Oro Rojo

En una época violenta, sólo se puede sobrevivir si tu espada carece de
escrúpulos y no te importa el color de la sangre que derramas; siempre
es roja. Emociones, aventuras, acción y brujería en cada instante de
vuestras vidas.

Director: Guli.
Jugadores: Iasbel, Ragman, Capiosca, Lordarzzun, Drakkon, Thorontil, Soyla, Raelana y Belakor
Jugadores Reserva: No se admiten.
Plazas libres: Si
Periodicidad de los turnos: 1-2 semanales.

Moderador: guli

Soulfaein
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Re: Oro Rojo

Mensaje por Soulfaein »

Khiso

Su adversario lanzaba puntadas una y otra vez contra Khiso, si bien, ni el lugar era el más indicado para luchar con un arma tan grande ni el oriental era un adversario cualquiera... Tras esquivar habilidosamente las acometidas del guardia, logró desviar la punta de la lanza hacia abajo, consiguiendo que rasgara la mesa de madera, y retardase la recogida de la misma...

Sin dar tregua, Khiso salto acrobáticamente por encima del guardia, aterrizando a su espalda y con la espada manchada en sangre... una sola estocada, rápida y certera, aprovechando el impulso del giro en el aire cerceno el cuello del pobre guardia, que soltaba su arma antes incluso de que el oriental apoyase sus pies en el suelo del local...

Con la vista, buscó a Yagarai, al localizarle, grito su nombre mientras se dirigía corriendo a las amplias ventanas, buscando una salida y esperando que su compañero le siguiera...
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Rakghon
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Re: Oro Rojo

Mensaje por Rakghon »

Yagatai

En combate las cosas suceden muy deprisa, no hay tiempo para pensar solo se actua y eso es lo que distingue al vencedor del vencido. Yagatai tenía la habilidad de actuar en combate de manera que parecía ser guiado por un ser ajeno a él, luchar no se distinguía demasiado a un a danza sangrienta en la cual al final de la canción solo uno quedaba con vida. Pero a veces la música se interpreta demasiado deprisa y es difícil seguirla. Yagatai se encontraba atrapado, con la espalda apoyada en una columna de madera y una espada a escasamente un metro de la que solo podría intentar defenderse con su daga. En algunas ocasiones la música no se debe bailar en distancias cortas. Con un rápido movimiento de su mano la daga salió despedida e impactó en el torso del soldado que se acercaba.

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Yagatai ahora desarmado no perdió el tiempo y arrancó el hacha que le había hundido en el pecho a un enemigo para poder hacer frente a cualquier otro guardia que le amenazase. Elentor gritó entonces unas palabras con las que era imposible no estar de acuerdo.

- ¡Hay que largarse ya!

Aprovechó la confusión del momento para alcanzar al guardia al cual había clavado la daga y abrirle la cabeza con un golpe de hacha asegurándose así que no opondría resistencia (1). Desclavó la hoja de su preciada daga liberando un chorro de sangre que manchó su rostro y corrió en dirección a la ventana que sus camarada Khiso le mostraba. Dando un salto y encogiendo el cuerpo para poder pasar por la abertura, rompió una de las hojas de la ventana hecha de madera y cañas cayendo al exterior rodando por el suelo con un arma en cada mano. Miró en rededor por si más guardias esperaban fuera y asegurando la zona esperó la salida de los aliados que aun quedaban dentro.

Cuando Vlaka se le unió, Yagatai no pudo morderse la lengua y dijo al tiempo que limpiaba la sangre de su rosto con un trapo que luego tiró en un rincón de la calle.

- Tienes una manera muy ?sutil? de asegurarte nuestra participación.

Sus palabras denotaban un fuerte sarcasmo.

Los guardias no tardarían en llegar a donde estaban pero Yagatai sabiendo que un hyrkanio y un khitano serían fácilmente reconocibles en la ciudad esperó que fuese Vlaka el que tomase la iniciativa.

***** OFF *****

(1) Eso sí sigue vivo es un segundo ataque. Se me olvidó decirlo.
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guli
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Re: Oro Rojo

Mensaje por guli »

10



Tras una corta lucha, los mercenarios despacharon a más de la mitad de los guardias, saltaron a través de la ventana, mientras Nio y Anska lo hacían por la puerta principal. Yagatai tuvo tiempo de ver como la amazona ensartaba a un último soldado, atravesándolo de parte a parte en el pecho. Los ojos de Anska centelleaban, y casi le pareció ver en ellos danzar una lujuria obscena a la vez que subyugante.

Corrieron, nuevamente, con alas en sus botas. Los seis se perdieron por las callejas ya menos oscuras y más concurridas, hasta detenerse en el puente de las Tres Glotonas, surcado por mustias barcazas río arriba o en sentido contrario hacia la desembocadura, transportando mercaderías.

Vlaka se enjugó el sudor con la manga sucia de su túnica, sacó de alguna parte de sus bolsillos una botella pequeña y cuadrada, y echó un trago. Sus hombros se encogieron:

-Bebe, amigo. No tengo ni puta idea de quien eres. Ni qué pintas tú aquí o el oriental ese.

Elentor recobró el aliento, intervino y señaló con un dedo a Vlaka:

- Por tu culpa, perro. He perdido esta oportunidad. ¡Aseguraste que no tenias problemas en Messantia, que no te conocían!

El otro no dejó de sonreír.

-Era un asunto viejo, tan viejo como el mar, Elentor. Supuse que olvidado. Alguien debió reconocerme. No te hagas el tonto, ya conoces el pelaje de cada uno de nosotros.

- He cometido muchas fechorías pero aquí no sabían de mí. Debería atravesarte de lado a lado! Y a ti, Anska.

- ¿Y desde cuando sargentos rechonchos y torpes con sus mil soldaditos te dan miedo Elentor? Hablas igual que una virgen y te meas en los pantalones como un amanerado noble. ¿Y tú eras el que me desea tener en su cama?

- Al infierno con vosotros, ¡por las barbas de Erlik! Vamos, Nio.

Pero Nio dudaba; no quería dejar a Anska a la que consideraba su amiga y le había tomado cariño. Elentor entonces le trató de idiota y de poco seso si pensaba que Anska se abriría de piernas para él. Como un resorte, Anska descargó su puño sobre el rostro de Elentor; un toque de orgullo quizá, respuesta de su dignidad o la de Nio.

