Roderick Van Colook
El combate no había sido la espléndida batalla que el "pirata" hubiese imaginado pero tampoco iba tan mal, al fin los soldados iban cayendo uno a uno... ¿A que precio? Jacques estuvo muy cerca de la muerte y esto apenas comenzaba... Se arrastraba huyendo y tropezando con uno de los abatidos enemigos, tuvo que dejar de verlo, casi sintió pena por el arquero, pero justamente en ese momento y por estar distraído por su compasión, el rebelde con el cual combatía le había tomado por sorpresa y cogía la iniciativa, Roderick no tuvo mucha suerte esta ves y se vió golpeado en una de sus piernas. - ¡Argh! Maldito, pagarás por esto... Los ojos que antes se llenaban momentáneamente de piedad volvieron a ser como antes llenos de iria y furia despiadada.
En ese momento el arquero que parecía recuperado muy rapidamente, se levantaba y lentamente se dirigía al enemigo faltante diciendo este déjadmelo a mi y luego de cruzar unas palabras con el rebelde se proponía a propinarle la estocada final... Justo en ese momento Roderick puso la mano sobre el hombro de Jacques diciéndole - Nada de eso camarada, este muere a mis manos- Apartando al semielfo, Roderick se abalanzó sobre el iracundo soldado pensando - ¿Que se cree este arquero? Despues de la batalla quedarse con toda la gloria de abatir al último de ellos, no no no no no-.
El soldado los miraba furioso como una bestia que se siente asediada por sus cazadores, se estaban peleando por acabarle...
Prólogo: "El mago y el Vórtice"
Moderador: Phaustho
Re: Prólogo:
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- zorro-astuto2
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Re: Prólogo:
Danalon
Un solo soldado en pie, 4 de los nuestros con ganas de matarlo...y todos ibamos irremediablemente a por el. Yo no iba a ser menos que los demás, por supuesto, asíque me di la vuelta y con el estoque bien agarrado fui hacia el soldado sin hacer ruido, para golpearle por la espalda mientras se fijaba en los demás
-------------------------
perdon por lo breve del turno, pero algo es algo y no quería retrasarnos más
un saludo!
Un solo soldado en pie, 4 de los nuestros con ganas de matarlo...y todos ibamos irremediablemente a por el. Yo no iba a ser menos que los demás, por supuesto, asíque me di la vuelta y con el estoque bien agarrado fui hacia el soldado sin hacer ruido, para golpearle por la espalda mientras se fijaba en los demás
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perdon por lo breve del turno, pero algo es algo y no quería retrasarnos más
un saludo!
Re: Prólogo:
Turno 7 (final):
Todos se sorprendieron ante lo que sucedió.
El rebelde, agonizante, los miraba viendo su muerte venir. Excepto Nonebel, todos iban prestos a acabar con la vida del último miembro del grupo con el que se habían topado y que los había atacado. Rogky, como de costumbre, buscando dar el golpe de gracia; Danalon intentando algo más sigiloso; Jacques buscando venganza por la ofensa que había sufrido al ser acribillado de forma tan surrealista e inesperada.
Ninguno de los tres se salió con la suya, ya que el bandido no les dio opción ni posibilidad de actuar: justo cuando cuando los tres se acercaban para darle muerte, el desesperado y moribundo rebelde de la Facción sacó de su cinto una pequeña daga que llevaba escondida y, olvidando por completo su porra, la sujetó firmemente con dos manos y se cortó el cuello. Una profunda línea roja y sangrante se dibujó justo en el centro de su garganta, que enseguida empezó a manar sangre a borbotones mientras el cuerpo se desplomaba entre convulsiones involuntarias. Los cuatro aventureros vieron como el hombre, con los ojos en blanco, moría de forma agonizante junto con sus cuatro compañeros.
El fuego se acercaba peligrosamente al callejón, y los cuatro amigos lo sabían. Debían actuar rápido, era su única opción.
Con prisa, se aseguraron de llevar todo encima y salieron del callejón a la calle, una vena principal de la modesta ciudad de los aventureros, Terraria. El panorama era más bien desolador, pues por todas partes se veían columnas de humo negro y llamas, además de que por todos lados se oían explosiones y rugidos de la batalla.
Al final de la calle, a una distancia más que considerable, se distinguía la muralla que daba al exterior de la ciudad. Había que llegar allí como fuese, y rápido.
Todos se sorprendieron ante lo que sucedió.
El rebelde, agonizante, los miraba viendo su muerte venir. Excepto Nonebel, todos iban prestos a acabar con la vida del último miembro del grupo con el que se habían topado y que los había atacado. Rogky, como de costumbre, buscando dar el golpe de gracia; Danalon intentando algo más sigiloso; Jacques buscando venganza por la ofensa que había sufrido al ser acribillado de forma tan surrealista e inesperada.
Ninguno de los tres se salió con la suya, ya que el bandido no les dio opción ni posibilidad de actuar: justo cuando cuando los tres se acercaban para darle muerte, el desesperado y moribundo rebelde de la Facción sacó de su cinto una pequeña daga que llevaba escondida y, olvidando por completo su porra, la sujetó firmemente con dos manos y se cortó el cuello. Una profunda línea roja y sangrante se dibujó justo en el centro de su garganta, que enseguida empezó a manar sangre a borbotones mientras el cuerpo se desplomaba entre convulsiones involuntarias. Los cuatro aventureros vieron como el hombre, con los ojos en blanco, moría de forma agonizante junto con sus cuatro compañeros.
El fuego se acercaba peligrosamente al callejón, y los cuatro amigos lo sabían. Debían actuar rápido, era su única opción.
Con prisa, se aseguraron de llevar todo encima y salieron del callejón a la calle, una vena principal de la modesta ciudad de los aventureros, Terraria. El panorama era más bien desolador, pues por todas partes se veían columnas de humo negro y llamas, además de que por todos lados se oían explosiones y rugidos de la batalla.
Al final de la calle, a una distancia más que considerable, se distinguía la muralla que daba al exterior de la ciudad. Había que llegar allí como fuese, y rápido.
Re: Prólogo:
Roderick Van Colook. Minijuego, turno nº1
- ¡Argh cuanto calor! - decia Roderick mientras cogía todo lo que podía del suelo y los cadaveres rebeldes con una inminente prisa, todo a su alrededor empezaba a verse envuelto en llamas y nubes de humo, ellos debían abandonar ese lugar rapido o quedarían sepultados entre escombros. - Bueno ¿a que esperan? ¡Vamonos de aqui ya!- y rapidamente emprendió carrera sin voltear atrás por sus compañeros.
Justo comenzando su carrera a toda la velocidad que daban sus piernas se abalanzó un rebelde del techado de uno de los edificios - VENGAAAAAAAAAANZAAAAAAAAA! - gritaba en el aire sujetando fuertemente su porra como para asentarle un golpe mortal al "pirata", tal ves un golpe de suerte o puramente astucia del pícaro para en un movimiento increiblemente rapido y de obvios reflejos sujetar al soldado de uno de sus brazos y batirlo fuertemente yd e un trancazo contra una roca, el enemigo quedó abatido con una fuerte contunción en su cabeza. Roderick no tuvo tiempo de inspeccionar si seguía o no con vida, solo quería salir del lugar, pero algo si se había dado cuenta. Era justo como los que habían vencido antes y obviamente estaba desesperado por obtener venganza.
