En la jungla
Moderador: Robotboy
En la jungla
Turno 1
Al amanecer, la tormenta que durante toda la noche anterior había descargado su furia sobre el mar se perdió de vista, alejándose hacia el oeste, dejando tras de si solo el recuerdo de un mar embravecido, y a los 7 supervivientes del naufragio de ?La sirena? bogando en un pequeño bote. Los 5 hombres y las dos mujeres que se dirigían hacia la cercana costa habían sido afortunados. El resto de la tripulación había perecido ahogada, arrastrados por las olas o muertos poco después entre los tiburones, que rondaban hambrientos alrededor del navío que se hundió rápidamente en el oscuro y agitado mar.
Finalmente, la quilla del bote encallo en la playa arenosa y todos pudieron concederse un respiro, mientras observaban el sitio a donde el destino les había hecho llegar. La franja de la costa se extendía mas allá de donde alcanzaba la vista, siempre delimitada por las calidas y azules aguas, pero a no mas de unos 20 metros, se levantaba un imponente muro de vegetación, el borde lleno de palmeras y otras plantas tropicales de una exuberante jungla, llena de ruidosos cantos de aves y de serpientes multicolores que se enroscaban entre las ramas.
- ¡No hay duda! ¡Esa maldita tempestad nos saco de la ruta, y nos trajo hasta la orilla de la jungla de Kaia Saruk, y no hay hombre que sobreviva a los horrores que hay en ella! ? dijo uno de los hombres levantándose del bote y lanzando toda clase de juramentos propios de un marino, y justamente eso era. Su tez bronceada y curtida por el sol y al mar, además del sable curvo que llevaba a un costado, así como sus brazos musculosos, su andar ágil y balanceado y el parche que le cubría el ojo derecho, le acreditaban como un hombre que había pasado la mayor parte de su vida sobre el océano.
- Eso no es del todo cierto ? le respondió entonces un joven moreno y bajo, vestido con una túnica marron, que iba acompañado de una bellísima mujer, de apariencia exótica y ataviada con una curiosa indumentaria. ? Se bien que hay pueblos que viven ahí, en alguna parte de esta espesura. Con algo de suerte, podríamos encontrarlos.
- ¡Al infierno! ¡Bordeemos la costa hasta llegar a un país civilizado! ? exclamo a su vez el marino, mientras ustedes escuchaban la discusión, fatigados luego de una noche de remar, temiendo que en cualquier momento las olas destrozaran el bote y los hicieran descender hacia una tumba acuática.
-
Al amanecer, la tormenta que durante toda la noche anterior había descargado su furia sobre el mar se perdió de vista, alejándose hacia el oeste, dejando tras de si solo el recuerdo de un mar embravecido, y a los 7 supervivientes del naufragio de ?La sirena? bogando en un pequeño bote. Los 5 hombres y las dos mujeres que se dirigían hacia la cercana costa habían sido afortunados. El resto de la tripulación había perecido ahogada, arrastrados por las olas o muertos poco después entre los tiburones, que rondaban hambrientos alrededor del navío que se hundió rápidamente en el oscuro y agitado mar.
Finalmente, la quilla del bote encallo en la playa arenosa y todos pudieron concederse un respiro, mientras observaban el sitio a donde el destino les había hecho llegar. La franja de la costa se extendía mas allá de donde alcanzaba la vista, siempre delimitada por las calidas y azules aguas, pero a no mas de unos 20 metros, se levantaba un imponente muro de vegetación, el borde lleno de palmeras y otras plantas tropicales de una exuberante jungla, llena de ruidosos cantos de aves y de serpientes multicolores que se enroscaban entre las ramas.
- ¡No hay duda! ¡Esa maldita tempestad nos saco de la ruta, y nos trajo hasta la orilla de la jungla de Kaia Saruk, y no hay hombre que sobreviva a los horrores que hay en ella! ? dijo uno de los hombres levantándose del bote y lanzando toda clase de juramentos propios de un marino, y justamente eso era. Su tez bronceada y curtida por el sol y al mar, además del sable curvo que llevaba a un costado, así como sus brazos musculosos, su andar ágil y balanceado y el parche que le cubría el ojo derecho, le acreditaban como un hombre que había pasado la mayor parte de su vida sobre el océano.
- Eso no es del todo cierto ? le respondió entonces un joven moreno y bajo, vestido con una túnica marron, que iba acompañado de una bellísima mujer, de apariencia exótica y ataviada con una curiosa indumentaria. ? Se bien que hay pueblos que viven ahí, en alguna parte de esta espesura. Con algo de suerte, podríamos encontrarlos.
- ¡Al infierno! ¡Bordeemos la costa hasta llegar a un país civilizado! ? exclamo a su vez el marino, mientras ustedes escuchaban la discusión, fatigados luego de una noche de remar, temiendo que en cualquier momento las olas destrozaran el bote y los hicieran descender hacia una tumba acuática.
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Última edición por Robotboy el 01 Nov 2007, 03:12, editado 1 vez en total.
Re: En la jungla
Veronhe
Veronhe acariciaba a su perro (mastín español de color beige y con una presencia fornida y grande), arrodillado frente a el, mientras de fondo escuchaba la discusión entre los marinos con indiferencia. Alzó la vista hacia aquellas dos personas y sin más se levantó. Dio unos pasos hacia donde se encontraban y se puso a su lado.
- Os aseguro - dijo, cortando la conversación que mantenían - que el hecho de haber naufragado es suficiente excusa para sentirse más que malhumorado. Pero me gustaría, ya que estoy en esta situación, no oír como dos personas se quejan sin más, sin haber hablado antes con los demás y ver algo más calmados la situación. Así que, hacedme un favor y callaos de una vez.
Los dos marinos se quedaron pasmados, pues el tono de Vero no había sido muy amable. Más bien algo rudo. Pegó un silbido fuerte y Asylum (que así se llamaba su perro) se puso de nuevo a su lado (pues, sin saber nada de aquella situación, se había ido al agua a darse un refrescante baño). Ambos se alejaron del grupo y finalizaron su escaso trayecto cuando llegaron a la primera línea de vegetación. Veronhe examinó con detenimiento todas aquellas especies vegetales tan exóticas, y que en algún momento estudiaría con más detenimiento. Cortó una pequeña cinta vegetal que colgaba de una pequeña planta y se la enrolló en el pelo para hacerse una pequeña coleta. Observó las palmeras y comenzó el camino de vuelta.
Cuando llegó, encontró a las mismas personas discutiendo sobro esto y lo otro. Sin pararse delante de ellas, se puso en medio del grupo para realizar una pregunta.
- Mirad... No creo que vayamos a morir como vaticina nuestro querido marino, pero es evidente que no podemos quedarnos de brazos cruzados, ya que eso sí sería nuestro fin. Al acercarme a las palmeras he visto que arriba hay ciertas masas de cocos. He estudiado algunas especies de palmera pero no se si estas están en época de maduración. Propongo una cosa como primera medida. ¿Por qué no nos asentamos aquí en la playa (donde, sin duda habrá menos peligros) hasta que conozcamos más la jungla, y conseguimos algo de comida? No se qué pensareis, pero estoy seguro de que sería más razonable que discutir como estos dos... en fin, como nuestros compañeros.
