La mordedura de serpiente del pasado

En una época violenta, sólo se puede sobrevivir si tu espada carece de
escrúpulos y no te importa el color de la sangre que derramas; siempre
es roja. Emociones, aventuras, acción y brujería en cada instante de
vuestras vidas.

Director: Guli.
Jugadores: Iasbel, Ragman, Capiosca, Lordarzzun, Drakkon, Thorontil, Soyla, Raelana y Belakor
Jugadores Reserva: No se admiten.
Plazas libres: Si
Periodicidad de los turnos: 1-2 semanales.

Moderador: guli

Avatar de Usuario
Belakor
Mensajes: 404
Registrado: 08 Jul 2007, 13:28
Ubicación: Huelva

Re: La mordedura de serpiente del pasado

Mensaje por Belakor »

Gotrek Stelios

Otro hiperboreo. Lástima que solo fuera a quedar uno cuando terminaramos el combate. Él creía que sería él y yo estaba seguro que sería yo. Habló y luego Ghal metió uno de sus típicos insultos.

Mi hermana es más guapa Ghal, no la ofendas.

Cargué a mi contrincante, con la táctica en mi mente, clara, perfecta. Golpear su costado izquierdo con mi espada y esperar que lo parara (sino lo paraba mejor, claro). El ataque no sería una muestra de esgrima, sería fuerte, quería obligarle a forzar durante unos segundo y cuando eso sucediera le golpearía con la rodela el rostro esperando que trastabillara para, después, golpear su nuez con el filo de la propia rodela para atragantarle.

Si todo salía como debía le arrebataría la espada de la mano y lo obligaría a ponerse de rodillas para, una vez en el suelo, clavarle la espada y acabar con su vida no sin antes decirle: "una lástima que nos conocieramos en este momento"
Avatar de Usuario
guli
Mensajes: 2351
Registrado: 29 Abr 2007, 19:02
Ubicación: en el limbo. ¡Alalalai!
Contactar:

Re: La mordedura de serpiente del pasado

Mensaje por guli »

12



El público iba a disfrutar de más espectáculo. Más sangre. Más diversión. Era un buen grupo aquel que estaba luchando allí abajo, en la arena, vendiendo sus vidas y algunos sus almas. Puede que entre todos ellos saliesen buenos luchadores, hombres o mujeres. Mucho oro para repartir. Tanto como vidas cortadas por la guadaña negra.

Narkam estaba fuera del alcance del turanio, su cadena de metro de largo no llegaba hasta él, quien comenzó a moverse hacia un lado, obligando a Whosoran y su compañera a presentar un doble frente, contra el viejo y la sacerdotisa, cada uno de los cuales quedaba en el extremo opuesto del círculo cuyo centro lo formaban mercenario y la mujer de ojos de reptil. Whosoran no quitaba ojo a uno y otra, repitió el ataque al viejo, que no se aproximó demasiado. Entonces llegó volando de improviso el escudo de Ifigenia, al que Whosoran dio la espalda recibiendo el golpetazo en la parte posterior del hombro derecho. Suficiente para que en ese instante Narkam lanzase su cadena más larga contra la chica del cuchillo. Esta lo esquivó una vez más, y el veterano gladiador decidió atacar de frente ahora que el gran turanio estaba ocupado con la sacerdotisa. La mujer contraatacó con su daga y su agilidad, el otro la evitó, hizo bailar la cadena en el aire y se abalanzó con ella y la espada a la vez. La hoja describió un semicírculo rozando el torso de la chica, pero la cadena impactó en su pantorrilla, el golpe en el hueso hizo que se le escapase un gemido de dolor. Embistió la mujer con su cuchillo, Narkam torció el tronco, para con el pomo de la espada golpearle en pleno rostro. La joven reculó con la cara ensangrentada, y al segundo siguiente tenía más de un palmo de acero atravesándole el corazón. El gentío rugió.

Estaba muerta antes de caer al suelo.

Whosoran tenía su lucha privada. Notó en su carne que los cadenazos no tenían nada de ingenuos. El primero le dejó un buen moratón en el pecho, el segundo casi le arranca la cabeza, se agachó justo a tiempo. La sacerdotisa arremetía contra él, y el turanio que miraba por el rabillo del ojo a su compañera, nada podía hacer para ayudarla. Lo intentó en una ocasión y la cadena le pegó con fuerza y crudeza en la nuca. Casi lo tumba. El ex soldado se resintió de este golpe de manera que Ifigenia aprovechó para volver a intentarlo. En esta ocasión logró su propósito de enrollar el metal al cuello de toro de su rival. Eso es, cuello de toro. Whosoran agarró los eslabones y tiró con brutalidad. Ifigenia hizo otro tanto pero la fuerza hercúlea del hombre pudo con ella, la mujer resbaló por el impulso, trató de aguantar sin embargo los músculos de su oponente eran de hierro. La cadena estaba bien sujetada al brazo de la sacerdotisa así que acabó por caer a la arena, a los pies del turanio, con el brazo casi dislocado. Ahora Whosoran podría dedicarse al viejo, y su amiga a la sacerdotisa, lástima que para entonces la mujer de ojos de reptil era un cuerpo sin vida. Narkam se erguía una vez más, con la cadena y la espada chorreando sangre, a un par de metros de ellos dos. Su rostro no revelaba qué intenciones guardaba en su interior, observaba a los dos contrincantes sin expresión alguna, solo parecía existir un infinito cansancio en su mirada, ojos que ya habían visto mucha muerte.

Hiperbóreo y Devorador de Buitres se encararon con el Oso y el Pelirrojo. Ghal-Tir hizo lo que pudo por Ifigenia, ¿ seguro? ¿ Salvó su alma, de veras? Se centró en su próximo combate, aquella enorme mole de carne, un muro de fuerza física que confiaban en tumbar gracias a su gran habilidad en la lucha. Provocó al Oso, y este cargó con la fiereza y fortaleza de una bestia salvaje. Resultó fácil para el mercenario, un movimiento preciso, y luego descargó la espada, cortando la mano izquierda de su rival quien continuaba la carga debido al impulso. Ghal hundió la espada casi hasta la empuñadura en la espalda del Oso, aunque no acertó en el corazón. De todas formas debía bastar para acabar con él. Sin embargo no, con aquella mole se necesitaba algo más. La espada salió de la carne, el tipo se volteó con una rapidez inusual y su mano derecha logró clavar la flecha en el muslo derecho del estigio un buen trozo del asta. Vomitó sangre el velludo, casi de rodillas, Ghal de un revés le cruzó la cara con su acero, partiendo y cortando la nariz. La sangre salpicó hombres y arena. El otro volvió a recibir un nuevo golpe del mercenario que casi le rompe la clavícula, la hoja se trabó, el Oso embistió de rodillas como estaba con la cabeza, impactando en el estómago del estigio, al que lanzó hacia atrás. Ghal-Tir cayó de espaldas y la bestia sobre él, su mano aferrando como un garfio triturador la muñeca del brazo que sujetaba la espada, ahora liberada del anterior golpe. Trataba la mole de alzar su rodilla sobre él y aplastarlo, dispuesto ahora a darle un cabezazo en la cara devolviéndole el regalito anterior. Sonreía el animal aquel, desfigurado, goteando su sangre sobre el tórax desnudo del estigio. Con la caida, la saeta de Ghal se quebró.