Ese rastrero no tiene la destreza suficiente como para hacerme algo, pobre infeliz... Pensaba el pícaro distraído y a toda carrera cuando se desplomó una viga a su lado y empezaron a caerle escombros de todo tipo encima, como pudo tapo su cara pero no resultó herido y continuó corriendo a tanto como podía.
Roderick volteó a sus espaldas a ver por sus compañeros, en realidad se estaba preocupando por ellos, todo esto era nuevo para él... Siempre había pensado solo en si mismo y ahora estaba velando por la seguridad de los suyos cuando de pronto en vista de su imperiosa distracción fue golpeado nuevamente por cristales de una ventana que se desplomaba a su frente.¡Diablos! debo dejar de distraerme o terminaré enterrado en esta pocilga, vamos Roderick a correr.
Por suerte ninguno de los dos accidentes ni el soldado pudieron hacerle daño o herirlo gravemente, solo unos pequeños raspones... La salida de la ciudad en caos era su única esperanza, sabía que debía llegar lo antes posible y nada lo iba a detener.
- ¡Argh cuanto calor! - decia Roderick mientras cogía todo lo que podía del suelo y los cadaveres rebeldes con una inminente prisa, todo a su alrededor empezaba a verse envuelto en llamas y nubes de humo, ellos debían abandonar ese lugar rapido o quedarían sepultados entre escombros. - Bueno ¿a que esperan? ¡Vamonos de aqui ya!- y rapidamente emprendió carrera sin voltear atrás por sus compañeros.
Justo comenzando su carrera a toda la velocidad que daban sus piernas se abalanzó un rebelde del techado de uno de los edificios - VENGAAAAAAAAAANZAAAAAAAAA! - gritaba en el aire sujetando fuertemente su porra como para asentarle un golpe mortal al "pirata", tal ves un golpe de suerte o puramente astucia del pícaro para en un movimiento increiblemente rapido y de obvios reflejos sujetar al soldado de uno de sus brazos y batirlo fuertemente yd e un trancazo contra una roca, el enemigo quedó abatido con una fuerte contunción en su cabeza. Roderick no tuvo tiempo de inspeccionar si seguía o no con vida, solo quería salir del lugar, pero algo si se había dado cuenta. Era justo como los que habían vencido antes y obviamente estaba desesperado por obtener venganza.
Ese rastrero no tiene la destreza suficiente como para hacerme algo, pobre infeliz... Pensaba el pícaro distraído y a toda carrera cuando se desplomó una viga a su lado y empezaron a caerle escombros de todo tipo encima, como pudo tapo su cara pero no resultó herido y continuó corriendo a tanto como podía.
Roderick volteó a sus espaldas a ver por sus compañeros, en realidad se estaba preocupando por ellos, todo esto era nuevo para él... Siempre había pensado solo en si mismo y ahora estaba velando por la seguridad de los suyos cuando de pronto en vista de su imperiosa distracción fue golpeado nuevamente por cristales de una ventana que se desplomaba a su frente.¡Diablos! debo dejar de distraerme o terminaré enterrado en esta pocilga, vamos Roderick a correr.
Por suerte ninguno de los dos accidentes ni el soldado pudieron hacerle daño o herirlo gravemente, solo unos pequeños raspones... La salida de la ciudad en caos era su única esperanza, sabía que debía llegar lo antes posible y nada lo iba a detener.
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Re: Prólogo:
Jacques Arnaul. Minijuego, turno nº1
-¡Maldito idiota!-dijo Jacques cabreado.el muy idiota se ha suicidado, es la manera más patética de morir, tendría que haber aguantado hasta el final...bueno, ahora lo que importa es que por fin podemos salir de aquí, y espero que salgamos pronto, porque esto parece que se va a venir abajo.
Después de su pequeño discurso, Jacques con las fuerzas renovadas, volvió a coger sus pertenencias y salió junto con sus compañeros del callejón que estaba a 40ºC por el fuego y lleno de humo.
Cuando se puso a mirar a sus compañeros para ver cómo estaban, se fijo en que Roderick ya se había ido sin ellos.
-Espera, debemos ir juntos, es más seguro.-dijo, pero ya era demasiado tarde, Roderick estaba tan lejos que ni siquiera podría oírle.- Está bien chicos, tenemos que salir de aquí cuanto antes, así que, echemos a correr.
Ni siquiera estaba acabando la frase, y ya estaban todos preparados para escapar como si de una competición se tratara, fueron avanzando por las calles, cada uno a su ritmo, unos iban más retrasados que otros, pero Jacques siempre iba atento, preparado para defenderse a sí mismo y a sus compañeros.
Continuaron sin mayor percance. Cuanto más avanzaban con mejor claridad se veía la salida, pero por muy cerca que estuvieran, Jacques no iba a bajar la guardia, giró la vista para ver a su compañero Danalon que iba detrás suya y se fijó en que lo perseguía un enemigo, así que decidió que tenía que deshacerse de él antes de que le hiciera daño a su compañero.
Se puso a correr a tope y se escondió sin que lo viera nadie en un callejón esperando a que pasara Danalon y en cuanto pasó, se asomó y vió que ya llegaba el enemigo e iba muy pegado a la pared del callejón, así que en cuanto pasó, extendió el brazo, le dió en la cabeza y le dejó sin conocimiento.
Se había deshecho del enemigo pero había perdido mucho tiempo.
Volvió a emprender la carrera, bastante agotado después de todo, pero sin perder el ritmo.
De vez en cuando se metía dentro de las casas con la puerta abierta para atajar camino, aunque el panorama dentro de ellas no era muy agradable, estaba todo lleno de inocentes muertos.
En una de las ocasiones en las que entró en una casa, no se fijó, y la casa estaba en llamas, por lo que se vió envuelto en ellas y tuvo que salir de la casa, pero justo cuando iba a salir por la puerta se vino un trozo de techo abajo y a su vez cayó un cadaver de un ciudadano chamuscado, y como un acto reflejo esquivó a este con una voltereta por el suelo, la puerta estaba taponada, por lo que dio unos pasos a trás y salió de un salto por la ventana.
Sus compañeros le llevaban ya mucha ventaja, por lo que tuvo que ponerse a tope de energía, apenas podía verlo de lo lejos que estaban ya, y por si las cosas no le iban ya lo suficientemente mal, se encontró con cinco guardias que le interrumpían el paso, por lo que sin pensarlo dos veces, siguió adelante y decidió enfrentarse a uno de ellos, fue el segundo el desafortunado que se topó con el puño de Jacques, que le golpeó esquivando su espada y sin parar de correr, por suerte, los enemigos con los que se había topado, parecieron ser buenas personas al final, y en lugar de perseguir a Jacques, se quedaron para asistir a su compañero malherido.
