ISHTAR
Observante como estaba el guerrero del acercamiento de aquel bote marino a bordo; notó que Phausto se le acercó y le preguntó por aquel tipo. Ishtar, le miró y le dijo con un tono sarcástico:
-"Creo que se trata de nuestro querido amigo el marino, aquel que tras partir en un periplo personal en busca de víveres, retorna en esa endeble barca para alegrarnos el resto de la noche... No debimos perder tiempo esperándole, pues su alegre palabrería parece delatar que no ha pasado las mismas dificultades que nosotros y, sin embargo, ha llegado al mismo lugar.
Esperemos a ver lo que quiere, aunquesi fuese por mí, no perdería demasiado tiempo pidiéndole más explicaciones... ¿Por cierto, te encuentras ya mejor de tus heridas?"
Tras contestar al mago, volvió a dirigir su vista a aquella barca que se acercaba entre golpes de olas a la pedregosa ahora costa...
En la jungla
Moderador: Robotboy
Re: En la jungla
Última edición por Noctifer el 27 Nov 2007, 12:28, editado 1 vez en total.
"Ellos quieren al reino, pero no quieren al rey.
Ellos quieren su trono."
Ellos quieren su trono."
Re: En la jungla
Turno 11.2
Cansados y malhumorados, los viajeros hicieron un alto antes de continuar. Aun quedaba por decidir si seguirían a aquella insólita pantera hacia la jungla, para buscar un sitio donde pasar la noche, o si acamparían en el primer sitio propicio, cuando repentinamente, la superficie de las aguas se rompió con una explosión de espuma. Una tenaza enorme, de al menos el tamaño de un hombre común, broto del mar y astillo un costado del bote, inclinándolo peligrosamente hacia un lado.
El marino no dudo un segundo, y eso le salvo la vida. Se arrojo al mar y nado vigorosamente hasta alcanzar la costa, corriendo apenas llego a la playa.
Atrás de el, emergió del mar una criatura acorazada, un cangrejo monstruoso que, hambriento y sin intenciones de dejar escapar a su presa tan fácilmente, emprendió la persecución por la arena, moviéndose con sus grandes patas articuladas.
- ¡A la selva! ¡No entrara entre los árboles! ? grito Zarono, tomando a la joven kitaini de la mano y urgiéndola a correr, mientras miraba una ultima vez a la criatura surgida del océano, lo que pareció redoblar la velocidad de sus zancadas.
El marino del parche en el ojo no se lo hizo repetir, y también emprendió la retirada, tan veloz como si llevara alas en los pies.
-
Cansados y malhumorados, los viajeros hicieron un alto antes de continuar. Aun quedaba por decidir si seguirían a aquella insólita pantera hacia la jungla, para buscar un sitio donde pasar la noche, o si acamparían en el primer sitio propicio, cuando repentinamente, la superficie de las aguas se rompió con una explosión de espuma. Una tenaza enorme, de al menos el tamaño de un hombre común, broto del mar y astillo un costado del bote, inclinándolo peligrosamente hacia un lado.
El marino no dudo un segundo, y eso le salvo la vida. Se arrojo al mar y nado vigorosamente hasta alcanzar la costa, corriendo apenas llego a la playa.
Atrás de el, emergió del mar una criatura acorazada, un cangrejo monstruoso que, hambriento y sin intenciones de dejar escapar a su presa tan fácilmente, emprendió la persecución por la arena, moviéndose con sus grandes patas articuladas.
- ¡A la selva! ¡No entrara entre los árboles! ? grito Zarono, tomando a la joven kitaini de la mano y urgiéndola a correr, mientras miraba una ultima vez a la criatura surgida del océano, lo que pareció redoblar la velocidad de sus zancadas.
El marino del parche en el ojo no se lo hizo repetir, y también emprendió la retirada, tan veloz como si llevara alas en los pies.
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Re: En la jungla
Ngué
La salida del animal no sorprendió a la pentera pues conocía medianamente la forma en la que atacaban. Sintió la urgencia de advertir a sus compañeros y dejando su escondite profirió un fuerte rugido a modo de llamado.
-Espero que no se detengan a combatir- pensó y volvió a emitir un nuevo rugído. Mirando atenta a la criatura. Si alguien quedaba resagado se vería forzada a intervenir y esta vez quizás no alcanzaría con sus dientes y garras.
