso, pero estuvo claro que allí no habría ningún superviviente...
Los cadáveres de una mujer adulta y una niña de no más de cinco años yacían violentamente asesinados a pocos metros de la puerta principal, mientras que el cadáver de un hombre había sido clavado con una improvisada lanza a la pared de madera de la granja, ardiendo junto a ésta, y con una vieja espada a los pies.
Los compañeros observaron la escena con desagrado, mientras el olor de la carne chamuscada penetraba en sus sentidos.
Senithen rompió el silencio.
- Está claro que estos drows tenían mucha sed de sangre, o que eran jóvenes e inexpertos, pues este tipo de salvajismos no suelen ser cometidos por ellos. El asesinato sucio no es lo suyo?- dijo el bardo, asqueado ante la visión de sus convecinos muertos.
- Entonces quizás lleven esclavos.- Razonó Edwin, poniéndose rápidamente en guardia de nuevo.
De repente, Torgar surgió de detrás de la granja, arrastrando tras de sí el cadáver de un par de trasgos.
- Bah? ¿A estos esclavos os referís? Estaban ahí detrás, parece que el granjero acabó con ellos.- exclamó lanzándolos violentamente cerca del grupo y escupiéndoles al caer- Vamos, no durarían ni un segundo si nos los encontrásemos.
- Lo más seguro es que hayan huido durante la refriega.- observó Hildegard- Para los drow habrá sido difícil controlar a sus esclavos en medio de todo este caos.
Escondido entre la maleza, Draelion observaba cada uno de los movimientos que realizaba el extraño grupo. Dos humanos y un elfo conversaban delante de los cuerpos de una familia de granjeros.
¿Eran aquellos los responsables del ataque?
De repente los ojos del semielfo se abrieron desorbitadamente cuando un cuarto individuo surgió desde detrás del edificio en llamas.
Ese enano? Ya lo había visto antes? ¿Acaso no luchó en aquella batalla junto a Rándal Alba?
Sólo con examinarlo unos instantes más las dudas del explorador se disiparon en seguida. Aquella armadura cubierta de afilados pinchos, la balloneta de no menos de un metro aferrada a su casco, el vuelo que describieron los dos cadáveres de trasgos que llevaba hacía un segundo en sus manos?
El explorador se decidió a salir de su escondrijo, no sin mantener sus armas prestas, y avanzó hacia los cuatro aventureros.
Re: El Valle de la Daga
Draelion
Los restos humeantes de los edificios de la granja crepitaban aún cuando Draelion se acercó para investigar.Los restos de la familia humana estaban tendidos en el suelo.Mostraban grandes signos de violencia, y parecía que no habían tenido oportunidad frente a los atacantes.
Sin demorarse demasiado el semielfo avanzó hacia la siguiente columna de humo, pero algo le avisó del peligro y se ocultó entre unos matorrales cercanos.Un grupo se acercó al edificio cercano.Parecían preparados para el combate, y oteaban alrededor nerviosos.
Draelion se agachó por instinto al ver al grupo, pero decidió arriesgarse a echar una ojeada.Estaban hablando cerca de unos restos que parecían humanos.Con cuidado, cogió el arco mientras la otra mano rozaba las plumas que sobresalían del carcaj en su espalda.Y en ese momento una figura achaparrada se acercó al grupo, llevaba en sus hombros los cadáveres de varios trasgos, pero hasta que no los lanzó al suelo Draelion no reconoció a Torgar.Cubierto por la misma armadura que llevaba en la batalla de Cataratas de la Daga, el enano le dio la misma impresión que años atrás.Una gran cantidad de pinchos salían de su armadura, que estaba manchada de sangre que parecía reciente.Recordó como años atrás pensó que le extrañaba que alguien pudiese seguir vivo utilizando un estilo tan peculiar de combate.Tras la aparición del enano, el semielfo se relajó y colgó el arco de nuevo a su espalda.Decidido de que no eran los causantes de la carnicería que les rodeaba, Draelion se descubrió la cabeza y apareció a la vista del grupo a una distancia segura.Sin embargo, mantuvo la mano cerca de la espada mientras hablaba con el grupo.
-Bienhallados.¿Que podéis decirme de este desastre? - les digo señalando a mi alrededor.Luego miro directamente al enano - Torgar...¿me reconoces?¿Que haces por estas tierras otra vez?¿Y quien te acompaña?
Los restos humeantes de los edificios de la granja crepitaban aún cuando Draelion se acercó para investigar.Los restos de la familia humana estaban tendidos en el suelo.Mostraban grandes signos de violencia, y parecía que no habían tenido oportunidad frente a los atacantes.
Sin demorarse demasiado el semielfo avanzó hacia la siguiente columna de humo, pero algo le avisó del peligro y se ocultó entre unos matorrales cercanos.Un grupo se acercó al edificio cercano.Parecían preparados para el combate, y oteaban alrededor nerviosos.