Como por arte de magia, fue avanzando camino, y finalmente llegó hasta sus compañeros, que anteriormente le habían sacado mucha ventaja. Jacques suponía que si los había alcanzado, sería porque ellos también habían tenido algún percance, pero no se iba a poner a preguntarles en esa situación, lo que tenía que hacer ahora era correr.
-¡Maldito idiota!-dijo Jacques cabreado.el muy idiota se ha suicidado, es la manera más patética de morir, tendría que haber aguantado hasta el final...bueno, ahora lo que importa es que por fin podemos salir de aquí, y espero que salgamos pronto, porque esto parece que se va a venir abajo.
Después de su pequeño discurso, Jacques con las fuerzas renovadas, volvió a coger sus pertenencias y salió junto con sus compañeros del callejón que estaba a 40ºC por el fuego y lleno de humo.
Cuando se puso a mirar a sus compañeros para ver cómo estaban, se fijo en que Roderick ya se había ido sin ellos.
-Espera, debemos ir juntos, es más seguro.-dijo, pero ya era demasiado tarde, Roderick estaba tan lejos que ni siquiera podría oírle.- Está bien chicos, tenemos que salir de aquí cuanto antes, así que, echemos a correr.
Ni siquiera estaba acabando la frase, y ya estaban todos preparados para escapar como si de una competición se tratara, fueron avanzando por las calles, cada uno a su ritmo, unos iban más retrasados que otros, pero Jacques siempre iba atento, preparado para defenderse a sí mismo y a sus compañeros.
Continuaron sin mayor percance. Cuanto más avanzaban con mejor claridad se veía la salida, pero por muy cerca que estuvieran, Jacques no iba a bajar la guardia, giró la vista para ver a su compañero Danalon que iba detrás suya y se fijó en que lo perseguía un enemigo, así que decidió que tenía que deshacerse de él antes de que le hiciera daño a su compañero.
Se puso a correr a tope y se escondió sin que lo viera nadie en un callejón esperando a que pasara Danalon y en cuanto pasó, se asomó y vió que ya llegaba el enemigo e iba muy pegado a la pared del callejón, así que en cuanto pasó, extendió el brazo, le dió en la cabeza y le dejó sin conocimiento.
Se había deshecho del enemigo pero había perdido mucho tiempo.
Volvió a emprender la carrera, bastante agotado después de todo, pero sin perder el ritmo.
De vez en cuando se metía dentro de las casas con la puerta abierta para atajar camino, aunque el panorama dentro de ellas no era muy agradable, estaba todo lleno de inocentes muertos.
En una de las ocasiones en las que entró en una casa, no se fijó, y la casa estaba en llamas, por lo que se vió envuelto en ellas y tuvo que salir de la casa, pero justo cuando iba a salir por la puerta se vino un trozo de techo abajo y a su vez cayó un cadaver de un ciudadano chamuscado, y como un acto reflejo esquivó a este con una voltereta por el suelo, la puerta estaba taponada, por lo que dio unos pasos a trás y salió de un salto por la ventana.
Sus compañeros le llevaban ya mucha ventaja, por lo que tuvo que ponerse a tope de energía, apenas podía verlo de lo lejos que estaban ya, y por si las cosas no le iban ya lo suficientemente mal, se encontró con cinco guardias que le interrumpían el paso, por lo que sin pensarlo dos veces, siguió adelante y decidió enfrentarse a uno de ellos, fue el segundo el desafortunado que se topó con el puño de Jacques, que le golpeó esquivando su espada y sin parar de correr, por suerte, los enemigos con los que se había topado, parecieron ser buenas personas al final, y en lugar de perseguir a Jacques, se quedaron para asistir a su compañero malherido.
Como por arte de magia, fue avanzando camino, y finalmente llegó hasta sus compañeros, que anteriormente le habían sacado mucha ventaja. Jacques suponía que si los había alcanzado, sería porque ellos también habían tenido algún percance, pero no se iba a poner a preguntarles en esa situación, lo que tenía que hacer ahora era correr.
Re: Prólogo:
Nonebel Dohorn. Minijuego, turno nº 1.
Nonebel observó como sus compañeros se abalanzaban sobre el último enemigo que seguía en pie, no necesitarían su ayuda para acabar con éste. Pero parece que ni siquiera estos tres fueron necesarios para acabar con el rebelde, ya que aparentemente decidió que sería mas digno morir por sus propias manos antes que vencido por el enemigo. Sacó una pequeña daga con la que acabo con su vida cortándose el cuello, acabando desplomado sobre el suelo. El aspirante a caballero no fue capaz de comprender este acto, no hay nada más honorable que morir en batalla, defendiendo tus ideales, y nada más cobarde que acabar uno con su propia vida.
Nonebel ya había calmado completamente su momentánea furia. Camino tranquilo hacia el cuerpo del rebelde, que aun seguía agonizando y sufriendo violentas convulsiones, para darle el golpe de gracia y acabar de una vez con su sufrimiento y su vida. Envainó la espada, recogió rápidamente el yelmo que se le había caído en uno de los golpes de la batalla y comenzó a correr detrás de Roderick y Jacques.
El fuego se acercaba rápidamente, como si se estuviesen enfrentando ya a un dragón que les perseguía escupiendo fuego, pensó Nonebel. No podía hacerse a la idea de que una ciudad tan grande como Terraria ye estuviese cayendo en manos de los rebeldes. Y sin que él pudiera hacer nada. Al menos le quedaba la esperanza de que la misión que le había encomendado el mago realmente sirviera para salvar al país y al rey del desastre que estaban creando los rebeldes.
Al final de la calle veía la muralla que cercaba la ciudad, aunque aún quedaba bastante distancia que recorrer. Corrió todo lo rápido que podía, apenas prestaba atención a su alrededor, concentrándose únicamente en la lejana muralla.
Pero de repente algo le pasó rozando la oreja. Una daga por poco le da en toda la cara. Vio que delante tenía un rebelde desenfundado su espada a toda velocidad mientras se dirigía hacia Nonebel. Éste intentó desenfundar la suya lo más rápido que pudo mientras corría también lo más rápido que podía hacia su enemigo, no le dio tiempo a enfundar la espada correctamente, pero apartando rápida y bruscamente con su brazo izquierdo la mano del rebelde que empuñaba la espada y gracias a la empuñadura de su espadón y su corpulento cuerpo, logro tumbar al rebelde con un fuerte golpe en el estomago y la barbilla. Nonebel no se detuvo ni un instante y tuvo que recuperar pronto el equilibrio para no tropezar.
Oyó unos pequeños sonidos detrás suyo, giró la cabeza y vio relucir algo donde había tumbado al rebelde, quien ahora intentaba levantarse sin mucho éxito. Parece que durante el impacto se le habían caído varias monedas de la mal cerrada bolsita que les había dado el mago. Bueno, el dinero no importaba ahora debían salir de aquí.
Corría cada vez más y mas rápido, dando grandes zancadas y casi volando durante unos instantes, siente el ahora agradable viento en su cara y cada vez mas cerca la salida de la ciudad, pronto se olvidó de olvido de algunas de sus heridas recientes como si se hubiesen curado.