La salida del animal no sorprendió a la pentera pues conocía medianamente la forma en la que atacaban. Sintió la urgencia de advertir a sus compañeros y dejando su escondite profirió un fuerte rugido a modo de llamado.
-Espero que no se detengan a combatir- pensó y volvió a emitir un nuevo rugído. Mirando atenta a la criatura. Si alguien quedaba resagado se vería forzada a intervenir y esta vez quizás no alcanzaría con sus dientes y garras.
Re: En la jungla
Phaustho
Mientras esperaban al marino, el cangrejo surgió de entre las espumosas olas del mar. Por mucho que Phaustho, como mago experimentado que era, estaba acostumbrado a lidiar con bestias monstruosas, no pudo evitar retroceder un paso de forma involuntaria ante el ataque del inmenso crustáceo.
Mientras veía como el marino nadaba y corría hacia ellos para ponerse a salvo, el hechicero supo que la opción más acertada era la que propuso Zarono: correr hacia la selva. De todas formas, plantarle cara a semejante monstruo sólo se convertiría en una empresa inútil: su poder mágico estaba aún agotado y, por desgracia, no creía que fuese suficiente como para poder plantar cara al cangrejo de manera efectiva.
[color=red]-¡Zarono tiene razón, chicos! ¡Rápido, corramos hacia los árboles y procurad abriros paso siempre en la misma dirección y sin separaros demasiado o nos perderemos!
Aquel detalle era muy importante: si no se mantenían unidos durante la penetración en la jungla, corrían el riesgo de quedar separados en aquella exótica espesura... cosa que podía significar la muerte. Sin tiempo que perder, Phaustho se acercó corriendo a los árboles. Cuando llegó al borde de la selva, el mago se acercó a los arbustos donde acechaba la pantera y, seguro de que el animal era capaz de comprender lo que le dijese, susurró:
-Vamos, no hay tiempo que perder. Acompáñame; no es bueno separarse.
Acto seguido y sin esperar reacción alguna por parte del animal (convencido como estaba de que enseguida vería al felino corriendo tras él), se adentró un poco en la selva, esperando a ver cómo reaccionaban los demás para no alejarse demasiado de la dirección que tomasen.[/color]
Mientras esperaban al marino, el cangrejo surgió de entre las espumosas olas del mar. Por mucho que Phaustho, como mago experimentado que era, estaba acostumbrado a lidiar con bestias monstruosas, no pudo evitar retroceder un paso de forma involuntaria ante el ataque del inmenso crustáceo.
Mientras veía como el marino nadaba y corría hacia ellos para ponerse a salvo, el hechicero supo que la opción más acertada era la que propuso Zarono: correr hacia la selva. De todas formas, plantarle cara a semejante monstruo sólo se convertiría en una empresa inútil: su poder mágico estaba aún agotado y, por desgracia, no creía que fuese suficiente como para poder plantar cara al cangrejo de manera efectiva.
[color=red]-¡Zarono tiene razón, chicos! ¡Rápido, corramos hacia los árboles y procurad abriros paso siempre en la misma dirección y sin separaros demasiado o nos perderemos!
Aquel detalle era muy importante: si no se mantenían unidos durante la penetración en la jungla, corrían el riesgo de quedar separados en aquella exótica espesura... cosa que podía significar la muerte. Sin tiempo que perder, Phaustho se acercó corriendo a los árboles. Cuando llegó al borde de la selva, el mago se acercó a los arbustos donde acechaba la pantera y, seguro de que el animal era capaz de comprender lo que le dijese, susurró:
-Vamos, no hay tiempo que perder. Acompáñame; no es bueno separarse.
Acto seguido y sin esperar reacción alguna por parte del animal (convencido como estaba de que enseguida vería al felino corriendo tras él), se adentró un poco en la selva, esperando a ver cómo reaccionaban los demás para no alejarse demasiado de la dirección que tomasen.[/color]
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Re: En la jungla
ISHTAR
Un tremendo vuelco en el corazón sacudió al guerrero cuando emergió del oscuro mar una gigantesca sombra que se iluminó a la luz de la luna como un ser marino gigantesco y acorazado.
El marino, hubo de saltar ágilmente al agua cuando una de las enormes pinzas de aquel monstruoso engendro seccionó, entre cientos de astillas, media parte de aquella endeble barca.