Draelion se agachó por instinto al ver al grupo, pero decidió arriesgarse a echar una ojeada.Estaban hablando cerca de unos restos que parecían humanos.Con cuidado, cogió el arco mientras la otra mano rozaba las plumas que sobresalían del carcaj en su espalda.Y en ese momento una figura achaparrada se acercó al grupo, llevaba en sus hombros los cadáveres de varios trasgos, pero hasta que no los lanzó al suelo Draelion no reconoció a Torgar.Cubierto por la misma armadura que llevaba en la batalla de Cataratas de la Daga, el enano le dio la misma impresión que años atrás.Una gran cantidad de pinchos salían de su armadura, que estaba manchada de sangre que parecía reciente.Recordó como años atrás pensó que le extrañaba que alguien pudiese seguir vivo utilizando un estilo tan peculiar de combate.Tras la aparición del enano, el semielfo se relajó y colgó el arco de nuevo a su espalda.Decidido de que no eran los causantes de la carnicería que les rodeaba, Draelion se descubrió la cabeza y apareció a la vista del grupo a una distancia segura.Sin embargo, mantuvo la mano cerca de la espada mientras hablaba con el grupo.
-Bienhallados.¿Que podéis decirme de este desastre? - les digo señalando a mi alrededor.Luego miro directamente al enano - Torgar...¿me reconoces?¿Que haces por estas tierras otra vez?¿Y quien te acompaña?
Re: El Valle de la Daga
Senithen
Senithen miró con lástima los ruinosos deshechos de la granja y sus antiguos ocupantes. ¿Qué habría llevado a los drows a tamaña salvajada? Sin duda no era su estilo. Torgar encontró dos cadáveres de trasgos en la parte de atrás, y escupió que no creía que hubieran tenido nada que ver. Eran demasiado pequeños y débiles.
Mientras discutían sobre lo que pudo haber pasado allí, una figura salió de la espesura. Se trataba de un semielfo, armado con arco y espada, y vestido como un hombre de los bosques.
- Bienhallados.¿Que podéis decirme de este desastre? - dijo el desconocido señalando a su alrededor.Luego miró directamente al enano - Torgar...¿me reconoces?¿Que haces por estas tierras otra vez?¿Y quien te acompaña?
Senithen frunció los labios, esperando la reacción de Torgar. ¿Tendrían frente a ellos a otro viejo conocido de Rándal Alba? Aquel estaba siendo un día muy agitado, con tantos reencuentros.
- Saludos, desconocido. Mi nombre es Senithen, aunque creo que ahora me tenéis ventaja.- dijo el bardo, para remarcar sutilmente la falta de modales de aquel hombre, que demandaba sus nombres y acciones sin ni tan siquiera presentarse.
Senithen miró con lástima los ruinosos deshechos de la granja y sus antiguos ocupantes. ¿Qué habría llevado a los drows a tamaña salvajada? Sin duda no era su estilo. Torgar encontró dos cadáveres de trasgos en la parte de atrás, y escupió que no creía que hubieran tenido nada que ver. Eran demasiado pequeños y débiles.
Mientras discutían sobre lo que pudo haber pasado allí, una figura salió de la espesura. Se trataba de un semielfo, armado con arco y espada, y vestido como un hombre de los bosques.
- Bienhallados.¿Que podéis decirme de este desastre? - dijo el desconocido señalando a su alrededor.Luego miró directamente al enano - Torgar...¿me reconoces?¿Que haces por estas tierras otra vez?¿Y quien te acompaña?
Senithen frunció los labios, esperando la reacción de Torgar. ¿Tendrían frente a ellos a otro viejo conocido de Rándal Alba? Aquel estaba siendo un día muy agitado, con tantos reencuentros.
- Saludos, desconocido. Mi nombre es Senithen, aunque creo que ahora me tenéis ventaja.- dijo el bardo, para remarcar sutilmente la falta de modales de aquel hombre, que demandaba sus nombres y acciones sin ni tan siquiera presentarse.
Perdita pensaba que desobedecer las reglas era, de alguna manera, interesante. Agnes pensaba que reglas como "No caigas en este enorme pozo lleno de estacas" estaban ahí con algún propósito.
Re: El Valle de la Daga
Torgar BattleHamer
Había pocas cosas en el mundo que pudiesen contener el salvaje ánimo de Torgar BattleHamer, y nunca había contado entre ellas las sádicas escenas de matanza, hasta ahora. Por supuesto que no era la primera vez que el curtido guerrero observaba escenas de batalla, pero estaba más acostumbrando a toparse con orcos desmembrados que con... aquello. El enano observó furibundo a la hija y a su madre humana que reposaban sin vida ante sus pies, mientras apretaba los puños intentando controlar la ira que le invadía.
Aventurándose un poco en la humeante granja, no tardó en dar con los cadáveres de un par de trasgos. Jamás el revientabuches había sentido algo de respeto por aquellas criaturas, y esta vez tampoco fue una excepción. Sin delicadezas arrojó a los goblins ante los pies del resto del grupo para que pudiesen apreciar bien sus heridas y el fétido hedor a carne chamuscada.
Poniendo los brazos en jarras y subiéndose el cinturón, escupió (y nunca mejor dicho) los honores que merecían semejantes seres.
Torgar prestó atención mientras se dejaba empapar de la información que comentaban cada uno de los miembros del grupo, y mientras asentía de forma obstinada tras escuchar cada frase.
Una voz los sobresaltó, y girándose alarmado, el enano observó como un elfo se acercaba lentamente hacia su posición con las armas muy a mano por si ocurría algún imprevisto.
Torció la mandíbula al cavilar lo astutos que podían llegar a ser los drows para confundirlos y acercarse a ellos con una apariencia falsa... ¡Pues bien, entonces ese elfo no sería muy astuto si pensaba ahorrarle el espacio que tardaría Torgar en arrojarse sobre él!