Gotrek disputaba su particular batalla. El guasón destino hizo que tuviera que ser con un hermano de raza. En el Circo no hay hermanos. La estocada de Gotrek no la paró el otro, la esquivó con una finta, Gotrek paró con espada la réplica del Pelirrojo. Volvió al asalto el mercenario, ahora los dos aceros se besaron, pero el Pelirrojo era perro viejo también y fue él quien se adelantó veloz a Gotrek, asestándole un cabezazo en la cara y frente, fue Gotrek quien trastabilló y solo un veloz golpe con la rodela, a ciegas, en el rostro de su rival le salvó en ese momento. El pelirrojo cargó, el semicírculo de su acción con la espada hizo que de un revés abriese un superficial tajo en el vientre de Gotrek, de diez centímetros de largo. El Pelirrojo esgrimió una sonrisa burlona:

- Vamos, ?hermano?. ¿No sabes hacer nada mejor? ¿ Dónde aprendiste a manejar la espada? ¿ Con tu hermana y sus muñecas?

Los espectadores bramaron de contento, ansiosos, absorbidos por los combates, sumergidos en la lujuria de la sangre y la muerte.


<<<<<
Avatar de Usuario
ragman711
Mensajes: 1274
Registrado: 01 Jul 2007, 16:49
Ubicación: In the well of my mind, too deep...
Contactar:

Re: La mordedura de serpiente del pasado

Mensaje por ragman711 »

Ghal-tir

Le gente seguía vitoreando aquel espectáculo demigrante y sangriento. Y cada grito de ánimo, cada espera morbosa, era una espina que se clavaba en el estigio y que lo espoleaba a matar sin consideración. Sumergido en su odio veía a su oponente no como otra herramienta, otra víctima, de aquellos nobles, sino como a un culpalble, a alguien a quien hacerle pagar su cautiverio y aquella lucha malsana que solo podía entrener a mentes enfermas. Lo único que lamentaba era no poder estar al lado de Ifigenia. Su propia lucha le tenía absorvido. Pensó que al menos Woshoran cuidaría de ella. De alguna manera tenía un pacto con aquel hombre. Y la mujer, así como Gotrek, entraba dentro de ese pacto.
Se olvidó de todo y se lanzó a la batalla. O más bien la batalla se lanzó a por él. Fue fácil esquivarlo, y satisfactorio cortarle la mano.
-Lento y torpe gigante del demonio. Puede que esa treta te funcione con puertas cerradas. Pero yo no soy una puerta. Je, je, je.-Seguía desafiándole. Las gentes del circo disfrutaban con aquello. Eran despreciables. Pero él, a su manera, también disfrutaba, solo que no se sentía despreciable. Había una gran diferencia entre estar en las gradas y estar en la arena. Saltó sobre él, hundió el metal en su enorme cuerpo y pensó que la victoria era suya. Un error. El coloso peludo se giró, le clavó la flecha en la pierna. Aquello era un insulto. Le cruzó la cara como la perra que era. El bastardo no se rindió.
-¿Todavía quieres más?-Aquel mastodonte saltó sobre él, lo tombó y apretó su mano armada, quedando él, en apariencia, indefenso. Apretó los dientes. No iba a ser fácil. Nunca lo era.

No las tenía todas consigo. Pensó qye Gotrek le ayudaría tarde o temprano. Escuchó los ruidos de combate de este. No, el hiperbóreo era como la guardia nocturna, nunca estaba cuando se le necesitaba. "¿Qué le pas a Gotrek?¿No puede tumbar a la ramera pelirroja de su hermana?". A él siempre le tocaban los más fuertes y los más feos. No se quejaba, ni siquiera en este último aspecto. Aquel gigantón se pensaba que lo tenía, que iba a aplastarlo. Seguía sin saber que estaba luchando contra un guerrero. No contra un bárbaro o un gladiador. No. Era un guerrero y la pureza de su arte no residía en el mero asesinato, sino en matar, con estilo, técnica y determinación. Su rival era fuerte. Pero solo tenía eso. Él era menos fuerte, puede que menos rápido, pero el odio que fluía por sus venas estaba en sintonía con cada uno de sus pensamientos y músculos. Eso le convertían en un maldito bastante peligroso.
-Puedo soportar tus golpes...-Le gruñó.-...incluso podría soportar que un hijo de gorilas como tú me diese muerte...-Espetó.-...pero tu sangre pútrida me está rozando y no me daría más asco ni aunque fueses negro.-Apretó los dientes, se lanzó a por él. Podía haber usando una de las enrevesadas técnicas que una vez le enseñó un artista marcial de Kithai, o haberle hecho una presa que le diera ventaja. Pero prefirió hacerlo según su instinto.
Le quedaba una mano libre. La usó. Intentaría llegar al rostro de aquel gigante para hundir su dedo gordo en uno de los ojos de aquel engendro. No necesitaba más. Solo hacerle daño, distraerle. Entonces recogería sus piernas y las lanzaría como un ariete contra su estómago. Si no llegaba a su rostro o no se soltaba, diriguiría un puñetazo a la nuez de su rival, sin compasión, como quien golpea a alguien que le ha robado el caballo. Le partiría la nariz, pero eso ya lo había hecho.
No necesitaba recuperar su espada, aunque forcejería por ella, y por su brazo, solo para hacerle creer a su adversario que si la necesitaba. Tenía que ponerse en pie. Si el golpe en el estómago no le servía de nada daría otro similar a una de sus rótulas o a su entrepiena. Donde más factible fuese. Si veía que iba a caer sobre él rodaría por el suelo hacia un lado, o, dando una voltereta hacia atrás, lo evitaría. De alguna manera se pondría de pie.
Entonces arremetería con él. No iba a ir muy lejos. Solo a su espalda. Lo justo para saltar sobre ella, aunque siguiese con el brazo aprisionado, y colocar una de sus cadenas alrededor de su cuello. Eso le daría menos juego a Gotrek. No sintió remordimiento, era un hiperbóreo luchando contra otro hipérboreo. Daba igual quien matase a quien, el mundo iba a salir ganando.
Estrangularía a aquel bastardo aunque tuviese que dislocarse su propio hombro para ello. Le había cortado una mano. Perdería sangre, se debilitaría. Iba a caer. Caería, como toda aquella gentuza a la que iba a mandar al peor foso del Infierno. Caería, y entonces sería él el que reiría y apludiría. Si, iba a apludir mucho.
-Tu camino acaba, chacal. Al menos piensa que vengaré muerte...
"Solo el fénix sobrevive al caos"
"Nunca abandones"
"Carpe diem."
Avatar de Usuario
iasbel
Mensajes: 1358
Registrado: 15 Abr 2007, 19:55
Ubicación: BCN/SES

Re: La mordedura de serpiente del pasado

Mensaje por iasbel »

Ifigenia

El combate estaba siendo todo lo ?justo? que en aquellas pérfidas y asquerosas circunstancias podía serlo. Uno contra uno y el viejo había ganado. La mujer a la que se enfrentaba estaba en el suelo al igual que ella, aunque con una leve diferencia la joven estaba muerta, Ifigenia aún no.

