Capítulo I: El Hombre Sabio

Viaje al mundo del siglo séptimo antes de Cristo, a un tiempo en que la razón por primera vez chocó contra la religión.

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Rittmann
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Re: Amthorn (Enligytes)

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Enligytes se sentía abrumado. Lo que estaba ocurriendo allí parecía que solo podía ocurrirles a la gente habituada a la política, pero a eso es a lo que él estaba jugando. Su posición allí era como la de un político, uno de aquellos que hablaba sin cesar cuando había acompañado a su señor Omar ante la presencia del rey. Su papel tenía que ser el de intermediario, interceder ante los espartanos a favor de Lidia y para aquello no sabía como actuar, pero ahora parecía que jamás se tendría que encontrar ante el dilema de qué decir. ¿Qué podía hacer él? Estaba perdido, sólo aunque acompañado de mucha gente, en una isla en medio del ancho mar. ¿Por qué Omar me escogió a mi? Cuando se entere que mi misión no solo fracasó sino que la reina fue eliminada porque no supe manejar la situación?

Enligytes no acabó de comprender todos los teje manejes de los que hablaba Critias en lo relacionado a la política Cálcida. No comprendía que relación tenía el conflicto entre Mileto y Lidia con el dilema de Calcis de seguir bajo dominación ateniense. Pero lo que sí entendió fue que tenían que liberar a ese miletense. Bojarcas estaba dispuesto a tratar con gente de alta alcurnia, y probablemente Enligytes también tuviera que hacerlo.

Bojarcas partió dejando a Jerjes y al nómada junto a Critias y sus hombres. El Azor miró a Jerjes esperando que este indagara algo pero viendo que no lo hacía y que Critias parecía impacientarse, el propio Enligytes decidió intervenir. Hizo una leve reverencia a Critias antes de preguntarle.

Enligytes: Señor, ¿con quién es probable que tratara el miletense? Quizás fue cerca o incluso allí donde fue secuestrado.

Critias: La verdad es que podría ser con cualquiera que tenga una fundición. ? El comerciante parecía tener ganas de salir de allí. Probablemente, pensaba Enligytes, no quería que nadie lo viera por allí y lo relacionara con alguna de las partes implicadas. El nómada pensó que Crítias no diría nada más, giraría y se iría, pero tras unos instantes que se le hicieron eternos añadió ? Pero todos ellos son clérucos, por lo que podría ser cualquiera de los grandes comerciantes de bronce de la ciudad. ? Volvió a hacer una pausa, parecía que realmente pensara en la pregunta del nómada y eso le alegró, no estaba siendo considerado un don nadie y por alguna extraña razón se sintió reconfortado. ? Pero no creo que acudiera a cualquiera. Más bien supongo que se reducen a cuatro. Sí, eso es. ? Parecía que Critias estuviera pensando en voz alta. - Cleómenes, un cléruco relativamente joven de cuarta generación, fuertemente asentado en Calcis, y cuyo negocio está de capa caída desde hace algunos meses. Diógenes, un cléruco de segunda generación, con fuertes conexiones con su familia ateniense, cuyo padre compró el negocio a una familia de clérucos cálcidos hace unos veinte años. Tiene una de las mejores minas de la zona. Eleuterio, cléruco de cuarta generación y avanzada edad, cuyo negocio es de los más prestigiosos de la ciudad. Aunque no es capaz de suministrar tanto volumen de metal como Cleómenes o Diógenes, la pureza del refinado de su cobre es notablemente más alta. Y finalmente, Oedipo, cléruco de tercera generación y de mediana edad. Muy arraigado a Calcis tras tener su padre fuertes desaveniencias con sus primos atenienses hace unos quince o veinte años. Su negocio ofrece cobre, pero también vende estaño que importa de Anatolia para hacer bronce. Quizás es de los cuatro vendedores importantes el menos importante, aunque aún así tiene dos minas y un par de almacenes donde se refina el mineral.