Al principio pensó que se trataba un sucio juego cuando el elfo mencionó su nombre, pero sus dudas se fueron disipando en cuanto vislumbró su rostro más de cerca.
- Por las trenzas del culo de un mago elfo, parece que hoy va a ser un día de viejos reencuentros. - El enano se sacó el casco y se rascó la reluciente calva con ahínco, mientras se giraba para observar bien a cada uno de los tres miembros que lo acompañaban.
- Esta niña que ves ahí es la hija de Javath, al elfo ese botarate ya le conoces, y este es Senethin, o Senethen... El enano enmudeció cuando el mismo bardo intervino para presentarse, lo que hizo que Torgar asintiera satisfecho.
- Ya sabes que cuando Rándal reclama ayuda nunca le daríamos el trasero. -
Había pocas cosas en el mundo que pudiesen contener el salvaje ánimo de Torgar BattleHamer, y nunca había contado entre ellas las sádicas escenas de matanza, hasta ahora. Por supuesto que no era la primera vez que el curtido guerrero observaba escenas de batalla, pero estaba más acostumbrando a toparse con orcos desmembrados que con... aquello. El enano observó furibundo a la hija y a su madre humana que reposaban sin vida ante sus pies, mientras apretaba los puños intentando controlar la ira que le invadía.
Aventurándose un poco en la humeante granja, no tardó en dar con los cadáveres de un par de trasgos. Jamás el revientabuches había sentido algo de respeto por aquellas criaturas, y esta vez tampoco fue una excepción. Sin delicadezas arrojó a los goblins ante los pies del resto del grupo para que pudiesen apreciar bien sus heridas y el fétido hedor a carne chamuscada.
Poniendo los brazos en jarras y subiéndose el cinturón, escupió (y nunca mejor dicho) los honores que merecían semejantes seres.
Torgar prestó atención mientras se dejaba empapar de la información que comentaban cada uno de los miembros del grupo, y mientras asentía de forma obstinada tras escuchar cada frase.
Una voz los sobresaltó, y girándose alarmado, el enano observó como un elfo se acercaba lentamente hacia su posición con las armas muy a mano por si ocurría algún imprevisto.
Torció la mandíbula al cavilar lo astutos que podían llegar a ser los drows para confundirlos y acercarse a ellos con una apariencia falsa... ¡Pues bien, entonces ese elfo no sería muy astuto si pensaba ahorrarle el espacio que tardaría Torgar en arrojarse sobre él!
Al principio pensó que se trataba un sucio juego cuando el elfo mencionó su nombre, pero sus dudas se fueron disipando en cuanto vislumbró su rostro más de cerca.
- Por las trenzas del culo de un mago elfo, parece que hoy va a ser un día de viejos reencuentros. - El enano se sacó el casco y se rascó la reluciente calva con ahínco, mientras se giraba para observar bien a cada uno de los tres miembros que lo acompañaban.
- Esta niña que ves ahí es la hija de Javath, al elfo ese botarate ya le conoces, y este es Senethin, o Senethen... El enano enmudeció cuando el mismo bardo intervino para presentarse, lo que hizo que Torgar asintiera satisfecho.
- Ya sabes que cuando Rándal reclama ayuda nunca le daríamos el trasero. -
Re: El Valle de la Daga
Hildegard Javath
La escena en la que se encontraban era grotesca. Una pobre niña había sido asesinada junto a su familia por aquella manada de drows desalmados. Era cierto que había dos cadáveres de trasgos, pero su escasa fuerza no les habría servido para elevar por los aires al padre de la niña y clavarlo contra la pared. Si como decían los drows no harían una matanza como aquella tenían que haber llevado alguna clase de aliados de gran fuerza física. Pero no había ni rastro de ellos.
En medio de las meditaciones de la capitana surgió de la maleza un nuevo individuo, un elfo. Y por sus palabras parecía conocer al pinchiagudo enano que les acompañaba. Más reencuentros en ese día. Tras las palabras de Togar, Hildegard se dio cuenta de que aquel elfo también debió conocer al que un día fue su padre. Un aventurero de fama en aquellos lugares que se había convertido con el paso de los años en un viejo comerciante egoísta y corrupto.
Hildegard se acercó al hombre ensartado por la lanza y recogió la vieja espada del suelo. La observó con detenimiento y la guardó en su cinturón. Con sumo cuidado descolgó al padre de la chiquilla y el cuerpo de este se estrelló contra el suelo de la casa. Entonces lo arrastró junto con el de su esposa y su hija.
- ¿Deberíamos enterrar a esta gente? - Preguntó Hildegard.
La escena en la que se encontraban era grotesca. Una pobre niña había sido asesinada junto a su familia por aquella manada de drows desalmados. Era cierto que había dos cadáveres de trasgos, pero su escasa fuerza no les habría servido para elevar por los aires al padre de la niña y clavarlo contra la pared. Si como decían los drows no harían una matanza como aquella tenían que haber llevado alguna clase de aliados de gran fuerza física. Pero no había ni rastro de ellos.
En medio de las meditaciones de la capitana surgió de la maleza un nuevo individuo, un elfo. Y por sus palabras parecía conocer al pinchiagudo enano que les acompañaba. Más reencuentros en ese día. Tras las palabras de Togar, Hildegard se dio cuenta de que aquel elfo también debió conocer al que un día fue su padre. Un aventurero de fama en aquellos lugares que se había convertido con el paso de los años en un viejo comerciante egoísta y corrupto.