Elentor no esperaba la reacción Anska, a pesar de llevar un tiempo con ella en su grupo, la mujer seguía siendo una caja de sorpresas. Además, el comentario que hizo fue ofensivo, lo dijese despechado, cabreado o sin pensar, aunque esto último era dudoso pues Elentor era demasiado calculador para dejar algo al azar. Lo que no pudo predecir fue las mentiras de Vlaka y la compañía que arrastraba consigo. Se sintió un imbécil por confiar en él.

Sentado en el suelo, masajeándose la barbilla, el mercenario miró a su indómita compañera de arriba abajo con cierta perplejidad para luego echarse a reír. Se puso en pie, se limpió la sangre de los labios con la manga:

- Desde luego tú me das más miedo que esos gordos sargentos y patizambos soldados. Posees la pegada de un maldito luchador.

Se puso en pie, atrajo hacia sí por la cintura a Anska y la besó con intensidad. Ella respondió con la misma ferocidad, mordiendo los labios de Elentor, aunque, quizá para sorpresa de Yagatai y Khiso, ella miraba, casi con una sonrisa burlona en sus ojos, a los del hyrkanio. Se soltó de Elentor y lo empujó.

- Aparta, cerdo, hijo de una cabra.

Elentor se echó a reír y luego esgrimió aquella mirada astuta y risueña que engatusaba a la gente:

- Bien, pandilla de idiotas, qué hacemos? No podemos quedarnos aquí de pie para siempre.

La situación no era nada buena: Vlaka buscado por asuntos de importancia, y ahora todos ellos en el mismo saco. No parecía sensato permanecer en la ciudad, o tal vez podrían ocultarse. Les quedaba como recurso robar caballos y abandonar la capital, quizá tomar una de las barcas y largarse de allí, o dirigirse al puerto en busca de un barco que con fortuna partiese pronto de Messantia.

- Quedarse en la ciudad no es buena cosa. Para dentro de un rato las patrullas recorrerán las calles tras nuestros pasos. Sería recomendable salir de la ciudad y cuanto antes mejor?Las puertas serán lo primero que controlen, por lo que lo mejor es salir tal vez por el río en alguna de las barcazas ?comentó Vlaka.

-¿Y si robamos unos caballos? ?Preguntó Nio, una sonrisa bobalicona caída en su boca.

-Tú tienes tu plan, eres quien mejor conoce la ciudad, Elentor ?añadió Anska.

-¿Qué plan? ¿Qué demonios de plan? Todo se ha ido al traste. Tendremos que buscar otra cosa. ¿Un barco tal vez?

- Debería ser un barco que zarpe ya, y no van a coger a seis personas más así por la cara ?respondió Vlaka. Anska hizo un mohín de disgusto.

-Bah, no me gusta el mar ?se fijó en vosotros-.¿Y estos dos? Han demostrado que saben manejar el acero. No se han cagado ahí en la taberna, han actuado con celeridad y valor. ¿Qué, entonces, perros? Juntos tenemos más posibilidades de salir de esta. ?Anska sonreía amistosa a los dos aventureros, y los dos pudieron ver y sentir la sensualidad sanguinaria de esa mujer.




OFF

Bien. Todo esto ha sido un prólogo, para ver hacia donde os llevaban vuestras acciones y decisiones. En mis partidas, al principio no parece haber un objetivo claro, las cosas suceden, los acontecimientos se aceleran y puede pasar de todo. Os habéis visto involucrados en las historias de estos tipos y ahora comienza la aventura propiamente dicha. Os he dejado narrar la lucha de la taberna, difícilmente hubieseis resultado heridos en ella. Eso sí, os pido que no narréis todo como si lo dierais por hecho.

En el puente debéis decidir vuestra fuga. Vosotros veréis.

Saludos!
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Rakghon
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Re: Oro Rojo

Mensaje por Rakghon »

Yagatai

Corrieron aparentemente sin rumbo para despistar a la guarnición que les pisaba los talones. Vlaka se detuvo cuando se sintió seguro de que habían dejado atrás a sus perseguidores en las intrincadas calles de Messantia mezclándose con el abarrotado gentío. Se encontraban los seis sobre un puente de madera bajo el que cruzaban precarias embarcaciones atestadas de mercancías. La ciudad era un vergel económico, no era de extrañar que fuese punto de reunión no solo de comerciantes, también de truhánes que siempre se encontraban cerca de las bolsas de oro de estos. Yagatai sin embargo detestaba las grandes ciudades, ahora estaba Messantia donde se sentía atrapado inesperadamente y con mayor razón dadas las circunstancias. Mientras pensaba en todo lo ocurrido, tuvo el tiempo justo para recuperar el aliento y calmar su desbocado corazón, se sentía cansado, la edad no perdona y los años pesan.

-Bebe, amigo. No tengo ni puta idea de quien eres. Ni qué pintas tú aquí o el oriental ese. - Dijo despreocupadamente Vlaka.

Yagatai rió sin ganas ante la situación tan extraña en la que se encontraba. Desde su llegada a Messantia todo ocurría muy deprisa, casi ni podía seguir el ritmo que los acontecimientos que sucedían a su alrededor. Sin decir nada tomó la botella que Vlaka le ofrecía y dio un trago para calmar su sed y el pulso, luego le tendió el licor a Khiso y se apoyó en la tosca baranda del puente para ser testigo de la escena que se produjo inmediatamente después.

Elentor parecía contrariado y muy enojado con Vlaka por todo lo sucedido. Al parecer el ladino Vlaka había destrozado las espectativas de riqueza de Elentor. Como solía pasar desde los escasos minutos que los conocía, Anska salió al quite de Vlaka y le reprochó a Elentor sus lloriqueos. Tras un momento de tensión todo se calmó con un beso entre Elentor y Anska que confundió a Yagatai por la mirada velada que la mujer le dirigió. Aquel era un grupo muy extraño y Yagatai había formado equipo otras veces con gente extraña pero estos se llevaban la palma.

Yagatai estaba deacuerdo con todos en que Messantia ya no era un lugar seguro para ellos y debían escapar. Pero el problema que se planteaba era lograr salir de allí sin llevar pegados a las espaldas a toda la guardia de la ciudad. Vlaka opinaba que una huida por mar era lo más seguro y posiblemente no le faltaba razón, pero los barcos tardaban varios días en prepararse para un viaje y no acepaban pasajeros de última hora. Ir como polizón y siendo seis era un riesgo tanto o más grande que jugársela con una guarnición.