Tras esto, miró a cada uno de los integrantes del grupo y se sentó junto a Dama. La miró y simplemente dijo: - "¿Te gusta Asylum?"
Veronhe acariciaba a su perro (mastín español de color beige y con una presencia fornida y grande), arrodillado frente a el, mientras de fondo escuchaba la discusión entre los marinos con indiferencia. Alzó la vista hacia aquellas dos personas y sin más se levantó. Dio unos pasos hacia donde se encontraban y se puso a su lado.
- Os aseguro - dijo, cortando la conversación que mantenían - que el hecho de haber naufragado es suficiente excusa para sentirse más que malhumorado. Pero me gustaría, ya que estoy en esta situación, no oír como dos personas se quejan sin más, sin haber hablado antes con los demás y ver algo más calmados la situación. Así que, hacedme un favor y callaos de una vez.
Los dos marinos se quedaron pasmados, pues el tono de Vero no había sido muy amable. Más bien algo rudo. Pegó un silbido fuerte y Asylum (que así se llamaba su perro) se puso de nuevo a su lado (pues, sin saber nada de aquella situación, se había ido al agua a darse un refrescante baño). Ambos se alejaron del grupo y finalizaron su escaso trayecto cuando llegaron a la primera línea de vegetación. Veronhe examinó con detenimiento todas aquellas especies vegetales tan exóticas, y que en algún momento estudiaría con más detenimiento. Cortó una pequeña cinta vegetal que colgaba de una pequeña planta y se la enrolló en el pelo para hacerse una pequeña coleta. Observó las palmeras y comenzó el camino de vuelta.
Cuando llegó, encontró a las mismas personas discutiendo sobro esto y lo otro. Sin pararse delante de ellas, se puso en medio del grupo para realizar una pregunta.
- Mirad... No creo que vayamos a morir como vaticina nuestro querido marino, pero es evidente que no podemos quedarnos de brazos cruzados, ya que eso sí sería nuestro fin. Al acercarme a las palmeras he visto que arriba hay ciertas masas de cocos. He estudiado algunas especies de palmera pero no se si estas están en época de maduración. Propongo una cosa como primera medida. ¿Por qué no nos asentamos aquí en la playa (donde, sin duda habrá menos peligros) hasta que conozcamos más la jungla, y conseguimos algo de comida? No se qué pensareis, pero estoy seguro de que sería más razonable que discutir como estos dos... en fin, como nuestros compañeros.
Tras esto, miró a cada uno de los integrantes del grupo y se sentó junto a Dama. La miró y simplemente dijo: - "¿Te gusta Asylum?"
EL DESTÍ ESTÀ DINS NOSTRE. NO JUGUEM AMB ELL, ELL JUGA AMB NOSALTRES
Re: En la jungla
ISHTAR
Ishtar recordaba vagamente, como un borroso torbellino de inconexas imágenes, la noche anterior que por poco había segado su vida. Lo que fuera una amenazante borrasca acompañada de espesas nubes grises que encapotaban el cielo la tarde anterior, se convirtió de repente en una de las más violentas tormentas que el guerrero había presenciado en su vida entera al caer el sol.
Viajaba en "La sirena", un navío que, aunque bien conservado, acusaba con interminables crujidos y bamboleos toda una vida en el mar. Algunos tablones podridos por el efecto corrosivo de los mares de aquella tierra y una pequeña tripulación que se afanaba en llegar a puerto lo antes posible con hoscas miradas a modo de recibimiento, era el único acompañamiento que cabía esperar en la travesía.
Los motivos de su viaje, quedaban para él, pues eran demasiado oscuros y borrosos como para aventurarse a compartirlos con nadie más.
No se había fijado especialmente en los otros viajeros, aunque le llamaron la atención en algún que otro momento un joven humano que se hacía acompañar por un perro que no había visto en su vida o el magnetismo extraño que irradiaba una elfa de fría belleza que paseaba indiferente por la cubierta.
Lo que daría un giro radical en su vida, fue el inicio de una tormenta caída ya la noche, una tempestad que a medida que pasaba el tiempo, parecía más amenazadora, más poderosa y que parecía poner a prueba la resistencia del barco, ahora endeble y frágil como una cáscara de nuez en un inmenso vacío.
El guerrero, superado por las circunstancias que le sobrevenían en aquellos momentos, trataba sólo de mantenerse con vida, desbocado su corazón, a la vez que, cegado por una lluvia torrencial e inclemente intentaba no salir despedido en alguno de los peligrosos bamboleos que daba la ahora desbocada embarcación.
Se movía con dificultades por su pesada armadura, haciendo grandes esfuerzos por mantenerse en pie mientras lejanos gritos y carreras se sucedían sin pausa a su alrededor.
De repente, un fuerte estallido sacudió la nave, e Ishtar cayó pesadamente al suelo ante la terrible sacudida. Sólo recordaba haber gateado exhausto por la cubierta que ahora se movía frenética de un lado a otro, hasta haber llegado a lo que parecía una pequeña barca que, una vez llena por algunos de los supervivientes, cayó al agua al romperse sus ataduras por el peso al que había sido sometida.
Después, agotado y aún tensos sus músculos, cooperó con los restantes supervivientes para tratar de mantener a flote el minúsculo bote de los duros golpes del embravecido oleaje. Tras horas remando (y siendo dirigidos por el propio mar), la embarcación por fin llegó a la costa arenosa de lo que parecía ser una paradisíaca playa, y que suponía para el guerrero unos momentos de descanso y reflexión de todo lo acontecido. Había amanecido.
Con esfuerzo, Ishtar bajó del bote y pronto se hundió en ese blando suelo debido a su armadura. Había rezado a los dioses por no caer al mar, ya que no hubiera sobrevivido imbuído entre tantos kilos de coraza.
Ahora más calmado, miró a sus acompañantes mientras el marinero que había guiado el bote hablaba acaloradamente sobre el lugar al que habían llegado.
Aparte del marino, pudo ver a la altiva mujer en la que ya había reparado anteriormente, al joven que estaba acompañado por su fiel perro y a otro hombre que desconocía. Había también un hombre de menor estatura acompañado de una mujer de exóticas vestiduras.
Cansado, el guerrero escuchó las conversaciones, y vio cómo el humano acompañado de su mascota daba su opinión tras haber inspeccionado la tremenda variedad de vegetación que izaba un mural verde lleno de ruidos y sonidos desconocidos a escasos metros de la arena.