Hildegard se acercó al hombre ensartado por la lanza y recogió la vieja espada del suelo. La observó con detenimiento y la guardó en su cinturón. Con sumo cuidado descolgó al padre de la chiquilla y el cuerpo de este se estrelló contra el suelo de la casa. Entonces lo arrastró junto con el de su esposa y su hija.
- ¿Deberíamos enterrar a esta gente? - Preguntó Hildegard.
- Asgareth el Inmortal
- Mensajes: 6
- Registrado: 11 Dic 2007, 01:28
- Ubicación: Lo siento, creo que me perdi otra vez...
Re: El Valle de la Daga
Vandor
El primer encuentro de Vandor en el valle de la daga lo había dejado bastante intrigado, y bastante alegre tambien. Ahora con un poco mas de serenidad y formalismo se dirigía a hablar con Randal Alba. Hacía ya muchos años que estuvo frente a frente con el heroico y entusiasta joven. Ahora las cosas habian cambiado para ambos y en vez de venir a ofrecer ayuda, Vandor venia con la intencion de llevarse a su hermano. No se podia esperar mucho de la charla... dos "entusiastas" suelen discutir con demasiado "entusiasmo" cosas que ninguno está dispuesto a ceder...
Se tomó unos instantes para pensar en sus argumentos para la discusion que lo aguardaba, cuando los ruidos de un veloz corcel empezaron a retumbar en las polvorientas calles del pueblo. A la distancia divisó al jinete, que resulto ser una muchacha elfa con un rostro muy familiar.
Cuando llegó a las escaleras Vandor ya la había reconocido, se trataba de Táis, la doncella que se habia robado el corazón de su hermano. Al correr a su encuentro para saludarla vio como ella descargaba de la grupa de su caballo un cuerpo inerte, al parecer de un humano. Rapidamente se apresuró para ayudarla con el cuerpo, mientras buscaba un indicio sobre lo que podia haber dejado inconciente a ese hombre, al principio penso en magia, ya que no poseia heridas de consideracion, pero luego cayó en cuenta de una pequeña herida con un extraño tono negrusco a su alrededor y supo que ese hombre no estaba inconciente, estaba muerto.
No había mencionado palabra alguna, ni siquiera había preguntado por el bienestar de su amiga ni del de su hermano. Pero algo en su interior lo detuvo casi en el acto.
-Está muerto Táis... puedo ver que el veneno ya ha hecho su trabajo- la miró directamente a los ojos con un rostro impasible y sereno. -Lamento no poder seguir ayudandote con esto, pero tengo que encontrarme con mi hermano- Lentamente dejó al desventurado hombre, y comenzó a correr escaleras abajo. Todos sus planes se caian a pedazos, con Tais alli, Edwin no regresaría a Evereska. No tenía sentido pelear con Randal, era obvio que ya no había marcha atrás.
-Saluda a Randal de mi parte, dile que ahora la casa de Felagund viene a apoyar su suicidio... ejem... digo su cruzada- Luego esbozo una burlesca sonrisa y realizo unos pasos de arlequino para enfatizar su tono de bufón.
Comenzó a correr como si supiera hacia donde debía ir y luego se detuvo. Había seguido el impulso de llegar hasta su hermano, pero no sabía en que dirección empezar a buscar, su mente empezó a trazar posibilidades: Tais había llegado logicamente desde el lugar donde los drow habian incursionado, el cuerpo de ese hombre era una prueba de ello. Las calles no poseian mucho transito, probablemente se habria dado la alarma, y la gente se hallaba parapetada en sus casas... el camino era más que claro, asi que decidio seguir a las huellas que el corcel de su amiga elfa había trazado. En su punto de origen encontraría a su hermano, y posiblemente encontraría drows...
aceleró la marcha, y desenfundó sus espadas.
El primer encuentro de Vandor en el valle de la daga lo había dejado bastante intrigado, y bastante alegre tambien. Ahora con un poco mas de serenidad y formalismo se dirigía a hablar con Randal Alba. Hacía ya muchos años que estuvo frente a frente con el heroico y entusiasta joven. Ahora las cosas habian cambiado para ambos y en vez de venir a ofrecer ayuda, Vandor venia con la intencion de llevarse a su hermano. No se podia esperar mucho de la charla... dos "entusiastas" suelen discutir con demasiado "entusiasmo" cosas que ninguno está dispuesto a ceder...
Se tomó unos instantes para pensar en sus argumentos para la discusion que lo aguardaba, cuando los ruidos de un veloz corcel empezaron a retumbar en las polvorientas calles del pueblo. A la distancia divisó al jinete, que resulto ser una muchacha elfa con un rostro muy familiar.
Cuando llegó a las escaleras Vandor ya la había reconocido, se trataba de Táis, la doncella que se habia robado el corazón de su hermano. Al correr a su encuentro para saludarla vio como ella descargaba de la grupa de su caballo un cuerpo inerte, al parecer de un humano. Rapidamente se apresuró para ayudarla con el cuerpo, mientras buscaba un indicio sobre lo que podia haber dejado inconciente a ese hombre, al principio penso en magia, ya que no poseia heridas de consideracion, pero luego cayó en cuenta de una pequeña herida con un extraño tono negrusco a su alrededor y supo que ese hombre no estaba inconciente, estaba muerto.