Enligytes: Alguno de esos puede estar aliado con Euaristo. Podríamos ir a visitar a Oedipo por sus desavenencias con Atenas o incluso Cleómenes para tratar de reuperar su negocio jugando a dos bandas?, pero me decantaría por Oedipo. ¿Jerjes me acompañas a hacerle una visita? ? el asirio asintió con la cabeza.

Critias: Que os acompañe Hafesto. Él conoce el camino y os podrá ayudar a entrar sin problemas.

Hafesto: Sí conozco a uno de los hombres de armas que acompañan a Oedipo. Un tebano de cuidado si le permites que beba demasiado.

Critias, lo miró de soslayo, indagando si realmente el guardia se daba cuenta de la importancia de todo aquello, pero decidió no intervenir y se despidió cordialmente acompañado del resto de sus hombres.

Enligytes: Disculpadme, antes de que os vayáis. ? Crítias se giró arqueando una de sus cejas. ? En estos momentos no voy vestido apropiadamente para reunirnos con un cléruco. ¿Podría ayudarme? ? Critias lo miró de arriba abajo mientras Enligytes hacía un gesto con sus brazos acompañando la mirada del cálcido.

Crítias: Sí, creo que tienes razón. Creo que Tarla podrá daros algo más digno. Acompañadme, pero a una distancia prudencial.

?

Jerjes y Enligytes siguieron a Hafesto que tomó una calle descendiente hasta los talleres de bronce, torció a la izquierda, y continuó descendiendo. Tras unos cuantos giros, se encontraban el límite septentrional de la polis, donde había una villa rodeada por un muro algo más alto que Enligytes. Hafesto y Jerjes habían estado hablando por el camino, pero Enligytes se había mantenido en silencio, dejando que su mente regresara a sus llanuras, deseando volver a cabalgar a lomos de su yegua? ¿Qué le habrá ocurrido a Ekia? Espero que esté bien y pueda recuperarla.

Hafesto: Aquí es.

?

Oedipo apareció tal y como había indicado el tebano amigo de Hafesto. Era un hombre de mediana edad, alto y delgado, mostrando orgulloso las canas que comenzaban a pintar sus sienes. Caminaba erguido, casi amanerado, tratando de mantener una dignidad que a los ojos de Enligytes ya había perdido moviéndose de esa forma. Se paró ante ellos con la mirada altiva, macada por unos ojos pequeños y oscuros aunque brillantes, mostrando su nariz chafada ante sus marcados pómulos, sin proferir una sola palabra, sólo observándolos. Vestía una túnica blanca, con ribetes azules, al estilo de Atenas, sosteniendo con la mano izquierda una parte de la misma. El tebano trató de presentarlos, pero rápidamente lo detuvo alzando la mano. Finalmente, con voz demasiado aguda para los oídos de los dos jinetes, intervino sin dejar de mirar a los tres hombres, y con muestras de desconfianza.

Oedipo: ¿Quiénes sois? ¿Y qué os trae por mi morada?

Enligytes: Mi nombre es Enligytes y mi compañero se llama Jerjes. Probablemente ya os habéis enterado de lo que ha ocurrido en el puerto con dos navíos, uno lidio y el otro miletense. Nosotros veníamos en el lidio.

Oedipo: Sí, algo he oído, pero no entiendo qué tengo que ver ?yo? con eso.

Enligytes: Sabemos que la cuestión gira en torno a la desaparición de un importante aristócrata miletense que ha estado comerciando con metal. ¿Y queríamos saber si lo ha hecho con vos, o si lo habéis visto esta mañana? ? El nómada no se sentía tranquilo. No estaba acostumbrado a indagar haciendo preguntas a personas de tanta diferencia social. Pensaba palabra tras palabra antes de hablar. Dudaba entre acusar o confiar en cualquier posible mentira que el cléruco le dijera. Y mientras esperaba la respuesta, miró a Jerjes, deseando que éste le ayudara aunque probablemente él tampoco era muy ducho en el arte de la persuasión política.
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[u]Bojarcas - Duelo de miradas

Memnon, Diomedes y Perseo se apartaron un par de pasos hacia atrás. Euaristo se quedó quieto, con dos de sus sirvientes a su lado, observando al joven desafiante que llamaba a su puerta. El griego era un hombre maduro, que rondaría la cuarentena larga, de cuidada barba y avanzada calvicie, envuelto en una túnica de color crema cuyo mejor signo de riqueza eran los rebordes cosidos con hilo de oro.