La cadena que portaba y había lanzado, se había enrollado en el fuerte cuello de aquel hombre que la había entregado semanas atrás. Había intentado y casi conseguido aguantar los brutales tirones de aquella bestia, pero la colosal fuerza que aún poseía no era comparable a la suya y tras varios forcejeos resbaló y cayó a plomo, para acabar comiéndose la arena de aquel circo y con un brazo dislocado.

El dolor la enfureció más de lo que podía haberse llegado a imaginar en su vida. Normalmente aguantaba estoicamente todo cuanto le sucedía y nunca se había cuestionado nada al respecto. Ahora parecía que todo había cambiado y que incluso aquel tolerable sufrimiento, incomparable a peores heridas sufridas, la enardecía y enloquecía de alguna manera que le era imposible de concretar.

Aún conservaba la espada en su mano y sin pensarlo, consumida por la rabia y la desesperación, la movió horizontalmente al suelo para clavarla en aquellos tobillos que ahora quedan a la altura de su nariz. Desde aquella posición sus ojos buscaron durante escosas milésimas de segundos a Ghal que continuaba vivo y luchando al lado del fiel Gotrek. Una escueta y rápida sonrisa afloró en su sucio rostro para después desaparecer y volver a cerrar con fuerza su mandíbula y proseguir.

De conseguir inflingir la herida, rodaría para alejarse de él todo lo que la cadena ( si es que no se ha caído ya del cuello del hombre) diera de si y lograr erguirse, para esperar el siguiente movimiento del hombre y preparar su contraataque.... No dejaría esta vez que la cadena llegara a tensarse y volverle a dar una oportunidad a Whosoran de hacerle morder el polvo...
Avatar de Usuario
Lord Arzzun
Mensajes: 982
Registrado: 01 Jul 2007, 22:58
Ubicación: valencia

Re: La mordedura de serpiente del pasado

Mensaje por Lord Arzzun »

Whosoran

Zorra de mierda!! -Grité mientras la cadena de la sacerdotisa me golpeaba una y otra vez - Idiota!! -Aullé mientras tiraba brutalmente de la cadena para, al fin, derribarla.
La cosa estaba encaminándose hacia un final peligroso. Ifigenia era hábil y además completamente estúpida, una combinación letal. Entorpecido por mi compañera caida, con la sacerdotisa derribada pero todavia consciente y Narkan a un par de metros..la muerte podia llegarme desde casi cualquier lado.

Los dioses saben que habia intentado evitar matar a la mujer, de su vida quizás dependiera mucho oro, una futura venganza, fuego y sangre. Puede que quizás sintiera además algo, una pequeña cantidad, de escrúpulos. Una mujer hermosa y joven era algo valioso, digno de contemplarse.

Pero nada, ni nadie, estaba por encima de mi propia vida. Defenderme me llevaria a la muerte..no podria mantener a ambos a distancia el rato suficiente. Tampoco quiero darle vueltas a la mirada de Narkan.. dedicar a otra cosa que no fuese el combate un sólo instante podia llevarme a la tumba.

Justo cuando cae la sacerdotisa, sin tiempo a que pueda incorporarse o pensar o siquiera coger apoyo, doy una vuelta a la cadena y le doy un terrible tirón..con todas mis fuerzas. Intentando romperle el brazo..o arrancárselo. Luego suelto la cadena y salto sobre Narkan. Es un tipo muy bueno.. si me abalanzo sobre él, intentando luchar con mi espada, me esquivará y luego me cortará a los brazos y el cuello. Por eso me abalanzo a mi manera.. cortando espacios, sólo tengo que evitar su golpe, su primer golpe. Luego Narkan morirá. La urgencia, el miedo, se concentran dentro de mí. Grito..busco su brazo, el brazo de la espada..me concentro en eso. Luego intentaré matarlo..rápido...y colocarme de manera que pueda controlar a Ifigenia. Si tengo me morder a Narkan, arrancarle el cuello a bocados, lo haré. Si puedo arrancarle los ojos, también lo haré. Espero ser suficientemente fuerte, rápido. Ahora me hace falta de veras..
Avatar de Usuario
guli
Mensajes: 2351
Registrado: 29 Abr 2007, 19:02
Ubicación: en el limbo. ¡Alalalai!
Contactar:

Re: La mordedura de serpiente del pasado

Mensaje por guli »

13


Ghal y la bestia aquellas estaban algo cruzados, la mano derecha de su rival, sobre la derecha del estigio. Ghal sintió que su fuerte muñeca flojeaba ante la poderosa fuerza bruta del otro. La sangre de este sobre él, como una mancha en su árbol genealógico, le dio la energía necesaria para tratar de quitárselo de encima, hundiendo su dedo en el ojo. El otro debía estar hecho de algún material raro, o estaba tan loco como Ghal o la furia del combate no le hacía padecer ni sentir dolor. Con el muñón golpeó en la cara del mercenario, una y otra vez, mientras el furibundo Ghal le saltaba el ojo derecho. El oso al final aulló de dolor y por un segundo su defensa se debilitó. Ghal golpeó en el estómago, empujó, después insistió contra la rodilla, el Oso bufaba, sin soltar a su presa, aguantando el castigo, cuando notó que Ghal soltaba la espada, quiso cogerla él. El estigio rodó media vuelta, saltó sobre la espalda y con la cadena continuó su plan. Apretó con firmeza, con las venas del cuello a punto de estallarle. El oso dejó la empuñadura de la espada, quiso atrapar con su mano libre a Ghal, pero no lo conseguía. La mole todavía tuvo fuerzas para ponerse en pie, y de súbito se dejó caer para atrás. Crujió el espinazo de Ghal, su nuca rebotó en la arena, casi pierde el sentido, pero su instinto animal le hizo no liberar la presión en la garganta, su odio, su ira que animaba cada fibra de su ser. Aun el Oso pateó, bufó, se estremeció hasta que los últimos estertores de la muerte le hicieron sacudirse como el rabo de una lagartija. A Ghal le faltaba el aire, salió de debajo como pudo, se quedó tirado boca arriba, luchando por no caer en la inconsciencia.

Una nueva exclamación mezcla de admiración, disfrute, placer, se elevó desde las gradas

Muy cerca, Gotrek se batía con un hermano de raza. El Pelirrojo no le daba cuartel lanzando estocadas, esquivando las del hiperbóreo. Este no le alcanzaba pero tampoco volvió a recibir otro tajo. Cuando cayó el Oso, tiró de la cadena, y el Pelirrojo no pudo aguantarse en pie, cayendo, aguantando con una rodilla en tierra. Aprovechó Gotrek para golpear repetidamente con la espada, más cercano a Ghal, sin embargo su oponente supo detener cada uno de sus ataques, resonando los dos aceros en medio del pequeño Circo.