No había mencionado palabra alguna, ni siquiera había preguntado por el bienestar de su amiga ni del de su hermano. Pero algo en su interior lo detuvo casi en el acto.
-Está muerto Táis... puedo ver que el veneno ya ha hecho su trabajo- la miró directamente a los ojos con un rostro impasible y sereno. -Lamento no poder seguir ayudandote con esto, pero tengo que encontrarme con mi hermano- Lentamente dejó al desventurado hombre, y comenzó a correr escaleras abajo. Todos sus planes se caian a pedazos, con Tais alli, Edwin no regresaría a Evereska. No tenía sentido pelear con Randal, era obvio que ya no había marcha atrás.
-Saluda a Randal de mi parte, dile que ahora la casa de Felagund viene a apoyar su suicidio... ejem... digo su cruzada- Luego esbozo una burlesca sonrisa y realizo unos pasos de arlequino para enfatizar su tono de bufón.
Comenzó a correr como si supiera hacia donde debía ir y luego se detuvo. Había seguido el impulso de llegar hasta su hermano, pero no sabía en que dirección empezar a buscar, su mente empezó a trazar posibilidades: Tais había llegado logicamente desde el lugar donde los drow habian incursionado, el cuerpo de ese hombre era una prueba de ello. Las calles no poseian mucho transito, probablemente se habria dado la alarma, y la gente se hallaba parapetada en sus casas... el camino era más que claro, asi que decidio seguir a las huellas que el corcel de su amiga elfa había trazado. En su punto de origen encontraría a su hermano, y posiblemente encontraría drows...
aceleró la marcha, y desenfundó sus espadas.
Si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo, serás poderoso en cualquier lugar a donde vayas.
Sun Tzu
Sun Tzu
Re: El Valle de la Daga
Draelion
El enano reconoció, y el semielfo pareció relajarse un poco. Al parecer éste es el grupo con el que me tendría que haber reunido en Cataratas de la Daga - pensó mientras retiraba su mano del mango de la espada.Se acercó más para observar al grupo y le pareció reconocer a uno de los elfos armado con un arco. Puede ser...sí, creo que es Edwin. El otro, un bardo por su atuendo, se presentó inclinándose.Y la humana... no encontró mucho parecido con su padre, pero tampoco se fijó demasiado y habló para todo el grupo:
Al parecer volvemos a vernos.¿Así que estáis aquí por Rándal Alba, no? - preguntó a Torgar.A continuación miró hacia Senithen y a Hildegard a la vez que inclinaba la cabeza - Draelion Gregget, a su servicio
Rápidamente Draelion buscó rastros por los alrededores mientras hablaba en voz alta: ¿Me podéis decir que misión nos ha encomendado Rándal esta vez?
El enano reconoció, y el semielfo pareció relajarse un poco. Al parecer éste es el grupo con el que me tendría que haber reunido en Cataratas de la Daga - pensó mientras retiraba su mano del mango de la espada.Se acercó más para observar al grupo y le pareció reconocer a uno de los elfos armado con un arco. Puede ser...sí, creo que es Edwin. El otro, un bardo por su atuendo, se presentó inclinándose.Y la humana... no encontró mucho parecido con su padre, pero tampoco se fijó demasiado y habló para todo el grupo:
Al parecer volvemos a vernos.¿Así que estáis aquí por Rándal Alba, no? - preguntó a Torgar.A continuación miró hacia Senithen y a Hildegard a la vez que inclinaba la cabeza - Draelion Gregget, a su servicio
Rápidamente Draelion buscó rastros por los alrededores mientras hablaba en voz alta: ¿Me podéis decir que misión nos ha encomendado Rándal esta vez?
Re: El Valle de la Daga
Senithen
El bardo sonrió al recién llegado, mientras hacía un gesto teatral, abriendo los brazos en señal de bienvenida.
- Los amigos de Rándal son bienvenidos a nuestro pequeño grupo.- dijo Senithen.- Aciaga es la hora que nos acomete, amigo Draelion. Los elfos oscuros no dejan de mandar incursiones, con el funesto resultado que podéis observar. Estamos aquí para hacerles frente.
El bardo sonrió al recién llegado, mientras hacía un gesto teatral, abriendo los brazos en señal de bienvenida.
- Los amigos de Rándal son bienvenidos a nuestro pequeño grupo.- dijo Senithen.- Aciaga es la hora que nos acomete, amigo Draelion. Los elfos oscuros no dejan de mandar incursiones, con el funesto resultado que podéis observar. Estamos aquí para hacerles frente.
Perdita pensaba que desobedecer las reglas era, de alguna manera, interesante. Agnes pensaba que reglas como "No caigas en este enorme pozo lleno de estacas" estaban ahí con algún propósito.
- attilathehun
- Mensajes: 67
- Registrado: 23 Oct 2007, 19:00
- Ubicación: Córdoba, Argentina
Re: El Valle de la Daga
(Edwin)
El hedor a sangre y carne quemada lo invadieron mucho antes que la terrible imagen: Más muerte al paso de los malditos Drow. Edwin repasó los cadáveres de la mujer y la niña haciendo una negativa con la cabeza, y como si de una rutina se tratara, lleno de odio y de tristeza pero no impactado ni descompuesto, revisó las heridas mortales.