- Debería ser un barco que zarpe ya, y no van a coger a seis personas más así por la cara ?respondió Vlaka. Anska hizo un mohín de disgusto.

-Bah, no me gusta el mar. ¿Y estos dos? Han demostrado que saben manejar el acero. No se han cagado ahí en la taberna, han actuado con celeridad y valor. ¿Qué, entonces, perros? Juntos tenemos más posibilidades de salir de esta. ? Dijo cordialmente.

Yagatai no contestó inmediatamente, dejó vagar su mirada por las aguas que corrían plácidas hacia la desembocadura. Se le ocurrían pero todas parecían acabar con su captura.

- La idea del barco es la más segura pero nos llevaría demasiado tiempo.Un día más aquí puede suponer la diferencia entre salir impunes o que nos cuelguen boca-abajo de las murallas. Esta ciudad está repleta de comerciantes que se mueven con sus mercancías por tierra. Yo vine por mar y no conozco los caminos, ni si vigilan los accesos a la ciudad. - En ese momento una barcaza surcó las aguas rio abajo y lo vió claro. - Y si nos hacemos con una de esas embarcaciones. En vez de entrar en alta mar podríamos bordear la costa y desembarcar a una distancia segura de la ciudad. Con un poco de suerte pensarán que aun estamos en las calles.

Dicho lo cual escupió a las aguas desde el puente y se frotó la cicatriz de su ojo izquierdo a la espera de opiniones.
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Soulfaein
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Re: Oro Rojo

Mensaje por Soulfaein »

Khiso

La situación había desbordado al pobre oriental que apenas era capaz de pensar con claridad....

Todavía con el pecho palpitando por el calor de la lucha, Khiso fue testigo de los extraños acontecimientos y las precipitadas decisiones que estaban obligados a tomar

No le gustaban estos individuos, pero le apetecía mucho ser colgado como sugería Yagatai, tratando de mostrar a duras penas algo de tranquilidad y serenidad, asintió a las divagaciones de su compañero, sin saber realmente cual era la mejor opción, desconocía los procedimientos de persecución de las autoridades en estas tierras, pero esperaba que no fuesen tan eficaces como las de su tierra...

-"Si nos buscan, salir del puerto en un barco pequeño va a ser imposible"- dijo con la voz mas cordial que era capaz de transmitir- "Creo que mejor que dirigir un barco nosotros... la mejor opción es ser polizones en alguno que vaya a zarpar inmediatamente y tratar de una vez fuera de la ciudad desembarcar en el primer puerto que podamos, aunque si no hay mucho alboroto en el puerto, quizás la opcion de salir de inmediato en un barco pequeño sea la más eficaz..."
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guli
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Re: Oro Rojo

Mensaje por guli »

11


- Por mí, de acuerdo ?anunció Anska a la propuesta de Yagatai, dirigiéndole de nuevo una mirada descarada, que no pasó desapercibida a nadie- Será fácil robar una de esas barcas. Aunque repito, no me gusta el mar. Remontemos el río Rojo ?rezongó.

Khiso pensó otra cosa, aunque no descartó completamente la idea de su amigo. Asintió con la cabeza.

-¿Y los caballos? ?preguntó otra vez Nio. Ninguno le hizo caso.

- Me parece bien, busquemos esa barcaza, ¿qué dices, Elentor? ?inquirió Vlaka.

- Hagámoslo ya, perros.

Descendieron sin más preámbulos hasta el embarcadero, en busca de una sencilla presa, que no tardaron en encontrar. Elentor echaba miradas de soslayo a la chica, y ella vio en sus ojos el brillo de la rabia contenida. Vlaka también lo vio y lanzó una risotada. Le dio un codazo a Yagatai y le susurró al oído:

- Ten cuidado con nuestra gata. Creo que te buscam y montarla es como hacerlo con una leona. Jajajaja.

- ¿Qué murmuras, bastardo? Aligera, o por los infiernos que te corto las orejas ?medio gritó Anska.

Ya que Khiso y Yagatai se unían al grupo, al menos en la huída, Nio les dio una palmada en la espalda a cada uno que casi tumba a ambos, ofreciéndoles su manaza y su sonrisa boba y amistosa. Khiso creyó que se le desmenuzaban todos los huesos de la mano con el apretón brutal y franco del gigante. Anska se rezagó un poco, discutiendo alguna cosa con Elentor. Vieron un bote de mediano tamaño amarrado al muelle: un hombre de unos cincuenta años y su hijo que debía rondar los veinte descargaban unas cajas con patatas, vegetales, hortalizas. Se aproximaron y a punta de espada, con pocos gestos, pero expeditivos, y menos palabras, los convencieron de que los llevasen a bordo. Temerosos, los dos hombres obedecieron, soltaron cabos e izaron la única vela.

-No me gusta el mar ?insistió una vez más Anska.

Se cruzaban con otras barcazas, botes y diferentes embarcaciones, pero nadie daba importancia a su presencia en la desembocadura del río, con tanto tráfico fluvial. Elentor mencionó de nuevo que se había perdido su negocio y a ver qué hacían ahora. Nio le respondió que algo les saldría en el camino, seguro, siempre había alguien a quien romperle el espinazo. Elentor gruñó, Vlaka bebió, y Anska escupió a las aguas. Padre e hijo no abrían la boca, el uno manejando el timón, y el otro ocupado en las maniobras con la vela y la botavara.

Se alejaban del puerto, bordeando la muralla, sus casonas, dejando atrás el olor fétido del pescado podrido y los gritos de los comerciantes, las putas, y la chiquillería alborotadora de los arrabales. Comenzaron a ver los juncales, y tierras de labor, sustituidas por extensos prados verdes o bosquecillos que se adivinaban más allá de las playas. Bogaban en silencio, o con breves increpaciones a todo el mundo por parte de Anska, lo cual rompía la monotonía del trayecto.

- De verdad que tienes lengua de víbora, zorra ?le dijo Vlaka.

- Y tú la de un viscoso sapo.

Transcurrió la travesía y la mañana sin problemas ni imprevistos, llegó la tarde y refrescó la temperatura. La pareja dueña de la embarcación mantenía su asustado y temeroso mutismo, a parte de responder a las contadas preguntas que les hicieron o para comentar algo del paisaje, ofrecer comida o bebida o, en el caso del chico, no apartar los ojos de las curvas de Anska o de su impresionante delantera.