Narkam contemplaba a la sacerdotisa y al Estrangulador. Se apartó de ellos, no intervenía. Whosoran enrolló la cadena y dio un nuevo tirón más brutal que el anterior. Ifigenia palideció, escuchó un crak, las lágrimas se le saltaron de puro tormento, pero tuvo arrestos suficientes para mover la espada en dirección a las piernas del turanio, que se apartó a prisa aunque sin poder evitar un corte profundo algo más arriba del tobillo izquierdo. El dolor ascendió como una descarga eléctrica hasta sus centros nerviosos, dejó la cadena sin quitar la vista del viejo, que seguía sin inmutarse. Ifigenia quiso ponerse en pie, pero el dolor en el brazo tanto que notó que se mareaba, no podía moverlo sin lanzar un gemido contenido de frustración y rabia, se quedó un momento hecha un ovillo, aguantando, soportando la angustia, para tratar de sentarse después.

Cojeaba Whosoran cuando fue a por el viejo. Este recogió su cadena y la hizo oscilar. Tenía ventaja sobre el turanio, lanzó la cadena de improviso contra la rodilla, Whosoran la esquivó, y Narkam, con un movimiento rápido y ensayado mil veces de su muñeca giró al otro lado la serpiente de acero para golpear de revés en la otra rodilla del turanio. El impacto te hizo apretar los dientes, y casi perder pie.

Fue entonces cuando de improviso sonaron las trompetas. El bullicio descendió, sorprendidos unos y otros. Narkam retrocedió, a la espera del nuevo asalto y de lo que iba a suceder. Alguien había hecho acto de presencia allí, con un buen pelotón de soldados. Se detuvieron los combates, y al poco, un puñado de guardias entraron en la Arena, separaron a los contrincantes, y se llevaron a rastras a Ifigenia. A los demás, amenazados por las puntas de las lanzas, os obligaron a tirar las armas y os flanquearon hasta las entrañas del edificio, por otra puerta distinta a la que entrarais hace un rato. Todos vieron allá arriba a un alto hombre, embutido en lujosas ropas de sacerdote, escoltado por guardias de doradas capas y armaduras grises, conversando o discutiendo con el barbudo. La última mirada de Ghal fue para Ifigenia, sus ojos se encontraron unos segundos. El Pelirrojo soltó una carcajada y palmeó en la espalda a Gotrek, Whosoran veía las estrellas cada vez que pisaba con el tobillo herido y Narkam iba el último observando las gradas como si deseara prender fuego a toda aquella gente. Al dejar la Arena os hicieron entrar en un sótano, en una estancia similar a la anterior, de suelo de paja, de paredes húmedas, y gruesos barrotes de arriba abajo. Allá estaba los vencedores del combate anterior, Thel y la enorme mujer entre ellos, junto con los dos hombres que solían sentarse al lado del viejo; también estaba una mujer de fiero atractivo y ojos de lobo, otro gigantón del norte y un nervudo hijo del desierto. Os tiraron allí, un matasanos examinaba las heridas de uno de los hombres y luego se cuidó de las de los nuevos inquilinos. Al cabo de un cuarto de hora se abrieron las puertas otra vez y los supervivientes del último choque llegaron, tres hombres altos, uno de ellos con una herida en el pecho; al cabo de una hora murió.

Llegó la noche. Fría, triste, empapada de silencio, cobijo de preguntas, de venganza e inquietud.

Ifigenia se vio trasladada en una litera. Luego en un carro, cuyos caballos cruzaron al trote la ciudad. Después, vio como la trasladaban a un ancho edificio, blanco, de cuidados muros, al que bordeaba un amplio jardín, con varios guardias alrededor de ella, uno de los cuales era una mujer de delicada y a la vez indómita belleza oriental, poco más pudo apreciar. La dejaron en una cama mullida, varias mujeres se ocuparon de ella, la desnudaron y lavaron con cuidado con esponjas, cuando se desmayaba entró un hombre con túnica blanca y una bolsita al que acompañaba un chico joven. Se inclinó sobre ella con una sonrisa paternal, tomó su brazo, estudió las heridas. Ifigenia perdió el sentido entonces.


<<<<<<<<<<
Avatar de Usuario
iasbel
Mensajes: 1358
Registrado: 15 Abr 2007, 19:55
Ubicación: BCN/SES

Re: La mordedura de serpiente del pasado

Mensaje por iasbel »

Ifigenia

Todo pareció desaparecer ante sus ojos a causa de aquel terrible, profundo y enorme dolor que le nublaba los sentidos. Aulló cuando quiso mover el brazo, gritó de impotencia y de rabia cuando el suelo pareció desaparecer bajo sus pies y finalmente se encogió sobre si misma en un vano intento de calmar aquel estado en el que nada a excepción de la angustia, del padecimiento, tenía lugar en su cuerpo y en su mente.

Las lágrimas recorrían su contraído rostro alegremente mientras escuchaba el sonido de aquella serpiente metálica, que volvía a ponerse en movimiento de nuevo, quizás para acabar con ella. Sollozó quedamente y sus ojos se abrieron, buscaron, encontraron lo que necesitaba para que quedara en su retina grabada, la imagen con la que deseba morir...

No llegó el golpe de gracia. Nada llegó a rozarla. Pasaron los minutos que se le antojaron eternos y haciendo acopio de no sabía que fuerzas o voluntad, logró sentarse sobre sus piernas y alzar su rostro al cielo. Sus ojos ahora buscaron a su verdugo con ansia, esperando encontrar su cadáver sobre la arena de aquel maldito circo.

Y de pronto las trompetas anunciaron el principio del fin y todo fue haciéndose silencio. Los combates se detuvieron, los soldados separaron a los presos y sin ningún tipo de miramiento la arrastraron por aquel inhóspito espacio, provocándole más dolor y casi al mismo tiempo la perdida de conciencia.

Todo se volvió negro y se vio a si misma abriendo los labios para gritar un nombre, el del hombre al que deseaba conservar en sus ojos antes de morir, aquel con el que había cruzado su mirada antes de sumirse en la oscuridad, aquel al que ella supo que amaba... Ghal.

Abrió los ojos de golpe y sin fuerzas ladeó su cabeza de derecha a izquierda. Seguía viva y al parecer la transportaban en una litera... ¿A dónde? Poco le parecía importar a la que en algún momento de su vida fue sacerdotisa de Mitra que veía como a pesar de las circunstancias, a pesar de los hechos y de las acciones, que el mundo continuaba su curso sin que para nada le importara ella.

Confusa, desorientada, perdida, no sabía que estaba ocurriendo. La húmeda prisión en la que había sido depositada nada más llegar había cambiado de imagen. Entraban en un gran edificio blanco de amplios y hermosos jardines en los que soldados y hermosas mujeres parecían vivir cómodamente. Recordó las palabras de aquel desgraciado que le anunció que sería la diversión de toda la tropa y la resignación llegó sin ser llamada para acomodarse en su interior placidamente.