También se rió a medias cuando éste presentaba su mascota a la reservada mujer elfa y se sentaba a su lado. Entonces, decidió presentarse y dar su opinión:
- "Saludos a todos, me llamo Ishtar. Tal cómo parece nos hallamos en una extraña situación tras lo que ha ocurrido, aunque sin duda hemos de agradecer a los dioses que aún sigamos con vida. Estoy de acuerdo con ese joven humano" -, dijo mirando a Veronhe, - " aunque si bien es cierto que deberíamos hacer un pequeño campamento hasta ver qué situacion es la que nos aguarda, no debemos olvidar que pronto habremos de tomar una decisión al respecto de qué hacer en estos desconocidos parajes y a dónde dirigirnos en busca de ayuda..."
Tras decir esto, esperó a saber la opinión (y quizás los nombres) de todos aquellos con los que ahora compartía tan extraña pero real situación...
Ishtar recordaba vagamente, como un borroso torbellino de inconexas imágenes, la noche anterior que por poco había segado su vida. Lo que fuera una amenazante borrasca acompañada de espesas nubes grises que encapotaban el cielo la tarde anterior, se convirtió de repente en una de las más violentas tormentas que el guerrero había presenciado en su vida entera al caer el sol.
Viajaba en "La sirena", un navío que, aunque bien conservado, acusaba con interminables crujidos y bamboleos toda una vida en el mar. Algunos tablones podridos por el efecto corrosivo de los mares de aquella tierra y una pequeña tripulación que se afanaba en llegar a puerto lo antes posible con hoscas miradas a modo de recibimiento, era el único acompañamiento que cabía esperar en la travesía.
Los motivos de su viaje, quedaban para él, pues eran demasiado oscuros y borrosos como para aventurarse a compartirlos con nadie más.
No se había fijado especialmente en los otros viajeros, aunque le llamaron la atención en algún que otro momento un joven humano que se hacía acompañar por un perro que no había visto en su vida o el magnetismo extraño que irradiaba una elfa de fría belleza que paseaba indiferente por la cubierta.
Lo que daría un giro radical en su vida, fue el inicio de una tormenta caída ya la noche, una tempestad que a medida que pasaba el tiempo, parecía más amenazadora, más poderosa y que parecía poner a prueba la resistencia del barco, ahora endeble y frágil como una cáscara de nuez en un inmenso vacío.
El guerrero, superado por las circunstancias que le sobrevenían en aquellos momentos, trataba sólo de mantenerse con vida, desbocado su corazón, a la vez que, cegado por una lluvia torrencial e inclemente intentaba no salir despedido en alguno de los peligrosos bamboleos que daba la ahora desbocada embarcación.
Se movía con dificultades por su pesada armadura, haciendo grandes esfuerzos por mantenerse en pie mientras lejanos gritos y carreras se sucedían sin pausa a su alrededor.
De repente, un fuerte estallido sacudió la nave, e Ishtar cayó pesadamente al suelo ante la terrible sacudida. Sólo recordaba haber gateado exhausto por la cubierta que ahora se movía frenética de un lado a otro, hasta haber llegado a lo que parecía una pequeña barca que, una vez llena por algunos de los supervivientes, cayó al agua al romperse sus ataduras por el peso al que había sido sometida.
Después, agotado y aún tensos sus músculos, cooperó con los restantes supervivientes para tratar de mantener a flote el minúsculo bote de los duros golpes del embravecido oleaje. Tras horas remando (y siendo dirigidos por el propio mar), la embarcación por fin llegó a la costa arenosa de lo que parecía ser una paradisíaca playa, y que suponía para el guerrero unos momentos de descanso y reflexión de todo lo acontecido. Había amanecido.
Con esfuerzo, Ishtar bajó del bote y pronto se hundió en ese blando suelo debido a su armadura. Había rezado a los dioses por no caer al mar, ya que no hubiera sobrevivido imbuído entre tantos kilos de coraza.
Ahora más calmado, miró a sus acompañantes mientras el marinero que había guiado el bote hablaba acaloradamente sobre el lugar al que habían llegado.
Aparte del marino, pudo ver a la altiva mujer en la que ya había reparado anteriormente, al joven que estaba acompañado por su fiel perro y a otro hombre que desconocía. Había también un hombre de menor estatura acompañado de una mujer de exóticas vestiduras.
Cansado, el guerrero escuchó las conversaciones, y vio cómo el humano acompañado de su mascota daba su opinión tras haber inspeccionado la tremenda variedad de vegetación que izaba un mural verde lleno de ruidos y sonidos desconocidos a escasos metros de la arena.
También se rió a medias cuando éste presentaba su mascota a la reservada mujer elfa y se sentaba a su lado. Entonces, decidió presentarse y dar su opinión:
- "Saludos a todos, me llamo Ishtar. Tal cómo parece nos hallamos en una extraña situación tras lo que ha ocurrido, aunque sin duda hemos de agradecer a los dioses que aún sigamos con vida. Estoy de acuerdo con ese joven humano" -, dijo mirando a Veronhe, - " aunque si bien es cierto que deberíamos hacer un pequeño campamento hasta ver qué situacion es la que nos aguarda, no debemos olvidar que pronto habremos de tomar una decisión al respecto de qué hacer en estos desconocidos parajes y a dónde dirigirnos en busca de ayuda..."
Tras decir esto, esperó a saber la opinión (y quizás los nombres) de todos aquellos con los que ahora compartía tan extraña pero real situación...
"Ellos quieren al reino, pero no quieren al rey.
Ellos quieren su trono."
Ellos quieren su trono."
- Dama_Oscura_de_virgo
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- Registrado: 24 Sep 2007, 05:24
- Ubicación: Puerto Rico
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Re: En la jungla
Dama:
*Por primera vez desde hacia mucho tiempo volvía a estar rodeada de naturaleza luego de haber permanecido, por una promesa, reclusa en las mas tenebrosas de las oscuridades. Ahora su pálida piel desentonaba en contraste a quienes la rodeaban que curtidos por el sol trabajaban hombro con hombro por mantener todo en orden en el barco en el cual andaba.
Indiferente solía pasearse por la cubierta lanzando una que otra mirada de soslayo a sus compañeros. Con el único con quien había entablado algún tipo de relación hasta entonces era con el perro de uno de sus compañeros, llamado Asylum, quien algunas veces iba hasta donde la joven elfa a que le acariciara la oreja, claro esta, ninguno de sus compañeros la habían observado.
Pasaba largas horas al día en la proa observando el horizonte y tratando de captar alguna señal que le indicara el futuro incierto que sabia estaba por llegar. Tenía que dejar todo en su vida pasada atrás, por esta razón es que había abrodado la embarcación. Los días pasaban, uno tras otro, y nada parecía alterar el ritmo pautado en el barco, apenas sabia cuantos días pasaban, hasta que una noche todo cambio?
Una fuerte tormenta arraso con el barco y no pudo hacer nada para impedirlo. Con un horror que no reflejo en su rostro vio como sus compañeros perecían ahogados en las profundidades del bravío mar, uno tras uno desaparecían? Solo quedaron unos cuantos? Sin cavilaciones adopto su manera de indiferencia, hasta que llegaron a las orillas de una isla. Oía sus voces distantes a pesar que estaban junto a ella. Aun se recriminaba el no haber hecho nada por salvar a alguien, y no fue su culpa? Simplemente no pudo?