"Vaya, vaya, parece que al final no vas a llegar tan lejos con la barca...", se dijo para sí Ishtar en referencia al asustado marino, que ahora nadaba desbocado hacia la costa con aquel ser a sus espaldas.
Tras quedar durante unos segundos inmóvil ante esa escena, notó cómo la adrenalina recorrió su cuerpo reactivándolo y se dispuso a correr hacia la selva, adonde ya corrían Phausto y Zarono junto con la chica entre apresurados gritos. La pantera parecía dispuesta a servirles como guía...
Mientras corría, a punto de ser alcanzado por el marino, que ya había lacanzado la costa y corría hacia la selva, se acordó de su equipo, que aún yacía en el suelo del lugar.
Haciendo acopio de todas sus fuerzas, Ishtar corrió jadeante hacia su equipo y, tras agarrarlo, inició una deseperada carrera hacia donde se encontraban los demás, que no podrían esperarle mucho más.
Mientras corría hacia ellos, les gritó que corrieran, ya que esperaba alcanzarles antes de que se hubiesen internado demasiado en la jungla, que debería haber sido la opción a tomar desde el principio; vistos todos los problemas que les había deparado su estrategia de avanzar por la costa...
Un tremendo vuelco en el corazón sacudió al guerrero cuando emergió del oscuro mar una gigantesca sombra que se iluminó a la luz de la luna como un ser marino gigantesco y acorazado.
El marino, hubo de saltar ágilmente al agua cuando una de las enormes pinzas de aquel monstruoso engendro seccionó, entre cientos de astillas, media parte de aquella endeble barca.
"Vaya, vaya, parece que al final no vas a llegar tan lejos con la barca...", se dijo para sí Ishtar en referencia al asustado marino, que ahora nadaba desbocado hacia la costa con aquel ser a sus espaldas.
Tras quedar durante unos segundos inmóvil ante esa escena, notó cómo la adrenalina recorrió su cuerpo reactivándolo y se dispuso a correr hacia la selva, adonde ya corrían Phausto y Zarono junto con la chica entre apresurados gritos. La pantera parecía dispuesta a servirles como guía...
Mientras corría, a punto de ser alcanzado por el marino, que ya había lacanzado la costa y corría hacia la selva, se acordó de su equipo, que aún yacía en el suelo del lugar.
Haciendo acopio de todas sus fuerzas, Ishtar corrió jadeante hacia su equipo y, tras agarrarlo, inició una deseperada carrera hacia donde se encontraban los demás, que no podrían esperarle mucho más.
Mientras corría hacia ellos, les gritó que corrieran, ya que esperaba alcanzarles antes de que se hubiesen internado demasiado en la jungla, que debería haber sido la opción a tomar desde el principio; vistos todos los problemas que les había deparado su estrategia de avanzar por la costa...
Última edición por Noctifer el 21 Nov 2007, 09:40, editado 1 vez en total.
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Re: En la jungla
Turno 12
La carrera entre la oscuridad, abriéndose paso a trompicones entre la frondosa y casi impenetrable masa de árboles, matorrales, helechos, ramas y raíces que crecían y trepaban unos sobre otros fue enloquecedora. Los veloces pasos de los 7, moviéndose entre las enormes hojas y las lianas colgantes ahuyentaron a montones de aves, reptiles y otras criaturas que afortunadamente, no alcanzaban a vislumbrar en la penumbra.
Tropezando, cayendo y volviéndose a levantar, los 6 miembros humanos del grupo seguían al felino de piel azabache, que con sus ágiles saltos y veloces pasos los conducía hacia algún sitio, lejos de la costa y del espantoso habitante del océano que había emergido de las aguas.
Veronhe e Ishtar ya comenzaban a sufrir los efectos de la veloz huida, al llevar tanto metal encima y verse obligados a correr con el peso extra de su equipaje, hasta que finalmente la pantera se detuvo frente a una gran masa de roca, alrededor de la cual crecían apretadas filas de árboles y arbustos.
Introduciéndose por un hueco bajo, la pantera se deslizo hasta perderse de vista. Los demás, aunque un tanto recelosos, al estar confiando sus vidas en aquel extraño animal, decidieron seguirle, no sin antes tomar la precaución de encender unas antorchas y de tener las armas a la mano.