Pero su mirada estaba llena de fuego. Bojarcas podía ver claramente que su actitud había molestado al cléruco, pero sabedor que cualquier resquicio de duda en su actitud provocaría su desgracia, se mantuvo altivo y fuerte en su posición.

Euaristo: Reconozco a ese criado. Es uno de los hombres de Critias - dijo Euaristo calmándose un poco -. Así que eres amigo de Critias.

Bojarcas: Lo soy - dijo, sabedor que de nada serviría negarlo.

Euaristo: Eres osado, chico. Los tienes bien puestos para venir a mi casa y soltarme todo esto en la cara. Pero tienes razón: puedo salir beneficiado de esto. Y créeme que lo haré. Pero tú te quedarás aquí.

Bojarcas se quedó mirando a Euaristo con precaución, sopesando aquel giro en los acontecimientos. Su posición era débil, y era consciente de ello, pero... ¿Hasta qué punto le veía débil el cléruco?

Euaristo: Vamos, entra en la casa antes que te vea demasiada gente.

Y Bojarcas, viendo que no usaba la violencia, consciente que no tenía muchas más opciones, avanzó.

[u]Jerjes y Enligytes - El nido de la serpiente

Oedipo se quedó quieto unos momentos, pero su gesto estaba cargado de ira. Su rostro se puso rojo, y su mandíbula prácticamente rechinaba. Entonces, uno de los guardias de su casa se le acercó y le susurró algo al oido.

Oedipo: Así que sóis amigos de Critias - dijo con un tono demoledoramente agrio.

Hafesto miró con enfado a aquel guardia que les había mencionado antes, delator de su persona allí, pero las palabras ya sobraban en aquella situación. Y ellos se limitaron a asentir con las cabezas.

Oedipo: Largáos de mi casa ahora mismo. ¡Ahora! Aeklos, suelta a los perros.

Oedipo se giró sobre sí mismo mientras los guardias de la villa se ponían agresivos y uno de ellos se iba hacia la parte trasera de la casa. Seguramente, esos perros estuvieran allí.

Enligytes: Jerjes, lo tiene él. Estoy casi seguro - dijo el nómada.

Jerjes: ¿Qué?

Enligytes: Y si no es así, ¿por qué saltaría de esta manera?

:arrow: Bueno, turno de transición, muy breve, pero esto es debido a que se trata de una acción más dinámica que las anteriores. Por eso, esta vez no hay reto.

:arrow: Bojarcas gasta un punto de Voluntad (familia) para evitar una pifia al intentar convencer a Euaristo)

:arrow: Bojarcas entra en la casa, o no; eso es decisión tuya, Klapton. En el caso que entres, debes saber que la intención de Euaristo es la siguiente: sí, le interesa tenerte para subir su posición, de modo que te quiere tener bajo llave para sacarte cuando lo considere oportuno mientras se encarga bajo mano del tema con sus propios hombres. Así te lo dirá, e insistirá en que le reveles todo lo que sepas para poder lograr la máxima eficacia.

:arrow: También preguntará por tus hombres, si estás acompañado de más gente. Lo que le digas puede marcar su trato hacia ellos si los encuentra.

:arrow: Enligytes y Jerjes están en un aprieto. La opción que toméis es vuestra. Hay dos guardias ahora en la puerta, más el tercero que va hacia la parte trasera de la casa a por los perros. El cléruco ya ha entrado. Si os decidís a la retirada, describid qué hacer a continuación. Y si decidís otra cosa, plantead el curso de acción.

:arrow: Experiencia actual: Bojarcas (10,75 px), Enligytes (16,50 px), Jerjes (20,00 px)
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