Sacudió la cabeza y por primera vez se dejo caer en la arena como una muñeca de trapo y la mirada perdida mientras los recuerdos de su vida desfilaban en su mente como si de una película se tratara. Sacudió la cabeza y parpadeo intentando espantar los fantasmas que la habían convertido de la jovial elfa a una sombría. Enterró los puños en la arena, su expresión fue cambiada a una de despreocupación, que desentonaba a la de los demás.
Observo de reojo que varios de sus compañeros la observaban, mientras uno de ellos se sentaba a su lado y reconoció a uno de los que la miraban como Ishtar, había escuchado su nombre en los días monótonos en el barco. Mantuvo su altiva expresión, que no le restaba majestuosidad a pesar de la situación en la que se encontraba. Mientras posaba su profunda mirada de ojos violetas en el dueño del canino que se había sentado a su lado y ahora le hablaba*
"¿Te gusta Asylum?"
*Lo observo mientras enarcaba una ceja*
- ¿A que te refieres?? No puedo negar que es un buen cachorrito?
*entorno la mirada y volvió a posar su mirada en el horizonte*
*Por primera vez desde hacia mucho tiempo volvía a estar rodeada de naturaleza luego de haber permanecido, por una promesa, reclusa en las mas tenebrosas de las oscuridades. Ahora su pálida piel desentonaba en contraste a quienes la rodeaban que curtidos por el sol trabajaban hombro con hombro por mantener todo en orden en el barco en el cual andaba.
Indiferente solía pasearse por la cubierta lanzando una que otra mirada de soslayo a sus compañeros. Con el único con quien había entablado algún tipo de relación hasta entonces era con el perro de uno de sus compañeros, llamado Asylum, quien algunas veces iba hasta donde la joven elfa a que le acariciara la oreja, claro esta, ninguno de sus compañeros la habían observado.
Pasaba largas horas al día en la proa observando el horizonte y tratando de captar alguna señal que le indicara el futuro incierto que sabia estaba por llegar. Tenía que dejar todo en su vida pasada atrás, por esta razón es que había abrodado la embarcación. Los días pasaban, uno tras otro, y nada parecía alterar el ritmo pautado en el barco, apenas sabia cuantos días pasaban, hasta que una noche todo cambio?
Una fuerte tormenta arraso con el barco y no pudo hacer nada para impedirlo. Con un horror que no reflejo en su rostro vio como sus compañeros perecían ahogados en las profundidades del bravío mar, uno tras uno desaparecían? Solo quedaron unos cuantos? Sin cavilaciones adopto su manera de indiferencia, hasta que llegaron a las orillas de una isla. Oía sus voces distantes a pesar que estaban junto a ella. Aun se recriminaba el no haber hecho nada por salvar a alguien, y no fue su culpa? Simplemente no pudo?
Sacudió la cabeza y por primera vez se dejo caer en la arena como una muñeca de trapo y la mirada perdida mientras los recuerdos de su vida desfilaban en su mente como si de una película se tratara. Sacudió la cabeza y parpadeo intentando espantar los fantasmas que la habían convertido de la jovial elfa a una sombría. Enterró los puños en la arena, su expresión fue cambiada a una de despreocupación, que desentonaba a la de los demás.
Observo de reojo que varios de sus compañeros la observaban, mientras uno de ellos se sentaba a su lado y reconoció a uno de los que la miraban como Ishtar, había escuchado su nombre en los días monótonos en el barco. Mantuvo su altiva expresión, que no le restaba majestuosidad a pesar de la situación en la que se encontraba. Mientras posaba su profunda mirada de ojos violetas en el dueño del canino que se había sentado a su lado y ahora le hablaba*
"¿Te gusta Asylum?"
*Lo observo mientras enarcaba una ceja*
- ¿A que te refieres?? No puedo negar que es un buen cachorrito?
*entorno la mirada y volvió a posar su mirada en el horizonte*
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Re: En la jungla
Turno 2
- ¡Claro, por que no! ¡Quedarse aquí y comer cocos! ¡Ignorante! ¡Estas selvas están plagadas de salvajes! ¡Y puedo asegurarte que estarán encantados de devorarte vivo cuando te encuentren! ¡Pero quédate si quieres, yo haré algo útil, como buscar algo de agua dulce antes de marcharme en el bote! ? exclamo el marino dirigiéndose a Veronhe, para luego alejarse con rápidas zancadas, desenvainando su sable al adentrarse entre la jungla.
- Temo que tiene razón. Si montamos un campamento, tarde o temprano los nativos notaran el humo, o nos descubrirán. Y no todos son amigables. Pero no me he presentado. Mi nombre es Zarono. Pueden considerarme un estudioso. He viajado por muchas partes, y conozco algo sobre la selva ? intervino el muchacho moreno, aunque en ese momento, la joven de vestiduras extranjeras se aproximo al grupo, mientras discutían sus posibilidades, y les dijo algo en una lengua desconocida.
La muchacha espero a que alguien le respondiera, pero al ver que solo se encontraba con rostros desconcertados, se encogió de hombros, como si se lo esperara, y subió con agilidad en un santiamén a una de las palmeras mas cercanas, desprendiendo varios cocos utilizando solamente el dorso de su mano derecha, para después partirlos por la mitad con otros pocos golpes, e invitándolos enseguida mediante unos gestos a compartirlos.
-
- ¡Claro, por que no! ¡Quedarse aquí y comer cocos! ¡Ignorante! ¡Estas selvas están plagadas de salvajes! ¡Y puedo asegurarte que estarán encantados de devorarte vivo cuando te encuentren! ¡Pero quédate si quieres, yo haré algo útil, como buscar algo de agua dulce antes de marcharme en el bote! ? exclamo el marino dirigiéndose a Veronhe, para luego alejarse con rápidas zancadas, desenvainando su sable al adentrarse entre la jungla.
- Temo que tiene razón. Si montamos un campamento, tarde o temprano los nativos notaran el humo, o nos descubrirán. Y no todos son amigables. Pero no me he presentado. Mi nombre es Zarono. Pueden considerarme un estudioso. He viajado por muchas partes, y conozco algo sobre la selva ? intervino el muchacho moreno, aunque en ese momento, la joven de vestiduras extranjeras se aproximo al grupo, mientras discutían sus posibilidades, y les dijo algo en una lengua desconocida.
La muchacha espero a que alguien le respondiera, pero al ver que solo se encontraba con rostros desconcertados, se encogió de hombros, como si se lo esperara, y subió con agilidad en un santiamén a una de las palmeras mas cercanas, desprendiendo varios cocos utilizando solamente el dorso de su mano derecha, para después partirlos por la mitad con otros pocos golpes, e invitándolos enseguida mediante unos gestos a compartirlos.
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Re: En la jungla
ISHTAR
Por un momento, a Ishtar le pareció que el marino tenía razón al responder tan fuera de sí al joven explorador, pues si bien era cierto que necesitaban descansar, no podían quedarse en un mismo sitio por mucho tiempo, y más aún desconociendo los peligro que podían acecharles.