Nonebel observó como sus compañeros se abalanzaban sobre el último enemigo que seguía en pie, no necesitarían su ayuda para acabar con éste. Pero parece que ni siquiera estos tres fueron necesarios para acabar con el rebelde, ya que aparentemente decidió que sería mas digno morir por sus propias manos antes que vencido por el enemigo. Sacó una pequeña daga con la que acabo con su vida cortándose el cuello, acabando desplomado sobre el suelo. El aspirante a caballero no fue capaz de comprender este acto, no hay nada más honorable que morir en batalla, defendiendo tus ideales, y nada más cobarde que acabar uno con su propia vida.
Nonebel ya había calmado completamente su momentánea furia. Camino tranquilo hacia el cuerpo del rebelde, que aun seguía agonizando y sufriendo violentas convulsiones, para darle el golpe de gracia y acabar de una vez con su sufrimiento y su vida. Envainó la espada, recogió rápidamente el yelmo que se le había caído en uno de los golpes de la batalla y comenzó a correr detrás de Roderick y Jacques.
El fuego se acercaba rápidamente, como si se estuviesen enfrentando ya a un dragón que les perseguía escupiendo fuego, pensó Nonebel. No podía hacerse a la idea de que una ciudad tan grande como Terraria ye estuviese cayendo en manos de los rebeldes. Y sin que él pudiera hacer nada. Al menos le quedaba la esperanza de que la misión que le había encomendado el mago realmente sirviera para salvar al país y al rey del desastre que estaban creando los rebeldes.
Al final de la calle veía la muralla que cercaba la ciudad, aunque aún quedaba bastante distancia que recorrer. Corrió todo lo rápido que podía, apenas prestaba atención a su alrededor, concentrándose únicamente en la lejana muralla.
Pero de repente algo le pasó rozando la oreja. Una daga por poco le da en toda la cara. Vio que delante tenía un rebelde desenfundado su espada a toda velocidad mientras se dirigía hacia Nonebel. Éste intentó desenfundar la suya lo más rápido que pudo mientras corría también lo más rápido que podía hacia su enemigo, no le dio tiempo a enfundar la espada correctamente, pero apartando rápida y bruscamente con su brazo izquierdo la mano del rebelde que empuñaba la espada y gracias a la empuñadura de su espadón y su corpulento cuerpo, logro tumbar al rebelde con un fuerte golpe en el estomago y la barbilla. Nonebel no se detuvo ni un instante y tuvo que recuperar pronto el equilibrio para no tropezar.
Oyó unos pequeños sonidos detrás suyo, giró la cabeza y vio relucir algo donde había tumbado al rebelde, quien ahora intentaba levantarse sin mucho éxito. Parece que durante el impacto se le habían caído varias monedas de la mal cerrada bolsita que les había dado el mago. Bueno, el dinero no importaba ahora debían salir de aquí.
Corría cada vez más y mas rápido, dando grandes zancadas y casi volando durante unos instantes, siente el ahora agradable viento en su cara y cada vez mas cerca la salida de la ciudad, pronto se olvidó de olvido de algunas de sus heridas recientes como si se hubiesen curado.
Re: Prólogo:
Interludio: "Lazos del destino"
Lazos del destino (I)
Desde la ventana de sus aposentos podía ver el extenso patio de su finca, más allá de la cual se extendía la enorme ciudad de Mundanior. Por un momento no pudo evitar sonreír, ya que no se imaginaba cómo era posible que nadie en toda la ciudad supiese que él, Caleb Madarae, vivía cómodamente y sin preocupaciones en una de las mansiones más opulentas de la ciudad donde estaba el palacio residencial del monarca Allan Duramnos.
Caleb se revolcaba en su propio éxito: la creación de la Facción Rebelde bajo su dominio y la enorme influencia que su ideología había logrado entre los habitantes de la nación lo situaban cada vez más cerca del poder que tanto ansiaba y que le fue arrebatado en un primer momento cuando, al ser expulsado de Necromisia, tuvo que renunciar a las posibilidades de ser un gran mago. Ahora apenas sí sabía algo de magia (conocimientos básicos, algún hechizo nimio y la información sobre el Vórtice), pero eso no quitaba que fuera un líder carismático además de poderoso y fuerte; estaba orgulloso de ser un gran dirigente que rompe los cánones del tipo enclenque y maquinador que se escuda en brutos descerebrados.
<<Cada vez me falta menos para lograr mis objetivos>>, pensó Caleb mientras se acercaba a un mueble de mimbre y se servía una copa de licor de fruta en una fina copa de vidrio. <<Pronto podré llevar a cabo mi última gran ofensiva y podré quitarme al rey Allan de en medio?>>
Mientras pensaba esto, entró en la sala el consejero de Caleb. Se trataba de un hombre astuto para las maquinaciones y ágil para defenderse sin necesidad de ayuda. Se llamaba Xylor, y ni él mismo recordaba su apellido, pues nunca lo había usado como medida de protección en temas de espionaje y traiciones.
-Saludos, mi señor Caleb- dijo Xylor haciendo una breve reverencia.
Caleb lo miró con indiferencia.
-¿Y bien? ¿Qué nuevas me traes?
-De momento la cosa no avanza. La Cámara del Consejo aún confía en el rey, y sus representantes en el consejo son muy influyentes. La Facción domina las creencias del pueblo, pero no las del consejo, y si queremos llegar al poder sin que el ejército se nos eche encima debemos lograr derrocar al rey Allan por la vía diplomática?
-Maldito rey? Se cree que porque los Nómadas Originarios respalden a su ejército tiene la situación bajo control.
-Pero la sublevación será inminente, ¿no es cierto, señor?
-Desde luego, Xylor, pero eso sólo debe ocurrir en última instancia. De momento me basta con saber que Terraria ha caído bajo nuestro mando.
Xylor miró sorprendido a Caleb.
-¿Cómo lo sabéis, señor?
-Recuerda que una vez fui mago, Xylor; algo recuerdo de aquella época.
-Perdonad entonces mi insensatez.
-Descuida. Lo que me interesa ahora, más que que pidas perdón, es que te asegures de que él no ha conseguido escapar de la ciudad.
-Mis hombres aún no me han hecho llegar ningún comunicado al respecto, pero todo apunta a que se nos ha vuelto a escapar.
Caleb guardó silencio unos segundos, con la mirada fija en su copa de licor. Sabía que no era una gran amenaza para su plan de gobernar Eisenrost, pero aún así no le gustaba en absoluto tener cabos sueltos que se le escapaban entre los dedos cada vez que intentaba atarlos.
Y su hijastro era un cabo muy difícil de atar.
? ? ?
Lazos del destino (II)
Un extraño personaje se deslizaba sin hacer apenas ruido por encima de los tejados ardientes de Terraria. Las cosas se habían torcido y había tardado más de lo esperado en lograr su objetivo; por suerte, había conseguido no retrasarse demasiado y sus posibilidades de escapar con vida de la ciudad aún no eran nulas.
Con mucha rapidez y destreza, la misteriosa figura se deslizaba de un tejado a otro, siempre en dirección a las murallas asediadas por las máquinas y las tropas de la Facción. Sabía que, más allá de las líneas enemigas, en los bosques situados al norte de la ciudad, el mago le estaba esperando.