Arribaron a una cala embutida entre dunas y las ruinas de un caserío destruido y abandonado. El chico anunció que no lejos de allí, tierra adentro, había una aldea, no muy grande, Bosta.

- La conozco ?corroboró Vlaka- Campesinas tetonas y agradecidas.

-Eso es bueno, sí, Vlaka ?respondió riendo Nio.

- Nos interesan más los caballos. Podemos abandonar este cascarón, llegar a ese pueblo y dirigirnos luego al norte de Argos.

- La guardia es perezosa. Lo dejarán correr. Coincido con Elentor ?dijo Vlaka.

- Hemos matado a media docena o más de soldados, incluyendo al oficial. No me parece que nos vayan a olvidar tan pronto ?replicó Anska.

- No tenemos caballos, no ?apuntó, distraído, Nio.

- Deja de repetir lo mismo. Los conseguiremos. Pronto se hará de noche. Tú, cara de conejo, ¿a qué distancia está la aldea? ?Exigió Elentor.

- Algo más de una hora a buen paso ?titubeó el chico.

-¿Entonces, qué? ¿A la aldea o seguimos navegando toda la noche?
No somos los jugadores. Somos el juego
Lo difícil de la idea es tener voluntad de llevarla a cabo http://nacionrolera.org/viewtopic.php?f=55&t=11241
Crónicas- http://www.nacionrolera.org/viewforum.php?f=316
http://mundosparalelos-1.blogspot.com/
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Rakghon
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Re: Oro Rojo

Mensaje por Rakghon »

Yagatai

Finalmente la proposición de Yagatai de tomar una embarcación ligera tuvo el apoyo necesario para decidirse a escapar de Messantia remontando el curso del río ya que a Anska no le agradaba en demasía las profundas aguas saladas. Pese a la necesidad del momento a Yagatai no le hacía gracia volver a subir a un trozo de madera que se balancea en una superficie tan poco rígida como el agua. Junto con Khiso habían pasado semanas embarcados hasta que llegaron a puerto, el sonido de las maderas embreadas crujiendo al embite del mar se le había metido en el sentido de tal forma que si encontraba un momento de silencio total y cerraba los ojos lo seguía oyendo con tal claridad que hasta una gaviota le cagaría encima.

La insistente atención de Anska por el hyrkanio no solo incomodaba a Yagatai. A Elentor se lo llevaban los celos y eso suponía un problema cuando la situación puede tornarse catastrófica al menor cambio.

- Ten cuidado con nuestra gata. Creo que te busca y montarla es como hacerlo con una leona. Jajajaja.

Yagatai le devolvió la sonrisa de una manera un tanto forzada pero sincera y para aligerar la tensión preguntó a modo de broma sin querer conocer la respuesta en realidad. - ¿Lo dices por experiencia?

Poco después, el entrañable tontorrón capaz de aplastarte la cabeza entre sus manos como un tomate maduro, le dió la bienvenida al grupo con una palmada en la espalda que a punto estuvo de dislocarle el hombro. Al sentir la coz del gigante Yagatai se alegró de que Erlik, en su sano juicio, le otorgase a semejante bestia un caracter manso tal y como se lo había dado también a los bueyes.

No tardaron en encontrar la víctima propiciatoria y en pocas horas dejaron la ciudad atrás y con ella el enjambre que los buscaba. Era increíble, pasaría mucho tiempo, si no para siempre, hasta poder volver a ver las calles de la ciudad cuyos altos muros de adobe se perdían a cada milla que el junco recorría ayudado por el viento de poniente. Entonces, acomodado entre un saco de grano y una cesta de mimbre vacía, giró la cabeza mirando hacía la ciudad rojiza al sol de la tarde y silbó de una forma peculiar, un silbido potente y caracteristico, podría distinguirse fácilmente de otro sonido. El resto de la inusual tripulación se lo quedó mirando con cara perpleja, sin embargo no pareció suceder nada en absoluto y Yagatai siguió masticando el trozo de carne seca que el gentil Nio le había ofrecido al ver que en su zurrón solo rodaba un canto de pan duro como el granito.

Khiso estaba muy cerca y en su cara se veía reflejado el aburrimiento de estar fuera de contexto y en constante alerta. El tiempo pasado en la travesía les había servido para entablar cierta camaradería, era lo propio en situaciones de escasez y trabajo cooperativo. En esas semanas había aprendido más de barcos y navegación de lo que habría deseado.

- ¡Eh! ¡Khitano! ¿Sabes por qué no me gusta el mar? - Dijo muy serio Yagatai. En realidad Khiso ya conocía la respuesta a la pregunta pues se trataba de un chiste que Yagatai le contaba cuando las tormentas les hacía vomitar hasta la primera leche materna. - Porque si el hombre estuviera hecho para moverse por el agua tendría aletas y no piernas... Jajajaja. - La risa de ninguno de los dos fue efusiva sino más bien entredientes, pero era una vivencia que compartían y eso calentaba sus espíritus para afrontar lo que quisiera el destino depararles.

La barcaza se desplazaba lenta pero sin pausa y las horas se estiraban demasiado. Anska mataba el tiempo tirándole puyas envenenadas a cualquiera que cruzase la mirada con ella o cuando recordaba algún pasaje de su historia compartida con alguno de sus colegas; Elentor permanecía demasiado callado teniendo en cuenta como se desprendía de palabras hasta llegar a convencer a Khiso y a él para que formaran parte de sus tejemanejes. El recuerdo de su encuentro en la posada y la mirada depredadora que Anska le echaba en ese momento le trajo a la mente la imagen de Brandak, su cuerpo tallado en piedra lisa y sus ardientes caricias. ¿Qué habría sido de ella? No fueron más que dos luces que se cruzaron fugazmente en la noche pero el hyrkano no podía evitar sentirse ligado a ella como a cualquier otra mujer con la que hubiera compartido su lecho, no era la primera vez que nunca más volvía a ver a una amante ocasional, ni la última. Largo fue el atardecer y cerca estaban ya de una población que el joven rehén nombró como Bosta. A Yagatai le pareció ligeramente gracioso el nombre con el habían bautizado al lugar pues en su idioma significaba estiércol y dado que allí dedicaban a labores del campo y podrían hacerse con caballos parecía muy apropiado.