Sin embargo, afortunadamente nada de eso fue necesario, ya que luego de arrastrarse y andar a gatas por unos metros, todos volvieron a ponerse de pie al llegar al otro lado de aquella angosta oquedad, si bien tuvieron que jalar sus mochilas y sacos tras de si.
El enorme pedrusco era hueco por dentro, y ahí había una especie de cubil donde podrían descansar, a salvo de depredadores, humanos o no. El suelo estaba libre de alimañas, piedras o ramas, y además de una magnifica lanza, un cuchillo, un odre y una cuerda apoyados contra uno de los muros de la caverna, solo se encontraba ahí el esqueleto de algún animal, devorado y roído hasta dejar los blancos huesos expuestos.
Había suficiente espacio para que todos estuvieran de pie, lo mismo que para acomodarse y dormir, pero había sido un día muy difícil, y el sueño no acudiría con facilidad. Más aun, todos se preguntaron de quien serian aquellas cosas. ¿Y donde estaba su dueño? ¿Volvería? ¿Era un caníbal, como los otros hombres a los que habían combatido? ¿Habían hecho bien en dejar su suerte a ese animal, que ahora los observaba con sus ambarinos ojos felinos?
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La carrera entre la oscuridad, abriéndose paso a trompicones entre la frondosa y casi impenetrable masa de árboles, matorrales, helechos, ramas y raíces que crecían y trepaban unos sobre otros fue enloquecedora. Los veloces pasos de los 7, moviéndose entre las enormes hojas y las lianas colgantes ahuyentaron a montones de aves, reptiles y otras criaturas que afortunadamente, no alcanzaban a vislumbrar en la penumbra.
Tropezando, cayendo y volviéndose a levantar, los 6 miembros humanos del grupo seguían al felino de piel azabache, que con sus ágiles saltos y veloces pasos los conducía hacia algún sitio, lejos de la costa y del espantoso habitante del océano que había emergido de las aguas.
Veronhe e Ishtar ya comenzaban a sufrir los efectos de la veloz huida, al llevar tanto metal encima y verse obligados a correr con el peso extra de su equipaje, hasta que finalmente la pantera se detuvo frente a una gran masa de roca, alrededor de la cual crecían apretadas filas de árboles y arbustos.
Introduciéndose por un hueco bajo, la pantera se deslizo hasta perderse de vista. Los demás, aunque un tanto recelosos, al estar confiando sus vidas en aquel extraño animal, decidieron seguirle, no sin antes tomar la precaución de encender unas antorchas y de tener las armas a la mano.
Sin embargo, afortunadamente nada de eso fue necesario, ya que luego de arrastrarse y andar a gatas por unos metros, todos volvieron a ponerse de pie al llegar al otro lado de aquella angosta oquedad, si bien tuvieron que jalar sus mochilas y sacos tras de si.
El enorme pedrusco era hueco por dentro, y ahí había una especie de cubil donde podrían descansar, a salvo de depredadores, humanos o no. El suelo estaba libre de alimañas, piedras o ramas, y además de una magnifica lanza, un cuchillo, un odre y una cuerda apoyados contra uno de los muros de la caverna, solo se encontraba ahí el esqueleto de algún animal, devorado y roído hasta dejar los blancos huesos expuestos.
Había suficiente espacio para que todos estuvieran de pie, lo mismo que para acomodarse y dormir, pero había sido un día muy difícil, y el sueño no acudiría con facilidad. Más aun, todos se preguntaron de quien serian aquellas cosas. ¿Y donde estaba su dueño? ¿Volvería? ¿Era un caníbal, como los otros hombres a los que habían combatido? ¿Habían hecho bien en dejar su suerte a ese animal, que ahora los observaba con sus ambarinos ojos felinos?
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Re: En la jungla
ISHTAR
Afortunadamente, el guerrero pudo alcanzar a tiempo a los demás (que ya habían empezado la carrera), con ese gigante monstruo marino acercándose sin remisión a sus espaldas.
Abotargados sus sentidos por la tensión de la situación y el cansancio acumulado, dieron comienzo a una alocada huída hacia las entrañas de la oscura y densa selva siguiendo a ese felino, la única esperanza en la que podrían apoyarse para no acabar en un lugar de nadie.