El marino, enfadado, fue a buscar agua dulce y desapareció pronto entre la espesura selvática que hacía las veces de muro vegetal a escasa distancia de donde estaban.
El nuevo pensamiento del guerrero, se reforzó cuando hablo un hombre de menor estatura y de morena tez, y, que a juzgar por su cuerpo poco desarrollado, no era precisamente un luchador nato.
Éste habló de que podían delatar su presencia ante nativos poco amistosos, a la vez que aprovechó para presentarse y hablar de sí, pues según decía, era un estudioso que había recorrido muchos parajes en su vida, quizás movido sólo por sus ansias de conocimientos.
Mientras, la joven de extrañas vestiduras que también había sobrevivido al percance se acercó a ellos y les habló en una lengua que Ishtar nunca antes había oído.
Al ver que ninguno de ellos la entendía, mostró su resignación. Tras eso, se dirigió ágilmente hacia una palmera cercana y tras escalarla desprendió y posteriormente partió unos cocos con el simple uso del canto de su mano. Después, hizo gestos para que fuesen a comer algo.
Ishtar se quedó sin habla, totalmente maravillado por lo que acababa de ver. Nunca había visto que una persona pudiese desarrollar tal fuerza o destreza para realizar esa acción, pues él, aunque fuerte y entrenado, nunca se hubiese imaginado capaz de tal acción.
Tras ese pequeño lapsus, recordó que no había comido en bastante tiempo, y su estómago le pedía algo de comer. Miró a sus nuevos compañeros, de los cuales aún no sabía el nombre de algunos, y les habló:
- "Veréis, Zarono tiene razón, al igual que ese marinero que se acaba de ir. Por unos momentos, yo también me he visto tentado a quedarme aquí en un principio, aunque según lo que he oído no es la mejor opción.
Creo que deberíamos ir a hacia uno de esos pueblos de los que Zarono ha hablado. Pues por lo que ha dicho, parece conocer algo de estas tierras... ¿me equivoco?" - dijo mirando al hombre moreno. - "...Por cierto, ¿alguien conoce a esa chica tan extraña que viene con nosotros?, ¿Quizás tú, Zarono?, pues por lo que pude ver tu eras el que estaba a su lado hasta hace poco..."
Tras decir esto y quedarse hasta escuchar las opiniones de los demás, miró hacia sus compañeros y decidió ir hacia donde estaba esa exótica mujer, pues tenía curiosidad por saber cómo había hecho eso y de paso podría comer algo...
Por un momento, a Ishtar le pareció que el marino tenía razón al responder tan fuera de sí al joven explorador, pues si bien era cierto que necesitaban descansar, no podían quedarse en un mismo sitio por mucho tiempo, y más aún desconociendo los peligro que podían acecharles.
El marino, enfadado, fue a buscar agua dulce y desapareció pronto entre la espesura selvática que hacía las veces de muro vegetal a escasa distancia de donde estaban.
El nuevo pensamiento del guerrero, se reforzó cuando hablo un hombre de menor estatura y de morena tez, y, que a juzgar por su cuerpo poco desarrollado, no era precisamente un luchador nato.
Éste habló de que podían delatar su presencia ante nativos poco amistosos, a la vez que aprovechó para presentarse y hablar de sí, pues según decía, era un estudioso que había recorrido muchos parajes en su vida, quizás movido sólo por sus ansias de conocimientos.
Mientras, la joven de extrañas vestiduras que también había sobrevivido al percance se acercó a ellos y les habló en una lengua que Ishtar nunca antes había oído.
Al ver que ninguno de ellos la entendía, mostró su resignación. Tras eso, se dirigió ágilmente hacia una palmera cercana y tras escalarla desprendió y posteriormente partió unos cocos con el simple uso del canto de su mano. Después, hizo gestos para que fuesen a comer algo.
Ishtar se quedó sin habla, totalmente maravillado por lo que acababa de ver. Nunca había visto que una persona pudiese desarrollar tal fuerza o destreza para realizar esa acción, pues él, aunque fuerte y entrenado, nunca se hubiese imaginado capaz de tal acción.
Tras ese pequeño lapsus, recordó que no había comido en bastante tiempo, y su estómago le pedía algo de comer. Miró a sus nuevos compañeros, de los cuales aún no sabía el nombre de algunos, y les habló:
- "Veréis, Zarono tiene razón, al igual que ese marinero que se acaba de ir. Por unos momentos, yo también me he visto tentado a quedarme aquí en un principio, aunque según lo que he oído no es la mejor opción.
Creo que deberíamos ir a hacia uno de esos pueblos de los que Zarono ha hablado. Pues por lo que ha dicho, parece conocer algo de estas tierras... ¿me equivoco?" - dijo mirando al hombre moreno. - "...Por cierto, ¿alguien conoce a esa chica tan extraña que viene con nosotros?, ¿Quizás tú, Zarono?, pues por lo que pude ver tu eras el que estaba a su lado hasta hace poco..."
Tras decir esto y quedarse hasta escuchar las opiniones de los demás, miró hacia sus compañeros y decidió ir hacia donde estaba esa exótica mujer, pues tenía curiosidad por saber cómo había hecho eso y de paso podría comer algo...
"Ellos quieren al reino, pero no quieren al rey.
Ellos quieren su trono."
Ellos quieren su trono."
Re: En la jungla
Turno 2.1
- En cierta forma tienes razón ? respondió Zarono, juntando las manos bajo las mangas de su túnica parda. Nací aquí, en Kaia Saruk, pero en la gran ciudad de Kurast, donde hay hombres mas civilizados, aunque temo decir que estamos muy lejos de ella.
- En cuanto a la joven, la conocí en el barco y trate de hacerme entender con ella, ya que estaba intrigado por su procedencia. Creo que viene de Kitai, en el lejano este, pero ni siquiera se su nombre, o al menos no consigo pronunciarlo, y ella no sabe una palabra de nuestra lengua. Aun así? - dijo Zarono, acercándose a donde estaba la muchacha, observándolos con interés y acepto uno de los cocos que ella les ofrecía, sentándose como la joven en el suelo, de una manera extraña, con el tronco erguido, pero arrodillados y con el peso del cuerpo descansando sobre las piernas dobladas.
-
- En cierta forma tienes razón ? respondió Zarono, juntando las manos bajo las mangas de su túnica parda. Nací aquí, en Kaia Saruk, pero en la gran ciudad de Kurast, donde hay hombres mas civilizados, aunque temo decir que estamos muy lejos de ella.
- En cuanto a la joven, la conocí en el barco y trate de hacerme entender con ella, ya que estaba intrigado por su procedencia. Creo que viene de Kitai, en el lejano este, pero ni siquiera se su nombre, o al menos no consigo pronunciarlo, y ella no sabe una palabra de nuestra lengua. Aun así? - dijo Zarono, acercándose a donde estaba la muchacha, observándolos con interés y acepto uno de los cocos que ella les ofrecía, sentándose como la joven en el suelo, de una manera extraña, con el tronco erguido, pero arrodillados y con el peso del cuerpo descansando sobre las piernas dobladas.