_ No estoy seguro que esto haya sido hecho por drows..._ Si estuviera Takari por aquí ya sabríamos quién los asesinó, cuándo, con qué y dónde se fue... pensó con un gesto de melancolía el elfo mientras cerraba los ojos desorbitados de la niña.
Acompañó con la mirada la acción de Torgar con los trasgos, mientras los escuchaba a él y a Hildegard.
_ Esos trasgos no son más que carne de cañón? Los Drow seguramente están acompañados de algún tipo de esclavo de mayor envergadura y salvajismo? _decía mientras hacía una mirada panorámica rápida y se detenía en el cuerpo clavado en la pared._ No tenemos tiempo de enterrarlos, debemos seguir adelante y buscar el origen de estas incursiones. Que los lugareños se encarguen por la mañana de los cuerpos?_ Sin interrumpir lo que venía diciendo y con un rápido movimiento, cargó el arco al escuchar sonidos en los arbustos cercanos y miró de reojo la figura que salía.
Al escuchar las presentaciones solo guardó su flecha y se acercó tranquilo, mientras recordaba cuando solía expresarse a la manera del bardo...
_ Que bueno que está de nuestro lado entonces, Sr. Draelion. Su rostro se me hace conocido, pero ya tendremos tiempo de recordar. Ahora necesitamos encontrar esa escoria, es evidente que aquí ya no podemos ser demasiado útiles: ¿Alguno puede guiarnos tras sus rastros?_ Dijo y cada tanto giraba su cabeza hacia ambos lados, atento a ruidos distantes y posibles movimientos extraños en la maleza.
El hedor a sangre y carne quemada lo invadieron mucho antes que la terrible imagen: Más muerte al paso de los malditos Drow. Edwin repasó los cadáveres de la mujer y la niña haciendo una negativa con la cabeza, y como si de una rutina se tratara, lleno de odio y de tristeza pero no impactado ni descompuesto, revisó las heridas mortales.
_ No estoy seguro que esto haya sido hecho por drows..._ Si estuviera Takari por aquí ya sabríamos quién los asesinó, cuándo, con qué y dónde se fue... pensó con un gesto de melancolía el elfo mientras cerraba los ojos desorbitados de la niña.
Acompañó con la mirada la acción de Torgar con los trasgos, mientras los escuchaba a él y a Hildegard.
_ Esos trasgos no son más que carne de cañón? Los Drow seguramente están acompañados de algún tipo de esclavo de mayor envergadura y salvajismo? _decía mientras hacía una mirada panorámica rápida y se detenía en el cuerpo clavado en la pared._ No tenemos tiempo de enterrarlos, debemos seguir adelante y buscar el origen de estas incursiones. Que los lugareños se encarguen por la mañana de los cuerpos?_ Sin interrumpir lo que venía diciendo y con un rápido movimiento, cargó el arco al escuchar sonidos en los arbustos cercanos y miró de reojo la figura que salía.
Al escuchar las presentaciones solo guardó su flecha y se acercó tranquilo, mientras recordaba cuando solía expresarse a la manera del bardo...
_ Que bueno que está de nuestro lado entonces, Sr. Draelion. Su rostro se me hace conocido, pero ya tendremos tiempo de recordar. Ahora necesitamos encontrar esa escoria, es evidente que aquí ya no podemos ser demasiado útiles: ¿Alguno puede guiarnos tras sus rastros?_ Dijo y cada tanto giraba su cabeza hacia ambos lados, atento a ruidos distantes y posibles movimientos extraños en la maleza.
Re: El Valle de la Daga
La semielfa no intentó parar la carrera de Vandor, tan sólo se limitó a observarlo desde las escaleras, con el cadáver de su antiguo alumno sobre los hombros, algo que parecía increíble dada la aparente fragilidad de Táis. Girándose, llamó a los guardias y les entregó el cuerpo. Les dio instrucciones claras: sus espadas debían permanecer a buen recaudo, y él llevado a la sala de honor para su descanso.
Táis supo que aquella no iba a ser la última vez que la sala se abriera.
De un ágil brinco, subió sobre el lomo de su corcel y lo instó al galope. Con tal velocidad, no tardó en llegar hasta la posición de Vandor, a quien tendió la mano apremiándole a subir.
***
El cielo anaranjado de la tarde comenzaba a cernirse sobre el grupo reunido al lado de la devastada granja.
Tras un nuevo reconocimiento del lugar, resolvieron buscar un lugar seguro de acampada, que ofreciera buena protección ante ataques inesperados. Si avanzaban demasiado en pos de las huellas de los invasores, Táis no los encontraría. Los viejos muros de una construcción derruida hacía tiempo sirvieron para la causa.
Edwin se ofreció para hacer la guardia mientras los demás preparaban el campamento, y comenzó a alejarse del lugar. Una mueca de resignación de dibujó en sus facciones élficas. Cada pensamiento que surcaba su cabeza se dividía en dos cauces opuestos, lo que lo hacía estar más confuso y frustrado.
¿Qué le ocurre a Táis? Seguramente estaría dolida por la muerte de ese humano?
Estúpido, ¿acaso no ves que había algo más entre ellos? - una parodia de él mismo respondía con malicia a sus inquietudes- Una vez te dijo que estaría siempre a tu lado, ¿lo recuerdas?- el sarcasmo había inundado aquella frase-¿y qué ha pasado con esa promesa? La rompió como si nunca hubiese salido de sus labios. Su mentirosa y despreciable parte humana la ha dominado, y eres un necio si crees que volverá a ser como antes.