Ishtar, no perdía de vista a los compañeros, pero notaba que sus piernas no darían más de sí si continuaban ese ritmo frenético; el día había sido duro y largo. Ahora resoplaba congestionado mientras se iba rezagando en su carrera y tropezaba torpemente en ese suelo húmedo, resbaladizo y poblado de restos de plantas, troncos y otras cosas que no podían vislumbrarse con la poca luz que iluminaba la superfície.
Tras unos largos minutos de huída a ciegas, la pantera hizo un alto frente a una roca de notables dimensiones, haciendo parar a los demás, exhaustos y transnochados.
Tras eso, se introdujo en esa especie de formación mineral que parecía hueca por dentro, seguida por Phausto, Zarono, la chica, el marino, y ambos guerreros.
Ishtar decidió dejar pasar primero a los demás, pues debido a sus voluminoso equipaje tuvo que hacer acopio de fuerza y habilidad para introducirse en aquella oscura y estrecha abertura.
Tras unos metros a rastras, vigilantes ante cualquier problema que podría dejarles atrapados, llegaron a una especie de pequeña cueva o espacio donde ya les esperaba el felino.
El sitio en cuestión parecía ser la morada de algún ser humano, pues había algunos útiles y unas armas bien conservadas en el sitio. Los restos de un animal devorado, parecían responder a la dieta del animal que hasta ahora les había ayudado.
Sin embargo, ¿Dónde estaba ese supuesto hombre si ahora ocupaba su guarida aquel felino?
Las preguntas y el cansancio habían quitado el sueño al guerrero, que ahora notaba un frío sudor por todo su cuerpo. Ante esa nueva situación, miró interrogante a los demás. ¿Deberían confiar por fin en aquel animal? ¿Dónde estaba el otro morador? ¿Tendrían que volver a luchar con él cuando llegase?
Mientras se preguntaba estas cosas y lo expresaba a los demás con una mirada siginificativa, Ishtar se limitó a dejar en un rincón su equipamiento conservando cerca de sí sus espadas gemelas...
Afortunadamente, el guerrero pudo alcanzar a tiempo a los demás (que ya habían empezado la carrera), con ese gigante monstruo marino acercándose sin remisión a sus espaldas.
Abotargados sus sentidos por la tensión de la situación y el cansancio acumulado, dieron comienzo a una alocada huída hacia las entrañas de la oscura y densa selva siguiendo a ese felino, la única esperanza en la que podrían apoyarse para no acabar en un lugar de nadie.
Ishtar, no perdía de vista a los compañeros, pero notaba que sus piernas no darían más de sí si continuaban ese ritmo frenético; el día había sido duro y largo. Ahora resoplaba congestionado mientras se iba rezagando en su carrera y tropezaba torpemente en ese suelo húmedo, resbaladizo y poblado de restos de plantas, troncos y otras cosas que no podían vislumbrarse con la poca luz que iluminaba la superfície.
Tras unos largos minutos de huída a ciegas, la pantera hizo un alto frente a una roca de notables dimensiones, haciendo parar a los demás, exhaustos y transnochados.
Tras eso, se introdujo en esa especie de formación mineral que parecía hueca por dentro, seguida por Phausto, Zarono, la chica, el marino, y ambos guerreros.
Ishtar decidió dejar pasar primero a los demás, pues debido a sus voluminoso equipaje tuvo que hacer acopio de fuerza y habilidad para introducirse en aquella oscura y estrecha abertura.
Tras unos metros a rastras, vigilantes ante cualquier problema que podría dejarles atrapados, llegaron a una especie de pequeña cueva o espacio donde ya les esperaba el felino.
El sitio en cuestión parecía ser la morada de algún ser humano, pues había algunos útiles y unas armas bien conservadas en el sitio. Los restos de un animal devorado, parecían responder a la dieta del animal que hasta ahora les había ayudado.
Sin embargo, ¿Dónde estaba ese supuesto hombre si ahora ocupaba su guarida aquel felino?
Las preguntas y el cansancio habían quitado el sueño al guerrero, que ahora notaba un frío sudor por todo su cuerpo. Ante esa nueva situación, miró interrogante a los demás. ¿Deberían confiar por fin en aquel animal? ¿Dónde estaba el otro morador? ¿Tendrían que volver a luchar con él cuando llegase?
Mientras se preguntaba estas cosas y lo expresaba a los demás con una mirada siginificativa, Ishtar se limitó a dejar en un rincón su equipamiento conservando cerca de sí sus espadas gemelas...