<<Debo darme prisa por llegar. El mago me dijo que me esperaría todo el día, pero no me dijo ningún lugar concreto, y algo me hace pensar que voy a necesitar bastante tiempo para dar con él en la espesura. ¡Cada segundo cuenta!>>
Sin mirar atrás por si alguien le seguía (cosa que, dada la situación actual, se le antojaba totalmente inverosímil), se agarró con firmeza de la cornisa de un tejado, y descolgándose, cayó unos metros hasta tocar el pavimento de la calle. A su izquierda, un montón de escombros le impedía cruzar, así que tomó el camino de la derecha. Después de mirar a ambos lados y orientarse, siguió corriendo sin parar esquivando metralla de los edificios que se derrumbaban a su alrededor. Ante aquel panorama sólo se le ocurrió una forma rápida y segura de huir de la ciudad? Las alcantarillas.
Unos metros más adelante encontró una entrada a los subterráneos de la ciudad. Sin dudarlo, se remangó las mangas de la túnica y se introdujo en la cavidad, de forma que algo que pendía de su cuello se balanceó y chocó con el empedrado del suelo produciendo un suave tintineo.
Lo que colgaba de su cuello era un burdo colgante, hecho con una tirada mal curtida de cuero y una piedra de ónix?
? ? ?
Lazos del destino (III)
Allan Duramnos también contemplaba la ciudad desde la sala del trono en su palacio. Se encontraba especialmente agitado aquella mañana, y esto se debía a que, inexplicablemente, sabía que algo malo estaba pasando. No podía saber con certeza de qué se trataba, pero no podía negar lo tenía preocupado por dentro y que se trataba de algo serio.
Sus sospechas infundadas se verificaron cuando, minutos después, alguien llamó a la puerta de la sala del trono con insistencia. Angustiado, el rey Allan dio permiso al visitante para que abriese la puerta y entrara.
Se trataba de un hombre ataviado con las ropas de alguien del cuerpo de espionaje de lo Nómadas Originarios, que desde hacía algunos años lo apoyaban en una lucha persistente contra la Facción. El espía hizo una profunda reverencia ante el rey y, jadeando, empezó a hablar.
-Majestad, traigo malas noticias.
-Adelante, te escucho.
<<Sabía que algo estaba sucediendo, lo sabía.>>
-La ciudad de Terraria ha sido atacada y tomada por la Facción Rebelde esta mañana. La ofensiva ha sido desproporcionada, y la ciudad es ahora mismo pasto de las llamas. No sabemos exactamente con qué intención han hecho esto los rebeldes, pero estamos seguros de que pronto inventarán algo para justificar sus actos?
-Maldito Caleb Madarae?- musitó el rey con el puño cerrado por la rabia y la impotencia. Había caído una ciudad de su reino, había muerto mucha gente inocente y se habían destrozado miles de familias que ahora estaban sumidas en la desesperación y la desgracia? y él no había podido evitarlo.
-¿Cómo es que nos hemos enterado ahora de que han atacado la ciudad? ¿Cómo es posible que no nos hayamos percatado de los movimientos de los rebeldes?
-Nadie sabe responder a ello, alteza. Además, yo sólo vengo a transmitir la información que se me encomendado; no he tenido el honor de ir personalmente a la zona afectada a recopilar datos.
-¿Tienes entonces algo más que comunicarme?-preguntó el rey, ansioso.
-Uno de nuestros infiltrados en la Facción nos ha hecho saber que, dejando la masacre de Terraria aparte, los planes de los rebeldes se centran ahora en ganar el apoyo del Consejo y motivar una revuelta social.
-?Son astutos, sin duda. Lamento tener que admitir que están siguiendo unas pautas muy acertadas.
-Pero, alteza?
El rey bajó la cabeza y respiró hondo.
-Lo sé, lo sé? No es momento de flaquear. Si quieren lograr algo a través de las vías diplomáticas, se lo pondremos difícil.
Lazos del destino (I)
Desde la ventana de sus aposentos podía ver el extenso patio de su finca, más allá de la cual se extendía la enorme ciudad de Mundanior. Por un momento no pudo evitar sonreír, ya que no se imaginaba cómo era posible que nadie en toda la ciudad supiese que él, Caleb Madarae, vivía cómodamente y sin preocupaciones en una de las mansiones más opulentas de la ciudad donde estaba el palacio residencial del monarca Allan Duramnos.
Caleb se revolcaba en su propio éxito: la creación de la Facción Rebelde bajo su dominio y la enorme influencia que su ideología había logrado entre los habitantes de la nación lo situaban cada vez más cerca del poder que tanto ansiaba y que le fue arrebatado en un primer momento cuando, al ser expulsado de Necromisia, tuvo que renunciar a las posibilidades de ser un gran mago. Ahora apenas sí sabía algo de magia (conocimientos básicos, algún hechizo nimio y la información sobre el Vórtice), pero eso no quitaba que fuera un líder carismático además de poderoso y fuerte; estaba orgulloso de ser un gran dirigente que rompe los cánones del tipo enclenque y maquinador que se escuda en brutos descerebrados.
<<Cada vez me falta menos para lograr mis objetivos>>, pensó Caleb mientras se acercaba a un mueble de mimbre y se servía una copa de licor de fruta en una fina copa de vidrio. <<Pronto podré llevar a cabo mi última gran ofensiva y podré quitarme al rey Allan de en medio?>>
Mientras pensaba esto, entró en la sala el consejero de Caleb. Se trataba de un hombre astuto para las maquinaciones y ágil para defenderse sin necesidad de ayuda. Se llamaba Xylor, y ni él mismo recordaba su apellido, pues nunca lo había usado como medida de protección en temas de espionaje y traiciones.
-Saludos, mi señor Caleb- dijo Xylor haciendo una breve reverencia.
Caleb lo miró con indiferencia.
-¿Y bien? ¿Qué nuevas me traes?
-De momento la cosa no avanza. La Cámara del Consejo aún confía en el rey, y sus representantes en el consejo son muy influyentes. La Facción domina las creencias del pueblo, pero no las del consejo, y si queremos llegar al poder sin que el ejército se nos eche encima debemos lograr derrocar al rey Allan por la vía diplomática?
-Maldito rey? Se cree que porque los Nómadas Originarios respalden a su ejército tiene la situación bajo control.
-Pero la sublevación será inminente, ¿no es cierto, señor?
-Desde luego, Xylor, pero eso sólo debe ocurrir en última instancia. De momento me basta con saber que Terraria ha caído bajo nuestro mando.
Xylor miró sorprendido a Caleb.
-¿Cómo lo sabéis, señor?
-Recuerda que una vez fui mago, Xylor; algo recuerdo de aquella época.
-Perdonad entonces mi insensatez.
-Descuida. Lo que me interesa ahora, más que que pidas perdón, es que te asegures de que él no ha conseguido escapar de la ciudad.
-Mis hombres aún no me han hecho llegar ningún comunicado al respecto, pero todo apunta a que se nos ha vuelto a escapar.