A la pregunta del malhumorado Elentor, el chico contestó que no tardarían más de una hora en llegar a la población. La noche caería en el camino y el río seguía hasta las mismísimas montañas. Yagatai miró las caras de sus barqueros, estaban tan cansados que ya no podían mantener una expresión atemorizada.

- ¿Qué sentido tiene seguir el río? Una vez tengamos una montura podremos ir donde nos plazca. ¡Y que la ira de Erlik caiga sobre mí si no deseo pisar tierra firme de una vez!
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Soulfaein
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Re: Oro Rojo

Mensaje por Soulfaein »

Khiso

El oriental cada vez entendía menos la situación... la mujer que mas parecía una salvaje que una dulce fémina, dedicaba miradas lujuriosas y extrañamente descaradas al hyrkanio mientras discutía airadamente con su "pareja"

El gigantón quiso demostrar su afecto y casi le parte los huesos de la mano...

Por otro lado, el obligar a dos inocentes a sacarlos de la ciudad, no le pareció al oriental nada honorable, el camino de la rectitud debía guiar sus pasos, y mas aún después de lo que le había obligado a iniciar su búsqueda...

A Kisho le gustaba el mar, mirarlo le trasmitia calma y serenidad, algo que necesitaba con urgencia, debía ordenar sus pensamientos y análizar cúal debia ser su proximo paso, antes de que el azar tomase las riendas y le separara aun más de su objetivo...

Seguía inmerso en sus pensamientos cuando le llamaron:

- ¡Eh! ¡Khitano! ¿Sabes por qué no me gusta el mar? - ya sabia la respuesta, así como sabia que su compañero no esperaría a escucharla de su boca- Porque si el hombre estuviera hecho para moverse por el agua tendría aletas y no piernas... Jajajaja.

La broma, lo tranquilizó un poco, si bien apenas pudo esbozar una forzada sonrisa... El hirkanio había sido un buen compañero de viaje, dese que se encontarron en aquel gran barco...

- Pronto se hará de noche. Tú, cara de conejo, ¿a qué distancia está la aldea? ?Exigió Elentor. Khiso no pudo evitar lanzar una mirada de desaprovación al tipejo, que cada vez le gustaba menos...

- Algo más de una hora a buen paso ?titubeó el chico.

-¿Entonces, qué? ¿A la aldea o seguimos navegando toda la noche?


La idea de dejar a esa pobre gente en paz, le pareció la más adecuada, por lo que nuevamente apoyó la decisión de su compañero de abandonar la pequeña embarcación en pos del poblado, para buscar monturas...
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guli
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Re: Oro Rojo

Mensaje por guli »

12


Vlaka esgrimió una sucia y socarrona sonrisa hacia Yagatai.

- Nos ha probado a todos, amigo. Tú y tu compañero seréis los siguientes, no lo dudes. Afila tu espada, jajajajaja.


Siendo que Anska estaba casi desesperada por andar en tierra firme, le faltó tiempo para reafirmar el comentario de Yagatai, con el que estuvo de acuerdo también Khiso. ?Demasiada agua?, señaló Nio. * A Elentor y Vlaka les pareció bien, así que continuarían tierra adentro. Quedaba la cuestión de qué hacer con padre e hijo. Anska se encogió de hombros:

-Les cortamos el cuello.

Elentor negó con la cabeza:

- Si se os va la lengua, estáis muertos.

Acompañó sus palabras de unas monedas a la vez que hizo una seña al gigante de Nio. Este les dio un brutal pasaporte para un sueño largo cuyo despertar traería a los dos barqueros un amargo y aguijoneante dolor de cabeza. Luego, hundieron la barcaza. Anska chasqueó la lengua con fastidio, se giró y se puso en marcha bamboleando su bien marcado trasero.

Por un sendero de piedras flanqueado de álamos tristes y más tarde encajonado entre altos arbustos, antes del completo anochecer llegaron al pueblo. Decir grande era excesivo. Sin embargo, encontraron lo que buscaban, robaron tres caballos, Khiso encontró un carro tirado por dos mulas, rompieron algún brazo, pero sin más apuros ni violencia, salieron a escape de allí. Bien, aparte de la violación que Nio cometió sobre una desafortunada mujer cuya desgracia era poseer unas caderas demasiado anchas y, además, habérselo encontrado de bruces al salir de un granero. Vlaka le pegó una patada en el culo para que aligerase, mientras vigilaba en los portalones del edificio.

La noche los tragó en su huída y la Luna iluminó durante largo trecho su galope. Durmieron un poco, turnándose en el carro para no detenerse un solo momento. A la mañana siguiente, cálida, húmeda, que presagiaba tormenta, suponían que la distancia con los idiotas y aletargados guardias de Messantia sería más que suficiente.


- Son gordos glotones y por la escaramuza de la taberna no van a seguir buscándonos por todo Argos ?Señaló Vlaka, que nuevo insistía en su punto de vista del día anterior.

-Mejor no fiarse; sigamos sin pararnos por ahora ?respondió Elentor.


Atravesaron aldeas y puebluchos a cierta distancia de ellos, a campo a través. Se desencadenó una feroz tormenta cuajada de truenos y relámpagos, una negra cortina de lluvia les acompañó casi toda aquella asquerosa tarde, dificultando la marcha. Por la noche acamparon a cubierto de unos peñascos; quedaba por decidir hacia donde dirigirse, al interior de Argos, o cruzar al otro lado del Río Rojo, camino de Zingara o Aquilonia. Anska durmió en el interior del carro, rechazando a Elentor, y dejando caer sus miradas descaradas hacia Yagatai, y, para sorpresa de Khiso, también a él. Una gata en celo.

Pero no sucedió nada **, demasiado cansados, y, entre centinela y centinela, amaneció de froma abrupta una explosión de luz dorada que desterró la noche lluviosa; avanzaron sin tener claro el destino. A media mañana, descansaron un poco y Anska se alejó de los hombres, internándose entre la maleza para sus necesidades. Pudorosa, se apartó bastante y entonces escuchó el rumor de un arroyo y algunas voces. La aventurera se acercó sigilosa y entre las matas espió la orilla del riachuelo donde acampaba un grupo formado por ocho hombres de armas, otros dos que parecían sirvientes, un par de doncellas agraciadas, siervas o esclavas, que preparaban la comida; un emperifollado y alto noble de espada al cinto, contemplaba el río y charlaba con uno de los hombres armados. Varios caballos y dos carrozas espléndidas adornaban la escena. Los tipos armados con espadas, cuchillos y cuatro de ellos con arco, ofrecían un aspecto rudo, duro, desaliñados algunos, en buena forma física.