Re: En la jungla
Phaustho
Cuando se dio cuenta de lo que estaba sucediendo a su alrededor, Phaustho supo al instante que lo peor que podía hacer en aquel instante era pararse a pensar en lo que hacía. Sólo tenía claro que era hora de correr y eso es lo que hizo: correr como alma llevada por el diablo, sin perder de vista ni un instante al felino que le guiaba. Tan absorto estaba en seguir al animal que no se percató hasta un rato después de que los demás también le seguían de cerca, todos en la misma dirección. Se alegró de que ninguno se hubiese dispersado.
Cuando por fin se percató de dónde estaba, su sorpresa fue mayúscula. Siguiendo a la pantera y a sus compañeros entró en el orificio de la piedra. Al principio podía notar cómo el corazón le palpitaba con fuerza después de la carrera, pero poco a poco se iba calmando. Más aún cuando llegaron a la hoquedad y puedo ver que se trataba de un sitio que (a primera vista) era seguro y resguardado.
Sólo entonces, y cuando vio que todos empezaban a reponerse del susto, Phaustho se acercó al animal y, sin que nadie le oyese, se arrodilló junto al animal y, con precaución, susurró:
-¿Puedes ahora decirme quién eres en realidad? Sé que no eres un animal...o, al menos, no del todo.
Las palabras fueron muy directas. El mago se quedó allí, arrodillado, mirando al animal fijamente a los ojos...
Cuando se dio cuenta de lo que estaba sucediendo a su alrededor, Phaustho supo al instante que lo peor que podía hacer en aquel instante era pararse a pensar en lo que hacía. Sólo tenía claro que era hora de correr y eso es lo que hizo: correr como alma llevada por el diablo, sin perder de vista ni un instante al felino que le guiaba. Tan absorto estaba en seguir al animal que no se percató hasta un rato después de que los demás también le seguían de cerca, todos en la misma dirección. Se alegró de que ninguno se hubiese dispersado.
Cuando por fin se percató de dónde estaba, su sorpresa fue mayúscula. Siguiendo a la pantera y a sus compañeros entró en el orificio de la piedra. Al principio podía notar cómo el corazón le palpitaba con fuerza después de la carrera, pero poco a poco se iba calmando. Más aún cuando llegaron a la hoquedad y puedo ver que se trataba de un sitio que (a primera vista) era seguro y resguardado.
Sólo entonces, y cuando vio que todos empezaban a reponerse del susto, Phaustho se acercó al animal y, sin que nadie le oyese, se arrodilló junto al animal y, con precaución, susurró:
-¿Puedes ahora decirme quién eres en realidad? Sé que no eres un animal...o, al menos, no del todo.
Las palabras fueron muy directas. El mago se quedó allí, arrodillado, mirando al animal fijamente a los ojos...
Re: En la jungla
Ngué
Corrieron, se alejaron de la peligrosidad de la playa y se dirigieron al cubil de la Pantera. Gracias a dios todos lo habían seguido. Uno a uno fueron entrando arrastrandose unos metros para luegor encontrarse en el interior de aquella formación que servía de cubil al animal.
Uno de los naúfragos se acercó hacia él y le dijo al oído -¿Puedes ahora decirme quién eres en realidad? Sé que no eres un animal...o, al menos, no del todo-
-Aún no- Pensó y se dirigió hacia la salida. Se volvió hacia sus invitados y les dedicó un suave ronroneo. Luego dirigió su vista a la lanza y el odre y profirió un fuerte rugido partiendo luego hacia la obscuridad de la noche.
Corrieron, se alejaron de la peligrosidad de la playa y se dirigieron al cubil de la Pantera. Gracias a dios todos lo habían seguido. Uno a uno fueron entrando arrastrandose unos metros para luegor encontrarse en el interior de aquella formación que servía de cubil al animal.
Uno de los naúfragos se acercó hacia él y le dijo al oído -¿Puedes ahora decirme quién eres en realidad? Sé que no eres un animal...o, al menos, no del todo-
-Aún no- Pensó y se dirigió hacia la salida. Se volvió hacia sus invitados y les dedicó un suave ronroneo. Luego dirigió su vista a la lanza y el odre y profirió un fuerte rugido partiendo luego hacia la obscuridad de la noche.