Cabizbajo, y con la mirada perdida, Edwin no paró sus pasos ni un solo instante, andando como un autómata, con un rumbo fijo.
A su cabeza vino la imagen de Takari, y la voz surgió de nuevo, proveniente de algún oscuro rincón.
Takari? Gracias a ella tus amigos están muertos, ¿no es así? Por culpa de esa estúpida niñata incompetente. Quizás te dedicaste más a mirarla que a entrenarla? No te sorprenda, dado el resultado.
El elfo apretó los ojos con fuerza, intentando no recordar la imagen de su brigada aniquilada en el Anaurock, donde encontró a Sheilah?
Los cascos de un caballo anunciaron a la banda la vuelta de Táis, sabiendo que los drows no eran muy dados a hacer incursiones a caballo?
Senithen tuvo que parpadear varias veces al ver a Edwin acercarse al caballo, donde tras Táis iba montado? ¿otro Edwin?
- Oh? Uohh?. ? Torgar titubeaba con el ceño fruncido, pasando la mirada exageradamente rápido de un elfo a otro.
El parecido era sorprendente. Sólo unos mínimos cambios se percibieron cuando bajó del caballo. Vestía colores oscuros, y el cuello de la chaqueta le cubría el rostro hasta la nariz, lo que dejaba ver unos ojos ambarinos, idénticos a los de Edwin. Parte de su indumentaria era una capa bordada en plata con motivos de telarañas.
Al bajar del caballo, ésta se revolvió y dejó a la vista durante un instante sus dos espadas cortas aferradas a un cinturón, también negro. Unas recargadas hombreras, que parecían fuera de lugar para aquel elfo, completaban el atuendo.
Táis bajó también del corcel, para después desinvocarlo con la estatuilla. Observó durante un instante el lugar de acampada.
- Algunas protecciones mágicas por el lugar no estarían de más, pero si no contáis con ellas tendremos que conformarnos con hacer guardia por parejas.- sus ojos se pasearon una vez más por el lugar- No podemos descartar que esta noche ocurra otra incursión, sin contar los peligros de la región. Concretemos las parejas para las guardias.- propuso sentándose al lado de la hoguera, e invitando a los demás a hacer lo mismo.
***
Bien, es un momento para que dialoguéis, para que Vandor se presente y para que decidáis quien hará las guardias y de que duración será cada una.
Táis supo que aquella no iba a ser la última vez que la sala se abriera.
De un ágil brinco, subió sobre el lomo de su corcel y lo instó al galope. Con tal velocidad, no tardó en llegar hasta la posición de Vandor, a quien tendió la mano apremiándole a subir.
***
El cielo anaranjado de la tarde comenzaba a cernirse sobre el grupo reunido al lado de la devastada granja.
Tras un nuevo reconocimiento del lugar, resolvieron buscar un lugar seguro de acampada, que ofreciera buena protección ante ataques inesperados. Si avanzaban demasiado en pos de las huellas de los invasores, Táis no los encontraría. Los viejos muros de una construcción derruida hacía tiempo sirvieron para la causa.
Edwin se ofreció para hacer la guardia mientras los demás preparaban el campamento, y comenzó a alejarse del lugar. Una mueca de resignación de dibujó en sus facciones élficas. Cada pensamiento que surcaba su cabeza se dividía en dos cauces opuestos, lo que lo hacía estar más confuso y frustrado.
¿Qué le ocurre a Táis? Seguramente estaría dolida por la muerte de ese humano?
Estúpido, ¿acaso no ves que había algo más entre ellos? - una parodia de él mismo respondía con malicia a sus inquietudes- Una vez te dijo que estaría siempre a tu lado, ¿lo recuerdas?- el sarcasmo había inundado aquella frase-¿y qué ha pasado con esa promesa? La rompió como si nunca hubiese salido de sus labios. Su mentirosa y despreciable parte humana la ha dominado, y eres un necio si crees que volverá a ser como antes.
Cabizbajo, y con la mirada perdida, Edwin no paró sus pasos ni un solo instante, andando como un autómata, con un rumbo fijo.
A su cabeza vino la imagen de Takari, y la voz surgió de nuevo, proveniente de algún oscuro rincón.
Takari? Gracias a ella tus amigos están muertos, ¿no es así? Por culpa de esa estúpida niñata incompetente. Quizás te dedicaste más a mirarla que a entrenarla? No te sorprenda, dado el resultado.
El elfo apretó los ojos con fuerza, intentando no recordar la imagen de su brigada aniquilada en el Anaurock, donde encontró a Sheilah?
Los cascos de un caballo anunciaron a la banda la vuelta de Táis, sabiendo que los drows no eran muy dados a hacer incursiones a caballo?
Senithen tuvo que parpadear varias veces al ver a Edwin acercarse al caballo, donde tras Táis iba montado? ¿otro Edwin?
- Oh? Uohh?. ? Torgar titubeaba con el ceño fruncido, pasando la mirada exageradamente rápido de un elfo a otro.
El parecido era sorprendente. Sólo unos mínimos cambios se percibieron cuando bajó del caballo. Vestía colores oscuros, y el cuello de la chaqueta le cubría el rostro hasta la nariz, lo que dejaba ver unos ojos ambarinos, idénticos a los de Edwin. Parte de su indumentaria era una capa bordada en plata con motivos de telarañas.