-
Re: En la jungla
Veronhe
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- Mil disculpas por no haberme presentado antes. Mi nombre es Veron..., podeis llamarme Vero.
Ante la situación tan extraña que vivía, Veronhe se sintió algo inseguro por no conocer nada de aquella exotica mujer. El hecho de que sin nada a cambio les ofreciera unos cocos para comer ya era signo del buen menester de la chica, y además no se podía temer nada pues todos habían visto con sus propios ojos como cogia con sus propias manos los cocos y los abría ante ellos.
Pese a todo lo que pudo, y finalmente no pensó, no hizo otra cosa sino coger una porción de aquellos cocos que buena y amablemente les ofrecía. A la vez que cogía medio coco asintió con la cabeza mostrando su enorme agradecimiento. Pero había otra cosa que desconcertaba a Vero todavía. Era la discusión que se mantenía entorno al tema de quedarse o no quedarse allí. La idea de ponerse en marcha no era tan descabellada, si bien seguía creyendo que lo mejor en todo caso sería mantenerse en aquella posición un día más para asegurarlo todo y no tener problemas.
- Mira Ishtar, no creo que sea, ni mucho menos, mala idea buscar un pueblo cercano, pues las ventajas que nos daría serían extremas comparadas con lo que ahora tenemos. De hecho no voy a tener ningún problema en arrancar la marcha si así lo decide el grupo. Pero por favor, y esto lo digo en general, no hagais tonterías como las que hace nuestro querído buscaagua, pues creo que no es lo más conveniente adentrarse solo en la espesura. Ya vendrá lloriqueando cuando le aparezca alguna serpiente o algo peor. Quiza no tanto como tu Zarono, pero también soy estudioso de la naturaleza y he leido mucho sobre estos ambientes. Mirad, ¿por qué no nos ponemos de acuerdo y por grupos vamos a buscar diferentes cosas como agua o cobijo? Aunque también me gustaría plantear esto: ¿Por qué no seguimos la linea de costa? Creo que es más probable encontrar un pueblo marinero que si nos metemos en la selva.
Tras esto dio un bocado al coco y lo degustó. Después le siguieron otro y otro hasta que quedó solo un último mordisco. Vero silvó fuertemente y en seguida, Asylum se sentó a su lado. Veronhe posó el último trozo de coco en su palma de la mano y se lo ofreció a su perro, que, gustosamente, se la comió y relamió la mano, a la vez que meneaba la cola.
- ¡Hey! Dale las gracias a la señorita.
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Re: En la jungla
Dama
*Dama habia permanecido callada mirando el horizonte, con la mano derecha comenzo a hacer circulos en la arena, el viento que creaban las palmas le acariciaba el rostro y su cabello parecia danzar al mismo ritmo que pautaba la ligera ventolera. Dama se puso de pie, apreto su camafeo y se dirigio a los presentes. Su voz carecia de sentimiento, totalmente neutral, como cuando una voz muere... Si eso fuese posible*
- Y bien menos charla y mas trabajo... ¿Que piensan hacer?
*Dama habia permanecido callada mirando el horizonte, con la mano derecha comenzo a hacer circulos en la arena, el viento que creaban las palmas le acariciaba el rostro y su cabello parecia danzar al mismo ritmo que pautaba la ligera ventolera. Dama se puso de pie, apreto su camafeo y se dirigio a los presentes. Su voz carecia de sentimiento, totalmente neutral, como cuando una voz muere... Si eso fuese posible*
- Y bien menos charla y mas trabajo... ¿Que piensan hacer?
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Re: En la jungla
ISHTAR
El guerrero, vio pronto cómo los demás se dirigían también hacia donde estaba la exótica joven para comer algo. Bien pensado, nadie había probado comida alguna desde el aciago naufragio, y tras una extenuante lucha por la supervivencia era lo menos que podían hacer.
Mientras Ishtar se acababa la pieza de coco que había tomado para sí, escuchó lo que el joven explorador opinaba sobre la situación. La idea que tenía Veronhe, pues ahora ya sabía el nombre de aquel hombre, no era para nada desdeñable, y era la que él mismo apoyó también en un principio.
Sin embargo, las palabras de Zarono habían abierto ahora su mente, viendo claramente que cuanto más tiempo pasasen en la costa, menos tardarían en ser blanco si no de aquellas tribus salvajes de las que el estudioso hablaba, de las inclemencias atmosféricas que de seguro harían muy difícil su establecimiento, aunque fuera provisional.
No obstante, la segunda idea del explorador le gustó más, pues no se aventurarían demasiado pronto a la espesura de aquella amenazante y espesa vegetación y tampoco se quedarían más tiempo allí. Razonado este pensamiento, el guerrero les habló de nuevo:
- "Veréis, compañeros: No creo que quedarnos en este sitio por más tiempo sea fructífero para poder aclarar en qué sitio nos encontramos ni que posibilidades tenemos de encontrar ayuda. Sin embargo, Veronhe ha dado una buena opción. Si todos estáis de acuerdo, deberíamos recorrer algún trecho de costa sin adentrarnos aún en la espesura de esa selva, pues puede que encontremos o un sitio mejor para acampar un tiempo, o una elevación que nos permita posicionarnos en el terreno. Esperemos al marino, si no ha caído ya en alguna situación comprometida, y partamos de inmediato."
A Ishtar, comenzaba a hacérsele larga esa parada que habían realizado. Quería dejar atrás ese sitio de inmediato, pues no le traía buenas vibraciones. Sin embargo, el sol que filtraba sus rayos entre la vegetación produciendo miles de diversas sombras o las cristalinas aguas que murmullaban relajantes al llegar a la costa, podían perfectamente indicar lo contrario.
El guerrero, acariciaba inquieto el pomo de sus dos espadas gemelas. Comenzaba a sentir un tremendo calor debido a la armadura en la que estaba imbuído y el hambre que tenía aún no había desaparecido.
Cruzándose de brazos, miró a sus compañeros, en especial a la extraña Dama, que parecía aún más impaciente que él por resolver aquella situación mientras esperaba la opinión de los demás...
El guerrero, vio pronto cómo los demás se dirigían también hacia donde estaba la exótica joven para comer algo. Bien pensado, nadie había probado comida alguna desde el aciago naufragio, y tras una extenuante lucha por la supervivencia era lo menos que podían hacer.
Mientras Ishtar se acababa la pieza de coco que había tomado para sí, escuchó lo que el joven explorador opinaba sobre la situación. La idea que tenía Veronhe, pues ahora ya sabía el nombre de aquel hombre, no era para nada desdeñable, y era la que él mismo apoyó también en un principio.
Sin embargo, las palabras de Zarono habían abierto ahora su mente, viendo claramente que cuanto más tiempo pasasen en la costa, menos tardarían en ser blanco si no de aquellas tribus salvajes de las que el estudioso hablaba, de las inclemencias atmosféricas que de seguro harían muy difícil su establecimiento, aunque fuera provisional.