Caleb guardó silencio unos segundos, con la mirada fija en su copa de licor. Sabía que no era una gran amenaza para su plan de gobernar Eisenrost, pero aún así no le gustaba en absoluto tener cabos sueltos que se le escapaban entre los dedos cada vez que intentaba atarlos.
Y su hijastro era un cabo muy difícil de atar.
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Lazos del destino (II)
Un extraño personaje se deslizaba sin hacer apenas ruido por encima de los tejados ardientes de Terraria. Las cosas se habían torcido y había tardado más de lo esperado en lograr su objetivo; por suerte, había conseguido no retrasarse demasiado y sus posibilidades de escapar con vida de la ciudad aún no eran nulas.
Con mucha rapidez y destreza, la misteriosa figura se deslizaba de un tejado a otro, siempre en dirección a las murallas asediadas por las máquinas y las tropas de la Facción. Sabía que, más allá de las líneas enemigas, en los bosques situados al norte de la ciudad, el mago le estaba esperando.
<<Debo darme prisa por llegar. El mago me dijo que me esperaría todo el día, pero no me dijo ningún lugar concreto, y algo me hace pensar que voy a necesitar bastante tiempo para dar con él en la espesura. ¡Cada segundo cuenta!>>
Sin mirar atrás por si alguien le seguía (cosa que, dada la situación actual, se le antojaba totalmente inverosímil), se agarró con firmeza de la cornisa de un tejado, y descolgándose, cayó unos metros hasta tocar el pavimento de la calle. A su izquierda, un montón de escombros le impedía cruzar, así que tomó el camino de la derecha. Después de mirar a ambos lados y orientarse, siguió corriendo sin parar esquivando metralla de los edificios que se derrumbaban a su alrededor. Ante aquel panorama sólo se le ocurrió una forma rápida y segura de huir de la ciudad? Las alcantarillas.
Unos metros más adelante encontró una entrada a los subterráneos de la ciudad. Sin dudarlo, se remangó las mangas de la túnica y se introdujo en la cavidad, de forma que algo que pendía de su cuello se balanceó y chocó con el empedrado del suelo produciendo un suave tintineo.
Lo que colgaba de su cuello era un burdo colgante, hecho con una tirada mal curtida de cuero y una piedra de ónix?
? ? ?
Lazos del destino (III)
Allan Duramnos también contemplaba la ciudad desde la sala del trono en su palacio. Se encontraba especialmente agitado aquella mañana, y esto se debía a que, inexplicablemente, sabía que algo malo estaba pasando. No podía saber con certeza de qué se trataba, pero no podía negar lo tenía preocupado por dentro y que se trataba de algo serio.
Sus sospechas infundadas se verificaron cuando, minutos después, alguien llamó a la puerta de la sala del trono con insistencia. Angustiado, el rey Allan dio permiso al visitante para que abriese la puerta y entrara.
Se trataba de un hombre ataviado con las ropas de alguien del cuerpo de espionaje de lo Nómadas Originarios, que desde hacía algunos años lo apoyaban en una lucha persistente contra la Facción. El espía hizo una profunda reverencia ante el rey y, jadeando, empezó a hablar.
-Majestad, traigo malas noticias.
-Adelante, te escucho.
<<Sabía que algo estaba sucediendo, lo sabía.>>
-La ciudad de Terraria ha sido atacada y tomada por la Facción Rebelde esta mañana. La ofensiva ha sido desproporcionada, y la ciudad es ahora mismo pasto de las llamas. No sabemos exactamente con qué intención han hecho esto los rebeldes, pero estamos seguros de que pronto inventarán algo para justificar sus actos?
-Maldito Caleb Madarae?- musitó el rey con el puño cerrado por la rabia y la impotencia. Había caído una ciudad de su reino, había muerto mucha gente inocente y se habían destrozado miles de familias que ahora estaban sumidas en la desesperación y la desgracia? y él no había podido evitarlo.
-¿Cómo es que nos hemos enterado ahora de que han atacado la ciudad? ¿Cómo es posible que no nos hayamos percatado de los movimientos de los rebeldes?
-Nadie sabe responder a ello, alteza. Además, yo sólo vengo a transmitir la información que se me encomendado; no he tenido el honor de ir personalmente a la zona afectada a recopilar datos.
-¿Tienes entonces algo más que comunicarme?-preguntó el rey, ansioso.
-Uno de nuestros infiltrados en la Facción nos ha hecho saber que, dejando la masacre de Terraria aparte, los planes de los rebeldes se centran ahora en ganar el apoyo del Consejo y motivar una revuelta social.
-?Son astutos, sin duda. Lamento tener que admitir que están siguiendo unas pautas muy acertadas.
-Pero, alteza?
El rey bajó la cabeza y respiró hondo.
-Lo sé, lo sé? No es momento de flaquear. Si quieren lograr algo a través de las vías diplomáticas, se lo pondremos difícil.
Re: Prólogo:
Lazos del destino (IV)
En Necromisia, rodeado de nueve grandes torreones, se encuentra el Vórtice. Se trata de un extraño agujero en la tierra que absorbe lentamente lo que hay a su alrededor. Según una profecía, el Vórtice seguirá extendiéndose lentamente hasta que, dentro de unos siglos, su poder se desplegará repentinamente absorbiendo todo el mundo y dejando paso a la Nada y al caos.
Los magos de Necromisia, que abrieron este agujero por accidente, intentan mantener toda la información sobre el Vórtice en el más alto secreto (aunque el traidor Caleb Madarae divulgó su existencia por todo el país creando una tensión social más que tangible). La gente de Eisenrost sabe qué existe... pero no saben que los magos trabajan día y noche en intentar contenerlo.
Las nueve torres sirven como sello para el Vórtice: frenan su crecimiento y evitan que se desarrolle rápidamente. Los magos se turnan para recargarlas y controlarlas mediante su energía mágica, que nunca parece suficiente para contener tanto poder destructor.
Y, mientras Necromisia cierra sus puertas a todo ser ajeno a la magia para preservarlos del peligro que mejor sería desconocer... un mago espera sentado sobre el tronco caído de un árbol en un bosque cercano a Terraria. Con una rama traza una espiral sobre la tierra que tiene a sus pies y mira el dibujo con cara de angustia.
· · ·
Lazos del destino (V)
Los cuatro aventureros corren por la calle principal de Terraria. A su alrededor, la ciudad se funde en un amasijo de escombros, ruinas, fuego, humo, polvo, llanto, destrucción y desolación. A lo lejos se distingue la gran muralla que rodea la ciudad y la enorme puerta, que el enemigo ha conseguido abrir. Sölo entonces los jóvenes se percatan de lo que en realidad sucede: mientras pequeñas escaramuzas de rebeldes cruzan la puerta y recorren la ciudad sembrando el pánico, decenas de catapultas y armas similares de asedio disparan proyectiles contra las murallas y los edificios para arrasarlo todo. No hay un ejército esperando fuera, sino que hay pequeñas unidades de milicia controlando las grandes máquinas de guerra.
Mientras se percatan de ello, el cielo se oscurece. Nonebel, Rogky, Danalon y Jacques miran hacia arriba y ven una gran cosa que vuela en dirección a ellos. Nonebel y Rogky se percatan a tiempo de lo que es: una inmensa roca disparada por una de las catapultas.