Anska informó del descubrimiento. A Elentor se le iluminó el semblante, comentó que era una gran ocasión, un apetitoso bocado. Vlaka opinó igual, mencionando que aparte del oro que pudiesen encontrar podían vender las mujeres en algún mercado de esclavos y también a los hombres que quedasen con vida.

Elentor se masajeó la barbilla: - Al menos son trece, nosotros seis?Debemos ser cautos, rápidos y definitivos en nuestro asalto- Miró a los dos nuevos integrantes de su reducido grupo de bandidos, estrechando las rendijas de sus ojos.


- ¿Estamos de acuerdo, todos, verdad?

-Mi espada ansía sangre ?añadió la salvaje Anska, riendo.




OFF

* Estamos en el mar, no en el río. Tampoco tiene importancia el detalle.

** Claro, eso depende de vosotros.

Bien, le he dado un poco de empuje a la aventura, que con este ritmo se nos ralentiza. Debéis decidir si pensáis realizar lo que propone Elentor. Si es que sí, pues tenéis que desarrollar la estrategia y cómo llevaréis a cabo el asalto entre vosotros. Colocaré anexos de ser necesario. Si decidís lo contrario, pues lo mismo, vuestra postura y decisiones.
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Rakghon
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Re: Oro Rojo

Mensaje por Rakghon »

Yagatai

Por fin dejaron atrás la barcaza y se adentraron en la aldea cercana bajo el abrigo de la noche. Intentaron ser discretos cuando entraron en las cuadras para sustraer varios caballos, no obstante Nio mandó al cuerno toda preocupación en no alertar a los habitantes cuando encontró a una campesina atractiva a sus ojos. Sin saber el por qué del retraso de Nio y Vlaka, el resto tuvo que responder con violencia cuando fueron descubiertos y tuvieron que salir con premura habiendo robado solo tres caballos y un carro enyugado. Las monturas eran más aptas para tirar de un arado que para cabalgar a buen ritmo y la tormenta que se desató solo empeoró las cosas. El polvo del camino se volvió barro y las ruedas del carro se atascaban de vez en cuando obligando a Nio, Yagatai y Elentor a empujarlo, por alguna razón Vlaka pensaba que era demasiado importante para mancharse las manos. Al cabo de varias horas decidieron que sería preferible pasar el temporal a cubierto y continuar a la mañana siguiente.

El alba no tardó en pintar el cielo nublado con una amplia gama de naranjas, los pájaros cantaban a coro pero Yagatai estaba más interesado en quitarse el frío de sus húmedos huesos y evitar los charcos. Durante la noche el hyrkanio estuvo tentado de compartir manta con Anska por el mero hecho de entrar en calor pero eso sería más peligroso que un resfriado. Pronto se pusieron todos en pie y comenzaron a prepararse para tomar un frugal desayuno antes de reanudar la marcha, sin embargo Anska, la cual se había ausentado, apareció con expresión nerviosa. La temperamental mujer les informó de que una caravana acampaba muy cerca de donde estaban y de las oportunidades de riqueza que ofrecía asaltarla. Elentor y Vlaka estaban entusiasmados con la idea, seguramente al imaginar el suculento botín habían pasado por alto el detalle de que les doblaban en número. Nio mantenía la expresión bobalicona de no saber por donde discurrían las cosas. Yagatai miró a Khiso un momento, el khitio debía estar pasándolo muy mal pues su código de honor era mancillado a cada momento desde que se habían asociado con el grupo de truhanes. Para Yagatai era una oportunidad de hacerse con el oro necesario para continuar su camino por lo que su moral era más laxa que la de su compañero en ese sentido, matar no era un impedimento para lograr sus objetivos, sin embargo había algo que no toleraría.

- ¿Estamos de acuerdo, todos, verdad? ? Preguntó Elentor.

- Mi espada ansía sangre. ? La violenta Anska secundó la iniciativa desenfundando su filo.


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Yagatai no dijo nada, se acercó al carro y tomó su equipaje el cual estaba cubierto por una gran piel de oso atada con cuerda. De su interior extrajo una funda de piel curtida en la que guardaba un arco pequeño y extraño para los habitantes de esas tierras, así como un haz de flechas que alineó en unas guías que tenía el carcaj que se colgó a la espalda. Comprobó el arco tensándolo un par de veces y se ajustó el hacha y el puñal en su cintura. Aquellos que se detuvieron a examinar el arma con la mirada comprobaron que estaba compuesto en una parte central de madera, hueso en ambos extremos y un tejido fibroso a lo largo de todo el cuerpo parecido a tendones de animales. Era un arco compuesto hyrkanio.

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- Será mejor hacerlo de lejos. Para qué arriesgarnos, si queda alguno que pueda empuñar un arma estará en desventaja.



***** OFF *****

Yagatai aconseja el camuflaje y la muerte a distancia pero antes la observación. Es necesario identificar quién son los hombres armados, podrían ser guardias. Si se produce el combate, dispara primero a los arqueros. En caso de que intenten huir con un carro dispara al cuello de un caballo para matarlo y que el peso evite al otro poder tirar. No buscará el cuerpo a cuerpo a o ser que le ataquen de esta forma o se quede sin flechas.
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guli
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Re: Oro Rojo

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13



Cuando la refriega terminó, Yagatai limpiaba su espada en las ropas rajadas de uno de los cadáveres de los soldados, y recuperaba sus flechas clavadas en los muertos. Envainó su espada, a la que apenas había usado. Sus mortíferos dardos llevaron una muerte veloz y sorpresiva a los hombres que ni siquiera vieron llegar a la guadaña.

Fue un combate breve. Brutal. Como todos los ataques de gentes de armas. Yagatai comprobó que Elentor y Vlaka se manejaban bien con el acero, ambos curtidos en la sucia esgrima cuajada de trucos traicioneros propia de truhanes, bandidos y asesinos. Anska no les iba a la zaga, solo que ella disfrutaba matando. Se leía en sus feroces ojos donde ardían crueles llamas rojas. Pensó que podría vencer a uno de ellos, pero difícilmente a dos a la vez. En cuanto a Nio, al colosal idiota le bastaba con esgrimir su inmensa mole para tumbar a sus enemigos.