Podrían poseer su cuerpo, pero jamás su alma, su mente, sus deseos, sus anhelos, sus ilusiones, su vida... Y por aquel motivo supuso que la lavaron y despojaron de sus harapos con cuidado, la tumbaron en una mullida cama y empezaron a dedicarle cuidados... La tropa debía ser exigente... Más algo no le acababa de cuadrar en su aturdida mente a la joven que antes de desmayarse de nuevo vio entrar a un hombre de blanca túnica que empezó a estudiar sus heridas...

Terriblemente cansada, agotada y al límite de ella misma, suspiró profundamente y volvió a sumirse en aquel oscuro pozo que la llevó de nuevo a Emak en donde revivió rodeada de sus compañeros aquella batalla en la que lograron acabar con los engendros que una retorcida y poderosa mente hizo nacer del abismo..
Avatar de Usuario
ragman711
Mensajes: 1274
Registrado: 01 Jul 2007, 16:49
Ubicación: In the well of my mind, too deep...
Contactar:

Re: La mordedura de serpiente del pasado

Mensaje por ragman711 »

Ghal-tir

-¿Cómo lo ves ahora?-Dijo mientras su sucio dedo se incrustaba en el ojo de aquel hombre tan velludo. Y mientras, reía como una hgiena. Lo hundió sin compasión ni asco en su cuenca ocular buscando causar el mayor dolor posible. Este se revolvió golpeandolo con el muñón. Aquello era nuevo. Tan desesperado estaba que atacaba con todo lo que tenía. No era suficiente. No cuando todo lo que tenía aquel desgraciado era un muñón reciente. Le golpeó de nuevo, dejó caer la espada. Ya no gritaba, ya no reía, solo rugía. Giró, se colocó a su espalda. Ya la tenía. Ahora solo tenía que aguantar. Aguantar y apretar, tensar el frío metal de la cadena hasta arañar el cuello de aquel hombre. Sentía como le faltaba el aire, como se asfixiaba, como sus pulmones se agitaban vacíos mientras la sombra de la muerte crecía dentro de él. Lo intentó por última vez, le golpeó contra el suelo. Todo era oscuridad. Pero no le iba soltar. Porque lo odiaba. Odiaba a aquel hombre. ¿Por qué? No había verdaderos motivos. Solo necesitaba calmar esa bestia dentro de su corazón.
Lo mató. No se sentía bien. Salío arrastrándose de debajo del cadáver. Sería irónico que ahora muriese asfixiado por el cadáver de aquel hombre brutal. Escuchó la exclamación. Algo se prendió en su interior. No se podía levantar, apenas lograba mantenerse consciente, pero ansiaba la batalla, darles muerte a todos, uno por uno. Destrozarlos, despedazarlos, incinerarlos, triturarlos, aplastarlos, masticarlos, excretarlos, y después hacer lo mismo con sus padres, sus madres, sus hermanos y hermanas, hijos, nietos y hasta con su maldito perro familiar.
Pensó que no era posible odiar más algo. Era una idea abstracta. Odiaba el mundo. Sobretodo el mundo civilizado. Aquel lugar era uno de los mayores baluartes de aquel mundo tan decandente y cada vez con más ímpetu llegaba a su cabeza la idea de prenderlo fuego a todo, a todos. Su rencor se había expandido todo lo que podía. O eso llegó a creer.
Gotrek no logró vencer. El otro tipo debía ser realmente bueno.
-Te haces mayor, hiperbóreo. El próximo año deberías pensar en formar una familia y en ganarte la vida plantando patatas.-Escupió sobre el cadáver del oso.

Llegaron los soldados. Los rodearon. Buscó la espada.
-Podemos con diez de estos estúpidos, Gotrek. Con más si tu nueva novia nos hecha una mano. Podemos con ellos.-Los miró, desafiante, golpeando las puntas de sus lanzas con su arma. Les retaba, uno a uno. Entonces vio como se la llevaban...su sangre hirvió, burbujeó, y comprendió que el rencor de una persona no tiene límites, que el ser humano puede odiar sin encontrar muralla que frenase aquel sentímiento. Su saliba se tornó hiel, su piel roca y su corazón dejó de latir. Una última mirada. Y entonces la perdió.
Sacaron a Ifigenia de allí con un destino cruel. Repudió a aquellos cobardes por hacerle aquello o la única mujer en todos los continentes que no merecía aquello. Se enmistó con toda la humanidad en aquel momento. Su alma se escabulló por uno de los recodos más oscuros de su ser para dejar paso a un furibundo demonio que vociferaba y gritaba. Los odió a todos, pero sobretodo se odió a si mismo. Por no poder salvarla. Por no morir intentándolo hacer. Se odió por soltar la espada.
Había perdido su dignidad como guerrero, a varios de sus compañeros, su libertad...y pensó que de todas formas eso no importaba siempre que al volver a la celda ella estuviese a su lado. Era incréible lo que una persona podía conseguir con su sola presencia. Volvería a la celda para no encontrarla allí. Ya no le quedaba nada que le hiciese humano. Con ella lejos, con ella torturada y deshonrada, solo le quedaba una opción. Alzó su mano, firme, y señaló el hombre de la túnica.
-Me comeré tu corazón y me beberé tu sangre, buitre.-Y se dejó llevar.

La celda le parecía mucho más fría. Allí estaba esa rata negra que viajaba con Whosoran y el yeti con el parecía mentener una burda relación, más propia de primates que de hombres. Al tiempo llegaron más supervivientes. Uno de ellos murió. Que más daba. Uno más por la gloria de aquel circo, uno cadáver más por la diversión de aquella gente. Esperó a que se fuese el matasanos.
No podía seguir allí, sin hacer nada, mientras ella podía estar en manos de otros...Sabía lo despreciable que era aquella raza que no era la suya, sabía lo lejos que podía llegar el hombre de ciudad en su lujuriosa vanidad. No soportaría mucho tiempo sumido en aquella duda, aprisionado, quieto, atrapado, preguntándose cual era el destino de aquella mujer, su mujer. Empezaba a vislumbrar el infierno.
-Voy a escapar de aquí.-No alzó la cabeza. Sus ojos se habían perdido en la umbra, más allá de aquella realidad. Sus ojos estaban donde reina Seth, la gran serpiente que ansía devorar el mundo.-Cuando vengan a por nosotros, saltaré encima de los guardias. Debemos conseguir que el que tiene las llaves quede dentro. Otro debe cerrar la puerta. Acabaremos con los guardias. Somos más. No importará que vayan armados. No si les pillamos por sorpresa. Entonces tendremos armas. Abriremos la puerta. Lucharemos bajo el cerco de la puerta. Solo podrán venir de uno en uno. Irán cayendo. Mataremos a los primeros y el resto os ireís armando. Entonces lucharemos en los pasillos. Conseguiremos más armas y mantendremos la posición. Somos los mejores de este circo, somos hombres de verdad. Menos las zorras que nos acompañaban. Aguantaremos en el pasillo. Los heridos y los que se vayan cansando pasarán atrás. Lucharemos de tres en tres o de dos en dos. Nos turnaremos. Acabaremos con todos. Y luego prenderemos fuego a este lugar. Porque no voy a esperar a salir a la arena. No voy a luchar allí para que disfruten viendo como os mato a todos hasta solo quedar yo. No voy a luchar bajo la sombra de sus arqueros. Yo elegiré mi momento. Puedo fracasar, lo sé. Pero si consigo una espada, mataré a todo aquel que se cruce en mi camino. Si no estaís conmigo, estaís contra mí. Aquellos que no me ayuden más vale que rezen porque me maten ya que los pasaré a cuchillo después de acabar con los guardias. Todo aquel que se quede quieto o mire para otro lado caerá bajo mi espada, tarde o temprano. Morir bajo mi espada o luchar junto a ella.-Estaba perturbado y confuso, hundido en un pozo sin fondo. No había sopesado bien esas palabras ni las consecuencias, tampoco había madurado el plan. No importaba. Ya nada importaba.
"Solo el fénix sobrevive al caos"
"Nunca abandones"
"Carpe diem."
Avatar de Usuario
Lord Arzzun
Mensajes: 982
Registrado: 01 Jul 2007, 22:58
Ubicación: valencia