La enorme piedra choca contra el tejado de uno de los edificios cercanos formando un ángulo tan agudo que se desliza sobre él e impacta con otras dos casas más. Los tres edificios, debido al fuego y al impacto, se derrumban sobre el pavimento... y sobre Danalon y Jacques.
-¡Nonebel, corre! ¡Si la nube de polvo nos envuelve, moriremos también asfixiados!
Nonebel no reacciona al principio, pero cuando ve la enorme masa de polvo y ceniza cernirse sobre él, no lo duda un segundo y se lanza corriendo hacia Rogky, quien ya le lleva unos 50 metros de ventaja.
Ambos siguen corriendo hasta que la gran nube pierde velocidad y el polvo empieza a asentarse lentamente. La adrenalina y el instinto de supervivencia hace que ambos sigan corriendo en la misma dirección sin siquiera mirarse... sin ver que ambos, a pesar de la situación, lloran la pérdida.
En Necromisia, rodeado de nueve grandes torreones, se encuentra el Vórtice. Se trata de un extraño agujero en la tierra que absorbe lentamente lo que hay a su alrededor. Según una profecía, el Vórtice seguirá extendiéndose lentamente hasta que, dentro de unos siglos, su poder se desplegará repentinamente absorbiendo todo el mundo y dejando paso a la Nada y al caos.
Los magos de Necromisia, que abrieron este agujero por accidente, intentan mantener toda la información sobre el Vórtice en el más alto secreto (aunque el traidor Caleb Madarae divulgó su existencia por todo el país creando una tensión social más que tangible). La gente de Eisenrost sabe qué existe... pero no saben que los magos trabajan día y noche en intentar contenerlo.
Las nueve torres sirven como sello para el Vórtice: frenan su crecimiento y evitan que se desarrolle rápidamente. Los magos se turnan para recargarlas y controlarlas mediante su energía mágica, que nunca parece suficiente para contener tanto poder destructor.
Y, mientras Necromisia cierra sus puertas a todo ser ajeno a la magia para preservarlos del peligro que mejor sería desconocer... un mago espera sentado sobre el tronco caído de un árbol en un bosque cercano a Terraria. Con una rama traza una espiral sobre la tierra que tiene a sus pies y mira el dibujo con cara de angustia.
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Lazos del destino (V)
Los cuatro aventureros corren por la calle principal de Terraria. A su alrededor, la ciudad se funde en un amasijo de escombros, ruinas, fuego, humo, polvo, llanto, destrucción y desolación. A lo lejos se distingue la gran muralla que rodea la ciudad y la enorme puerta, que el enemigo ha conseguido abrir. Sölo entonces los jóvenes se percatan de lo que en realidad sucede: mientras pequeñas escaramuzas de rebeldes cruzan la puerta y recorren la ciudad sembrando el pánico, decenas de catapultas y armas similares de asedio disparan proyectiles contra las murallas y los edificios para arrasarlo todo. No hay un ejército esperando fuera, sino que hay pequeñas unidades de milicia controlando las grandes máquinas de guerra.
Mientras se percatan de ello, el cielo se oscurece. Nonebel, Rogky, Danalon y Jacques miran hacia arriba y ven una gran cosa que vuela en dirección a ellos. Nonebel y Rogky se percatan a tiempo de lo que es: una inmensa roca disparada por una de las catapultas.
La enorme piedra choca contra el tejado de uno de los edificios cercanos formando un ángulo tan agudo que se desliza sobre él e impacta con otras dos casas más. Los tres edificios, debido al fuego y al impacto, se derrumban sobre el pavimento... y sobre Danalon y Jacques.
-¡Nonebel, corre! ¡Si la nube de polvo nos envuelve, moriremos también asfixiados!
Nonebel no reacciona al principio, pero cuando ve la enorme masa de polvo y ceniza cernirse sobre él, no lo duda un segundo y se lanza corriendo hacia Rogky, quien ya le lleva unos 50 metros de ventaja.
Ambos siguen corriendo hasta que la gran nube pierde velocidad y el polvo empieza a asentarse lentamente. La adrenalina y el instinto de supervivencia hace que ambos sigan corriendo en la misma dirección sin siquiera mirarse... sin ver que ambos, a pesar de la situación, lloran la pérdida.
Re: Prólogo:
Nonebel Dohorn
Nonebel siguió corriendo sin apenas fijarse en como la ciudad se derrumba a su alrededor, con la mirada fija en la muralla del fondo, su objetivo. Llevaba la espada desenfundada, atento a la aparición de otro enemigo. Entonces vió como vuelan inmensos objetos sobre las murallas, para después caer sobre edificios o sobre la misma muralla. ¡Estában destruyendo toda la ciudad con catapultas! Aunque a Nonebel le pareció una estrategia algo extraña, empezar ahora a disparar con las catapultas, una vez los rebeldes ya han entrado en la ciudad, de esta forma también podrían morir varios de los suyos. Se iba haciendo de noche. Nonbel observó como uno de los proyectiles se dirigía peligrosamente hacia ellos, aunque finalmente impacta en el tejado de un edificio, para después rebotar en otros dos, haciendo que estos se derrumbasen sobre la calle, cayendo irremediablemente sobre Danalon y Jacques. No era posible que hubiesen podido sobrevivir a eso. Por suerte Nonebel fue capaz de evitar todas las rocas que cayeron, aunque algún escombro impacto contra él, pero no con la suficiente fuerza como para causarle algún daño.
-¡Nonebel, corre! ¡Si la nube de polvo nos envuelve, moriremos también asfixiados!
Al ver la enorme nube de polvo que se dirigía hacia ellos, corrió con todas sus fuerzas para no quedar atrapado por ella.
Seguía vivo, y eso es lo único que le importaba, la muerte de sus dos compañeros solo supondría perder ayuda a la hora de enfrentarse al dragón, pero más oro para él a la hora de repartirlo. O también podría decirle a Roderick que les entregó las 500 monedas a cada no de sus ahora muertos compañeros, para así quedarse él con 1500 monedas de oro y Roderick únicamente con las 500 que le pertenecían...
Pero entonces otra inmensa roca lanzada por una catapulta le hizo salir de sus pensamientos sobre como sacar el máximo provecho económico de ésta misión. La roca impacto sobre la pared de un edificio justo delante de él a la izquierda. Como no se diera prisa, el edificio se derrumbaría sobre la calle bloqueando el camino. Roderick, quien anteriormente reaccionó antes a la nube de polvo y por ello le llevaba bastante ventaja, ya había pasado por delante de este edificio.
-¡Roderick, espera!!
Gritó Nonebel con todas sus fuerzas, aunque en este momento ya no eran muchas, por lo que no tuvo la esperanza de que ese grito fuese oído, La única forma de continuar sería corriendo lo mas rápido posible por debajo del edificio que se estaba derrumbando en este momento.