No obstante, la segunda idea del explorador le gustó más, pues no se aventurarían demasiado pronto a la espesura de aquella amenazante y espesa vegetación y tampoco se quedarían más tiempo allí. Razonado este pensamiento, el guerrero les habló de nuevo:
- "Veréis, compañeros: No creo que quedarnos en este sitio por más tiempo sea fructífero para poder aclarar en qué sitio nos encontramos ni que posibilidades tenemos de encontrar ayuda. Sin embargo, Veronhe ha dado una buena opción. Si todos estáis de acuerdo, deberíamos recorrer algún trecho de costa sin adentrarnos aún en la espesura de esa selva, pues puede que encontremos o un sitio mejor para acampar un tiempo, o una elevación que nos permita posicionarnos en el terreno. Esperemos al marino, si no ha caído ya en alguna situación comprometida, y partamos de inmediato."
A Ishtar, comenzaba a hacérsele larga esa parada que habían realizado. Quería dejar atrás ese sitio de inmediato, pues no le traía buenas vibraciones. Sin embargo, el sol que filtraba sus rayos entre la vegetación produciendo miles de diversas sombras o las cristalinas aguas que murmullaban relajantes al llegar a la costa, podían perfectamente indicar lo contrario.
El guerrero, acariciaba inquieto el pomo de sus dos espadas gemelas. Comenzaba a sentir un tremendo calor debido a la armadura en la que estaba imbuído y el hambre que tenía aún no había desaparecido.
Cruzándose de brazos, miró a sus compañeros, en especial a la extraña Dama, que parecía aún más impaciente que él por resolver aquella situación mientras esperaba la opinión de los demás...
"Ellos quieren al reino, pero no quieren al rey.
Ellos quieren su trono."
Ellos quieren su trono."
Re: En la jungla
Veronhe
Tras escuchar a su compañero murmuró algo, sin querer ser escuchado, pero queriendo serlo a su vez: " Al diablo con el marino"
Tras esto habló como si no hubiese dicho nada.
[color=limegreen]
- Espero más respuestas..., ¿Dama, qué opinas tu?[/color]
Última edición por Veronhe el 08 Oct 2007, 21:01, editado 1 vez en total.
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Re: En la jungla
Turno 2.2
- Esperen un momento ? dijo Zarono, mientras movía dos dedos sobre su palma izquierda, haciendo un movimiento como de caminar, y luego señalaba hacia la extensa costa que tenían por delante. La joven de Kitai dio muestras de entender, aunque primero señalo hacia la selva y pregunto algo en su idioma. Zarono le hizo ver que no la comprendía, y la muchacha se tapo un ojo e imito la forma de un sable colgando de su cintura.
- Creo que quiere saber que paso con nuestro ?afable? compañero ? dijo Zarono dirigiéndose a los demás, para luego agregar. ? Me parece que tenemos un problema. La comida podríamos obtenerla de las palmeras y de la costa, peces, cangrejos y cosas así, pero tarde o temprano necesitaremos agua dulce. Y yo no llevo mucha conmigo.
- Esperen un momento ? dijo Zarono, mientras movía dos dedos sobre su palma izquierda, haciendo un movimiento como de caminar, y luego señalaba hacia la extensa costa que tenían por delante. La joven de Kitai dio muestras de entender, aunque primero señalo hacia la selva y pregunto algo en su idioma. Zarono le hizo ver que no la comprendía, y la muchacha se tapo un ojo e imito la forma de un sable colgando de su cintura.
- Creo que quiere saber que paso con nuestro ?afable? compañero ? dijo Zarono dirigiéndose a los demás, para luego agregar. ? Me parece que tenemos un problema. La comida podríamos obtenerla de las palmeras y de la costa, peces, cangrejos y cosas así, pero tarde o temprano necesitaremos agua dulce. Y yo no llevo mucha conmigo.
Última edición por Robotboy el 10 Oct 2007, 05:04, editado 1 vez en total.
- Dama_Oscura_de_virgo
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Re: En la jungla
Dama:
*Dama se volvió a escuchar*
"Veréis, compañeros: No creo que quedarnos en este sitio por más tiempo sea fructífero para poder aclarar en qué sitio nos encontramos ni que posibilidades tenemos de encontrar ayuda. Sin embargo, Veronhe ha dado una buena opción. Si todos estáis de acuerdo, deberíamos recorrer algún trecho de costa sin adentrarnos aún en la espesura de esa selva, pues puede que encontremos o un sitio mejor para acampar un tiempo, o una elevación que nos permita posicionarnos en el terreno. Esperemos al marino, si no ha caído ya en alguna situación comprometida, y partamos de inmediato."
- Hasta que al fin alguien recobra la cordura del todo...
*Observo de arriba abajo a la extraña mujer con desprecio, mientras volvía a hablar*
- ?Y habla algo claro en vez de hacer malabares exorbitantes para llamar la atención.
*Observo de reojo a Ishtar que la miraba esperando una contestación de parte de los demás. A Dama no le paso desapercibida la frase comentada por Veronhe, había sido prácticamente un murmullo inaudible, pero para sus sentidos fue mas que suficiente. Lo miro con aprobación mientras este hablaba*
- Espero más respuestas..., ¿Dama, qué opinas tu?
- Gracias por solicitar mis opiniones...
*Contesto esta en un tono de voz relajado, que iba en contra totalmente con su general estado anímico*
- Yo opino como Ishtar debemos buscar la manera de salir de aquí, y no es precisamente adentrándonos en esta selva, donde saben los Dioses que peligros nos esperan. Así que caminemos por la costa y luego la suerte lo decidirá...
*Dama frunció el ceño para si misma? ¿La suerte? ¿Compartía opiniones? ¿Qué le pasaba?? *
*Dama se volvió a escuchar*
"Veréis, compañeros: No creo que quedarnos en este sitio por más tiempo sea fructífero para poder aclarar en qué sitio nos encontramos ni que posibilidades tenemos de encontrar ayuda. Sin embargo, Veronhe ha dado una buena opción. Si todos estáis de acuerdo, deberíamos recorrer algún trecho de costa sin adentrarnos aún en la espesura de esa selva, pues puede que encontremos o un sitio mejor para acampar un tiempo, o una elevación que nos permita posicionarnos en el terreno. Esperemos al marino, si no ha caído ya en alguna situación comprometida, y partamos de inmediato."
- Hasta que al fin alguien recobra la cordura del todo...
*Observo de arriba abajo a la extraña mujer con desprecio, mientras volvía a hablar*
- ?Y habla algo claro en vez de hacer malabares exorbitantes para llamar la atención.
*Observo de reojo a Ishtar que la miraba esperando una contestación de parte de los demás. A Dama no le paso desapercibida la frase comentada por Veronhe, había sido prácticamente un murmullo inaudible, pero para sus sentidos fue mas que suficiente. Lo miro con aprobación mientras este hablaba*
- Espero más respuestas..., ¿Dama, qué opinas tu?