Re: La mordedura de serpiente del pasado

Mensaje por Lord Arzzun »

Whosoran

Miré con odio apenas contenido al viejo Narkan, bufando de rabia. Con las venas del cuello hinchadas, el rostro enrojecido..me cuesta detenerme, evitar el abalanzarme sobre el viejo gladiador.
Nacida de la experiencia, sin embargo, la frialdad sustituye casi instantáneamente al ardor del combate. Lanzo mis armas al suelo y observo todo lo que ocurre a mi alrededor.
Mis ojos se encuentran con los de la sacerdotisa, mi rostro se contorsiona en una sonrisa despectiva..
Estábamos en el mismo bando, imbécil.- le digo a Ifigenia mientras la arrastran fuera de la arena, sin darle ni un segundo de satisfacción, sin mostrar ni un ápice de dolor por la herida en el tobillo.

Luego nos llevan de nuevo a la celda. Un matasanos examinó nuestras heridas, pero no necesitaba de su diagnóstico, sé que como poco acabaría cojeando durante un par de semanas.
Tras ésto, Ghal estalló, a su manera. Cada sílaba repleta de odio, cada idea rebosante de muerte, cada plan más suicida que el anterior.
No estamos en una guarnición de montaña, estamos en una ciudad. Si los guardias de la arena se ven superados, la guardia dela ciudad, la milicia, entrará en acción. Moriremos todos sin poner un pie fuera de la arena..
Miro a todos los presentes. Si huimos será ahora. Cuando abran la puerta, uno la mantendrá abierta y nos lanzaremos contra los guardias. Primero llamaré al matasanos, vendrá con algunos guardias, esperaremos a saber si se llevan al muerto o no..no creo que sean más de tres. No debe sobrevivir ninguno..no deben dar la alarma. Saldremos a sangre y fuego. Luego será un sálvese quien pueda.
Tan pronto digo esas palabras...me giro hacia Narkan. Viejo! Harás tú los honores?
Sonrio y me dirijo hacia la puerta.
EEEEEH! Matasanos! Guardia!..uno de aquí está medio muerto, Joder! Cabrones! No nos dejeis morir como animales
Si viene el galeno..y dependiendo de como venga de acompañado, haremos una cosa u otra. Si viene y se llevan al muerto, entonces atacaremos -supongo. Si un guardia viene y no le da importancia a la cosa..entonces le gritaré..
Idiota! Un buen gladiador vale más de lo que ganas tú en un año. A tu jefe no le hará gracia perder tanto dinero...

Si no nos abren de ninguna manera..entonces estudiaremos la puerta. Quizás podamos forzarla, de algún modo..aunque dudo que sea en silencio.
Avatar de Usuario
Belakor
Mensajes: 404
Registrado: 08 Jul 2007, 13:28
Ubicación: Huelva

Re: La mordedura de serpiente del pasado

Mensaje por Belakor »

Gotrek Stelios

No vencí. Aquello terminó antes de que pudiera matar al hombre pelirrojo, aquel hombre que era de mi misma raza y nada me había hecho. En el fondo me alegré. No era un asesino, no lo era, yo era un guerrero, un capitán. No me apenaba que me hubieran interrumpido el combate, aquel no era un buen combate, no para aquella apestosa gente.

Miré a mi alrededor y vi que se llevaron a la sacerdotisa. Ghal se iba a perturbar más de lo que estaba, debía encargarme de ayudarle. ¿Por qué? No lo sabía, por lealtad supuse, porque era lo correcto. Mata por algo que esté bien, me dije a mi mismo, mata por honor.

Mi enemigo me palmeó y me sonrió. Ghal me había hablado pero no le había contestado pero a aquel hombre si le hablé, le pregunté.

Soy Gotrek Stelios, como te llamas? Que fuistes antes de ser esclavo?

Y luego añadiría, aunque pareciera más débil

Me alegro de no haberte matado.

Y luego otra vez en prisión. Ghal habló, lo siguió Whosoran. Asentí.

Si morimos, lo haremos como gente libre. Si matamos, lo haremos porque queremos, no porque nos obligan. Aquellos que vayan en la retaguardia id buscando escudos o algo que sirva, tarde o temprano nos enfrentaremos a sus arqueros

Luego me acerqué a Ghal, lo miré fijamente.

Rescataremos a Ifigenia. Aunque tengamos que quemar todo esto, la rescataremos.

No iba a permitir un fracaso, no podía.
Avatar de Usuario
Lord Arzzun
Mensajes: 982
Registrado: 01 Jul 2007, 22:58
Ubicación: valencia

Re: La mordedura de serpiente del pasado

Mensaje por Lord Arzzun »

Whosoran

Escuché la intervención del tal Gotrek. A mi pesar, las oscuras palabras del estigio me habían influenciado..quizás animándome demasiado, sacando de mi interior la rabia, las ganas de venganza. Medité unos instantes..
Esperad! Quizás haya algo que pueda hacerse todavía. Siempre tendremos tiempo de intentarlo. Pero intentar hacerlo cuando nos vayan a llevar a la arena, es el peor momento posible. Lo de Ifigenia es complicado. Esa chica está en otro nivel..seguramente esté mejor que nosotros ahora.
Tras ésto..vario ligeramente mi táctica y llamo a algún guardia..en voz alta, una y otra vez.
Cuando venga, con cara de pocos amigos -imagino- le sonreiré.
Oye, desgraciado. Necesito hablar con tu jefe.. Tengo un negocio que proponerle.
Como lo más probable es que me ignore o me insulte..entonces seguiré llamándole..a él y al galeno, alternativamente, como ya dije antes..insulto tras insulto dirigidos al guardia de turno, incesantemente..y petición tras petición de que el galeno venga a por el muerto.
Al final vendrán a clavarme una lanza o a pegarme..o a por el muerto. Me alejaré de la puerta para que no me alanceen.. obligándolos a entrar si quieren pegarme. Entonces intentaremos atacar.