Al bajar del caballo, ésta se revolvió y dejó a la vista durante un instante sus dos espadas cortas aferradas a un cinturón, también negro. Unas recargadas hombreras, que parecían fuera de lugar para aquel elfo, completaban el atuendo.
Táis bajó también del corcel, para después desinvocarlo con la estatuilla. Observó durante un instante el lugar de acampada.
- Algunas protecciones mágicas por el lugar no estarían de más, pero si no contáis con ellas tendremos que conformarnos con hacer guardia por parejas.- sus ojos se pasearon una vez más por el lugar- No podemos descartar que esta noche ocurra otra incursión, sin contar los peligros de la región. Concretemos las parejas para las guardias.- propuso sentándose al lado de la hoguera, e invitando a los demás a hacer lo mismo.
***
Bien, es un momento para que dialoguéis, para que Vandor se presente y para que decidáis quien hará las guardias y de que duración será cada una.
- Asgareth el Inmortal
- Mensajes: 6
- Registrado: 11 Dic 2007, 01:28
- Ubicación: Lo siento, creo que me perdi otra vez...
Re: El Valle de la Daga
Vandor
Habían pasado unos minutos desde que dejara a Tais en la entrada del hogar de Randal Alba. Las huellas del corcel eran sencillas de rastrear, pero le estaba demorando mucho. La noche caería en poco tiempo y quizas los drows hicieran una incursion antes de que pudiera llegar. El sonido de un caballo a sus espaldas lo sacó de sus elucubraciones y al volver la mirada vió a Tais acercandose al galope, ella le extendió una mano y sin mediar palabra Vandor se subió a la grupa del imponente corcel...
Al atardecer,las huellas del grupo habían conducido a Tais y a Vandor hasta una construcción en ruinas. Los aventureros que habían acudido al llamado de Randal Alba se encontraban haciendo los preparativos para acampar, esperando el regreso de Tais.
La presencia de Vandor desde el primer segundo no pasó desapercibida, las miradas algo confusas de sus futuros camaradas aun no terminaban de asimilar el "ligero" parecido que había entre él y el arquero elfo al que ya conocian...
Allí estaba Edwin, despues de tantos años volvía a encontrarse con su hermano, y la emocion casi hizo desaparecer de su conciencia a todos los que estaban alrededor. Tais les dirigió unas palabras al grupo y despues de eso el silencio le hizo notar que debía, al menos, presentarse. -Saludos... eeh... - Su mente era un nudo de ideas y no conseguía darles forma, además había algo en el enano ceñudo que lo incomodaba... No sabía a ciencia cierta quienes sabían cual había sido su papel en la anterior batalla, y para peor su mente era asaltada por los relatos de la joven Takari, por la imagen de una bayoneta bañada con sangre, y por atentas e inteligentes miradas provenientes de varias personas más...
-... como ya habrán deducido, soy hermano de Edwin, su gemelo para ser preciso. Aquellos que me conocen me laman Vandor, es un placer conocerlos - Un gesto de protocolo siguió a aquellas palabras, y luego se adelantó hasta donde estaba su hermano, con los brazos extendidos buscando su abrazo...
Habían pasado unos minutos desde que dejara a Tais en la entrada del hogar de Randal Alba. Las huellas del corcel eran sencillas de rastrear, pero le estaba demorando mucho. La noche caería en poco tiempo y quizas los drows hicieran una incursion antes de que pudiera llegar. El sonido de un caballo a sus espaldas lo sacó de sus elucubraciones y al volver la mirada vió a Tais acercandose al galope, ella le extendió una mano y sin mediar palabra Vandor se subió a la grupa del imponente corcel...
Al atardecer,las huellas del grupo habían conducido a Tais y a Vandor hasta una construcción en ruinas. Los aventureros que habían acudido al llamado de Randal Alba se encontraban haciendo los preparativos para acampar, esperando el regreso de Tais.
La presencia de Vandor desde el primer segundo no pasó desapercibida, las miradas algo confusas de sus futuros camaradas aun no terminaban de asimilar el "ligero" parecido que había entre él y el arquero elfo al que ya conocian...
Allí estaba Edwin, despues de tantos años volvía a encontrarse con su hermano, y la emocion casi hizo desaparecer de su conciencia a todos los que estaban alrededor. Tais les dirigió unas palabras al grupo y despues de eso el silencio le hizo notar que debía, al menos, presentarse. -Saludos... eeh... - Su mente era un nudo de ideas y no conseguía darles forma, además había algo en el enano ceñudo que lo incomodaba... No sabía a ciencia cierta quienes sabían cual había sido su papel en la anterior batalla, y para peor su mente era asaltada por los relatos de la joven Takari, por la imagen de una bayoneta bañada con sangre, y por atentas e inteligentes miradas provenientes de varias personas más...
-... como ya habrán deducido, soy hermano de Edwin, su gemelo para ser preciso. Aquellos que me conocen me laman Vandor, es un placer conocerlos - Un gesto de protocolo siguió a aquellas palabras, y luego se adelantó hasta donde estaba su hermano, con los brazos extendidos buscando su abrazo...
Si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo, serás poderoso en cualquier lugar a donde vayas.
Sun Tzu
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