- Gracias por solicitar mis opiniones...
*Contesto esta en un tono de voz relajado, que iba en contra totalmente con su general estado anímico*
- Yo opino como Ishtar debemos buscar la manera de salir de aquí, y no es precisamente adentrándonos en esta selva, donde saben los Dioses que peligros nos esperan. Así que caminemos por la costa y luego la suerte lo decidirá...
*Dama frunció el ceño para si misma? ¿La suerte? ¿Compartía opiniones? ¿Qué le pasaba?? *
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Re: En la jungla
ISHTAR
Tras hablar, vio cómo Veronhe no se interesaba demasiado por el marino a la vez que le pedía su opinión a aquella altiva elfa.
Ésta, girándose hacia donde estaba dándose la conversación, dio su opinión. Se mostró propensa también a la idea del explorador y del guerrero a la vez que dirigía una mirada despectiva hacia la joven que les acompañaba, desaprobando aquella forma de comportarse que había mostrado.
Ishtar, dándose cuenta de eso, salió en parte a la defensa de esa extraña mujer venida de Kitai:
- "Verás dama, creo que lo que esta muchacha trata de hacer es ganarse nuestra confianza de la única manera que sabe, pues, como habrás observado, no habla nuestro idioma. No te pido que te hagas amiga suya ni nada de eso, pero creo que deberías entender los esfuerzos que trata de hacer para ser comprendida, pues ella lo tiene aún más difícil que nosotros para llegar a dar su opinión o para hacerse comprender..."
El guerrero no pretendió enfrentarse a la altiva elfa, que incluso parecía contrariada al ver que estaba de acuerdo con ellos, pero no le pareció correcta la forma burlesca que ésta usó para referirse a la exótica mujer.
En ese momento, Zarono trataba de hacer comprender mediante gestos a esa chica que iban a ponerse en camino, a lo que ésta respondió de una forma un tanto graciosa a ojos del guerrero que faltaba aquel marino que había ido a por agua, tratando de imitar sus vestiduras.
Tras eso, Zarono dijo una frase importante, pues necesitarían pronto agua dulce, y no podrían encontrarla en la costa.
Ishtar, volvió a dirigirse a sus compañeros mientras se incorporaba dispuesto a no seguir más tiempo allí:
- "Zarono tiene toda la razón, no sé vosotros pero yo tampoco tengo demasiadas reservas de agua tras el naufragio. Es importante que vayamos a buscar al marino, si no llega en un tiempo, pues aparte de que sea objeto de la antipatía de unos más que otros, no merece quedar abandonado a su suerte en esa selva, aunque el mismo se lo haya buscado..." -, diciendo esto último más para sí que para los demás, continuó hablando.
- "... Como iba diciendo, tenemos que decidir si vamos a buscar al marino internándonos ya en la selva, o esperar un tiempo a ver si viene, siguiendo nuestro camino por la costa en caso de que tarde demasiado. No quiero darle por muerto, e iría a buscarlo, pero necesito saber qué opináis vosotros..."
Tras decir esto, se cruzó de brazos, hundido en la blanda arena de la playa,esperando, a la vez que escuchaba los extraños y lejanos reclamos de quién sabe qué criaturas que habitaban en aquella selva. Cada vez tenía más calor...
-
Tras hablar, vio cómo Veronhe no se interesaba demasiado por el marino a la vez que le pedía su opinión a aquella altiva elfa.
Ésta, girándose hacia donde estaba dándose la conversación, dio su opinión. Se mostró propensa también a la idea del explorador y del guerrero a la vez que dirigía una mirada despectiva hacia la joven que les acompañaba, desaprobando aquella forma de comportarse que había mostrado.
Ishtar, dándose cuenta de eso, salió en parte a la defensa de esa extraña mujer venida de Kitai:
- "Verás dama, creo que lo que esta muchacha trata de hacer es ganarse nuestra confianza de la única manera que sabe, pues, como habrás observado, no habla nuestro idioma. No te pido que te hagas amiga suya ni nada de eso, pero creo que deberías entender los esfuerzos que trata de hacer para ser comprendida, pues ella lo tiene aún más difícil que nosotros para llegar a dar su opinión o para hacerse comprender..."
El guerrero no pretendió enfrentarse a la altiva elfa, que incluso parecía contrariada al ver que estaba de acuerdo con ellos, pero no le pareció correcta la forma burlesca que ésta usó para referirse a la exótica mujer.
En ese momento, Zarono trataba de hacer comprender mediante gestos a esa chica que iban a ponerse en camino, a lo que ésta respondió de una forma un tanto graciosa a ojos del guerrero que faltaba aquel marino que había ido a por agua, tratando de imitar sus vestiduras.
Tras eso, Zarono dijo una frase importante, pues necesitarían pronto agua dulce, y no podrían encontrarla en la costa.
Ishtar, volvió a dirigirse a sus compañeros mientras se incorporaba dispuesto a no seguir más tiempo allí:
- "Zarono tiene toda la razón, no sé vosotros pero yo tampoco tengo demasiadas reservas de agua tras el naufragio. Es importante que vayamos a buscar al marino, si no llega en un tiempo, pues aparte de que sea objeto de la antipatía de unos más que otros, no merece quedar abandonado a su suerte en esa selva, aunque el mismo se lo haya buscado..." -, diciendo esto último más para sí que para los demás, continuó hablando.
- "... Como iba diciendo, tenemos que decidir si vamos a buscar al marino internándonos ya en la selva, o esperar un tiempo a ver si viene, siguiendo nuestro camino por la costa en caso de que tarde demasiado. No quiero darle por muerto, e iría a buscarlo, pero necesito saber qué opináis vosotros..."
Tras decir esto, se cruzó de brazos, hundido en la blanda arena de la playa,esperando, a la vez que escuchaba los extraños y lejanos reclamos de quién sabe qué criaturas que habitaban en aquella selva. Cada vez tenía más calor...
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"Ellos quieren al reino, pero no quieren al rey.
Ellos quieren su trono."
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Re: En la jungla
Veronhe
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- Mirad, creo que ese tipo que "debemos esperar", algo con lo que discrepo, se ha buscado los problemas solito. Nadie en absoluto le obligó a ir por agua, solo, y adentrandose en la selva. Su problema es entonces el no actuar con una mentalidad de grupo. A mi jucio ese hombre es un inepto y un ignorante. Se que puede sonar duro pero es la verdad.
Vero estaba harto de que se protegiera a aquel tipo. Sin más los había dejado allí tirados sin hacer caso a los demás, solo oyendo su propio interés.
- Esperemos un poco si así lo creeis conveniente, pero cuanto antes partamos, mejor.- Miró a Dama - Joven, no trates así a esta mujer que bastante hace con estar aquí... - se acerca a la joven con exoticas vestimentas y se inclina, dejando su cara a escasos centimetros de la suya. - ...porque ¿está claro que no nos entiende? ¿O nos entiendes?- le preguntó acariciandole la cara.
- Ah! y una cosa más... Vero, maldita sea, no Veronhe...
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