Una vez en combate, si conseguimos salir de la celda..lucharé sólo mientras sigamos avanzando, mientras no den la alarma. Una vez den la alarma, intentaré escabullirme, entrando en el interior del edificio, llegando incluso a ocultarme en las letrinas..o en el cubil de algún animal..cualquier lugar que me permita pasar el resto del dia hasta la noche.
Intentaré no llamar la atención sobre mí. Si no encuentro lugar por donde salir o escondrijo alguno..reticente a luchar hasta la muerte e incrédulo respecto a las verdaderas posibilidades de salir luchando de la celda, volvería incluso a la cueva donde estamos prisioneros..cerrando la puerta y sentándome en un rincón..como si ni siquiera hubiese intentado escapar.
Eso sí..si veo que hay verdaderas posibilidades de escapar: Pocos guardias cogidos por sorpresa, una salida fulgurante a las calles de la ciudad, caballos y una senda hacia un espeso bosque -por ejemplo- incluso Whorosan intentaría escapar con el grupo.
Avatar de Usuario
guli
Mensajes: 2351
Registrado: 29 Abr 2007, 19:02
Ubicación: en el limbo. ¡Alalalai!
Contactar:

Re: La mordedura de serpiente del pasado

Mensaje por guli »

14



Estaban decididos, enardecidos, sus corazones supuraban pus y sus bocas veneno en forma de odio. Venganza. Ira, cólera. Sobre todo Ghal, que veía como lo único que le mantenía cuerdo, lo único que le abría una esperanza en este aciago y repugnante mundo se lo quitaban igual que si desgarrasen su alma de su cuerpo. Gotrek le acompañaría, por supuesto, hasta la misma muerte. El Pelirrojo, de nombre Volvek, lanzó una carcajada, por él, adelante; antes y ahora, siempre, guerrero. Guiñó un ojo a Gotrek: ?¿matarme tú? Jajaja. Tienes sentido del humor, amigo?.

Whosoran actuaría también, pero parecía que era el único que mantenía la cabeza más fría y que quería que se quedara en su sitio, sobre los hombros. Se adelantó a los movimientos, como un jugador de aquel juego llamado ajedrez y preparó una alternativa si las cosas se torcían; ante todo salvar el pellejo. La gran mujer estuvo de acuerdo, sacudió los barrotes, miró ceñuda a Ghal por sus palabras ofensivas hacia las mujeres, sin embargo lo dejó pasar, volcaría su rabia en los guardias. El gigantón del norte asintió a las palabras de Ghal, la mujer de ojos de lobo no entendía el idioma, alguien le hizo entender lo que se proponían. Ella no se decidía. A uno de los hombres altos le pareció bien. Thel seguiría al turanio, sin duda alguna. Los otros dudaban. Narkan, sentado con las rodillas en alto, insensible a las amenazas de Ghal contestó a Whosoran:

- Tiempo atrás, quince años, hubo un motín. Matamos a muchos, acabamos derrotados. Luego ejecutaron a algunos, enviaron a otros a las minas y unos pocos nos dejaron con vida, dábamos espectáculo. Para siempre esclavos sin posibilidad de comprar nuestra libertad. Miraros, llevamos todavía las cadenas, varios están heridos y fatigados. El fracaso está anticipado, ni siquiera ese odio os ayudará a conseguirlo. Tú ? señaló a Ghal -, me recuerdas a mí cuando era joven, no te daré, a ninguno, sermones ni consejo, solo que no cometáis este error. Tú ? miró al turanio -, fíjate en el tobillo, ¿ aguantará? No participaré. Habrá momentos mejores para intentarlo.

La gigante casi se le echa encima:

- ¡Viejo cobarde! Te voy a arrancar la cabeza!

- inténtalo, mujer ? respondió Narkam sin moverse -.

Thel contuvo a su amante provisional y la empujó atrás. Los dos compañeros del viejo le secundaban. La chica medio rubia y pelirroja también se unió a él. El tipo de tez morena se decantó al final por la rebelión. El otro alto no sabía qué hacer. Whosoran comenzó a gritar, a llamar a los guardias, al médico. Tal y como preveía, pasaron de él, le insultaron, le maldijeron. No entraban a por el muerto, uno de los guardias respondió que una noche con un cadáver no hace daño a nadie, y se echó a reír. Pero el estrangulador no paraba de dar la lata. Abajo había cinco guardias armados hasta los dientes, y llegó el jefe de ellos:

- Escucha, hijo de puta, sigue así y te daremos una buena paliza. Te quedarás sin dientes ni lengua, y eso no impedirá que puedas luchar en la Arena. No quiero oírte más, perro.


OFF

Mientras llegan los guardias, podéis seguir puliendo el plan, discutir con el resto, decidir si seguís adelante o no. Yo daré respuestas en anexos. Tengo en cuenta las ideas que cada uno ha dado para la fuga, solo que estas se adelantaban bastante a los acontecimientos. ;)


<<<<<<<
Avatar de Usuario
ragman711
Mensajes: 1274
Registrado: 01 Jul 2007, 16:49
Ubicación: In the well of my mind, too deep...
Contactar:

Re: La mordedura de serpiente del pasado

Mensaje por ragman711 »