Primero esquivó hábilmente la gran roca que había rebotado en el edificio y entonces se dirigía hacia, moviéndose hacia la derecha. Corrió bajo una lluvia de rocas, escombros y ladrillos, sufriendo algunas heridas, aunque tampoco nada grave. Pero entonces un enorme trozo de pared cayó varios metros delante de él, mientras otro se abalanzaba sobre su cabeza. Sin pensarlo saltó lo más alto que pudo, sin haber pensado que era una altura demasiado grande como para que él la pudiese saltar. Pero milagrosamente, con un salto sobrehumano, saltó el obstáculo. Justo en el mismo momento en que el edificio terminaba de derrumbarse. Tras recuperar el equilibrio, Nonebel volvió a correr, escapando esta vez de otra nube de polvo.
Una vez estaban cerca de la ciudad, Nonebel vio una puerta a las alcantarillas abierta, sería una mejor opción escapar por ahí que atravesar la puerta, para así no tener que enfrentarse a tantos enemigos. Le hizo indicaciones a Roderick de que entre rápidamente por ahí. Luego esperó a que llegase para así entrar los dos juntos.
Nonebel siguió corriendo sin apenas fijarse en como la ciudad se derrumba a su alrededor, con la mirada fija en la muralla del fondo, su objetivo. Llevaba la espada desenfundada, atento a la aparición de otro enemigo. Entonces vió como vuelan inmensos objetos sobre las murallas, para después caer sobre edificios o sobre la misma muralla. ¡Estában destruyendo toda la ciudad con catapultas! Aunque a Nonebel le pareció una estrategia algo extraña, empezar ahora a disparar con las catapultas, una vez los rebeldes ya han entrado en la ciudad, de esta forma también podrían morir varios de los suyos. Se iba haciendo de noche. Nonbel observó como uno de los proyectiles se dirigía peligrosamente hacia ellos, aunque finalmente impacta en el tejado de un edificio, para después rebotar en otros dos, haciendo que estos se derrumbasen sobre la calle, cayendo irremediablemente sobre Danalon y Jacques. No era posible que hubiesen podido sobrevivir a eso. Por suerte Nonebel fue capaz de evitar todas las rocas que cayeron, aunque algún escombro impacto contra él, pero no con la suficiente fuerza como para causarle algún daño.
-¡Nonebel, corre! ¡Si la nube de polvo nos envuelve, moriremos también asfixiados!
Al ver la enorme nube de polvo que se dirigía hacia ellos, corrió con todas sus fuerzas para no quedar atrapado por ella.
Seguía vivo, y eso es lo único que le importaba, la muerte de sus dos compañeros solo supondría perder ayuda a la hora de enfrentarse al dragón, pero más oro para él a la hora de repartirlo. O también podría decirle a Roderick que les entregó las 500 monedas a cada no de sus ahora muertos compañeros, para así quedarse él con 1500 monedas de oro y Roderick únicamente con las 500 que le pertenecían...
Pero entonces otra inmensa roca lanzada por una catapulta le hizo salir de sus pensamientos sobre como sacar el máximo provecho económico de ésta misión. La roca impacto sobre la pared de un edificio justo delante de él a la izquierda. Como no se diera prisa, el edificio se derrumbaría sobre la calle bloqueando el camino. Roderick, quien anteriormente reaccionó antes a la nube de polvo y por ello le llevaba bastante ventaja, ya había pasado por delante de este edificio.
-¡Roderick, espera!!
Gritó Nonebel con todas sus fuerzas, aunque en este momento ya no eran muchas, por lo que no tuvo la esperanza de que ese grito fuese oído, La única forma de continuar sería corriendo lo mas rápido posible por debajo del edificio que se estaba derrumbando en este momento.
Primero esquivó hábilmente la gran roca que había rebotado en el edificio y entonces se dirigía hacia, moviéndose hacia la derecha. Corrió bajo una lluvia de rocas, escombros y ladrillos, sufriendo algunas heridas, aunque tampoco nada grave. Pero entonces un enorme trozo de pared cayó varios metros delante de él, mientras otro se abalanzaba sobre su cabeza. Sin pensarlo saltó lo más alto que pudo, sin haber pensado que era una altura demasiado grande como para que él la pudiese saltar. Pero milagrosamente, con un salto sobrehumano, saltó el obstáculo. Justo en el mismo momento en que el edificio terminaba de derrumbarse. Tras recuperar el equilibrio, Nonebel volvió a correr, escapando esta vez de otra nube de polvo.
Una vez estaban cerca de la ciudad, Nonebel vio una puerta a las alcantarillas abierta, sería una mejor opción escapar por ahí que atravesar la puerta, para así no tener que enfrentarse a tantos enemigos. Le hizo indicaciones a Roderick de que entre rápidamente por ahí. Luego esperó a que llegase para así entrar los dos juntos.
Re: Prólogo:
Finalmente, y después de una ardua carrera contrarreloj a través de la calle principal de la ciudad, Nonebel había alcanzado la que parecía ser la única salida de aquel infierno en que se había transformado la ciudad de Terraria.
Desde la entrada al alcantarillado, el paladín esperaba jadeante la llegada de su compañero, Roderick, que hasta hacía pocos segundos corría tras él en la misma dirección. Sin embargo, al parecer, a Roderick le había pasado algo. Los minutos empezaron a pasar... y Roderick seguía sin aparecer.
Nonebel intentó hacer memoria, recordar en qué momento se había separado de su compañero. Todo había pasado tan rápido y se había dejado llevar tanto por la adrenalina y el potentísimo instinto de supervivencia que le costaba concentrarse en los últimos minutos de su vida para repasarlos de forma razonable y concienzuda. Recordaba haberle hecho indicaciones para que entrara con él en las alcantarillas... pero no podía discernir si realmente Roderick había estado cerca para recibirlas.
Llegados a este punto, Nonebel tomó una dura decisión: dejar atrás a su compañero. Al menos alguien tenía que sobrevivir, alguien tenía que completar la misión del mago. Alguien debía dar caza al dragón. Y, recordando a los fallecidos Jacques y Danalon y al desaparecido Roderick... el paladín se adentró en las alcantarillas.
Fin del prólogo
Desde la entrada al alcantarillado, el paladín esperaba jadeante la llegada de su compañero, Roderick, que hasta hacía pocos segundos corría tras él en la misma dirección. Sin embargo, al parecer, a Roderick le había pasado algo. Los minutos empezaron a pasar... y Roderick seguía sin aparecer.
Nonebel intentó hacer memoria, recordar en qué momento se había separado de su compañero. Todo había pasado tan rápido y se había dejado llevar tanto por la adrenalina y el potentísimo instinto de supervivencia que le costaba concentrarse en los últimos minutos de su vida para repasarlos de forma razonable y concienzuda. Recordaba haberle hecho indicaciones para que entrara con él en las alcantarillas... pero no podía discernir si realmente Roderick había estado cerca para recibirlas.
Llegados a este punto, Nonebel tomó una dura decisión: dejar atrás a su compañero. Al menos alguien tenía que sobrevivir, alguien tenía que completar la misión del mago. Alguien debía dar caza al dragón. Y, recordando a los fallecidos Jacques y Danalon y al desaparecido Roderick... el paladín se adentró en las alcantarillas.
Fin del prólogo