El aire estaba impregnado de un penetrante olor a hierro, y la sangre, tripas y cabezas y cuellos cercenados los rodeaba. Los pobres infelices no tuvieron una oportunidad, a pesar de que alguno de ellos se defendió con valentía y habilidad. Parecían más fieros de lo que resultaron a la postre. Elentor y Vlaka husmeaban en las carrozas, entretanto la salvaje Anska se le acercó llevando en alto, estrujado en su puño izquierdo, un corazón todavía palpitante. La bestialidad innata de la mujer se reflejó en el bocado que propinó al órgano sangrante, mordiendo, masticando y engulléndolo. Luego lo lanzó al río. Una risa fiera traspasó a Yagatai, provocándole más inquietud que los nervios anteriores al asalto.

- Te manejas bien con el arco. Muy bien, ciertamente, tuerto. Me gustas, perro. Y la excitación de la lucha me provoca otro tipo de hambre, ¡¡¡jajajaja!!

Anska vio entonces lo que ocupaba la atención del arquero, que no era la boca de Anska, como a ella le hubiese gustado. Yagatai miraba a dos personas, dos mujeres, arrebujadas la una en la otra, de rodillas junto a los bajos de una de las carrozas; abrazadas, temblorosas igual que gelatinas, sus cuerpos sacudidos por estremecimientos de puro terror: incluso al lado de una de ellas se extendía una mancha de un líquido que no era sangre y que empapaba también sus ropas sucias de barro.

Anska se dirigió hacia ellas, y obligó a levantarse a la de piel blanca atrapando su mandíbula entre sus fuertes dedos y apretando sin piedad alguna. Con un cuchillo rasgó el elegante vestido verde profundo de la muchacha y la dejó prácticamente desnuda, mientras esta, sollozando sin pausa, trataba de ocultar con las manos sus generosos pechos y un pubis muy poblado. La asesina le arrebató un collar de esmeraldas de un tirón y el pendiente que le quedaba a la chica, de otro estirón que le cortó el lóbulo de la oreja izquierda. La chica gritó y lloró todavía más. Lo que le costó una sonora bofetada por parte de Anska.

Bastó un gesto de la guerrera para que la otra mujer, de piel más morena, rasgos más indómitos y cuerpo más menudo que la otra, se desnudase sin mostrar resistencia alguna. No se tapó y dejó al descubierto un bonito cuerpo se sedoso tinte de atardecer. Anska empujó a la otra y la lanzó de bruces contra la tierra. Yagatai se percató del cuerpo de una tercera mujer, cerca de la orilla, con el gaznate abierto de oreja a oreja.

- ¡Eh, Elentor! Dos trofeos. La morena la quiero para mí primero. La compartiré contigo a la vez, Yagatai, si quieres, ¡jajajaja!

Vlaka asomó la nariz tras las cortinas de un carruaje. Saltó a tierra y contempló a las dos chicas.

- Vaya, vaya?Todo un festín. Lástima que alguien se cargase a la otra.



OFF

Vamos a hacer que Khiso, al comienzo del combate, aprovechando la oportunidad, monta en uno de los caballos y se larga. Ya lo pensaba Yagatai, demasiado para el honor y los escrúpulos del oriental.
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Rakghon
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Re: Oro Rojo

Mensaje por Rakghon »

El asalto fue rápido y letal, no esperaban ser asaltados y tardaron unos segundos en darse cuenta de lo que estaba ocurriendo, tiempo suficiente para que los ladrones tomasen la iniciativa atacando selectivamente. La diferencia numérica no fue suficiente ventaja ante la habilidad del grupo para dar muerte. Cuando se inicia un combate a vida o muerte el guerrero hyrkanio abandona todo sentimiento, su ojos no reflejan ni duda ni remoridimiento, siempre a muerte usando cualquier medio. Su mente se pone en blanco y sus manos se tiñen de rojo. Se convierte en lo que una vez fue, un asesino.

Finalizada la conflagración la orilla del río quedó salpicada de cadáveres lacerados sobre charcos de sangre. Esa sangre tiñó las aguas de rojo y uno de los cuerpos fue arrastrado por la corriente. Como hienas, con la sangre de sus adversarios aun caliente manchado su rostro, se avalanzaron sobre el botín tan ansiado. La pérfida Anska canibalizó a un adversario dando muestra de su salvajismo. Sin duda era una guerrera peligrosa más adecuada para estar entre pictos o cinmerios que con gente civilizada. ¿Pero y él? ¿Era a caso distinto a ella? La excitación de la mujer era más que evidente y su descarada declaración hacia Yagatai no paso inadvertida por nadie pero al hyrkanio no le importaban lo más mínimo los deseos de la fiera Anska.

Yagatai no tenía interés acumular riquezas pues atesoraba con más fuerza su libertad que el oro o las joyas. Sin embargo entre los hombres vales tanto como pese tu bolsa y ahora estaba casi vacía. No volvería a ver los tan añorados paisajes de Hyrkania si no podía costearse el viaje, así que buscó objetos de valor y comida. En el saqueo descubrió a dos supervivientes que se acurrucaban bajo un carro temblando y sollozando por el miedo, eran jóvenes y bellas. Una tercera, la afortunada, yacía con la garganta cortada en la orilla. Como si quisiera quedarse con todo lo que había en el campamento, Anska dejó caer todo lo que portaba en sus brazos y desvalijó a una de las doncellas dejando su nubil cuerpo al desnudo.

- ¡Eh, Elentor! Dos trofeos. La morena la quiero para mí primero. La compartiré contigo a la vez, Yagatai, si quieres, ¡jajajaja! - Vlaka le respondió con lujuria en su voz.

- Vaya, vaya?Todo un festín. Lástima que alguien se cargase a la otra.

Nadie pudo prever lo que aconteció entonces. Un trozo de afilado metal hundió el cráneo de la chica de tez pálida que ni supo que la había matado y de un rápido tajo la sangre salió a borbotones del cuello de la otra. En pocos segundos ya no se movía. Con gesto seguro Yagatai arrancó el hacha de cadáver y señaló a los ladrones con él. Ellos no le conocían, no sabía de lo que estaba dispuesto a hacer pero si que pudieron leer en su mirada la determinación de un hombre. Entonces habló por primera vez desde que comenzó la masacre.