Ghal-tir

-¿Es así como actuas Whosoran?-Dijo mirando a aquel hombre.-Quieres escapar. Simplemente escapar. Te hacen matar como a un perro y solo piensas en huir, no en hacérselo pagar. Puede que solo seas un perro. Pero yo me quedaré y lucharé. Y cuando camine por sus cuerpos fríos y destrozados iré a la fortaleza donde empezó todo esto y la echaré abajo, de una manera o de otra. Creía que estabamos juntos en eso. Creía que eras un hombre, pero por lo visto te he confudido con la fulana de los miércoles de ese negro que va contigo. Je, je, je.-Aunque no había humor en su risa. ¿Qué demonios le pasaba a aquel guerrero? Guerrero, pensaba. ¡Guerrero! No un chacal que huye. No de allí. No después de todo lo que había pasado. No después de que se habían llevado a Ifigenia.
Gotrek habló como un autentico capitán. Y además, como un amigo. La clase de persona con la que se puede contar para iniciar una guerra. Por desquiciada que sea. No dijo nada. No era esa clase de persona. Pero lo sintió. Una deuda. Una deuda que no tendría que pagar. Lo sintió como había sentido el amor por la sacerdotisa. Sintió que era su amigo. Puede que muriese como un hombre y no como una bestia o demonio después de todo.
Entre el resto de luchadores los ánimos estaban divididos. Escuchó como el viejo hablaba. De haber tenido una espada le hubiera retado a un combate a muerte, como debe ser, y le hubiera destrozado su sucio corazón allí mismo. Solo tenía su lengua. Así que se puso en pie mientras su corazón ardía.
-No somos iguales, vieja serpiente. ¿Crees que me conoces? No sabes nada de mí, viejo.-Le mostró sus manos, sucias, llenas de sangre invisible que solo él podía ver.-Estas son las manos de un guerrero de Estigia. He matado hombres, he matado mujeres y he matado demonios cuya piel era carne y roca a la vez. He pasado por páramos malditos y acabado con más bastardos de los que puede contar una vieja gloria como tú. Soy un guerrero, pero no soy como tú. Porque tú ya te has rendido. Eres su perrito, su fulana privada. Hacen contigo lo que quieren. No te han matado...pero han apagado tu espíritu como una vela.-Hizo el gesto con desprecio.-¿De que te sirve seguir vivo, viejo, si no puedes luchar por aquello en lo que crees? Dices que no vas a darnos consejos. Yo te daré uno. Haz algo. Porque esta vida que llevas no es vida. En realidad, ya estás muerto. Llevas muerto quince años. Por eso no somos iguales. Yo hubiera muerto en aquel motín. Muerto como un hombre libre...matando a cuantos chacales pudiese. Tú has elegido la opción de los cobardes.-Sonrió con desagrado.
Ignoró el arrebato de la mujer salvaje. Hizo un comentario mientras el negro la sujetaba.
-¿No sabe hacer nada más que gritar?-Negó con la cabeza. El viejo había dicho solo una cosa que le interesase. Miró a Woshoran fijamente.-¿Vas a iniciar una revuelta, cojo? Tsk. Será mejor que llames a ese médico, pero de verdad. Y que te ayude con eso o serás el primero al que dejaremos atrás. Podemos esperar hasta que estés mejor...hasta que todos estén mejor. Pero será antes de luchar otra vez.-Se volvió a sentar, se cruzó de brazos. No sabía si ella podía esperar. Era fuerte, muy fuerte, pero a la vez tan frágil. ¿Dónde estaba ella ahora?-Será mejor que aquellos que no estén de nuestro lado se lo piensen bien esta noche. Y os diré otra cosa...no vamos a morir. Tarde o temprano tiene que llegar el momento en el que se le pueda devolver el golpe al mundo...
"Solo el fénix sobrevive al caos"
"Nunca abandones"
"Carpe diem."
Avatar de Usuario
guli
Mensajes: 2351
Registrado: 29 Abr 2007, 19:02
Ubicación: en el limbo. ¡Alalalai!
Contactar:

Re: La mordedura de serpiente del pasado

Mensaje por guli »

Anexo

Los dos hombres que secundaban al viejo se fueron hacia Ghal. Narkan les contuvo con palabras de mando y él mismo se puso en pie. Si los ojos del estigio eran dos brasas los de Narkan mostraban su reflejo:

- No me durarías un asalto, muchacho. Ni, seguramente, a esos gladiadores de allá fuera. Esto es Belverus, donde se encuentra el mayor circo del mundo conocido. Donde las almas valen tanto como tu habilidad con la espada.

Se acercó un poco.

- No eres el único que ha luchado con demonios. No me jacto de mis pasos, pero te diré que hay muchas tierras de maravillas y de terrores en esta tierra inmensa. Amenazas y se te va la fuerza por la boca. No sabes nada y hablas y hablas. Idiota. Yo escapé de aquí dos veces, la última hace catorce años. Te hablé del motín, no de cómo gané la libertad. Llevan tras de mí una docena de años, y de nuevo vuelvo a este redil. No me quedaré demasiado, pero tampoco pienso morir en una loca fuga. ¿ Perrito, fulana privada, mi espíritu apagado? Idiota y divertido a la vez.

Se giró hacia todos:

- Bomlar no es estúpido. Ha leido en vuestras miradas y sabe que será un esfuerzo ímprobo el conseguir gladiadores de varios de vosotros. Sois carne de cañón, alguno llegará a lucir su propia espada tras muchas muertes en la Arena. A otros os enviará a las minas, el resto morirá. Tú, estigio, sube y encontrarás la muerte, seguro. Arriba os esperan. Ahora o más adelante. Cambia de actitud, aguarda el momento. No esperan el golpe de los más sumisos entre vosotros, por ello vigilarán a los más revoltosos. Los otros son los que tienen que actuar llegado el momento adecuado. Intentadlo ahora y morid. ¿ Es eso lo que deseas, guerrero de Estigia? ¿ Terminar una gloriosa carrera de muertes y asesinatos en esta leprosa celda? Adelante. Ve.

OFF

Bomlar es el tipo barbudo, el jefe esclavista.


<<<<<<<
Avatar de Usuario
ragman711
Mensajes: 1274
Registrado: 01 Jul 2007, 16:49
Ubicación: In the well of my mind, too deep...
Contactar:

Re: La mordedura de serpiente del pasado

Mensaje por ragman711 »

Ghal-tir

-Uuhhh, que miedo.-Exclamó divertido tras ver como Narkam detenía a sus dos chacales. El viejo se acercó. Parloteó bastante. Allí era una leyenda, en la arena. Muchos lo admiraban. Para él no era más que una rata que saltaba cuando veía un pedazo de queso lanzado por sus amos. Le dejó que hablase. Estaba rompiendo la moral de los hombres y mujeres que apoyaban el plan de la fuga. No le gustó. Era como si estuviese de parte de sus enemigos. No se quedó callado. Aquel viejo le había llamado idiota. Y había dicho algo peor. Le había dicho que amenazaba cuando en realidad lo que hacía era rebelar el futuro. Pronto vería que sus palabras eran reforzadas con hechos. Pronto vería su muerte. Un asalto, había dicho. ¡Un asalto! Iba a durar más que eso. Iba a durar mucho más.
-El idiota eres tú. Te pillaron otra vez. Pero cuando yo me vaya de aquí quemaré este lugar, le prenderé fuego y solo dejaré tras mis pasos cenizas y a mis enemigos convertidos en negro hollín. Nadie me perseguirá, salvo sus fantamos. Y esos son solo aire y recuerdos. Los mataré a todos, viejo. Ese fue tu error.-En ese momento se detuvo y se quedó rígido. En ese momento le hubiese gustado tener alguien al lado, comprensivo, que le hiciese ver que sus palabras solo le llevarían hacia un odio más denigrante y sucio, hacia un odio que lo destruiría. Necesitaba a alguien. No estaba allí. Solo el leal Gotrek y un tipo al que llamaban el estrangulador. Los dioses querían que quemase esa ciudad. No había otra expliación. Él no se salvaría. Cada vez estaba más perdido. Pero se llevaría a muchos con él.
-Esperaremos hasta que Whosoran pueda caminar sin parecer un barco que zozobra.-Se quedó más tranquilo.-Si durante ese tiempo volvemos a subir a la arena, viejo...te mataré.-Así de sencillo. Ninguna palabra más, ni una provocación, solo una certeza. No una deseo o una idea, un hecho. Narkam no lo sabía, pero de una u otra manera, ya estaba muerto.
"Solo el fénix sobrevive al caos"
"Nunca abandones"
"Carpe diem."
Responder

Volver a “Hyboria. Crónicas Mercenarias. [Sistema Propio]”