- Durante el tiempo que esté con vosotros no haréis esclavos de ninguna clase.

Esas palabras iban más allá del capricho personal, era un principio, un código no escrito parecido al que seguía Khiso.


EDITADO: Para dejarlo acorde con los turnos posteriores.
Última edición por Rakghon el 18 May 2013, 21:18, editado 1 vez en total.
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guli
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Re: Oro Rojo

Mensaje por guli »

Hola

OFF

¿Y dónde leí yo lo de la espada? Je.

Repasé antes de reanudar la parti tanto los turnos anteriores como tu ficha. Y luego metí la pezuña al mencionar la espada.:roll: Gracias por comentarlo. No afecta al resultado final del turno, lo resolví de manera general, y os fue bien. ya he resuelto también el siguiente. Te has cargado el argumento de media partida, jajajajaja. bueno, siempre tengo plan b y c, y por supuesto, me encanta improvisar y que me sorprendan los jugadores :)

Un saludo
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guli
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Re: Oro Rojo

Mensaje por guli »

14



El pasado de Yagatai actuó una vez más, controlando su presente, marcando su futuro. Dirigiendo con celeridad los movimientos de sus brazos y muñecas, sin que nadie pudiera evitarlo (ni el master) .

El filo del hacha quebró el cráneo de la chica en el suelo, abrió una brecha, cortó su cerebro y su vida. El cuchillo en la otra mano, cercenó la garganta de su compañera. El chorro rojo y caliente brotó, obsceno. La morena ya estaba muerta antes de derrumbarse al suelo. Sucedió en un suspiro. Ni siquiera Anska, a pesar de sus reflejos felinos, pudo detener la hoja de Yagatai. Lo empujó a un lado. Tarde.

- ¡¿Qué mierda has hecho, maldito bastardo?! -gritó Vlaka, que saltó, espada en mano, del carruaje.

Elentor detuvo su actividad, lo mismo que Nio. Anska también había desenvainado su acero. Observaba al hyrkanio con una mezcla de sorpresa, desprecio, incomprensión y curiosidad, reflejada en su brillante su mirada. Cuatro pares de ojos furiosos dirigían su ira hacia Yagatai. Pintaban mal las cosas para él.

Elentor se adelantó unos pasos. Miraba los cadáveres de las dos mujeres jóvenes, incrédulo por lo que acababa de ocurrir. Luego al causante de ambas muertes. Mientras, Nio también se acercó, blandiendo su enorme maza, con cara de menos comprensión todavía de lo habitual.

-Pero?¿Te has vuelto loco? ¿Eres imbécil? ¿Sabes lo que nos darían por estas perras en un mercado? ¡Y no solo eso!, ¿te has fijado en el vestido de esa? ?señaló Elentor a la de piel blanca-. En los carruajes, en la escolta. Esa puta seguro que valía un buen rescate. ¡¿Acaso vas por libre?! ¡Hijo de puta, no te ha quedado claro quien está al mando? ¡A parte de tuerto eres descerebrado! ¿Qué no haremos esclavos? Maldito cabrón.

-El idiota lo eres tú, Elentor ?le acusó Vlaka-. Eliges a dos tipos fiándote de tu intuición. Uno se ha largado y este tiene escrúpulos de una sacerdotisa de Mitra. Qué buen ojo, amigo.

-¡Calla la puta boca! ¡Y tú, Anska, qué coño hacías para no parar a este perro hijo de una zorra!

Anska no respondió al jefe de la banda. Sus ojos seguían fijos en Yagatai.

- Escuchemos al Tuerto. ¿Qué explicación das a esto, hyrkanio? ¿No te gusta la esclavitud? Siento deseos de conocer tu respuesta.
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Rakghon
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Re: Oro Rojo

Mensaje por Rakghon »

Yagatai [Anexo]

Vlaka, Elentor, Anska y Nio se volvieron hacia Yagatai con furia en los ojos, como hienas que ven una amenaza contra su manada. Los insultos y amenazas sacaron a la luz sus verdaderos carácteres. Fuera máscaras. La acción del hyrkanio era incomprensible y había supuesto una gran pérdida para las bolsas de los bandidos. Solo la curiosidad había impedido que se avalanzaran sobre él reclamando su vida, hasta era posible que Anska le arrancase el corazón para comérselo. Ella le miraba fijamente, la incognita se reflejaba en sus ojos y habló entonces entre el griterío.

- Escuchemos al Tuerto. ¿Qué explicación das a esto, hyrkanio? ¿No te gusta la esclavitud? Siento deseos de conocer tu respuesta.

Una pregunta incómoda, le avergonzaba la respuesta, quizás era mejor luchar a muerte contra ellos antes de revelar su pasado. Yagatai había enterrado aquellos años en el pasado y sin embargo no lograba escapar de él, el detonante de aquella situación era prueba de ello. Dudó en contestar sinceramente pero era necesario decir algo. Miró al grupo pero su ojo se perdía más allá en el tiempo.

- Todo hombre nace libre, así lo quiere Erlik. El oro, las mujeres, el poder, no son más que polvo bajo mis pies. No tienen valor si la libertad os es arrebatada. No hay mayor vergüenza que convertirse en una posesión.

La moral no calaría en sus corazones henchidos de avaricia. Mientras hablaba revivío cada día de cada año encerrado en una jaula a la intemperie, saliendo de ella únicamente para batirse en duelo a muerte para disfrute de sus captores. Era joven, al principio le aterrorizaba hasta que poco a poco deseaba matar para poder salir de la jaula. Se volvió un asesino, las numerosas cicatrices de su cuerpo lo atestiguaban, pero las únicas muertes con las que disfrutó fueron las de sus captores. El recuerdo le hizo confesarse.

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- Lo sé muy bien.


Una frase escueta que implicaba años de sufrimiento. Su visión volvió al presente, enfocada en sus hasta hace un minuto convenientes aliados. Hizo un gesto con sus muñecas a modo de calentamiento, el puñal en la izquierda y el hacha en la derecha describieron un círculo en el aire. Si querían su vida la tendrían que pagar con sangre. Si las cosas se ponían realmente feas tenía la oportunidad de huir saltando al río y dejar que la corriente lo arrastrara. Pero antes esperaría a ver como se desarrollaban los acontecimientos.

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